Corren tiempos difíciles, no sé si más o menos que antaño, no sé si cuando se pasó hambre o cuando se sufrió la guerra o las peores enfermedades no tenían cura se sentía esta "perdidumbre", si, si, perdidumbre : sentimiento o sensación de sentirse perdido.
Es como una especie de niebla que se palpa continuamente, sólo hay que estar un poco atento, cuando ves la tele, cuando observas a la gente, cuando te paras un segundo a respirar. Se la ve perdida, ansiosa de recibir su dosis diaria de anestésico, léase el prospecto antes de consumir.
Después de cada una de nuestras duras jornadas de trabajo tenemos que cenar con estafadores, corruptos, asesinos, ... ansiosos de que llegue la hora de los anuncios para decidir que producto o servicio nos hará viajar, una vez más, a ese mundo donde la felicidad puede comprarse, a costa de nuestro sudor, en pequeños plazos, y dónde podemos abstraernos de todos los chupópteros que se dedican a abocarnos para que simplemente no pensemos en el verdadero mundo que estamos creando.
Y todo eso sin darnos cuenta que estamos hipotecando nuestra vida, erigidos en autómatas que achacan sus problemas a ves a saber tu que razones siempre con la misma consecuencia : la infelicidad. No somos conscientes de que esa infelicidad es sólo consecuencia de la perdidumbre que sentimos, y que es como un susurro, no podemos oírlo, porque hay mucho ruido, mucho mucho ruido, demasiado.
Nos está diciendo que trabajamos para enriquecer a unos pocos, que nos están consumiendo en vida, como auténtico ganado, nos dice que el éxito no es lo que nos han contado y que no todos pueden alcanzarlo, porque no todos tienen las mismas oportunidades, nos dice que mientras se indaga sobre los fármacos que curarán el cáncer, la gente muere de hambre.
La perdidumbre es como un susurro, shhhhhhhhhhh... y nos está robando nuestro futuro.
Es como una especie de niebla que se palpa continuamente, sólo hay que estar un poco atento, cuando ves la tele, cuando observas a la gente, cuando te paras un segundo a respirar. Se la ve perdida, ansiosa de recibir su dosis diaria de anestésico, léase el prospecto antes de consumir.
Después de cada una de nuestras duras jornadas de trabajo tenemos que cenar con estafadores, corruptos, asesinos, ... ansiosos de que llegue la hora de los anuncios para decidir que producto o servicio nos hará viajar, una vez más, a ese mundo donde la felicidad puede comprarse, a costa de nuestro sudor, en pequeños plazos, y dónde podemos abstraernos de todos los chupópteros que se dedican a abocarnos para que simplemente no pensemos en el verdadero mundo que estamos creando.
Y todo eso sin darnos cuenta que estamos hipotecando nuestra vida, erigidos en autómatas que achacan sus problemas a ves a saber tu que razones siempre con la misma consecuencia : la infelicidad. No somos conscientes de que esa infelicidad es sólo consecuencia de la perdidumbre que sentimos, y que es como un susurro, no podemos oírlo, porque hay mucho ruido, mucho mucho ruido, demasiado.
Nos está diciendo que trabajamos para enriquecer a unos pocos, que nos están consumiendo en vida, como auténtico ganado, nos dice que el éxito no es lo que nos han contado y que no todos pueden alcanzarlo, porque no todos tienen las mismas oportunidades, nos dice que mientras se indaga sobre los fármacos que curarán el cáncer, la gente muere de hambre.
La perdidumbre es como un susurro, shhhhhhhhhhh... y nos está robando nuestro futuro.