tag:blogger.com,1999:blog-56833980228200044712024-02-29T00:43:15.880+01:00Cien años másAhora que padeces de insomnio, quisieras morir de siesta (H.S.)Mario Lorenzhttp://www.blogger.com/profile/02901763308817242377noreply@blogger.comBlogger107125tag:blogger.com,1999:blog-5683398022820004471.post-26810571829542137012023-07-02T23:30:00.002+02:002023-07-03T14:52:53.310+02:00¿Dónde están las supermanas?<p style="text-align: right;"> <w:sdt id="1414280791" sdttag="goog_rdk_2" showingplchdr="t" style="text-align: right;"> </w:sdt><i style="text-align: right;"><span face=""Arial",sans-serif" style="color: #404040; font-size: 10pt; mso-fareast-font-family: Arial;">“En la Declaración de las Naciones
Unidas, </span></i><i><span face=""Arial",sans-serif" style="color: #404040; font-size: 10pt; mso-fareast-font-family: Arial;">con motivo de la conmemoración del Año Internacional de la
Mujer en 1980, </span></i><i><span face=""Arial",sans-serif" style="color: #404040; font-size: 10pt; mso-fareast-font-family: Arial;">se dijo que 'la violencia contra la mujer es el
crimen encubierto más numeroso del mundo' </span></i><i><span face=""Arial",sans-serif" style="color: #404040; font-size: 10pt; mso-fareast-font-family: Arial;">porque por el mero hecho de serlo, por su condición, es
víctima de una serie de </span></i><i><span face=""Arial",sans-serif" style="color: #404040; font-size: 10pt; mso-fareast-font-family: Arial;">delitos, además de poder serlo como individuo, igual que
el hombre.”</span></i></p>
<p align="right" class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: right;"><i><span face=""Arial",sans-serif" style="color: #404040; font-size: 10pt; mso-fareast-font-family: Arial;">Ana Cagigas</span></i></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 107%; mso-fareast-font-family: Arial;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-fareast-font-family: Arial;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjiFLhdqJbhSMsSyP6R5u2aOYg0Hvd0VDUI7zB81XggKTelot3nUp365eieCrO7WDJ9wew7wnnCXCuIrIcksICfeV1ucWhhe0qrpd_2ykJSDU5EpdD8x40ykC3ZEjLmpE-k9rXdKmI1Lm65Y-DFYoYCOwWB2qje77i29E7fgZ-4VCrX1ljMKmRMPWhEnkXu/s493/2023-07-03%2010_35_09-Escudo%20de%20Superman%20_%20Superman%20logo,%20Superman,%20Symboler%20y%207%20p%C3%A1ginas%20m%C3%A1s%20-%20Trabajo.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="364" data-original-width="493" height="295" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjiFLhdqJbhSMsSyP6R5u2aOYg0Hvd0VDUI7zB81XggKTelot3nUp365eieCrO7WDJ9wew7wnnCXCuIrIcksICfeV1ucWhhe0qrpd_2ykJSDU5EpdD8x40ykC3ZEjLmpE-k9rXdKmI1Lm65Y-DFYoYCOwWB2qje77i29E7fgZ-4VCrX1ljMKmRMPWhEnkXu/w400-h295/2023-07-03%2010_35_09-Escudo%20de%20Superman%20_%20Superman%20logo,%20Superman,%20Symboler%20y%207%20p%C3%A1ginas%20m%C3%A1s%20-%20Trabajo.png" width="400" /></a></div><br /><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-size: 12pt; text-align: left;">La ocultación de los referentes feministas puede
producir en las mujeres —y en los hombres— la falsa impresión de que los
problemas que afrontan solo les afectan a ellas como individuo. El
desconocimiento de las estructuras patriarcales, las luchas previas, los éxitos
conseguidos y los avances logrados pueden mantener en la ignorancia
generaciones enteras de mujeres, impidiendo que se rebelen contra estas
estructuras simplemente porque no son conscientes de que pueden hacerlo y que,
de hecho, tienen el derecho a alzarse. Rebelarse con plena consciencia, además,
de que otras lo hicieron antes con enorme perjuicio para ellas, pero esperando
que sus acciones pudieran tener repercusión más allá de ellas mismas y de su
tiempo.</span><span face="Arial, sans-serif" style="font-size: 12pt; text-align: left;"> </span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-fareast-font-family: Arial;">A través de los temas planteados por los
personajes de las novelas <i>Temporada de
huracanes</i>, de Fernanda Melchor y <i>L’últim
patriarca</i>, de Najat El Hachmi, trataré de desenmascarar —desde una
perspectiva también sociológica— algunas de las estructuras que se encuentran
ocultas tras sus historias.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-fareast-font-family: Arial;">Gracias al análisis de algunas de esas
situaciones, todavía hoy en día ampliamente aceptadas y toleradas incluso en
nuestra confortable nube occidental —y con la ayuda de la bibliografía primaria
y secundaria referenciada al final de este ensayo— intentaré proponer, de forma
muy esquemática, alguna de las muchas soluciones que será necesario adoptar,
así como mostrar los matices de alguna otra aparentemente más obvia. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-fareast-font-family: Arial;">A priori, la educación como respuesta a la
ignorancia o el desconocimiento parece una razonamiento lógico e intuitivo. Al
final de este ensayo espero haber argumentado de forma suficiente y razonable que
no siempre es así, y que existen fuerzas poderosas —aunque no tan evidentes—
que silencian, minimizan y eliminan una memoria nada conveniente para el
patriarcado. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-fareast-font-family: Arial;">Antes de entrar en materia, hemos de ser capaces
de manejar con cierta soltura algunos conceptos clave que nos ayudarán a captar
mejor los temas que se encuentran (no tan) ocultos tras las obras que vamos a comparar.
Son conceptos que sobrevuelan constantemente nuestro día a día pero que
considero pertinente fijar de manera breve. El primero de ellos, ya utilizado
en este ensayo, es el patriarcado, Ana D. Cagigas lo define magistralmente del
siguiente modo: <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><span face=""Arial",sans-serif" style="mso-fareast-font-family: Arial;">[…]
la relación de poder directa entre los hombres y las mujeres en las que los
hombres, que tienen intereses concretos y fundamentales en el control, uso,
sumisión y opresión de las mujeres, llevan a cabo efectivamente sus intereses.
[…] Esta relación de poder provoca desigualdad entre los dominadores: los
hombres, y los subordinados: las mujeres.” (Cagigas, p. 307)<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-fareast-font-family: Arial;">Es esta pervertida relación de poder —esta <i>condena</i>
(El Hachmi, p. 10)— la que lo atraviesa absolutamente todo. De forma sutil e
insospechada, a través del maltrato a Yesenia por parte de su abuela en la obra
de Fernanda Melchor y, de un modo mucho más evidente, reflejado en el
comportamiento de Mimoun en la novela de Najat El Hachmi.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-fareast-font-family: Arial;">Será necesario también atender al concepto de
rebelión, especialmente si lo hacemos al modo en que la entiende Giovanna Mérola:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><span face=""Arial",sans-serif" style="mso-fareast-font-family: Arial;">El
feminismo es un movimiento de rebelión contra un orden no natural, por tanto
modificable. No es una ideología porque, al contrario de ésta, no es una
justificación de un orden e intereses materiales existentes, una justificación
de la explotación de las mujeres, en cuanto a sexo; todo lo contrario, desenmascara
los mecanismos que mantienen esta situación de opresión. (Mérola, p. 114)<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-fareast-font-family: Arial;">Y es que conviene preguntarse, ¿qué otra
respuesta puede haber?, ¿qué otra opción queda ya que no sea rebelarse contra
un <i>statu quo</i> que duele físicamente a poco que uno tenga el coraje de
profundizar en el mundo que nos muestran nuestras autoras? <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-fareast-font-family: Arial;">Hablaremos también de educación, a la que todas
y todos sentimos siempre la irremediable tentación de acudir en busca de ayuda
y consuelo:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><span face=""Arial",sans-serif" style="mso-fareast-font-family: Arial;">Una
de las estrategias didácticas esenciales de la educación de la diferencia
sexual es resaltar las figuras femeninas con autoridad dando ejemplos de
libertad femenina y de las maneras en que logran realizar sus deseos, lo que
permite pensarlas por las alumnas y alumnos que están interesados en este
feminismo de la diferencia. (Barffusón, p. 367)<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-fareast-font-family: Arial;">Pero que, quizás, no sea en este caso la panacea
que esperamos, por lo menos si no corregimos antes algunas tremendas desviaciones.
Por supuesto, hablaremos con más detalle de este punto más adelante.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-fareast-font-family: Arial;">Por último introduciré los referentes; se trata,
en definitiva, de los puntos de anclaje o los faros que nos guían en la
oscuridad, que necesitamos para no sentirnos en soledad —especialmente quien
sufre algún tipo de opresión— y que, en el caso que nos ocupa, permitiría aprovecharse
de las luchas ya realizadas y del dolor sentido antes por tantas otras:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><span face=""Arial",sans-serif" style="mso-fareast-font-family: Arial;">El
eco reivindicativo de todas las mujeres que nos antecedieron –que supieron
decir que no, incluso a riesgo de ser calcinadas en la hoguera que la
inmundicia y la ignorancia alimentó– generó una cadena a lo largo de los siglos
que desembocó en lo que Adrienne Rich llamó “el despertar de la conciencia”,
que se hizo colectiva. (Martínez-Gómez, p. 2)<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-fareast-font-family: Arial;">Es lo que pienso necesitan las protagonistas de
las dos obras: referentes, modelos en los que descubrir otros comportamientos,
diferentes patrones más allá de los estereotipos que han conocido. Otras
maneras de afrontar las situaciones en las que se han visto obligadas a vivir.
Que las permita sentirse parte de un todo en el que ya se han ganado algunas
importantes batallas y que las lleve fuera del universo horrible en el que se
encuentran en absoluta soledad.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-fareast-font-family: Arial;">A través de una lectura atenta, analítica,
crítica y contrapuntal de las obras de Fernanda Melchor y Najat El Hachmi, he
buscado las situaciones y los personajes que me permiten ejemplificar mejor y
trasponer las motivaciones de las autoras y su relación con la temática que me
ha parecido más interesante y que expondré más adelante. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-fareast-font-family: Arial;">Pero tratemos ya de entrar en materia. Empezaremos
con la siguiente pregunta, ¿son conscientes las protagonistas de la existencia
del patriarcado? No por obvio debemos dejar de mencionar la evidencia de que el
primer paso para hacer frente a una dificultad es conocer el problema al que te
enfrentas, ser consciente de él. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-fareast-font-family: Arial;">Atendamos a lo que nos comenta la profesora Montserrat
Cabré a propósito de Gerda Lerner:” buscaba ofrecer una contraparte a la
historia del patriarcado trazando el pensamiento y la acción de muchas mujeres
que, antes de la eclosión del activismo feminismo político, resistieron y
subvirtieron el orden patriarcal” (Cabré, p. 420). O, en otras palabras, de
cómo Gerda Lerner iniciaba esa recuperación de la memoria de los referentes
feministas cuando el feminismo todavía no existía como tal. Quizás sorprenda
remarcar que nos encontramos todavía, con Gerda Lerner, en el s. XX, por lo que
no cabe duda de lo tarde que se inicia esta reparación y del largo camino que
nos queda por recorrer. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-fareast-font-family: Arial;">Es así como se me plantea la situación de las
protagonistas de las dos obras que sirven de base para nuestra argumentación
frente al patriarcado: son completamente ajenas a él, no existe para ninguna de
ellas. Es por eso por lo que el conocimiento y la consciencia del patriarcado,
oculto para ellas, sería un paso previo necesario sobre el que podrían actuar
los referentes: <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 36pt; text-align: left;"><span face=""Arial",sans-serif" style="mso-fareast-font-family: Arial; mso-no-proof: yes;">I tot d’una es va esdevenir un d’aquells fets que faria de
Mimoun algú diferent de qui havia de ser, un fet que a hores d’ara ningú no
coneix o qui el coneix n’ha fet silenci. </span><span face=""Arial",sans-serif" style="mso-fareast-font-family: Arial;">(El Hachmi, p. 15)<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-fareast-font-family: Arial;">Como decía, ninguna de las protagonistas de las
dos novelas es consciente de la existencia del patriarcado, con la única excepción
de la hija de Mimoun —que sólo lo es de forma retroactiva— lo que impide que les
sea posible librarse de la culpa que este
hace caer sobre ellas:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 36pt; text-align: left;"><span face=""Arial",sans-serif" style="mso-fareast-font-family: Arial;">Pero
Norma no estaba lista para contarle a Luismi sobre Pepe; ni siquiera quería
pensar en él y las cosas que habían estado haciendo, porque si llegaba a
contarle lo que realmente había pasado, él se daría cuenta de la persona tan
horrible que Norma era, y se arrepentiría de haberla ayudado, y la correría de
su casa y la enviaría de regreso a la oscuridad […]. (Melchor, p. 94)<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-fareast-font-family: Arial;">Por otro lado, ¿en qué medida el acceso libre a
la educación —para mujeres y hombres— tal como la conocemos, permitiría
disminuir el sufrimiento de las protagonistas?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-fareast-font-family: Arial;">Aceptar la hipótesis de que la educación podría
ser una solución para que nuestras protagonistas pudieran liberarse del mundo
patriarcal en el que viven, sería dar por hecho que esta dispone ya de una
perspectiva feminista. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-fareast-font-family: Arial;">Es sólo ese punto de vista feminista el que
podría aportar las herramientas para poner al alcance de las mujeres esos
referentes tan necesarios para hacerlas conscientes de su capacidad de
rebelarse contra las injusticias que padecen. Pero ¿es cierta esa suposición?
Ana López-Navajas y Ángel López García-Molins nos demuestran en su trabajo <i>El
desconocimiento de la tradición literaria femenina y su repercusión en la falta
de autoridad social de las mujeres </i>que no es así. Veamos brevemente algunas
de sus conclusiones.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-fareast-font-family: Arial;">Tomando como ejemplo de su estudio el periodo
que va del siglo XII al XVIII, y analizando el número de escritores y
escritoras que se incluyen en los manuales de literatura de 3º de ESO, llegan a
terribles conclusiones:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><span face=""Arial",sans-serif" style="mso-fareast-font-family: Arial;">El
resultado de las escritoras presentes en los manuales de las tres editoriales
en estos periodos resulta significativo: entre los siglos XII y XVIII, durante
más de 600 años, en un periodo que va desde la Edad Media hasta la Ilustración
solo encontramos una única escritora y citada (con la sola mención de su
nombre) entre 65 escritores: Santa Teresa de Jesús. (López-Navajas & López
García-Molins, p. 9) <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-fareast-font-family: Arial;">La invisibilización es sobrecogedora.
Probablemente el dato sorprendiera a nuestras protagonistas —aunque necesitaran
más ayuda que sorpresas— pero lo más desconcertante es la ignorancia, frente a
estos datos, que tenemos la población en general y lo peligroso que resulta
emitir opiniones desde una ignorancia sesgada per la demonización del
feminismo, a la que estamos asistiendo en los últimos años. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-fareast-font-family: Arial;">El porcentaje mejora un poco en el siglo XX
—temario para los alumnos de 4º de ESO— pero conviene no alegrarse demasiado:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><span face=""Arial",sans-serif" style="mso-fareast-font-family: Arial;">Frente
a los 224 escritores que aparecen en el canon general del siglo XX, se
presentan 24 escritoras, un 10,7%. El canon español muestra un porcentaje de
presencia femenina del 12%, 20 escritoras entre 147 escritores.</span> <span face=""Arial",sans-serif" style="mso-fareast-font-family: Arial;">(López-Navajas
& López García-Molins, p. 10)<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-fareast-font-family: Arial;">El sesgo es tan desproporcionado que uno tiene
la tentación de retirar de manera inmediata la educación de la lista de
soluciones posibles, a menos que antes sea revisada esta desviación que no
dispone de argumentación razonable más allá de su relación con el patriarcado. Las
repercusiones son evidentes en el aprendizaje de las mujeres:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><span face=""Arial",sans-serif" style="mso-fareast-font-family: Arial;">A
las mujeres y a las escritoras en concreto, esta exclusión las hace parecer
advenedizas, ya que ni se reconocen sus contribuciones ni el orden simbólico de
donde parten. De este modo, quedan sin modelos y sin tradición donde anclarse,
“Con gran parte de la historia propia hurtada, sentimos confusamente que no
somos herederas legítimas de ese mundo” (Valcárcel, 2008, 83). Esto las excluye
de nuestras referencias culturales y epistemológicas y las sitúa en una
precaria posición social.</span> <span face=""Arial",sans-serif" style="mso-fareast-font-family: Arial;">(López-Navajas & López García-Molins, p. 10)<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-fareast-font-family: Arial;">Por último, ¿qué papel juegan los referentes
feministas? En realidad, este es el punto que hace saltar la liebre y el que se
constituye como motivo principal de la elección del tema del presente ensayo. Lo
provoca la hija sin nombre, la protagonista de <i>L’últim patriarca</i>, y es
que “la filla de Mimoun pensa que no hi ha hagut cap supermana a la història”
(El Hachmi, p. 155). A pesar de las barbaridades que acontecen a prácticamente
todas las mujeres de las dos novelas, es una reflexión que me produce profunda
tristeza, aunque también algo de esperanza. Un punto de esperanza al que asirse
—retirar ese velo de ignorancia— en contraposición con las diferentes
protagonistas —Norma, Yesenia o la Bruja— de <i>Temporada de huracanes</i>, para las que parece que no hay ninguna
esperanza ni atisbo de sororidad. Escuchemos a Marco Antonio Islas hablándonos
acerca de ello:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 18pt; text-align: left;"><span face=""Arial",sans-serif" style="mso-fareast-font-family: Arial;">En
última instancia, se trata de una ficción que relata la historia de un acto de
violencia principal, rodeado de muchos otros, narrados a través de distintas
voces que se encuentran aisladas sin ninguna escapatoria de aquella vorágine de
violencia. (Islas, p. 263)<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-fareast-font-family: Arial;">La hija de Mimoun es la única que tiene acceso a
un referente, alguien en quien poder ver algo diferente a lo que ha vivido en
el seno de su familia, su antigua maestra es la única excepción, tal como nos
dice Katarzyna Moszczyńska: <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><span face=""Arial",sans-serif" style="mso-fareast-font-family: Arial;">De
hecho, el personaje siente una gran confusión y lo que desde la perspectiva
posterior llamará la crisis de identidad al no saber cómo responder ante las
expectativas y los deseos contradictorios: se pregunta, por ejemplo, cómo
cumplir la prohibición de hablar con los chicos de su edad, de vestir
pantalones o usar tampones, impuesta por su familia, y la necesidad de ser como
otras compañeras de la escuela para no “parecer rara” (2010: 290). “Todo era un
problema y yo cada día salía menos, a las nueve en casa, a las ocho en casa, a
las siete en casa, cuando sea de noche en casa, e iba al revés que el resto del
mundo” (2010: 290). Inmersa en este caos de necesidades y prohibiciones
contradictorias, encuentra entendimiento y apoyo en su antigua maestra que le
brinda respaldo emocional e intelectual al sugerirle lecturas que abren nuevas
perspectivas hermenéuticas y motivarle para encontrar libertad en la escritura.
(Moszczyńska, p. 282)<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-fareast-font-family: Arial;">En realidad, su antigua maestra es su supermana,
pero ella no lo sabe todavía. Y es quizás el hecho de verbalizar esa negación
de la existencia de referentes la que inicia el camino hacia la recuperación de
su vida. Tampoco es consciente aún de que, en su propia mente, está asistiendo
ya al otoño del patriarca, si se me permite citar en este punto al grandísimo
García Márquez. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-fareast-font-family: Arial;">Norma, Yesenia o la Bruja, en cambio, no tienen
nada parecido a eso, no hay un solo personaje femenino —ni masculino— que pueda
adoptar ese rol. En ambas novelas, con la mencionada excepción de la maestra, son
las mismas mujeres las que contribuyen a la perpetuación del patriarcado
—siendo también ellas víctimas directas de él— con constantes actitudes completamente
machistas.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-fareast-font-family: Arial;">Su guerra, aunque no lo sepan, es también la batalla
contra un sistema que no es más que otra de las formas de expresión del
patriarcado, que no sólo no las entiende porque está dentro de él, sino que las
maltrata de forma cruel e injusta:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 36pt; text-align: left;"><span face=""Arial",sans-serif" style="mso-fareast-font-family: Arial;">Norma
gritaba aterrada pero de su boca no salía ningún sonido, y cuando volvió a
despertarse ya no estaba sobre el colchón de la casita sino echada de espaldas
sobre una camilla […] bajo la mirada asqueada de la trabajadora social y el eco
de sus preguntas: quién eres, cómo te llamas, qué te tomaste, dónde lo botaste,
cómo pudiste hacerlo. (Melchor, p.117)<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-fareast-font-family: Arial;">Tal como avanzaba al principio de este ensayo
uno tiende a pensar ingenuamente que todos los problemas que les son planteados
a las protagonistas de ambas novelas podrían ser resueltos con una mejor
educación en clave feminista o, simplemente, una mejor educación. Hay que
admitir también que existe la posibilidad de caer en la tentación de considerar
la educación como el bálsamo para todos los problemas, aunque sin miedo tampoco
a considerarla como uno de los factores más relevantes. En todo momento he
tratado de situarme en una situación de equilibrio al respecto.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-fareast-font-family: Arial;"> </span><span face="Arial, sans-serif" style="font-size: 12pt;">La realidad parece ser que antes de fiar
nuestras esperanzas a la educación real —no la ideal que podríamos tener en
nuestra cabeza— deberíamos echar un vistazo y darnos cuenta del proceso de
silenciamiento, invisibilización y eliminación que ha tenido lugar a lo largo
de la historia, tal como han demostrado con su estudio Ana López-Navajas y
Ángel López García-Molins. Es un proceso que nos ha afectado a todos sin
saberlo, sin ser conscientes de ello, de ahí su enorme peligro, dado que
extiende la falsa sensación de inexistencia de abajo hacia arriba y se constituye
en una auténtica supresión del 50% de la memoria de la humanidad.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-fareast-font-family: Arial;">No podemos dejarnos en manos de una educación
que no haya sido analizada de forma crítica desde un punto de vista feminista
que incluya a todas las mujeres que, a lo largo de la historia, han contribuido
a llegar donde estamos.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-fareast-font-family: Arial;">La educación pública —principalmente en la etapa
de formación, pero también en las edades adultas— debe ser el medio natural de
transmisión del conocimiento adquirido y los avances realizados por esos referentes.
Es la institución de la educación la que debe proporcionar esos referentes que
permitan a la mujer ser consciente de que los problemas que enfrenta —fruto del
patriarcado— no son ni nuevos ni desconocidos, y es por eso por lo que debe
realizarse una profunda revisión de la institución que permita colocar a la
mujer en el lugar que, por derecho, le pertenece.</span><br clear="all" style="break-before: page; mso-special-character: line-break; page-break-before: always;" />
<span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-fareast-font-family: Arial;"><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><b><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-fareast-font-family: Arial;"><br /></span></b></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><b><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-fareast-font-family: Arial;"><br /></span></b></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><b><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-fareast-font-family: Arial;"><br /></span></b></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><b><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-fareast-font-family: Arial;"><br /></span></b></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><b><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-fareast-font-family: Arial;">BIBLIOGRAFÍA<o:p></o:p></span></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-size: 12pt;">Arriazu, A. D. C. (2000). </span><i style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt;">El
patriarcado, como origen de la violencia doméstica</i><span face="Arial, sans-serif" style="font-size: 12pt;">. Monte Buciero, (5),
307-318. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=206323</span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-fareast-font-family: Arial; mso-no-proof: yes;">Bartrina, F. (2002). La violència contra les dones a l'obra
de Víctor Català i d'Aurora Bertrana. <i>Lectora:
revista de dones i textualitat</i>, 99-105.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-fareast-font-family: Arial; mso-no-proof: yes;">Barffusón, R., Fajardo, J. A. R., & Trujillo, C. D. C.
(2010). Aportes feministas a la educación. <i>Enseñanza
e investigación en psicología</i>, 15(2), 357-376.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-fareast-font-family: Arial; mso-no-proof: yes;">Cabré, M. (2013). Gerda Lerner (1920-2013): La conciencia de
hacer historia. <i>Arenal</i>, 20(2),
419-427. https://revistaseug.ugr.es/index.php/arenal/article/view/1573<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-fareast-font-family: Arial; mso-no-proof: yes;">Cano, M. (2015). Identidades en el intervalo.
Identificaciones posicionales y prácticas políticas feministas. Actas I
Congreso internacional de la Red española de Filosofía. Vol. VIII: 7-16.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-fareast-font-family: Arial; mso-no-proof: yes;">El Hachmi, N. (2008). <i>L’últim patriarca</i>. Epulibre.org <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-fareast-font-family: Arial; mso-no-proof: yes;">Fuentes González, A. Daniel (2013). El último patriarca, de
Najat EL Hachmi: Una lectura sociolingüística. Álabe 8. [www.revistaalabe.com]<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-fareast-font-family: Arial; mso-no-proof: yes;">Gatell, M.; Iribarren, T. (2017). <i>Guerra civil española y condición de la mujer en la novela catalana:
Pedra de tartera, de Maria Barbal</i>. Alpha Osorno.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-fareast-font-family: Arial; mso-no-proof: yes;">Iribarren, T.; Canadell, R.; Fernàndez, J. A. (2021). <i>Narratives of Violence</i>. Edizioni Ca'
Foscari.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-fareast-font-family: Arial; mso-no-proof: yes;">Islas, M. (2021). Violencia de género en Temporada de
huracanes, de Fernanda Melchor: de la violencia subjetiva a la violencia
sistémica. <i>Sincronía</i>, 79, 261-281.
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=7786053 <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-fareast-font-family: Arial; mso-no-proof: yes;">Melchor, F. (2017). <i>Temporada de huracanes</i>.
Epublibre.org<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-fareast-font-family: Arial; mso-no-proof: yes;">Mérola, G. (1985). Feminismo: Un movimiento social. <i>Revista Nueva Sociedad</i>, 78(5), 112.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-fareast-font-family: Arial; mso-no-proof: yes;">Moszczynska, K. (2012). Amor, género y orden social en
"El último patriarca" y "La cazadora de cuerpos", de Najat
El Hachmi. <i>Sociocriticism</i>, Vol.
XXVII: 1-2. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=4637101 <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-fareast-font-family: Arial; mso-no-proof: yes;">López Navajas, A.; López García, A. (2012). El
desconocimiento de la tradición literaria femenina y su repercusión en la falta
de autoridad social de las mujeres. <i>Quaderns
de filologia. Estudis literaris</i>. Vol. XVII, 27-40.
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=4145273 <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-fareast-font-family: Arial; mso-no-proof: yes;">Martínez-Gómez, R. (2021). Ecoficción feminista. Rebelión
frente al sitio, la conquista y la violación. <i>Cuadernos del CILHA</i>, 34.
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=7995441 <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-fareast-font-family: Arial; mso-no-proof: yes;">Potok-Nycz, M. (2003). Escritoras españolas y el concepto de
literatura femenina. <i>Lectora: revista de
dones i textualitat</i>, 9, 151-160.
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2229584 <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-fareast-font-family: Arial; mso-no-proof: yes;">Segato, R.; Gabriela, W. <i>La
ciudad de las mujeres</i> | Vídeos | CCCB. (s. f.). CCCB.
https://www.cccb.org/es/multimedia/videos/rita-segato-y-gabriela-wiener/230063<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-fareast-font-family: Arial; mso-no-proof: yes;">Serrano, Jordi (2022). <i>Literatura,
violències i decolonialitat</i>. (s. f.). FUOC.
https://materials.campus.uoc.edu/cdocent/PID_00293303/<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-fareast-font-family: Arial; mso-no-proof: yes;">Serrano, Jordi (2022). <i>La
lectura analítica</i>. (s. f.). FUOC.
https://materials.campus.uoc.edu/cdocent/PID_00293302/ <o:p></o:p></span></p>Mario Lorenzhttp://www.blogger.com/profile/02901763308817242377noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5683398022820004471.post-18160110693658608042023-06-17T16:09:00.000+02:002023-06-17T16:09:13.922+02:00A propósito de las neuras personales.<p> </p><p align="right" class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: right;"><i><span style="color: #404040; font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 10.0pt; mso-bidi-font-weight: bold; mso-themecolor: text1; mso-themetint: 191;">“Las
leyes comunes al género trágico, en Atenas, permitieron a Eurípides eludir la
visión del asesinato, porque, como siempre en el teatro ateniense, los hechos
violentos sucedían fuera de la escena, en ese espacio simbólico de lo
irrepresentable que se anticipaba veinticinco siglos a una de las grandes
discusiones creativas de la era del audiovisual: el límite moral de las
imágenes, la imposible encarnación figurativa de lo abyecto. “ <o:p></o:p></span></i></p>
<p align="right" class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: right;"><a name="_Hlk137158920"><i><span style="color: #404040; font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 10.0pt; mso-bidi-font-weight: bold; mso-themecolor: text1; mso-themetint: 191;">Jordi Balló y Xavier Pérez</span></i></a><i><span style="color: #404040; font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 10.0pt; mso-bidi-font-weight: bold; mso-themecolor: text1; mso-themetint: 191;">.</span></i></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><iframe allowfullscreen="" class="BLOG_video_class" height="325" src="https://www.youtube.com/embed/QwH6kZiYqkI" width="390" youtube-src-id="QwH6kZiYqkI"></iframe></div><br /><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt;">Cuesta
creer que películas como Midnight Cowboy (John Schlesinger), Butch Cassidy and
the Sundance Kid (George Roy Hill), Easy rider (Dennis Hopper), The Wild Bunch
(Sam Peckinpah) o Topaz (Alfred Hitchcock) fueran estrenadas el mismo año en
que Pier Paolo Pasolini hizo lo propio con su Medea. La distancia que parece
separarlas se me antoja abismal en prácticamente todos los sentidos. Intentaré
argumentarlo sin acudir a especificaciones técnicas o de presupuesto —que
dejarían a Pasolini en franca desventaja— tratando, además, de no quitarle ni
un ápice del valor que sin duda le corresponde por tratar de abordar un tema
cuya complejidad sobrepasa sobradamente a cualquiera de los planteados por el
resto de los directores citados.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Y es
que uno comprende la necesidad de los neorrealistas italianos de reivindicarse
como <i>auteurs</i>, pero espera también que se le permita, muy humildemente,
reivindicar la figura del mito universal, de la historia que muestra una verdad
en su infinita complejidad, o del cuento que enseña y consuela, frente a la
interpretación personal —sin valorar lo acertada o pertinente que pueda ser—
que pueda mostrar un director de sus propios miedos, fobias o paranoias.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">En mi
opinión, una obra cinematográfica no puede ser completa sin ser, de algún modo,
autónoma del texto que toma como fuente, es decir, pienso que cuanto menos,
debería ser capaz de transmitir el mensaje sin sentir la necesidad de acudir al
texto original, que en este caso se me antoja reducido a un <i>libretto</i>
operístico imprescindible para entender la película. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Este
sentido de independencia entre literatura y cine, que creo necesaria, no soy
capaz de constatarla en la Medea de Pasolini. O dicho de otro modo, no creo que
sea posible comprender la película sin acudir a la obra de Eurípides o sin el
conocimiento del mito universal de Medea, algo con lo que Pasolini sin duda cuenta,
pero que es —una vez más, en mi opinión— condición posible pero no necesaria
para el espectador que acuda al cine, que debería ser capaz de captar y
entender la obra como algo completo en sí mismo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Me
parece perfectamente posible, incluso necesario, superar la relación jerárquica
que siempre ha existido entre literatura y cine tan remarcada por Pérez Bowie.
No estoy diciendo que la obra de Pasolini sea “inferior” o “peor” que la Medea
de Eurípides, solo que me interesa menos la visión íntima de un <i>auteur</i>,
que el mensaje o la idea a transmitir, que va más allá del medio utilizado y,
quizás, tiene más que ver con sus capacidades de lo que se querría admitir en
un mundo en el que cada vez es más complicado distinguir lo que es —o no— arte.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Es esa
voracidad de la que nos habla Bowie la que me parece evidente en la extraña investigación
de Eurípides realizada por Pasolini, que queda reescrita hasta convertirse en
una obra quizás complementaria —tal como comentaba anteriormente y en el mejor
de los casos— a la original, en la que prima el singular modo de expresión y la
experimentación sobre lo que se quiere expresar, dejando incluso al espectador
menos avezado, y su experiencia —que es para mí lo más importante—, al margen
de todo:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 35.4pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif;">Definirá, así, el cine
posmoderno, como un «cine de alusión» (expresión de Noél Carroll) que opera con
espectadores a los que se supone conocimientos de la historia del cine: se
juega a combinar las referencias más heterogéneas alimentando el narcisismo del
espectador «no tanto a través de una identificación secundaria con los
personajes a la vieja usanza sino mediante el despliegue del capital cultural,
un despliegue posibilitado por el reconocimiento de las referencias». (Bowie,
p. 30)<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Quedan
así reflejadas, frente a las de Eurípides, las diferentes motivaciones que
empujaban a ambos artistas:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 35.4pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif;">En la misma medida, el
asesinato de los hijos no responde al gesto primitivo de una bárbara hechicera,
sino a las razones de una mujer engañada. Eso es lo más turbador del trabajo de
Eurípides en relación a la leyenda: bajo el pretexto de estar recreando la
conducta irracional de una maga extranjera, el dramaturgo nos propone un
retrato lleno de profundidad de una mujer atrapada en el recuerdo de un amor
del que ha sido excluida, y cuya reacción al rechazo deviene en una necesidad
de venganza nada oscurantista. (Balló y Pérez, p. 105) <span style="mso-spacerun: yes;"> </span><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Y es
que tal vez sea, tal como también comentan Balló y Pérez en el epígrafe de este
ensayo, esa muestra explícita de la violencia que realiza Pasolini, lo que peor
encaja, bajo mi punto de vista, con la versión literaria. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Imagino,
en cualquier caso, que debe ser complicado para un director de cine renunciar a
mostrar, aunque a veces, como bien nos enseña Eurípides, ese sacrificio sea en
beneficio de un bien mayor. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><o:p> </o:p></span></p>
<span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;"><br clear="all" style="mso-special-character: line-break; page-break-before: always;" />
</span>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><b><span lang="CA" style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: CA; mso-no-proof: yes;">BIBLIOGRAFÍA</span></b><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><b><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-no-proof: yes;"><o:p> </o:p></span></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-no-proof: yes;">Eurípides.
Medea (2015). Versión de Ramón Irigoyen. Epílogo de Jordi Balló y Xavier Pérez.
Penguin Clásicos. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-no-proof: yes;">Pérez-Bowie,
José Antonio (2010). <i>Sobre reescritura y nociones conexas. Un estado de la
cuestión. Reescrituras fílmicas. Nuevos territorios sobre la adaptación</i>.
Salamanca.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-no-proof: yes;">Sánchez, J.L.
(2000). <i>Tipología de las adaptaciones novelísticas. De la literatura al
cine. Teoría y análisis de la adaptación</i>. Paidós.<o:p></o:p></span></p>Mario Lorenzhttp://www.blogger.com/profile/02901763308817242377noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5683398022820004471.post-33562956431859778992023-05-14T12:35:00.001+02:002023-05-18T16:37:37.015+02:00Sociología (II). Non debería pasar, pero, crealo ou non, esta campaña publicitaria é real [#MeToo]<div style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: left;"><div style="text-align: right;"> </div><div style="text-align: right;"><i><span face=""Arial",sans-serif" style="mso-bidi-font-weight: bold;">“Al hablar de los logros de las mujeres en la sociedad contemporánea, </span></i></div><div style="text-align: right;"><i><span face=""Arial",sans-serif" style="mso-bidi-font-weight: bold;">las sociólogas feministas «advierten del peligro de pasar por alto… </span></i></div><div style="text-align: right;"><i><span face=""Arial",sans-serif" style="mso-bidi-font-weight: bold;">que tales éxitos [son] el resultado de la acción feminista. Es fácil de
olvidar»“</span></i></div><i><div style="text-align: right;"><i><span face=""Arial",sans-serif" style="mso-bidi-font-weight: bold;">Lengermann y Niebrugge</span></i></div><div style="text-align: right;"><i><span face=""Arial",sans-serif" style="mso-bidi-font-weight: bold;"><br /></span></i></div><div style="text-align: right;"><i><span face=""Arial",sans-serif" style="mso-bidi-font-weight: bold;"><br /></span></i></div></i></div><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi-4u4eGbS0ZoYq0WRXfeBj5cUoMYyRKatlKDhAbuPPd63pceT8DE93DlT5H8F7JdTM9SEMYXdTbEsPI3o7gMdtaLkFAQwzXy561b6IJbidAVz5jm9JGaptmVp1i_TQeiTmEFJ4-RxyT81_nu10WGKgKUHCTLXdaC8WqnE9EzxnSnv__etyCU9JnMx9Ag/s807/nondeberiapasarperopasa.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="807" data-original-width="807" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi-4u4eGbS0ZoYq0WRXfeBj5cUoMYyRKatlKDhAbuPPd63pceT8DE93DlT5H8F7JdTM9SEMYXdTbEsPI3o7gMdtaLkFAQwzXy561b6IJbidAVz5jm9JGaptmVp1i_TQeiTmEFJ4-RxyT81_nu10WGKgKUHCTLXdaC8WqnE9EzxnSnv__etyCU9JnMx9Ag/w640-h640/nondeberiapasarperopasa.png" width="640" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><span face="Arial, sans-serif" style="font-size: 12pt;"><div><span style="font-size: 12pt;">¿Han
sido marginadas las mujeres fundadoras de la sociología? Evidentemente, se
trata de una pregunta retórica, dado que lo han sido, como del resto —con
contadas excepciones— de disciplinas de las ciencias sociales y naturales. Me
atrevo a decir que, lamentablemente, no debería haber ninguna duda al respecto,
aunque con estos vientos extraños que soplan últimamente en la política
parlamentaria, es más que probable que me equivoque.</span></div></span><p></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 107%; mso-bidi-font-weight: bold;">Pero,
aunque pertinente, quizás el término marginación no nos ofrece la profundidad
necesaria para entender qué pasó realmente. Para ello deberemos acudir a Lengermann
y Niebrugge, que nos hablan de una acción mucho más negativa, radical y
significativa, pues lo que se ha hecho con las mujeres fundadoras de la
sociología es una <i>supresión</i> o <i>eliminación</i> consciente. Estos
términos muestran unos matices clave que, pienso, los hacen mucho más indicados
que la marginación. Más si tenemos en cuenta que las razones de esta
eliminación son —casi— tan tristes como la propia supresión; hablaremos de ello
más adelante.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 107%; mso-bidi-font-weight: bold;">A
pesar de que contraponen supresión a invisibilidad
—aunque restringida a las quince mujeres citadas en su estudio: dado que el
término invisibilidad podría ser aplicado entonces al resto de mujeres
sociólogas— creo que su razonamiento podría ser válido también en oposición a
la marginación:<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="mso-bidi-font-weight: bold;">La afirmación
de que se ha <i>suprimido</i> a un grupo de la historia es diferente de la
afirmación de que se ha <i>invisibilizado</i> a un grupo. La <i>invisibilidad</i>
sugiere no ser visto, es decir, que nunca se ha reconocido la presencia como
significativa […]. <i>Ser suprimido de los textos</i> sugiere que la presencia
ha sido percibida alguna vez por la comunidad y luego ha sido borrada de sus
registros. (Lengermann y Niebrugge, 2019, p. 21-22)<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 107%; mso-bidi-font-weight: bold;">Pero
vayamos al núcleo del asunto, ¿cuál es la razón de esta supresión?, ¿por qué
fueron marginadas las mujeres en el momento de echar la vista atrás y revisar
la historia de la sociología? Solo le pido al lector un poco más de paciencia.
El objetivo de la sociología estaba claro en su momento fundacional, y era además
coincidente para hombres y mujeres:<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="mso-bidi-font-weight: bold;">Estas mujeres
sabían que formaban parte de un movimiento mayor que buscaba crear una ciencia
de la sociedad y tenían su propio parecer sobre lo que debía ser esa ciencia:
un proyecto de crítica social en el que la investigación y la teoría se
centraran, como necesidad moral, en la descripción, análisis y corrección de la
desigualdad social. (Lengermann y Niebrugge, 2019, p. 31)<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 107%; mso-bidi-font-weight: bold;">¿Dónde
estaba entonces la diferencia? Ahora sí, se trataba, simple y llanamente de
que, para ellas, la desigualdad debía ser buscada en otros lugares, y además
pretendían hacerlo de un modo diferente, tanto desde un punto de vista práctico
como teórico:<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="mso-bidi-font-weight: bold;">Estas mujeres
variaron en los términos específicos de la desigualdad en los que se centraron
—género, clase, raza, etnicidad, edad o la combinación de ellas—, en el
equilibrio relativo entre investigación y teoría, y en la elección de la
estrategia de investigación y el método teórico. (Lengermann y Niebrugge, 2019,
p. 31)<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 107%; mso-bidi-font-weight: bold;">Los
padres fundadores de la sociología habían definido, o estaban definiendo ya, cómo
debían ser sus pares y el modo en que debían abordarse los problemas
sociológicos, a saber, desde la seguridad de la academia y la disciplina
científica, dejando al margen, sin demasiada vergüenza, los temas más polémicos
que podían ponerlos en una situación embarazosa frente a sus fuentes de
financiación:” <i>Adams aconsejó a sus colegas científicos sociales que
«evitaran temas controvertidos y se convirtieran en técnicos expertos al
servicio de los legisladores o las comisiones regulatorias»</i>” (Lengermann y
Niebrugge, 2019, p. 43). <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 107%; mso-bidi-font-weight: bold;">Este
hecho dejaba fuera, <i>de facto</i>, la aportación de una visión, tan diferente
como relevante que, se consideró, no disponía de la autoridad suficiente:<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="mso-bidi-font-weight: bold;">En el periodo
comprendido entre 1890 y 1947, las élites académicas de la sociología llegaron
a consensuar que el rol apropiado del sociólogo era el del intelectual comprometido
con el rigor científico, la neutralidad valorativa y la abstracción formal.
Este consenso deslegitimó el trabajo de las mujeres fundadoras y el de muchos
hombres que practicaban este posicionamiento alternativo de una sociología
crítica y activista de defensa. (Lengermann y Niebrugge, 2019, p. 39-40)<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 107%; mso-bidi-font-weight: bold;">Tal
como nos dicen nuestros autores de referencia, nunca les fue concedida la autoridad
necesaria para hacer valer sus puntos de vista en un mundo en el que el poder
estaba ligado implícita y explícitamente al hombre. Esa autoridad no iba a ser entregada
fácilmente a quienes eran consideradas —y aquí tenemos otro de los puntos
clave— de una categoría social y académica inferior:<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="mso-bidi-font-weight: bold;">Los colegas
masculinos de las mujeres fundadoras las veían, a pesar de su fuerte presencia
individual, a través del velo del privilegio masculino como «menos que el ser»,
«el ser que no era necesario tomar en serio» —como ellas , a las que <i>les
falta autoridad</i>—. (Lengermann y Niebrugge, 2019, p. 36)<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 107%; mso-bidi-font-weight: bold;">Analizando
ya desde un punto de vista general esta retrospectiva, uno no puede dejar de
preguntarse, y no ya solo desde una perspectiva sociológica, como le hubiera
ido a nuestra sociedad global si las mujeres hubieran estado más presentes en
su creación. Si, tal como nos dicen, se hubieran
dedicado más esfuerzos a <i>aliviar el daño humano</i> que, de forma inherente,
produce nuestra convivencia en sociedad, y si <i>el conocimiento humano no
hubiera sido un fin en sí mismo </i>cuando la sociología daba sus primeros
pasos, sino un medio para dar voz y ofrecer amparo a los desheredados. <o:p></o:p></span></p><p>
<span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-weight: bold; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;"><br clear="all" style="break-before: page; mso-special-character: line-break; page-break-before: always;" />
</span>
</p><p class="MsoNormal"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 107%; mso-bidi-font-weight: bold;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b><span face=""Arial",sans-serif" lang="CA" style="font-size: 12pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: CA;"><br /></span></b></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b><span face=""Arial",sans-serif" lang="CA" style="font-size: 12pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: CA;"><br /></span></b></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b><span face=""Arial",sans-serif" lang="CA" style="font-size: 12pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: CA;">BIBLIOGRAFÍA</span></b></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">Estradé, A. (2019). <i>El pensament
sociològic (I). </i></span><i><span face=""Arial",sans-serif" lang="EN-US" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: EN-US; mso-bidi-font-weight: bold; mso-no-proof: yes;">Els fundadors</span></i><span face="Arial, sans-serif" lang="EN-US" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">. UOC.</span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-weight: bold; mso-no-proof: yes;">Estradé, A. (2016). <i>La
curiositat i el sorgiment de la sociologia</i> [vídeo en línia]. UOC.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-weight: bold; mso-no-proof: yes;">Giddens, A. (1984). <i>Diferenciación
social y división del trabajo</i>. Labour.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" lang="EN-US" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: EN-US; mso-bidi-font-weight: bold; mso-no-proof: yes;">Hamilton, P.
(1992). <i>The Englightenment and the Birth of Social Science</i>. Polity
Press.<o:p></o:p></span></p><p>
</p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" lang="EN-US" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: EN-US; mso-bidi-font-weight: bold; mso-no-proof: yes;">Lengermann,
P. y Niebrugge, G. (2019). </span><i><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-weight: bold; mso-no-proof: yes;">Presentes en la creación. Mujeres en la historia de la sociología y de la
teoría social</span></i><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-weight: bold; mso-no-proof: yes;">.
CIS.<o:p></o:p></span></p>Mario Lorenzhttp://www.blogger.com/profile/02901763308817242377noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5683398022820004471.post-78084894979795346132023-04-29T15:01:00.002+02:002023-05-14T12:44:44.780+02:00Sociología (I). La dialéctica social<p> </p><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><i style="text-align: right;">“Los filósofos no han hecho más que interpretar </i><i style="text-align: right;">de diversos modos el mundo, </i><i style="text-align: right;">pero de lo que se trata es de transformarlo.“ </i></span><i style="font-family: arial; text-align: right; text-indent: -18pt;">K.</i><span style="font-family: arial; text-align: right; text-indent: -18pt;"><span style="font-size: xx-small;"> </span></span><i style="font-family: arial; text-align: right; text-indent: -18pt;">Marx</i></div></blockquote></blockquote></blockquote></blockquote></blockquote></blockquote>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><b><span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="font-family: arial;"> </span></span></b></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><b><span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="font-family: arial;"><iframe allowfullscreen="" class="BLOG_video_class" height="462" src="https://www.youtube.com/embed/LVdfnQPUYLY" width="556" youtube-src-id="LVdfnQPUYLY"></iframe></span></span></b></div><b><span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></span></b><p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="font-family: arial; font-size: 12pt;">“</span><i style="font-family: arial; font-size: 12pt;">A
mí me gusta mucho el día de carnaval, es muy divertido porque nos disfrazamos y
nos dejan ir sin bata, ir como nosotros queremos, a mí me gusta mucho el día de
carnaval</i><span style="font-family: arial; font-size: 12pt;">”. Con esta simple e inocente declaración de intenciones comienza
el cortometraje </span><i style="font-family: arial; font-size: 12pt;">Vestido Nuevo</i><span style="font-family: arial; font-size: 12pt;">, dirigido por Sergi Pérez (Escándalo
Films). Nos servirá de punto de partida para tratar de desenmascarar, desde un
punto de vista sociológico, qué hay detrás de los collares de perro que lleva
la profesora en su cartera, de la bata que debe llevar Mario cada día y buscar
las razones por las que solo puede vestir como a él gustaría el día de
carnaval.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: arial;">Es
la profesora quien da pistoletazo de salida:” <i>¡vas vestido de niña!</i>”, y
pone la etiqueta a Mario, aunque no sea ella quien lo llama maricón. Ese papel
está reservado para Santos, el abusón, pero él solo reproduce un patrón, sin
entender todavía el daño que está causando. El problema sociológico no es que
insulte a Mario, es la educación que está recibiendo, y también la que ha
recibido la profesora. Ella es la encargada de poner en marcha los mecanismos
de control social que deberán hacer volver a Mario a la senda de la normalidad:
<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><span lang="CA"><span style="font-family: arial;">Tot el que hem dit fins ara ens permet afirmar sense cap mena de sorpresa
que l'educació és una agència bàsica de control social, i de fet aquesta és una
de les experiències bàsiques dels nens i de les nenes a l'escola. Per control
social hem d'entendre qualsevol dels mecanismes pels quals un individu és empès
a observar les regles de la societat o d'un grup social. (Núñez, 2019, p. 31)<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: arial;">Los
más evidentes –gritos, insultos, lanzamiento de objetos, violencia, en
definitiva– solo se activan en la clase tras la velada acusación y mirada
incriminatoria que pretenden despertar en Mario el sentimiento de vergüenza y
culpa que debe martirizarlo. Pero la actitud de la profesora nos dice más de su
intolerancia, ignorancia, falta de vocación y empatía que de Mario. De hecho,
de Mario no nos dice absolutamente nada.
<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: arial;">Es
obvio que la profesora representa el máximo poder de la clase, pero parece no
saber que <i>un gran poder conlleva una gran responsabilidad</i>, aunque es
también obvio que no la ejerce. Toda la clase parece estar a la espera del
posicionamiento de la profesora, aguardan en silencio su respuesta, su
reacción: su sentencia será ley para ellos y actuarán en consecuencia. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: arial;">Alguien
ha venido a perturbar una de las instituciones más importantes, la escuela, su
clase normal, su día normal con disfraces de perro normal. La visión de su
cartera llena de collares de perro es la perfecta metáfora de cómo le gustaría a
la profesora que fuera un día normal con sus alumnos. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: arial;">Si
Mario pretendía disfrazarse de niña, debería haber llevado el vestido en la
mochila. Eso, probablemente, hubiera contrariado también a la profesora –debían
disfrazarse de perros dálmata, con acento en la a por ser esdrújula– pero,
probablemente, no hubiera sido considerado como una desviación tan grave, en el
contexto del carnaval, y no hubiera sido necesario activar los mecanismos que
ya estaban en marcha. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: arial;">En
tal caso, quizás se hubiera tratado, simplemente, de un pequeño error de
rutinización, un desajuste, un pequeño fallo en el rol que se esperaba de Mario
–disfrazarse por la tarde, en clase, en lugar de ir “disfrazado” desde casa– o
de sus padres, que no deberían haber dejado desatendido a su hijo y deberían
haber hecho caso de las claras instrucciones de la profesora, tal y como se
esperaba de ellos.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: arial;">Su
padre parece debatirse entre el sentimiento de amor y comprensión hacia su
hijo, su papel formativo antes de entregar a Mario a la sociedad tal como está
definidfa y la propia educación recibida, que le repite insistentemente que lo
que hace su hijo no está bien y que lo avergüenza, a pesar suyo, frente al
director. Sabe que fuera de su mundo, el único que ha conocido Mario hasta
ahora, su hijo va a sufrir. Impotente, no puede más que, por fin, abrazar y
consolar a su hijo que, a pesar de todo, parece no saber todavía lo que ha
hecho mal a pesar del intento de explicación de su amiga Elenita.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: arial;">Elenita
es la voz amable de la sociedad, no reprende, no acusa, pero advierte, sabe que
Mario se ha desviado, su madre le ha explicado de forma clara que su amigo ha
roto las convenciones sociales. De hecho, para Elenita, estas tienen incluso
valor de ley:” <i>No puedes vestirte de niña. Es ilegal</i>”. A su corta edad,
y con evidentes razones de conocer ya la estigmatización que está sufriendo
Mario, pretende ayudarlo. Quiere que entienda lo que puede y no puede hacer
para no sufrir la desaprobación social, pero es una ayuda que está ya institucionalizada
y que solo pretende que mantenga en la intimidad sus preferencias y no las
muestre. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: arial;">Según
lo comentado hasta ahora, todos los agentes de socialización excepto, tal vez,
el padre de Mario, parecen sentirse cómodos en su rol. También el Director que,
como máximo responsable de la institución escolar, debe poner todo su empeño en
conseguir que Mario sea todo lo que la sociedad espera de él, debe conseguir
que encaje. Durkheim nos habla con más claridad del papel que tiene la
educación en nuestra sociedad:<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><span lang="CA"><span style="font-family: arial;">Té per objecte suscitar i desenvolupar en el nen un cert nombre d'estats
físics, intel·lectuals i morals, que exigeixen d'ell tant la societat en
general com el medi al qual està especialment determinat. (Émile Durkheim en:
Núñez, 2019, p. 30)<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: arial;">Pero
si vamos un poco más allá, nos daremos cuenta de que la educación es una poderosa
herramienta al servicio del estado, por lo que cabría preguntarse –más allá de qué
o quién determina que las diferencias de género no son aceptables en la
sociedad que gobierna– el porqué de que sean consideradas una desviación. Ahí
va solo una de las claves, y es que:” <i>A las personas les da miedo la propia
complejidad y les da seguridad aferrarse a categorías que les den estabilidad,
que ordenen la experiencia y que les permitan ser reconocidos por los demás</i>”
(Coll-Planas y Vidal, 2016). <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: arial;">El
papel de la escuela debería ser, precisamente, hacer desaparecer ese miedo.
Mientras prevalezca el temor al diferente dará igual que se trate de
discapacidades físicas o psíquicas, raza, religión, clase social o género. Sólo
a través de una educación basada en el pensamiento crítico –y no en el adoctrinamiento
ni en la búsqueda/selección del perfecto ciudadano que encaje– conseguiremos personas
capaces de aceptar la diversidad como algo natural y consustancial a cualquier
sociedad, aceptando su pluralidad y heterogeneidad sin miedo alguno. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: arial;">Pero
también debería ser la encargada de transmitir el mensaje de que las
estructuras sociales, y las relaciones que se establecen entre ellas y
nosotros, no son intocables ni inamovibles y que tampoco han aparecido de la
nada:<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><span lang="CA"><span style="font-family: arial;">Això succeeix perquè la perspectiva sociològica ens obliga a refer en
sentit invers el camí de la reificació. Si la reificació és, segons Marx, el
procés pel qual l'home perd consciència del fet que és ell qui ha produït un
món que acaba vivint com a quelcom diferent d'un producte humà, la perspectiva
sociològica implica precisament la recuperació d'aquesta consciència. Podríem
dir, per tant, que la perspectiva sociològica és de fet una perspectiva
desreificadora, i que això té com a conseqüència la sensació de relativitat, de
desaparició de tot criteri de valor absolut. (Estruch, 2019, p. 21) <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: arial;">Reificación,
nuevo concepto que nos da la oportunidad de volver brevemente sobre la cuestión
planteada anteriormente –acerca de qué o quién establece la diversidad de
género como una desviación– y es que, probablemente, tenga mucho que ver con
quién debe mantener esas estructuras fijas el mayor tiempo posible –dado que no
es posible mantenerlas fijas para siempre o, al menos, eso queremos pensar– como
referencia para una sociedad más fácil de mantener bajo control, aunque sea a
costa de mantener las desigualdades (todas) que atraviesan, hasta la médula,
esa dialéctica entre individuo y sociedad. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: arial;"> </span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: arial;"> </span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: arial;"> <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><b style="font-family: arial;"><span lang="CA" style="font-size: 12pt; line-height: 107%;">BIBLIOGRAFÍA</span></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="font-family: arial;"> </span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="font-family: arial;">Estruch, J. (2019). <i>La
perspectiva sociològica</i>. UOC.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="font-family: arial;">Mostaza, E. (2019). <i>La societat
(I). El procés de socialització</i>. UOC.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="font-family: arial;">Núñez, F. (2019). <i>La societat
(II). El procés d'institucionalització</i>. UOC.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="font-family: arial;">Coll-Planas, G.; Vidal, M. (2016). <i>Dibuixant
el gènere: capítols 1, 2, 3, 4</i>. [audiovisual]<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="font-family: arial;">Rovira, M. (2016). <i>El procés de socialització</i>.
UOC. [audiovisual]<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="font-family: arial;">Martínez, R.; Mansilla, J. (2022). <i>Normalitat,
desviació i poder</i>. UOC. [audiovisual]<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="font-family: arial;"> </span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="font-family: arial;"> </span></span></p>Mario Lorenzhttp://www.blogger.com/profile/02901763308817242377noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5683398022820004471.post-8208784913502980412023-04-29T14:26:00.004+02:002023-05-14T12:50:24.888+02:00¿Una nueva esperanza?<blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><p style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"> </span></p></blockquote></blockquote><p style="text-align: right;"> <span style="font-family: arial;"><i style="text-align: right;"><span style="color: #4d4d4d;">“Y cuando
aparece Vladímir Ilich Uliánov, el hombre que antes de ayer </span></i></span><i><span style="color: #4d4d4d;"><span style="font-family: arial;">aún vivía en
casa del zapatero remendón, es agarrado por cientos de manos </span></span></i><i><span style="color: #4d4d4d;"><span style="font-family: arial;">y subido a un
tanque. Desde las casas y desde la fortaleza, los proyectores le enfocan a él,
que desde el carro blindado dirige su primer discurso al pueblo. Las calles
tiemblan. </span></span></i><i><span style="color: #4d4d4d;"><span style="font-family: arial;">Y pronto
empiezan los «diez días que conmocionaron el mundo». </span></span></i><i><span style="color: #4d4d4d;"><span style="font-family: arial;">El proyectil ha
alcanzado y destruido un imperio, un mundo.“</span></span></i></p><p style="text-align: right;"><i><span style="font-family: arial;">S. Zweig. El tren sellado</span></i></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="line-height: 107%;"><span style="font-family: arial;"> </span></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="line-height: 107%;"><span style="font-family: arial;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjW79U9ZA1nuCiG3XXsJxY6-jUJPdTx5_pwh2hx0IjysQJSsrP1VtJkrOKbOZF-dnaqb2c7NqZxbYY3UfOGV8ZcfdcTjvaAC-IhkLLg15cvqZYaaxVw33AJCel0M8CWINASesAUquNy0swiIu8hobfZgG6wggA9mnQabvAb414bhFIam0g_14Lz_2ADvQ/s582/2023-05-14%2012_47_07-el%20tren%20sellado%20zweig%20-%20B%C3%BAsqueda%20de%20Google%20y%204%20p%C3%A1ginas%20m%C3%A1s%20-%20Personal_%20Microsoft.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="582" data-original-width="388" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjW79U9ZA1nuCiG3XXsJxY6-jUJPdTx5_pwh2hx0IjysQJSsrP1VtJkrOKbOZF-dnaqb2c7NqZxbYY3UfOGV8ZcfdcTjvaAC-IhkLLg15cvqZYaaxVw33AJCel0M8CWINASesAUquNy0swiIu8hobfZgG6wggA9mnQabvAb414bhFIam0g_14Lz_2ADvQ/w266-h400/2023-05-14%2012_47_07-el%20tren%20sellado%20zweig%20-%20B%C3%BAsqueda%20de%20Google%20y%204%20p%C3%A1ginas%20m%C3%A1s%20-%20Personal_%20Microsoft.png" width="266" /></a></span></span></div><span style="line-height: 107%;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="line-height: 107%;"><span style="font-family: arial;"> </span></span><span style="font-family: arial;">¿Quién
ha oído hablar hoy en día de Rosa Luxemburgo?, ¿de Lukács o Gramsci?, ¿de la
Escuela de Frankfurt? Muy a pesar del esfuerzo de todos estos (y de muchos otros)
críticos del marxismo, y más allá de la academia, este se ha visto reducido a
una mera ideología ligada al totalitarismo, asociada a algunas caras
reconocibles por el gran público (Lenin, Stalin, Castro, …) que supieron sacar
gran provecho de ciertas partes —muy convenientes para ellos— de la obra de
Marx. De este modo, y viviendo de interpretaciones ajenas, sesgadas e
interesadas, se ha llegado a convencer a los protagonistas de su obra, de los peligros
que conllevaba su lectura y estudio, peligros equiparables al fundamentalismo
religioso.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="line-height: 107%;"><span style="font-family: arial;">Se
trataba, en definitiva, de recuperar el marxismo de quienes lo secuestraron, de
quienes lo habían convertido en una estructura hueca, vacía y alejada de su
objetivo primigenio. De volver a Marx y a su formidable trabajo a través de una
lectura crítica de su propia obra, volviendo a las preguntas originales que van
más allá del mucho más confortable “¿cómo?” y que nos llevan al porqué:<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><span lang="CA"><span style="font-family: arial;">Assumir amb la maduresa deguda un projecte semblant és el que defineix la
filosofia de Marx. Si la filosofia significa, insistim, posar de manifest el
sentit de la realitat, tornar patent no el que hi ha sinó la raó per la qual hi
ha el que hi ha, això és justament el que trobem […]. (Galán, p. 23)<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="line-height: 107%;"><span style="font-family: arial;">Es
en este contexto en el que podemos encuadrar a la Escuela de Frankfurt, el de
una sociedad que, tras dos guerras mundiales, debía enfrentarse inevitablemente
a la tremenda paradoja a la que habíamos llegado. Y es que, tras la primera
revolución industrial, cuando ya empezaban a romperse las promesas de progreso
basadas en las ideas ilustradas, nadie podía imaginarse el nivel de atrocidades
que, en alas de la razón, iban a cometerse:<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><span lang="CA"><span style="font-family: arial;">La gran aportació de l'escola de Frankfurt en conjunt és mostrar la
paradoxa de la raó i dels seus efectes sobre el món: la civilització, en el
punt més àlgid de desenvolupament, es converteix en barbàrie. El
desenvolupament de la racionalitat produeix situacions de domini i
d'irracionalitat d'una intensitat desconeguda fins aleshores. (Garcés, p. 9)<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="line-height: 107%;"><span style="font-family: arial;">Intentaré,
a través de Adorno, Horkheimer y Marcuse —miembros destacados de la Escuela de
Frankfurt— ejemplificar ese nuevo acercamiento a la filosofía de Marx que, como
el resto de sus miembros, no considera su obra como una biblia a la que hay que
adorar, sino como la base sobre la que debe asentarse, de forma crítica, el
desarrollo social:<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><span lang="CA">El marxisme no ha estat mai una doctrina acabada, sinó que ha estat
l'esforç per a fer del pensament una potència d'emancipació que acompanyi el
desenvolupament mateix de les revolucions proletàries. Per això, el marxisme és
un corrent de pensament i d'acció transformadora que contínuament es revisa a
si mateix. </span>(Garcés, p.7)<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="line-height: 107%;"><span style="font-family: arial;">Habiendo
constatado ya el fracaso de la ansiada revolución que debía poner fin al
sistema capitalista —llevándonos por fin, de la mano de Marx, a un mundo libre
de explotación— Adorno y Horkheimer nos hablan de un concepto, el de la <i>racionalidad
instrumental</i>, que nos lleva a una lectura diferente de los conocimientos
puestos a nuestra disposición por Marx.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="line-height: 107%;"><span style="font-family: arial;">La pretensión,
nacida en la ilustración, de conseguir las respuestas para todo, que nos
sacaran por fin de las sombras en las que habíamos estado durante siglos, fue
uno de los motores que impulso a Marx en su búsqueda sistemática y científica
de las fuerzas que habían movido los resortes de la historia con un objetivo,
ofrecer las herramientas para cambiarlo. Conociendo esos resortes, había sido
capaz de predecir<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/26.%20Filosofia%20contempor%C3%A0nia/PAC2-FC/PAC2_FC_Marx%20i%20la%20filosofia%20de%20la%20ci%C3%A8ncia_Mario_Lorenz.docx#_ftn1" name="_ftnref1" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[1]</span></span><!--[endif]--></span></a>, en términos científicos,
el modo en el que iban a desarrollarse. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="line-height: 107%;"><span style="font-family: arial;">Uno
puede estar de acuerdo o no en la validez de un análisis materialista de la
historia, pero conociendo el modo en que esos resortes —puestos a la luz por Marx—
han sido <i>instrumentalizados</i> por todo tipo de gobiernos totalitarios, podríamos
pensar que no iba tan desencaminado en su análisis, si se me permite esta burda
aproximación al pensamiento de Adorno y Horkheimer, que no reniega, por
supuesto, del pensamiento de Marx, sino que lo utiliza de base para elevarlo y
actualizarlo.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="line-height: 107%;"><span style="font-family: arial;">Es
esa búsqueda constante de una explicación racional para todo la que nos tiene
presos, es ese intento de comprensión de los mecanismos que mueven la sociedad el
que es <i>instrumentalizado</i> para beneficio de unos pocos:<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><span lang="CA"><span style="font-family: arial;">Mitjançant l'abstracció i la universalització de les narracions, la
il·lustració radicalitza la passió dominadora que ja niava en el mite i, sota
el pretext d'alliberar al món de les ombres de l'irracional (de desencisar-lo),
el sotmet a una nova esclavitud: l'objectivació de la dada, la reificació del
pensament i l'alienació de l'home. Són les tres expressions d'una mateixa
situació, en la qual barbàrie i civilització, com en l'epitafi de W. Benjamin,
es mostren com el revers l'una de l'altra. Així, la il·lustració recau en la
mitologia de la qual mai no va saber escapar. (Garcés, p. 12)<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="line-height: 107%;"><span style="font-family: arial;">Me
gustaría relacionar, en este punto, esa <i>razón instrumentalizada</i> de la
que nos hablan Adorno y Horkheimer, con
la idea del Eros —el instinto de vida— de Marcuse, y es que se me antojan
conceptos estrechamente relacionados. Marcuse rechaza la idea marxista de la
revolución como fuerza emancipadora, dado que entiende que el propio sistema ha
sido capaz de canalizar esa pulsión —de instrumentalizarlo—. Podría decirse
que, en vista del peligro que presentaba el marxismo, su oponente se ha dado
cuenta de que debe aflojar la cadena. Esta situación se me antoja similar a la
que estamos viviendo estas últimas décadas, intentaré argumentar brevemente. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="line-height: 107%;"><span style="font-family: arial;">Desde
la caída del muro de Berlín en el año 1989, fecha oficial de la defunción
definitiva del comunismo —entiéndase en este caso, exclusivamente, como única
alternativa al liberalismo occidental y sin ninguna conexión con el marxismo— el
capitalismo dejó de tener alternativa oficial. A partir de entonces, las
políticas antaño liberales, han tenido campo abierto para tornarse, sin pudor
ninguno, en neoliberales, pasando por encima de derechos que creíamos
consolidados —cuanto menos en Europa— como vivienda, vacaciones, descansos,
sanidad, jornada de 8 horas, … pero que solo se habían conseguido,
precisamente, por el miedo a lo que el comunismo representaba, por lo menos,
hasta el primer cuarto del siglo XX. Eliminado el contrapeso, ¿por qué seguir
haciendo concesiones?<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="line-height: 107%;"><span style="font-family: arial;">De
los dos modos apuntados por Marcuse en los que puede canalizarse esa pulsión
revolucionaria de la que hablaba anteriormente, me interesa particularmente la <i>compulsión
consumista</i>, dado el enorme desarrollo que ha tenido desde que fuera planteado:<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><span lang="CA"><span style="font-family: arial;">Eros, l'instint de vida, que és instint de llibertat, no està simplement
reprimit en les societats desenvolupades. Està canalitzat cap a fins que en
neutralitzen la potència crítica i alliberadora. En concret, està focalitzat en
dues direccions: d'una banda, cap a la relació libidinosa amb l'objecte, és a
dir, la compulsió consumista […]. (Garcés, p. 13] <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="line-height: 107%;"><span style="font-family: arial;">Más
allá del nacimiento de internet, y el cambio de paradigma que ha supuesto en
nuestras vidas occidentales, ha sido gracias al desarrollo de las tecnologías
de la información que el consumismo desenfrenado se ha convertido en el nuevo
opio del pueblo, permitiendo aletargar convenientemente nuestra capacidad de
percepción de pérdida de derechos sociales que habíamos dado por conseguidos;
olvidando, además, como se consiguieron. Parecería, una vez más, que conviene
volver, una vez tras otra, y las veces que sean necesarias, a leer, revisar,
interpretar y adaptar el conocimiento transmitido por Karl Marx. <o:p></o:p></span></span></p>
<span style="font-family: arial;"><div style="text-align: left;"><br /></div>
</span><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><b><span lang="CA" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></span></b></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><b><span lang="CA" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></span></b></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><b><span lang="CA" style="line-height: 150%;">BIBLIOGRAFÍA</span></b><b><span style="line-height: 150%;"><o:p></o:p></span></b></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><b><span style="line-height: 150%;"><span style="font-family: arial;"> </span></span></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span style="line-height: 150%;"><span style="font-family: arial;">Adorno, T.
W., Habermas, J., & Popper, K. R. (1973). <i>La disputa del
positivismo en la sociología alemana</i>. Grijalbo.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span style="line-height: 150%;"><span style="font-family: arial;">Berman, M.
(1988). <i>Todo lo sólido se desvanece en el aire. La experiencia de la
modernidad</i>.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span style="line-height: 150%;"><span style="font-family: arial;">Galán, W. <i>Els
límits de la racionalitat il·lustrada Marx, Nietzsche, Freud</i>. Fundació
Universitat Oberta de Catalunya (FUOC).<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span style="line-height: 150%;"><span style="font-family: arial;">Garcés, M. <i>El
problema de la transformació social</i>. Fundació Universitat Oberta de
Catalunya (FUOC).<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><span lang="EN-US" style="line-height: 150%;">Sáez, L. <i>Llenguatge i veritat</i>. </span><span style="line-height: 150%;">Fundació Universitat Oberta de Catalunya (FUOC).<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="line-height: 107%;"><span style="font-family: arial;">Tovar
Samanez, C. M. (2019). <i>El falsacionismo de Popper y sus objeciones al
marxismo</i>. <i>Letras (Lima)</i>, <i>90</i>(131), 210-228. </span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><br /></p>
<div><!--[if !supportFootnotes]--><br clear="all" />
<hr align="left" size="1" width="33%" />
<!--[endif]-->
<div id="ftn1">
<p class="MsoFootnoteText"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/26.%20Filosofia%20contempor%C3%A0nia/PAC2-FC/PAC2_FC_Marx%20i%20la%20filosofia%20de%20la%20ci%C3%A8ncia_Mario_Lorenz.docx#_ftnref1" name="_ftn1" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face=""Calibri",sans-serif" style="font-size: 10pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-ascii-theme-font: minor-latin; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-bidi-theme-font: minor-bidi; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin; mso-hansi-theme-font: minor-latin;">[1]</span></span><!--[endif]--></span></a> Con
menor éxito del esperado hasta el momento.<o:p></o:p></p>
</div>
</div>Mario Lorenzhttp://www.blogger.com/profile/02901763308817242377noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5683398022820004471.post-8989110379544792082023-03-11T14:28:00.002+01:002023-05-14T12:55:05.100+02:00El debate entre M. Foucault i N. Chomsky: La naturaleza humana y el poder<p style="text-align: right;"><i style="font-family: arial;"><span style="color: #404040;"><br /></span></i></p><p style="text-align: right;"><i style="font-family: arial;"><span style="color: #404040;">“Solo
mediante el olvido de este mundo primitivo de metáforas, […] solo mediante la
invencible creencia que este sol, esta ventana, esta mesa son una verdad en sí,
en resumen: gracias solamente al hecho de que el hombre se olvida de sí mismo
como sujeto y, por cierto, como sujeto artísticamente creador, vive con cierta
calma, seguridad y consecuencia.“</span></i></p><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: right;"><i><span style="color: #404040;"><span style="font-family: arial;">F.
Nietzsche. Sobre verdad y mentira en sentido extramoral</span></span></i></p></blockquote></blockquote><p style="text-align: right;"> </p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="line-height: 107%;"><span style="font-family: arial;"></span></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="line-height: 107%;"><span style="font-family: arial;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiBL4kixVXP6Q3IPW3ZobkH-wMP4zaZ0XHvusF5LGndY_VSiJTyBXTXu8iwYfuZxxPRnNkakOsn3vw4gJBU27qSz8JJiEl6Ml7MXIRlyCN8Dn7tt5Oot0izDDG2ocrjhtulzaEmvL-I3TYF5u9GAWVZEMm3KSBxVLT-c1u8IwATO68G7S1Uyt7oXtVz8Q/s928/2023-05-14%2012_52_02-Charla%20filos%C3%B3fica%20con%20Michel%20Foucault%20y%20Noam%20Chomsky%20-%20La%20piedra%20de%20S%C3%ADsifo%20y%204%20p.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="575" data-original-width="928" height="397" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiBL4kixVXP6Q3IPW3ZobkH-wMP4zaZ0XHvusF5LGndY_VSiJTyBXTXu8iwYfuZxxPRnNkakOsn3vw4gJBU27qSz8JJiEl6Ml7MXIRlyCN8Dn7tt5Oot0izDDG2ocrjhtulzaEmvL-I3TYF5u9GAWVZEMm3KSBxVLT-c1u8IwATO68G7S1Uyt7oXtVz8Q/w640-h397/2023-05-14%2012_52_02-Charla%20filos%C3%B3fica%20con%20Michel%20Foucault%20y%20Noam%20Chomsky%20-%20La%20piedra%20de%20S%C3%ADsifo%20y%204%20p.png" width="640" /></a></span></span></div><span style="line-height: 107%;"><span style="font-family: arial;"><br /> </span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="line-height: 107%;"><span style="font-family: arial;"> </span></span><span style="font-family: arial;">Quien iba a pensar, en 1751,
que el optimismo con el que Diderot empezaba a publicar la </span><i style="font-family: arial;">Encyclopédie, ou Dictionnaire raisonné des sciences,
des arts et des métiers </i><span style="font-family: arial;">—que
pretendía ser el compendio definitivo de todo el nuevo saber adquirido gracias
a la Ilustración— acabaría convirtiéndose, ya en el s. XX, en una sensación de desencanto
con sabor a decepción que llamaríamos posmodernidad. ¿Creamos unas expectativas
demasiado altas?, ¿soñamos más allá de nuestras posibilidades?, ¿era demasiado
pronto quizás?</span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="line-height: 107%;"><span style="font-family: arial;">O es que, quizás, ¿alguien dio
por alcanzados esos objetivos de justicia?, ¿o simplemente dejaron de ser
útiles tras la consumación del cambio de régimen? No es el objetivo de este
ensayo dar respuesta a estas preguntas, pero considero que es necesario
planteárselas para situarnos en el contexto histórico posmoderno y comprender
mejor de dónde vienen las preguntas acerca de la naturaleza humana y el poder
que sí atañen a este texto. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="line-height: 107%;"><span style="font-family: arial;">Parece claro que, pasados ya algo
más de dos siglos, no ha sido todavía suficiente para alcanzar todo lo que se
pretendió —desde un punto de vista crítico—, pero reconforta ver a dos genios
como Chomsky y Foucault seguir intentándolo, a pesar de que el mundo se ha
revelado infinitamente más complejo de lo que se intuyó en la Ilustración. Todo,
se sobreentiende, desde la comprensión absoluta y el agradecimiento infinito a la
sabiduría metafísica, si se me permite, transmitida por quienes les
precedieron, y desde la consciencia de que, sin sus intentos —con mayor o menor
éxito— de dejar constancia de sus aprehensiones, resultaría completamente
imposible haber llegado hasta aquí, independientemente del momento en el que
nos encontremos ahora, pero eso tendrán que valorarlo, con mejor perspectiva,
los pos-pospodernos.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="line-height: 107%;"><span style="font-family: arial;">Pero entremos ya en el
concepto de naturaleza humana, que Chomsky aborda desde su óptica de lingüista,
y de cómo, a través de un proceso de aprendizaje imperfecto, limitado y
rudimentario —aunque esencial—, es posible llegar a estructuras de conocimiento
altamente complejo:<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><span style="font-family: arial;">Este fenómeno relevante tiene una única
explicación posible, que expondré de modo muy resumido, y es suponer que el
esquema estructural general, y tal vez incluso el contenido específico del
conocimiento, que en última instancia proviene de esta experiencia muy
fragmentaria y limitada, es en gran medida un aporte del individuo mismo y, de
hecho, es un aporte determinante. (Chomsky, p. 8)<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="line-height: 107%;"><span style="font-family: arial;">Es este conocimiento
específico, completamente independiente de la lengua que se utilice —Chomsky
incluso lo califica de instintivo—, y que ya se encuentra en nosotros de forma
innata, el que define la naturaleza humana:” <i>es como si, en tanto seres
humanos con una organización biológica particular dada, tuviéramos en nuestra
cabeza, desde el comienzo, cierto conjunto de estructuras intelectuales
posibles, de ciencias posibles</i>” (Chomsky, p. 21). <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="line-height: 107%;"><span style="font-family: arial;">Foucault es escéptico respecto
a la definición de Chomsky y frente al concepto mismo de naturaleza humana. No
menosprecia la importante función que ha desarrollado desde el punto de vista
de la filosofía de la ciencia, pero no lo considera un término científico. Me
atrevería a asignarle, desde el punto de vista del filósofo francés, un
cometido similar a la escalera de Wittgenstein, concepto —el de naturaleza
humana—que resultaría útil y necesario mientras se desarrollan nuevas teorías
en los diversos ámbitos:<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><span style="font-family: arial;">Creo que en la historia del conocimiento
el concepto de naturaleza humana cumplió, ante todo, el rol de un indicador
epistemológico para designar ciertos tipos de discursos vinculados o
contrapuestos a la teología, la biología o la historia. Me resultaría difícil
ver allí un concepto científico. (Foucault, p. 10)<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="line-height: 107%;"><span style="font-family: arial;">Chomsky es completamente
honesto en este punto, y no puede sino admitir la dificultad de convertir el
concepto de naturaleza humana en una noción plenamente científica, aunque no
cierra la puerta a que pueda serlo en un futuro:<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><span style="font-family: arial;">En otras palabras, para ser más
precisos, ¿es posible dar una explicación biológica o física, es decir,
caracterizar, en términos de los conceptos físicos disponibles en la
actualidad, la habilidad de un niño para adquirir sistemas complejos de conocimiento
y, sobre todo, explicar cómo una vez adquiridos hace uso de este conocimiento
con la libertad, la creatividad y la variedad con que lo hace? ¿Podemos
explicar en términos biológicos, en última instancia en términos físicos, estas
propiedades, es decir, tanto la adquisición del conocimiento como su posterior
utilización? Realmente no encuentro ningún motivo que me lleve a pensar que
esto sea posible; en otras palabras, es un artículo de fe de parte de los
científicos creer que como la ciencia ha explicado muchas otras cosas explicará
esto también. (Chomsky, p. 11)<span style="line-height: 107%;"><o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="line-height: 107%;"><span style="font-family: arial;">Me sorprende y agrada en igual
medida esta vuelta a un concepto tan premoderno como la fe —aunque con una
acepción bien diferente— que deja abierta la puerta a esos intangibles que se
dieron por superados durante la Ilustración y a los que los posmodernos vuelven
sin ningún tipo de prejuicio ni temor.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="line-height: 107%;"><span style="font-family: arial;">Es esa creatividad natural —no
la creatividad del genio, sino la del niño que transforma una educación
precaria e imperfecta en una capacidad de entendimiento y de expresión compleja—
característica de la naturaleza humana, el objeto de interés de Chomsky. <i>Desde
el otro lado de la montaña </i>—como diría Elders—<i>, </i>y en busca de
similar conocimiento, escaba Foucault más interesado en como las condiciones
sociales e intelectuales existentes a lo largo de un periodo histórico
determinado, influyen en ese conocimiento científico complejo.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="line-height: 107%;"><span style="font-family: arial;">No parece mostrar Foucault, en
definitiva, demasiado interés por el concepto de naturaleza humana y su
relación con la creatividad. No es, para sus estudios de historia de la
ciencia, un factor relevante, dado que alude al sujeto y a nuestra necesidad de
poner fecha, nombre y apellido a cualquier nuevo conocimiento adquirido. Su
objetivo es comprender el conjunto de procesos que han ayudado —o, por el
contrario, han impedido o retrasado— que el sujeto pueda alcanzar el
conocimiento:<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><span style="font-family: arial;">no es necesario que la verdad se
constituya a sí misma en la historia, sino sólo que se revele a sí misma en la
historia; oculta a los ojos de los hombres, inaccesible de manera provisoria,
eclipsada, a la espera de la revelación. La historia de la verdad sería
esencialmente su demora, su caída, o la desaparición de los obstáculos que
hasta ahora han impedido que salga a la luz. (Foucault, p. 15)<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="line-height: 107%;"><span style="font-family: arial;">Foucault prefiere no utilizar
el concepto de naturaleza humana dado que es propio del sujeto; es un concepto
que emana de él mismo. Su interés está centrado en el proceso histórico de
comprensión y elaboración de la verdad:<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><span style="font-family: arial;">¿Pero qué sucedería si la comprensión
del vínculo entre el sujeto y la verdad fuera sólo un efecto del conocimiento?
¿Qué ocurriría si la comprensión fuera una formación compleja, múltiple,
no-individual, no «sujeta al sujeto» que produjo efectos de verdad? […] En todo
caso, mi inquietud es reemplazar la historia de los descubrimientos del saber
por las transformaciones de la comprensión. (Foucault, p. 15)<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="line-height: 107%;"><span style="font-family: arial;">Se trata de poner en valor
todo lo que la historia de la ciencia ha <i>neutralizado</i> —según afirma
Foucault— hasta ahora; dejar de centralizar el saber adquirido en la mente de
individuos particulares que avanzan a golpe de genialidades puntuales y espontáneas,
poniendo la atención en los factores y condiciones que permitieron la
adquisición de ese saber o la inquietud por la búsqueda de esa verdad. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="line-height: 107%;"><span style="font-family: arial;">Pero es en el campo de la
práctica, de la vida misma y de la organización política que ejerce el poder,
cuando el concepto de naturaleza humana nos lleva a la encrucijada. Es entonces
cuando la derivada del debate acerca de la existencia o no de la naturaleza
humana, con sus valores intrínsecos y esenciales, reales o imaginados, nos
lleva a la verdadera controversia que supone su relación con el poder.
Volveremos a ello más adelante.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="line-height: 107%;"><span style="font-family: arial;">Desde la necesidad de
desarrollo de esa creatividad tan propia de la naturaleza humana, Chomsky
entiende que cualquier forma de gobierno que la limite o coarte debe ser
entendido como inadecuado. Sin entrar ahora a definirlo, Chomsky entiende el
anarcosindicalismo como el único modelo posible en el que el individuo puede
desarrollar esa creatividad, un modelo en el que puede conformarse en algo más
que una mera pieza de la máquina al servicio del proceso mecánico de
producción, sin posibilidad ninguna de desarrollar sus capacidades.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="line-height: 107%;"><span style="font-family: arial;">Foucault, al contrario que
Chomsky, no propone ningún modelo de organización política. Considera más
importante y urgente desenmascarar los modos en los que el poder es ejercido a
través de un sistema de organización política dado. Sin la comprensión de esos
engranajes —muy lejos ya de aparecer como obvios— sin la denuncia y
publicación, sin que sean sacados antes a la luz y sin que sea transmitidos de
manera que queden al alcance de la comprensión por parte de todos estamos
condenados a seguir padeciéndolos:<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><span style="font-family: arial;">Por otro lado, una de las tareas que
considero urgentes y apremiantes, por encima y más allá de todo lo demás, es la
siguiente: deberíamos indicar y mostrar, incluso cuando están ocultas, todas
las relaciones del poder político que actualmente controlan el cuerpo social lo
oprimen y lo reprimen. […] Sabemos que la función de estas instituciones es idear
y transmitir ciertas decisiones para su aplicación en nombre de la nación o del
Estado, y para castigar a quienes no obedecen. Pero creo que el poder político
también se ejerce a través de la mediación de ciertas instituciones que
parecerían no tener nada en común con el poder político, que se presentan como
independientes a éste, cuando en realidad no lo son. (Foucault, p. 30) <span style="line-height: 107%;"><o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="line-height: 107%;"><span style="font-family: arial;">Más que pensar en la forma en
la que debería ser ejercido el poder, lo que nos dice Foucault —y me parece de
una gran trascendencia, constatando además su enorme vigencia e influencia— es
que deberíamos invertir nuestros esfuerzos en destapar los mecanismos con los
que ciertas instituciones, aparentemente tan alejadas del poder, influyen de
manera tan enorme como insospechada en nuestra vida diaria. O lo que sería lo
mismo, preguntarnos por las razones por las que, por ejemplo, consideraremos
sin duda como violencia que un camarero agreda físicamente a su jefe, pero no
que este le pague 600€ al mes por trabajar doce horas al día con un contrato de
media jornada:<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><span style="font-family: arial;">Me parece que la verdadera tarea
política en una sociedad como la nuestra es realizar una crítica del
funcionamiento de las instituciones que parecen neutrales e independientes;
hacer una crítica y atacarlas de modo tal de desenmascarar la violencia
política que se ha ejercido a través de éstas de manera oculta, para que
podamos combatirlas. (Foucault, p. 31)<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="line-height: 107%;"><span style="font-family: arial;">Y habiéndome pasado ya
largamente de la extensión requerida para este ejercicio, pido disculpas para
abordar, muy brevemente, la controversia de la que hablaba anteriormente. Y es
que, como he tratado de transmitir, me parece apasionante la concepción de
Chomsky acerca de la naturaleza humana, pero no puedo dejar de estar de acuerdo
con el problema que plantea Foucault. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="line-height: 107%;"><span style="font-family: arial;">A saber, ¿cómo vamos a
reinventar (por utilizar un término positivo) nuestra sociedad a través de
conceptos aparentemente intrínsecos a nuestra naturaleza, pero que han sido creados,
en gran medida, en el interior de las mismas estructuras de poder que deben ser
derrocadas? </span><span face="Arial, sans-serif" style="font-size: 12pt;"><o:p></o:p></span></span></p>
<b><span face=""Arial",sans-serif" lang="CA" style="font-size: 12pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: CA; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;"><br clear="all" style="break-before: page; mso-special-character: line-break; page-break-before: always;" />
</span></b>
<p class="MsoNormal"><b><span face=""Arial",sans-serif" lang="CA" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: CA; mso-no-proof: yes;"><br /></span></b></p><p class="MsoNormal"><b><span face=""Arial",sans-serif" lang="CA" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: CA; mso-no-proof: yes;"><br /></span></b></p><p class="MsoNormal"><b><span face=""Arial",sans-serif" lang="CA" style="font-family: arial; line-height: 150%; mso-ansi-language: CA; mso-no-proof: yes;">BIBLIOGRAFÍA</span></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><b><span face=""Arial",sans-serif" style="font-family: arial; line-height: 150%; mso-no-proof: yes;"> </span></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: arial;"><span face=""Arial",sans-serif" style="line-height: 150%; mso-no-proof: yes;">Chomsky, N.
& Foucault, M. (2014). La naturaleza humana: justicia versus poder. </span><span face=""Arial",sans-serif" lang="EN-US" style="line-height: 150%; mso-ansi-language: EN-US; mso-no-proof: yes;">Un debate. epublibre.org.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: arial;"><span face=""Arial",sans-serif" lang="EN-US" style="line-height: 150%; mso-ansi-language: EN-US; mso-no-proof: yes;">Fomet-Betancourt, R., Becker, H. & Gomez-Muller, A.
(1994). </span><span face=""Arial",sans-serif" style="line-height: 150%; mso-no-proof: yes;">"La ética del cuidado de uno mismo como práctica de la
libertad". En: <i>M. Foucault. Hermenéutica del sujeto</i>. La Piqueta.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-family: arial; line-height: 150%; mso-no-proof: yes;">Fontana, M.
(1999). “Verdad y poder”. En: <i>Foucault, M. Estrategias de poder</i>. Paidós
Ibérica.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span face=""Arial",sans-serif" style="line-height: 150%; mso-no-proof: yes;"><span style="font-family: arial;">Garcés, M. <i>El
problema de la diferència</i>. Fundació Universitat Oberta de Catalunya (FUOC).</span><o:p style="font-size: 12pt;"></o:p></span></p>Mario Lorenzhttp://www.blogger.com/profile/02901763308817242377noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5683398022820004471.post-51873407970219916062023-02-19T14:19:00.002+01:002023-05-14T13:06:15.334+02:00Nietzsche y su crítica al cristianismo<p> </p><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><p style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><i style="text-align: right;">“En algún apartado rincón del universo centelleante, desparramado en
innumerables sistemas solares, hubo una vez un astro en el que animales
inteligentes inventaron el conocimiento. Fue el minuto más altanero y falaz de
la ‘Historia Universal’: </i></span><i><span style="font-family: arial;">pero, a fin de cuentas, solo un minuto“ </span></i></p></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><p style="text-align: left;"><i style="font-family: arial; text-indent: -18pt;">F.<span style="font-feature-settings: normal; font-kerning: auto; font-optical-sizing: auto; font-size: 7pt; font-stretch: normal; font-style: normal; font-variant-alternates: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-variation-settings: normal; line-height: normal;">
</span></i><i style="font-family: arial; text-indent: -18pt;">Nietzsche</i></p></blockquote></blockquote>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><b><span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="font-family: arial;"> </span></span></b></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><b><span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="font-family: arial;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhyJ41CQXXS3iuHFqlJjLYtL1LGCV6iOLk9oHrmQD3gvtqBR7sKepRKZm_34sdfxSJmq-kIBI_gbLX2H7m2G8Ut6a49BakP2nwsRm6YFDhB1L3pW-e15GFOi2ghMgtIYou9L_WjrhfM7NsTgmfY5Jta2pxL60hXW1YnzOkGNQRg-lpjcYw8STDa08UXXg/s361/2023-05-14%2013_04_26-Nietzsche%20and%20the%20Gods_%20Stuhr,%20Arts%20and%20Sciences%20Distinguished%20Professor%20of%20Phil.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="361" data-original-width="245" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhyJ41CQXXS3iuHFqlJjLYtL1LGCV6iOLk9oHrmQD3gvtqBR7sKepRKZm_34sdfxSJmq-kIBI_gbLX2H7m2G8Ut6a49BakP2nwsRm6YFDhB1L3pW-e15GFOi2ghMgtIYou9L_WjrhfM7NsTgmfY5Jta2pxL60hXW1YnzOkGNQRg-lpjcYw8STDa08UXXg/w434-h640/2023-05-14%2013_04_26-Nietzsche%20and%20the%20Gods_%20Stuhr,%20Arts%20and%20Sciences%20Distinguished%20Professor%20of%20Phil.png" width="434" /></a></span></span></b></div><b><span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></span></b><p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="font-family: arial; font-size: 12pt;">Como
algún avezado nietzscheano ya habrá reconocido leyendo el epígrafe, así
comienza </span><i style="font-family: arial; font-size: 12pt;">Sobre verdad y mentira en sentido extramoral</i><span style="font-family: arial; font-size: 12pt;">, que especialmente
en la versión comentada de la editorial Diálogo</span><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/26.%20Filosofia%20contempor%C3%A0nia/PAC1-FC/PAC1_FC_Nietzsche,%20la%20cr%C3%ADtica%20al%20cristianisme_Mario_Lorenz_guardadoautomatico.docx#_ftn1" name="_ftnref1" style="font-family: arial; font-size: 12pt;" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;">[1]</span></span></span></a><span style="font-family: arial; font-size: 12pt;">,
abre una ventana fantástica –por la que entra una brisa fresca– al pensamiento
de Nietzsche. Me parece una buena manera de empezar este ensayo, dado que pretendo
ligarlo –si se me permite– con el principio de </span><i style="font-family: arial; font-size: 12pt;">El Anticristo</i><span style="font-family: arial; font-size: 12pt;">, veamos
donde nos lleva esto:</span></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><span style="font-family: arial;">Hemos descubierto
la felicidad, conocemos el camino, hemos encontrado la manera de superar
milenios enteros de laberinto. ¿Quién más la ha encontrado? ¿El hombre moderno
acaso? “Estoy completamente desorientado, soy todo lo que está completamente
desorientado”, así se lamenta el hombre moderno... (Nietzsche, 2004, p. 9)<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><i><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;">El
Anticristo</span></i><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"> fue publicado en plena segunda
revolución industrial, en una época en la que ya había calado profundamente el
sentimiento de que los fantásticos conocimientos adquiridos, en todos los
ámbitos y desde la ilustración, no iban a resultar suficientes para llenar los
huecos que habían dejado libres las antiguas instituciones, especialmente la
monarquía y la religión. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: arial;">Es
en ese contexto en el que aparece Nietzsche para certificar un deceso que ya
había sido anunciado anteriormente por Hegel<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/26.%20Filosofia%20contempor%C3%A0nia/PAC1-FC/PAC1_FC_Nietzsche,%20la%20cr%C3%ADtica%20al%20cristianisme_Mario_Lorenz_guardadoautomatico.docx#_ftn2" name="_ftnref2" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;">[2]</span></span><!--[endif]--></span></a>,
la muerte de Dios, y como no podía ser de otro modo, el hombre moderno se
siente <i>completamente desorientado</i>. Y es que en algún momento se pensó
que alcanzaríamos el Conocimiento, pero en el camino hemos olvidado que la absoluta
complejidad de la realidad del mundo nos llevó a simplificarla, y ese descuido
nos ha convertido falsamente en el centro de toda existencia:<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><span style="font-family: arial;">Nos oponemos,
por otra parte, a una vanidad que también en este punto pretende levantar la
cabeza; como si el hombre hubiese sido el magno propósito subyacente a la
evolución animal. No es en absoluto la cumbre de la creación; todo ser se
halla, al lado de él, en idéntico peldaño de la perfección... Y afirmando esto
aun afirmamos demasiado; el hombre es, relativamente, el animal más malogrado,
más morboso, lo más peligrosamente desviado de sus instintos, ¡claro que por
eso mismo también el más interesante! (Nietzsche, 2004, p. 33) <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: arial;">Pero
Nietzsche hace algo más que dar fe –toléreseme la bufonada– del fallecimiento
de Dios, no nos deja solos frente a ese abismo. En primer lugar, y como buen
maestro de la sospecha, nos pone frente a la pregunta capital que plantea su
genealogía, ¿a quién convenía la propagación de semejante mentira?:<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><span lang="CA">En el viatge genealògic Nietzsche mostra com la supervivència del
col·lectiu, els propòsits comuns i l'apel·lació a principis universals es van revelar
com a preferibles enfront de la mera voluntat individual. Però, i aquí la
pregunta fonamental de la genealogia: preferibles per a qui? Preferibles per a
aquells individus que van modelar la col·lectivitat com la seva creació pròpia,
que van voler assegurar la producció de determinats trets humans, que van
pretendre potenciar un determinat tipus humà</span><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;">. </span>(Gómez, 2020,
p. 27)<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;">Y,
lo que es tanto o más importante, la omisión de ese engaño, de esa <i>mentira en
la que se basa la moral</i> (Gómez, 2020, p. 26) y el camino por el que nos ha llevado
ese olvido, la negación de nuestra existencia real:” <i>Este mundo de la
ficción se distingue muy desventajosamente del mundo de los sueños, por cuanto
éste refleja la realidad, en tanto que aquél falsea, desvaloriza y repudia la
realidad</i>”</span> <span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;">(Nietzsche, 2004, p. 37).<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: arial;">En
segundo lugar, desvela las consecuencias de la <i>rebelión de los esclavos</i>,
es decir, de los que se han aprovechado de esa farsa por temor a hacer valer su
voluntad de poder, para regodearse en lo que Nietzsche considera sus
debilidades y seguir viviendo en un mundo de fantasía:<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><span style="font-family: arial;">Cuando los
oprimidos, los pisoteados, los violentados se dicen, movidos por la vengativa
astucia propia de la impotencia:” ¡Seamos distintos de los malvados, es decir,
seamos buenos! Y bueno es todo el que no violenta, el que no ofende a nadie, el
que no ataca, el que no salda cuentas, el que remite la venganza a Dios, el
cual se mantiene en lo oculto igual que nosotros, y evita todo lo malvado, y
exige poco de la vida, lo mismo que nosotros los pacientes, los humildes, los
justos” –esto, escuchado con frialdad y sin ninguna prevención, no significa en
realidad más que lo siguiente:” Nosotros los débiles somos desde luego débiles;
conviene que no hagamos nada para lo cual no somos bastante fuertes –”. (Nietzsche,
2011, p. 60)<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: arial;">Pero
en un mundo infinitamente complejo, como acertadamente –pienso– lo describiría
Nietzsche, debe haber y hay, en infinitas gradaciones, débiles y fuertes. No me
parece justo hacer recaer sobre el débil, además, la culpa de no querer ser
fuerte y ser uno capaz de crear sus propios valores y <i>fundar-crear</i>,
además, de la “nada”, empresas de éxito como Apple o Tesla haciéndonos sentir mal
por nuestra mediocridad<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/26.%20Filosofia%20contempor%C3%A0nia/PAC1-FC/PAC1_FC_Nietzsche,%20la%20cr%C3%ADtica%20al%20cristianisme_Mario_Lorenz_guardadoautomatico.docx#_ftn3" name="_ftnref3" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;">[3]</span></span><!--[endif]--></span></a>.
<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: arial;">Es por
eso por lo que me acojo, en última instancia y como a un clavo ardiendo, lo sé,
a la única justificación y misericordia que parece conceder Nietzsche a los oprimidos
y los pisoteados:” <i>Pero con esto queda explicado todo. Sólo quien sufre de
la realidad tiene razones para sustraerse a ella por medio de la mentira</i>”
(Nietzsche, 2004, p. 37). La realidad puede ser muy dura, hasta tal punto que
debería poder justificarse, sin miedo a ser insultado, el acudir al consuelo de
una religión como la cristiana. Solo me gustaría añadir en este punto, y me
parece un ejercicio de honestidad necesario para una mejor comprensión de mi
análisis, que parece mentira como tiene que verse uno –el que escribe, que se
define como profundamente ateo, pero envidioso de la gente con fe– defendiendo
la religión cristiana.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: arial;">Intentemos
ahora analizar de brevemente, y de forma crítica, esa íntima relación del
cristianismo con la moral que establece Nietzsche. La cuestión en planteada de
forma clara y concisa por el profesor Romero:” <i>¿Utilizar argumentos morales
implica ser cristiano (aunque uno no lo sepa)?</i>” (Romero, 2019, p. 172). <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: arial;">Es
decir, si definimos como moralmente correcto sentir compasión por el débil,
esforzarse por liberar al oprimido o empatizar con el que sufre, ¿vamos a ser
identificados de forma inequívoca como cristianos?:<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><span style="font-family: arial;">Esta
identificación de moral con cristianismo es a todas luces una consecuencia
perversa de un modo de entender, desde mi punto de vista, no adecuadamente
matizado, la crítica de Nietzsche a la moral. Si la moral es cristiana, con el
cristianismo lanzamos también por la ventana la moral, toda posible moral, con
lo que nos desembarazamos de todo un conjunto de problemas y nos simplificamos
las cosas como intérpretes de Nietzsche. (Romero, 2019, p. 172)<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: arial;">Entiendo
que la crítica de Nietzsche al cristianismo nace, como he comentado
anteriormente, de ese rechazo al regodeo en sentimientos que considera ajenos a
la naturaleza humana, pero quizás ahí radica, en parte, mi desacuerdo con él en
este punto, justo en la discusión sobre la naturaleza humana y su carácter
moral. El cristianismo es, en definitiva, para Nietzsche, la punta de la flecha
que lanza contra la moral, no contra las religiones.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: arial;">De
lo que no debería haber duda es de esa apropiación de la moral realizada por el
cristianismo. Es tan profunda que ni siquiera somos conscientes de como está
arraigada en nuestra cultura, y es que no resulta fácil desprenderse de siglos
y siglos de hegemonía en Europa. Llega hasta tal punto que, como nos indica el
profesor Medrano, reconocidos y prestigiosos teólogos como González Faus,
Castillo, Jon Sobrino y Olegario González de Cardedal, son capaces de llegar a
ver sombras de actitudes cristianas en Nietzsche:<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><span style="font-family: arial;">Los tres
pensadores vienen a coincidir en la existencia de una “actitud” ética de fondo
cristiano, aunque haya atacado durísimamente el dogma, en Nietzsche y en las
posibilidades que –queridas o no por el filósofo– se abren para el cristianismo
más auténtico a raíz de los radicales cuestionamientos nietzscheanos sobre el
“escándalo de la Cruz” o sobre la invasión de la fe cristiana por una mera
moral. (Medrano, 2012, p. 316)<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: arial;">Me
resulta del todo sorprendente esta aproximación al pensamiento de Nietzsche,
sobre todo después de <i>martillazos</i> como este:<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><span style="font-family: arial;">Los débiles y
malogrados deben perecer; tal es el axioma capital de nuestro amor al hombre. Y
hasta se les debe ayudar a perecer. ¿Qué es más perjudicial que cualquier
vicio? La compasión activa con todos los débiles y malogrados; el
cristianismo... (Nietzsche, 2004, p. 11) <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: arial;"> </span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><b><span lang="CA" style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><br /></span></b></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><b><span lang="CA" style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><br /></span></b></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><b><span lang="CA" style="font-size: 12pt; line-height: 107%;">BIBLIOGRAFÍA</span></b><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="font-family: arial;"> </span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="font-family: arial;">Medrano, J. M. (2012). <i>Tres
acercamientos cristianos al pensamiento de Nietzsche: Welte, Vattimo y González
de Cardedal</i>. Brocar: Cuadernos de investigación histórica, (36), 313-339.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="font-family: arial;">Galán, W. <i>Els límits de la
racionalitat il·lustrada Marx, Nietzsche, Freud</i>. Fundació Universitat
Oberta de Catalunya (FUOC).<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="font-family: arial;">Galán, W. <i>El problema del sentit</i>.
Fundació Universitat Oberta de Catalunya (FUOC).<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="font-family: arial;">Gómez, A. (2020). <i>El mètode
genealògic en Friedrich Nietzsche</i>. Fundació Universitat Oberta de Catalunya
(FUOC).<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="font-family: arial;">Nietzsche, F. (2004). <i>El
anticristo</i>. El Cid Editor.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="font-family: arial;">Nietzsche, F. (2011). <i>Genealogía
de la moral</i>. Alianza Editorial.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="font-family: arial;">Romero, J. M. (2019). <i>Criticar a
Nietzsche (sin sucumbir en el intento). Réplica a “Redimir a Nietzsche (por
enésima vez)” de Mariano Rodríguez</i>. Logos. Anales del Seminario de
Metafísica, 52, 171-174. https://doi.org/10.5209/asem.65864<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="font-family: arial;"> </span></span></p>
<div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></div><!--[if !supportFootnotes]-->
<hr size="1" style="text-align: left;" width="33%" />
<!--[endif]-->
<div id="ftn1">
<p class="MsoFootnoteText" style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/26.%20Filosofia%20contempor%C3%A0nia/PAC1-FC/PAC1_FC_Nietzsche,%20la%20cr%C3%ADtica%20al%20cristianisme_Mario_Lorenz_guardadoautomatico.docx#_ftnref1" name="_ftn1" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-size: 10pt; line-height: 107%;">[1]</span></span><!--[endif]--></span></a> Nietzsche.
<i>Sobre verdad y mentira en sentido extramoral</i>. Archilés Quintana,
Alejandro; Ruiz Cortina, Juan José; Vilana Taix, Vicente. Año 2000.<o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn2">
<p class="MsoFootnoteText" style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/26.%20Filosofia%20contempor%C3%A0nia/PAC1-FC/PAC1_FC_Nietzsche,%20la%20cr%C3%ADtica%20al%20cristianisme_Mario_Lorenz_guardadoautomatico.docx#_ftnref2" name="_ftn2" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-size: 10pt; line-height: 107%;">[2]</span></span><!--[endif]--></span></a>
Jaeschke, W. <i><span lang="CA">La consciència de la
modernitat</span></i>. Nota extraída de la web del Profesor Alcoberro:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoFootnoteText" style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><http://www.alcoberro.info/planes/hegel1.html><o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn3">
<p class="MsoFootnoteText" style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/26.%20Filosofia%20contempor%C3%A0nia/PAC1-FC/PAC1_FC_Nietzsche,%20la%20cr%C3%ADtica%20al%20cristianisme_Mario_Lorenz_guardadoautomatico.docx#_ftnref3" name="_ftn3" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-size: 10pt; line-height: 107%;">[3]</span></span><!--[endif]--></span></a> Pido perdón
por la analogía, se me ha ido un poco de las manos.</span><o:p></o:p></p>
</div>
</div>Mario Lorenzhttp://www.blogger.com/profile/02901763308817242377noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5683398022820004471.post-89688186216896778912023-01-16T14:12:00.002+01:002023-05-14T13:09:58.763+02:00Sobre bárbaros y migraciones. Nosotros y los otros<br /><p style="text-align: left;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj_xIZBjTbUNXhwEkrwwWgPcSBxK4tkIk4ELe50CpYUR9Y3mn_-VP6p3bp4Ct0pgXHZ9G9z8OP-5oxI611c8HSAHk1CTfdaSeccKZMnRK3698IY2_Xni0XlestRcaxSXba-COvQYw_LeVXYLE-zUr1D2F_LuKZdj7RV3uIAJKZyBXqBcMmXZMyfORIPRw/s742/2023-05-14%2013_07_35-migraci%C3%B3n%20-%20Noticias,%20Investigaciones%20y%20An%C3%A1lisis%20-%20The%20Conversation%20-%20p%C3%A1gina%201%20y.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="353" data-original-width="742" height="304" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj_xIZBjTbUNXhwEkrwwWgPcSBxK4tkIk4ELe50CpYUR9Y3mn_-VP6p3bp4Ct0pgXHZ9G9z8OP-5oxI611c8HSAHk1CTfdaSeccKZMnRK3698IY2_Xni0XlestRcaxSXba-COvQYw_LeVXYLE-zUr1D2F_LuKZdj7RV3uIAJKZyBXqBcMmXZMyfORIPRw/w640-h304/2023-05-14%2013_07_35-migraci%C3%B3n%20-%20Noticias,%20Investigaciones%20y%20An%C3%A1lisis%20-%20The%20Conversation%20-%20p%C3%A1gina%201%20y.png" width="640" /></a></div><p></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial; line-height: 150%;"><span style="text-align: justify;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial; line-height: 150%;"><span style="text-align: justify;">Cuando Veyne nos introducía en el término </span><span style="text-align: justify;">humanitas</span><span style="text-align: justify;">, se preguntaba qué es lo que pretendía ser el hombre romano</span><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC3/PAC3_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftn1" name="_ftnref1" style="text-align: justify;" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 17.12px;">[1]</span></span></span></a><span style="text-align: justify;"> y lo hacía, por supuesto, en contraposición al resto de civilizaciones con las que se relacionaba, pero huyendo de las connotaciones que para nosotros puede tener el término actualmente y sólo como eje alrededor del cual estructurar un mundo en el cual la razón comenzaba a ser la base que debía regir, al menos aparentemente, la evolución de la sociedad en toda la extensión del término. Nos encontramos en los siglos IV-V, el Imperio romano había alcanzado hacía un par de ellos los límites de su extensión geográfica y demográfica; habría que avanzar hasta mediados del s. XIX para ver una unidad política de tal envergadura en Occidente</span><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC3/PAC3_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftn2" name="_ftnref2" style="text-align: justify;" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 17.12px;">[2]</span></span></span></a><span style="text-align: justify;">.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial; line-height: 150%;">Nos
habla Veyne también del romanticismo greco-romano, si se me permite llamarlo
así, cuando se preguntaba si, habiendo llegado al cénit de la civilización y de
su humanitas, no se habían dejado en
el camino el contacto con la naturaleza que otorgaba el conocimiento, y quizás
también si tanto desarrollo había merecido, al fin y al cabo, la pena. Era el
tipo de conclusión al que se podía llegar cuando tienes mucho tiempo libre –
gracias a los excedentes de producción, si nos ponemos muy marxistas – pero
también cuando tienes, en contraposición a tu modo de vida, gentes que aspiran
a vivir como tú. Nada nuevo, por tanto y de momento, en el horizonte histórico
de quien se consideraba, como nos consideramos nosotros ahora, un islote de civilización en medio de los
bárbaros. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial; line-height: 150%;">Y es
que, aunque han cambiado los marcos históricos y podemos discutir acerca de lo
que pretendía ser el hombre romano y lo que fue, no creo que la diferencia diste
mucho de la que existe entre lo que pretende ser el hombre occidental hoy en
día y lo que en realidad es. En cualquier caso, creo poder decir sin temor a
equivocarme demasiado, que los historiados de los próximos siglos dispondrán de
muchas más fuentes – infinitas quizás – para investigar sobre la vida que lleva
la gente corriente en la actualidad y sobre las relaciones que se establecen
entre los grupos que definen los flujos migratorios actuales, que las que han
tenido disponibles los historiadores del mundo clásico o, cuanto menos, más
plural. Nos lo explica la doctora Ubric a propósito de la integración del
pueblo bárbaro en el Imperio romano<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC3/PAC3_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftn3" name="_ftnref3" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[3]</span></span><!--[endif]--></span></a>:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><span face="Arial, sans-serif" style="line-height: 150%;">Un estudio de este tipo debe
enfrentarse asimismo a problemas metodológicos derivados de la parcialidad de
las fuentes, que no reflejan el sentir bárbaro ni tampoco la vida cotidiana,
sino el punto de vista de una determinada capa social, en muchas ocasiones
hostil a los bárbaros y por tanto parcial y sesgada en sus juicios.</span> <span face="Arial, sans-serif" style="line-height: 150%;">Las relaciones cotidianas, además, han
sido muchas veces desapercibidas por los investigadores, que al estudiar la
integración del bárbaro se han centrado fundamentalmente en cuestiones de tipo
jurídico, político, militar o institucional, ignorando el aporte de la
experiencia vital de las personas en su devenir cotidiano.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial; line-height: 150%;">Opinión
compartida por el historiador y arqueólogo español Jorge López Quiroga<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC3/PAC3_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftn4" name="_ftnref4" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[4]</span></span><!--[endif]--></span></a>, que nos habla de la
dificultad de aproximarnos al sentir del pueblo bárbaro y del obstáculo que
supone abstraerse de la visión que ha llegado hasta nuestros días, siempre
filtrada a través de la óptica romana.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial; line-height: 150%;">En
cualquier caso, y también según nos indica la profesora de la Universidad de
Granada, la visión que los romanos tenían de los bárbaros no es muy diferente
de la que tenemos nosotros de los migrantes que llegan actualmente a nuestro
país<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC3/PAC3_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftn5" name="_ftnref5" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[5]</span></span><!--[endif]--></span></a>:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial; line-height: 150%;">Los
bárbaros eran un elemento extraño para los romanos, porque vivían de un modo muy
distinto a ellos, tenían costumbres diferentes, se comportaban de una forma
distinta, tenían su propia fisonomía, modo de hablar, vestir, actuar... <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial; line-height: 150%;">Aunque
más similar es, si cabe, la visión que tenían los pueblos bárbaros de sus
territorios de acogida<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC3/PAC3_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftn6" name="_ftnref6" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[6]</span></span><!--[endif]--></span></a>:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial; line-height: 150%;">A los bárbaros, que miraban el
Imperio desde sus confines, éste se les presentaba como un mundo atrayente por
su riqueza y abundancia, como un paraíso, con atractivas oportunidades
políticas, económicas y sociales, que podían proporcionarles la felicidad.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial; line-height: 150%;">Y todo
esto teniendo en cuenta que los bárbaros no disponían de antenas parabólicas en
sus lugares natales a través de las cuales poder observar el modo de vida de un
patricio romano a orillas del cálido Mediterráneo. Aunque en ningún caso, la
casi absoluta incertidumbre con la que viajaban los bárbaros, podría compararse
a la sufrida por los migrantes actuales – en cuanto a conocimiento de las
condiciones de vida en sus países de destino se refiere – no me atrevo a
descartar que el dolor que debían sentir al abandonar su vida entera, no fuera
exactamente el mismo a pesar del transcurrir de los siglos. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial; line-height: 150%;">Para
Halsall<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC3/PAC3_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftn7" name="_ftnref7" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[7]</span></span><!--[endif]--></span></a> – al inicio del Imperio
romano – bárbaro era cualquiera que no perteneciera a su dominio geográfico y
político, teniendo en cuenta, además, que todo giraba en torno a ellos, como
buen eje alrededor del cual tiene que subordinarse lo que es secundario. El
Imperio romano era el centro del mundo de la razón y la modernidad en más de un
sentido. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial; line-height: 150%;">Más
allá de la utilidad que tuvieran, incorporándose al ejército para la defensa de
las fronteras romanas, lo que les confería una sencilla vía de entrada a la
ciudadanía, aunque pudiera ser a costa de sus propias vidas, ¿qué vía de
integración existía para la mayoría, es decir, las clases humildes? La misma
profesora Ubric reconoce las lagunas en este punto<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC3/PAC3_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftn8" name="_ftnref8" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[8]</span></span><!--[endif]--></span></a>. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial; line-height: 150%;">Una
vez más, ahora como antaño, y a pesar de las lagunas, identificaremos siempre
más dificultades de integración para las clases humildes que para las élites,
¿o es que es hoy lo mismo un migrante rico que uno pobre? Valga de ejemplo el Visado
de Residencia por Adquisición de Bienes Inmuebles en España, que habilita a un
extranjero a residir en España por la inversión en adquisición de bienes
inmuebles por valor igual o superior a 500.000 euros. No hace falta decir que
ninguno de los migrantes que llegan en patera a España puede realizar semejante
inversión y me atrevo a aventurar que prácticamente ningún salvaje bárbaro
cruzó el Danubio con una cantidad semejante.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial; line-height: 150%;">Transcurridos
los primeros años y el paso de las generaciones, el bárbaro dejó de ser un
extraño, como no podía ser de otro modo se inició el mestizaje con matrimonios
bien documentados entre la élite bárbara y romana, no hay razón para pensar que
el mismo tipo de relaciones no se establecieran en todas las capas sociales. No
hay que olvidar que, aunque acabaría siendo conquistada, la civilización romana
sería siempre considerada por los bárbaros como el modelo a seguir<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC3/PAC3_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftn9" name="_ftnref9" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[9]</span></span><!--[endif]--></span></a>: <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial; line-height: 150%;">Esta total identificación y la
adopción del modo de vida romano por los bárbaros es una de las principales
causas de que apenas conozcamos testimonios materiales de los bárbaros. No es
que los bárbaros no dejaran evidencias, sino que su registro no es a menudo muy
distinto del de aquellos entre los que se asentaron.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial; line-height: 150%;">Después
de todo, y tal como concluye la profesora Ubric<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC3/PAC3_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftn10" name="_ftnref10" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[10]</span></span><!--[endif]--></span></a>, no hay porque suponer
que las migraciones producidas en el Imperio romano tardío no presentaran y
tuvieran que afrontar problemas similares a los que tienen enfrentarse actualmente.
La llegada del diferente siempre ha causado y causará desequilibrios en la
sociedad receptora, aunque conviene no olvidar que nunca tendrán comparación
con los padecimientos – por no repetir el eufemismo desequilibrio – sufridos por
los recién llegados. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial; line-height: 150%;">Y aunque,
a lo largo de los siglos, ha quedado completamente demostrado que la intolerancia, los prejuicios o el rechazo
del «otro» se pueden transformar, después de un proceso de interacción, de
convivencia y de experiencia, en una integración y en una aceptación, se me
aparece como una conclusión un tanto buenista de un proceso que causó mucho
dolor, sobre todo en las clases sociales más desfavorecidas, de las cuales,
como se ha mencionado anteriormente, no disponemos de demasiados testimonios
que puedan mostrárnoslo. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial; line-height: 150%;">Como tampoco
podemos pasar por alto que esa integración y aceptación de pueblos con un
desarrollo inferior – visto desde la perspectiva romana – no debió ser nada
sencilla para quien había sido hasta ese momento, y así se consideraba sin
duda, la cima de la civilización. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial; line-height: 150%;">Pero
no siempre había sido así, hasta los tiempos de Augusto nadie se planteaba la humanitas de la que nos hablaba Veyne,
la guerra era extremadamente cruel y los vencedores disponían de completo
derecho de vida y muerte sobre los vencidos, que eran tratados sin piedad
ninguna. En el apogeo del poder romano nadie se hubiera planteado términos como
integración o aceptación, y el “problema” de la migración hubiera sido tratado
militarmente, como de hecho se intentó hasta la batalla de Adrianópolis en el
año 378. El Imperio romano estaba en una clara posición de debilidad, sólo le
quedaba adaptarse y comerse el orgullo a través del cual los veían los pueblos
conquistados<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC3/PAC3_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftn11" name="_ftnref11" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[11]</span></span><!--[endif]--></span></a>:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial; line-height: 150%;">Comparadas a un monumento tan indiscutible
como el Imperio, las maquinaciones de los enemigos de Roma son sólo una
agitación furiosa y subalterna. Los historiadores latinos, que no ignoraban lo
mal que se hablaba de Roma en el exterior, no sienten ningún reparo en contar
estas críticas e incluso en sacar motivos de orgullo. «Los romanos», dicen por
boca de Mitrídates, «sólo tienen una razón, y la han tenido desde siempre, para
hacer la guerra a todos los pueblos, a todos los Estados, a todos los reinos
sin excepción: su deseo ilimitado de poder y riqueza»; «estos bandidos del
mundo entero», dice el rey bretón Calgacus, «dan el nombre falso de imperio al
robo, a la masacre y al rapto: convertir a un país en un desierto, eso es lo
que ellos llaman pacificar».<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial; line-height: 150%;">Pero
hay que reconocerles a los romanos, en cualquier caso, lo que Veyne llama
facilidad para naturalizar al extranjero. Podríamos decir que la adaptación
hubiera sido mucho más costosa, en todos los sentidos, para los griegos, por
poner en perspectiva su evolución. Esta es una de las claves del éxito de la enorme
extensión geográfica y duración del Imperio romano, en oposición a nuestra
férrea negación de valores diferentes a los nuestros, aunque a veces nos guste
pensar justo lo contrario<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC3/PAC3_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftn12" name="_ftnref12" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[12]</span></span><!--[endif]--></span></a>:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial; line-height: 150%;">Es el «teorema de Tocqueville»
el que da la explicación: un grupo humano adopta los valores de una
civilización extranjera si después de la conversión no se encuentra relegado al
último lugar de esta civilización; un jefe piel roja, escribió Tocqueville, preferirá
morir con toda su gloria pasada y su noble miseria antes que ponerse a cultivar
la tierra para luego encontrarse en el último lugar de la sociedad de los
blancos. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial; line-height: 150%;">Como
el mismo Veyne nos explica, esto no sucedía en el sistema de expansión romana,
donde cada ciudad conquistada pasaba directamente a ser miembro de pleno
derecho del club romano, el más prestigioso y el que más ventajas ofrecía a sus
integrantes, ¿quién iba a negarse, no ya entrar (que no podían), sino a
mantenerse?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial; line-height: 150%;">Quizás
el problema sea que nos falta todavía la perspectiva del tiempo para ser
capaces de comparar flujos migratorios. Sirva como ejemplo EEUU, un país creado
enteramente por emigrantes, y que ha necesitado más de dos siglos para ver un
presidente negro al frente de su gobierno, quien sabe cuántos años serán todavía
necesarios para ver a uno de origen mejicano o cuantos siglos para ver uno
musulmán. Aunque quizás más interesante sea si nos hacemos la pregunta de cuánto
tardaremos en ver algo similar en nuestra vieja Europa, ¿puede alguien
imaginarse un presidente de gobierno español de origen marroquí?, ciencia
ficción, ¿verdad?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial; line-height: 150%;">La
identidad romana era completamente diferente a la nuestra, tal como Halsall la
describe, contrasta bastante con nuestra visión eurocéntrica de la migración,
que causa indignación cuando sucede a miles de kilómetros, pero sólo
indiferencia – e incluso odio – cuando llega a nuestras playas<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC3/PAC3_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftn13" name="_ftnref13" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[13]</span></span><!--[endif]--></span></a>:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial; line-height: 150%;">La romanitas (término poco
común en los escritos contemporáneos) era por lo tanto algo que estaba por
encima del propio lugar de nacimiento. Era parte de un discurso que operaba a
un nivel más alto que los niveles de identidad regional y otros niveles
‘taxonómicos’, aunque no separado de estos. […] Esto es importante; la
identidad romana era en sí misma flexible. Una característica definitiva del
bárbaro (al menos en estado salvaje) era su incapacidad para vivir de acuerdo
con la ley. Así, la otra gente que rechazara vivir según la ley (romana), como
bandidos y bandoleros, era equiparada a los bárbaros, independientemente de su
origen.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial; line-height: 150%;">Con
todo, centrémonos ahora un poco más en la migración bárbara y el colapso de las
fronteras romanas del Bajo Imperio. Para ello acudiremos a Heather, que se
pregunta por su naturaleza<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC3/PAC3_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftn14" name="_ftnref14" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[14]</span></span><!--[endif]--></span></a>:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial; line-height: 150%;">El modelo que aparentemente
representaban – pueblos enteros yendo de un sitio a otro – fue aplicado en su
totalidad a la prehistoria europea, que fue explicada en términos de migración,
invasión y «limpieza étnica». Las invasiones fronterizas del Bajo Imperio
constituyen así un caso de prueba fundamental. ¿Fueron emprendidas por grandes
conglomerados de individuos, de distintas edades y de distinto sexo, o no? <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial; line-height: 150%;">Según
Heather<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC3/PAC3_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftn15" name="_ftnref15" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[15]</span></span><!--[endif]--></span></a>, que otorga toda la
credibilidad al historiador griego Amiano, está más que razonablemente
contrastado que en el verano del año 376 grandes grupos de población goda
tuvieron que iniciar un largo desplazamiento debido a la agresión de los hunos.
Las razones que los llevaron a desplazarse no eran diferentes de las que
provocan actualmente estos desplazamientos, tal como Heather señala, eran de
índole política y negativas. Pero lo que diferencia esta migración de otras
sucedidas a lo largo de la historia es, una vez más según Heather, el grado de
organización con el que se produjo la evacuación de la zona norte del Danubio.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial; line-height: 150%;">La
pregunta, en definitiva, parece seguir en el aire para Heather, ¿era un
ejército listo para la invasión o sólo un pueblo huyendo de la devastación
producida por los hunos? Una vez más volvemos a encontrarnos con la dificultad
que supone la escasez de fuentes completamente fiables<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC3/PAC3_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftn16" name="_ftnref16" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[16]</span></span><!--[endif]--></span></a>:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial; line-height: 150%;">Pero aunque debemos recuperar
del cubo de la basura revisionista el concepto de migración en bloque y bien
organizada para considerarlo una de las grandes cuestiones de la historia de
los treinta años posteriores a 376 […] no podemos olvidar desde luego que no
adoptó la forma que tradicionalmente se tiene de él. Los grupos que entraron en
el Imperio procedían de un mundo bárbaro que ya era política, económica y
culturalmente complejo. No eran “pueblos”, al menos no en el sentido de grupos
de población culturalmente homogéneos. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial; line-height: 150%;">El
relato de esos pueblos, que se había pretendido uniforme hasta la Segunda
Guerra Mundial, había venido muy para el argumentario nacionalista, que
pretendían remontarse en sus orígenes hasta el principio del primer milenio, y
es que, según Heather<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC3/PAC3_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftn17" name="_ftnref17" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[17]</span></span><!--[endif]--></span></a>:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial; line-height: 150%;">Las unidades políticas creadas
por los germanos durante el primer milenio d. C. no fueron, por tanto, grupos
cerrados con una historia ininterrumpida, sino entidades que podían crearse y
destruirse, y que, entretanto, podían aumentar o disminuir de tamaño según las
circunstancias históricas.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial; line-height: 150%;">Pero
ese argumentario debe ser revisado a conciencia. La idea de ancestrales pueblos
consiguiendo su lugar en la Europa que habría de surgir, a base de un ardor
guerrero siempre característico – sea la nación que sea – y puesto a prueba en
numerosas batallas hasta conseguir el espacio que ya en nuestro tiempo debe
continuar defendiéndose de “otros invasores” está muerta y enterrada<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC3/PAC3_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftn18" name="_ftnref18" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><b><span style="line-height: 107%;">[18]</span></b></span><!--[endif]--></span></a>.
La idea sería más bien, en opinión de Heather<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC3/PAC3_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftn19" name="_ftnref19" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[19]</span></span><!--[endif]--></span></a>:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial; line-height: 150%;">[…] es muy importante estar
dispuesto a reexaminar los testimonios que hablan de las migraciones del primer
milenio d. C. sin dar por supuesto que los grupos de población implicados en
ellas tuvieran que estar forzosamente unidos entre sí de un modo tan laxo como
supondrían algunas de las modernas concepciones parciales de la identidad
colectiva. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial; line-height: 150%;">Pero
más allá de los motivos económicos o políticos que provocan la migración, ¿cómo
podemos definirla alejándonos de la visión que de ella tenemos actualmente?
¿Qué papel jugaron los pioneros que partieron en busca de un futuro mejor?
Deberíamos también tener en cuenta la contribución de lo que pudieron ser
pequeños grupos explorando nuevas posibilidades, que permitieron informar al
resto de la oportunidad de encontrar mejores condiciones de vida al otro lado
del Danubio. La pregunta es simple, descartado el modelo de la invasión ¿podría
aplicarse un modelo similar al de la formación de EEUU? Siendo así, y volviendo
a la necesidad de una nueva definición para el término migración, volveremos a
apoyarnos en Heather<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC3/PAC3_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftn20" name="_ftnref20" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[20]</span></span><!--[endif]--></span></a>:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial; line-height: 150%;">Para poner fin a toda esta
variedad de situaciones y evitar las sutilezas numéricas, los estudios sobre la
migración definen la migración «en masa» como una afluencia de seres humanos
(independientemente de cuál sea su número) que cambia la distribución espacial
de la población en cualquiera de los extremos, esto es, en el punto de partida
o en el de llegada, o en los dos, o «que provoca un impacto en el sistema
social o político», de nuevo en cualquiera de los extremos, o en los dos a la
vez.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial; line-height: 150%;">Descripción
que, en mi opinión, elimina directamente la necesidad de entender las
migraciones bárbaras desde un punto de vista cuantitativo. Y es que, en
definitiva, dada la dificultad – por las consabidas carencias de fuentes
completamente fiables – para determinar el número real de migrantes en un
determinado momento y lugar, cabe preguntarse si, una vez eliminada de la
ecuación la hipótesis de la invasión, el número exacto o aproximado es un dato
que aporte valor real al análisis de esas migraciones. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial; line-height: 150%;">¿Cuál
fue realmente el legado de los bárbaros? Quiroga nos advierte del peligro de
entenderlo como una vuelta atrás, un retorno al estado incivilizado anterior al
mundo greco-romano. Dada la exigüidad de las fuentes bárbaras disponibles,
problema ya mencionado anteriormente, nos enfrentamos, una vez más, a una
visión completamente negativa que deriva de ser prácticamente la única que
tenemos, la de los romanos.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial; line-height: 150%;">Acerca
de la pregunta capital que se hace Quiroga, sobre de la conciencia que de ellos
mismos tenían los bárbaros, solo me atreveré a reproducir sus propias palabras,
ya que su respuesta constituye un estupendo corolario<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC3/PAC3_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftn21" name="_ftnref21" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[21]</span></span><!--[endif]--></span></a>: <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial; line-height: 150%;">La pregunta que encabeza este
capítulo, ¿Sabían los bárbaros que eran bárbaros?, tiene una respuesta muy
sencilla, y obvia por otra parte: las gentes barbarae no sólo no tenían
conciencia de ser bárbaros, si no que carecían de cualquier tipo de sentimiento
de pertenecer a un colectivo así denominado y, probablemente, ni siquiera su
‘identidad étnica’ (vid. supra: cap. III) constituía una preocupación, fuera
del ámbito de una reducida élite incentivada por Roma, fundamental en su
devenir cotidiano. Nuestra imagen de los bárbaros es la que Roma nos ha
transmitido.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial; line-height: 150%;">La
historia de las migraciones es la historia de la humanidad, analizar los
procesos migratorios actuales es como una ventana al pasado. Nos muestra, cada
vez, el drama que siempre ha supuesto abandonar una vida para comenzar una
nueva, pero también la esperanza de conseguir un futuro mejor. Le hecho de que
a partir de la Segunda Guerra Mundial se abandonara el modelo de la invasión
bárbara dice mucho del cambio de planteamiento frente a un problema que se ha
convertido en global. Calificar de invasión a la migración de diferentes
pueblos hacia el Danubio, huyendo del ataque de los Hunos, determina más a
quien utiliza la expresión que al hecho en sí mismo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial; line-height: 150%;">Valga
de ejemplo el poco tiempo ha necesitado la ultraderecha en España para
calificar de invasión la llegada de migrantes a Ceuta el pasado lunes 17 de
mayo. Si se ha convenido en dejar de llamar invasión a la llegada de los
bárbaros en el s. IV, aun cuando ha sido aceptado que contenían importantes contingentes
militares, ¿cómo es posible llamar invasión a la televisada llegada de masiva
de niños a Ceuta? Podemos dudar acerca de las diversas fuentes que nos hablan
de diferentes cifras en cuanto a la magnitud de los ejércitos bárbaros, pero,
¿se puede llamar invasión a un hecho sobre el que todo el mundo ha visto la
nula violencia utilizada?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial; line-height: 150%;"> </span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><span face="Arial, sans-serif"> </span><span face="Arial, sans-serif"> </span><span face="Arial, sans-serif"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial; line-height: 150%;">
<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><b><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial; line-height: 150%;">BIBLIOGRAFÍA.<o:p></o:p></span></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><b><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial; line-height: 150%;"> </span></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><span face="Arial, sans-serif" style="line-height: 150%;">Halsall,
G. <i>Las migraciones bárbaras y el
Occidente romano, 376-568</i>. Valencia: </span><span face="Arial, sans-serif" lang="CA" style="line-height: 150%;">Publicacions
de la Universitat de València</span><span face="Arial, sans-serif" style="line-height: 150%;">, 2012, pp. 51-78.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><span face="Arial, sans-serif" style="line-height: 150%;">Heather,
Peter. <i>Emperadores y bárbaros: el primer
milenio de la historia de Europa</i>. </span><span face="Arial, sans-serif" lang="EN-US" style="line-height: 150%;">Barcelona:
Crítica, 2010, pp. 19-56 y 181-242.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" lang="EN-US" style="font-family: arial; line-height: 150%;">Hopkins, Keith. <i>The
Political Economy of the Roman Empire</i>. Oxford University Press, 2009.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><span face="Arial, sans-serif" lang="EN-US" style="line-height: 150%;">Quiroga, Jorge López. </span><span face="Arial, sans-serif" style="line-height: 150%;">¿Sabían los bárbaros
que eran bárbaros? Nuestra imagen de las gentes barbarae a través de las
fuentes. <i>Antigüedad y cristianismo</i>,
2008, no 25, pp. 19-36.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial; line-height: 150%;">Ubric,
Purificación. <i>Formas de integración en el
mundo romano</i>. Madrid: Signifer, 2009, pp. 59-73.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial; line-height: 150%;">Veyne,
Paul. <i>El hombre romano</i>. Madrid:
Alianza Editorial, 1991, pp. 395-422.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial; line-height: 150%;"> </span></p>
<div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></div><span style="font-family: arial;"><!--[if !supportFootnotes]-->
</span><hr size="1" style="text-align: left;" width="33%" />
<span style="font-family: arial;"><!--[endif]-->
</span><div id="ftn1">
<p class="MsoFootnoteText" style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC3/PAC3_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftnref1" name="_ftn1" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[1]</span></span><!--[endif]--></span></a> Paul
Veyne, <i>El hombre romano</i> (Madrid:
Alianza Editorial, 1991), 397.<o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn2">
<p class="MsoFootnoteText" style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC3/PAC3_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftnref2" name="_ftn2" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[2]</span></span><!--[endif]--></span></a> <span lang="EN-US">Keith Hopkin, <i>The Political Economy of the Roman Empire</i>
(Oxford University Press, 2009).<o:p></o:p></span></span></p>
</div>
<div id="ftn3">
<p class="MsoFootnoteText" style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC3/PAC3_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftnref3" name="_ftn3" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[3]</span></span><!--[endif]--></span></a>
Purificación Ubric, <i>Formas de integración
en el mundo romano</i> (Madrid: Signifer, 2009), 60.<o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn4">
<p class="MsoFootnoteText" style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC3/PAC3_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftnref4" name="_ftn4" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[4]</span></span><!--[endif]--></span></a> J. L.
Quiroga, <i>¿Sabían los bárbaros que eran
bárbaros? Nuestra imagen de las gentes barbarae a través de las fuentes</i> (Antigüedad
y cristianismo, 2008, no 25), 24.<o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn5">
<p class="MsoFootnoteText" style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC3/PAC3_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftnref5" name="_ftn5" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[5]</span></span><!--[endif]--></span></a> Purificación
Ubric, <i>Formas de integración en el mundo
romano</i> (Madrid: Signifer, 2009), 61.<o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn6">
<p class="MsoFootnoteText" style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC3/PAC3_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftnref6" name="_ftn6" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[6]</span></span><!--[endif]--></span></a> Ibíd.,
61.<o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn7">
<p class="MsoFootnoteText" style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC3/PAC3_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftnref7" name="_ftn7" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[7]</span></span><!--[endif]--></span></a> Guy Halsall,
Las migraciones bárbaras y el Occidente romano, 376-568 (Valencia: <span lang="CA">Publicacions de la Universitat de
València, 2012</span>), 61.<o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn8">
<p class="MsoFootnoteText" style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC3/PAC3_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftnref8" name="_ftn8" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[8]</span></span><!--[endif]--></span></a> Purificación
Ubric, <i>Formas de integración en el mundo
romano</i> (Madrid: Signifer, 2009), 62.<o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn9">
<p class="MsoFootnoteText" style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC3/PAC3_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftnref9" name="_ftn9" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[9]</span></span><!--[endif]--></span></a> Ibíd.,
72.<o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn10">
<p class="MsoFootnoteText" style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC3/PAC3_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftnref10" name="_ftn10" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[10]</span></span><!--[endif]--></span></a> Ibíd.,
73.<o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn11">
<p class="MsoFootnoteText" style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC3/PAC3_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftnref11" name="_ftn11" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[11]</span></span><!--[endif]--></span></a> Paul
Veyne, <i>El hombre romano</i> (Madrid:
Alianza Editorial, 1991), 415.<o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn12">
<p class="MsoFootnoteText" style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC3/PAC3_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftnref12" name="_ftn12" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[12]</span></span><!--[endif]--></span></a> Ibíd.,
422.<o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn13">
<p class="MsoFootnoteText" style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC3/PAC3_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftnref13" name="_ftn13" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[13]</span></span><!--[endif]--></span></a> Guy
Halsall, Las migraciones bárbaras y el Occidente romano, 376-568 (Valencia: <span lang="CA">Publicacions de la Universitat de València</span>,
2012), 70.<o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn14">
<p class="MsoFootnoteText" style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC3/PAC3_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftnref14" name="_ftn14" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[14]</span></span><!--[endif]--></span></a> Peter Heather,
<i>Emperadores y bárbaros: el primer milenio
de la historia de Europa</i> (Barcelona: Crítica, 2010), 183.<o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn15">
<p class="MsoFootnoteText" style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC3/PAC3_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftnref15" name="_ftn15" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[15]</span></span><!--[endif]--></span></a> Ibíd.,
191.<o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn16">
<p class="MsoFootnoteText" style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC3/PAC3_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftnref16" name="_ftn16" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[16]</span></span><!--[endif]--></span></a> Ibíd.,
241.<o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn17">
<p class="MsoFootnoteText" style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC3/PAC3_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftnref17" name="_ftn17" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[17]</span></span><!--[endif]--></span></a> Peter Heather,
<i>Emperadores y bárbaros: el primer milenio
de la historia de Europa</i> (Barcelona: Crítica, 2010), 40.<o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn18">
<p class="MsoFootnoteText" style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC3/PAC3_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftnref18" name="_ftn18" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[18]</span></span><!--[endif]--></span></a> Ibíd.,
42.<o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn19">
<p class="MsoFootnoteText" style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC3/PAC3_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftnref19" name="_ftn19" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[19]</span></span><!--[endif]--></span></a> Ibíd.,
46-47.<o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn20">
<p class="MsoFootnoteText" style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC3/PAC3_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftnref20" name="_ftn20" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[20]</span></span><!--[endif]--></span></a> Ibíd.,
52.<o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn21">
<p class="MsoFootnoteText" style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC3/PAC3_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftnref21" name="_ftn21" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[21]</span></span><!--[endif]--></span></a> J. L.
Quiroga, <i>¿Sabían los bárbaros que eran
bárbaros? Nuestra imagen de las gentes barbarae a través de las fuentes</i> (Antigüedad
y cristianismo, 2008, no 25), 35.</span><o:p></o:p></p>
</div>
</div>Mario Lorenzhttp://www.blogger.com/profile/02901763308817242377noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5683398022820004471.post-78229171817001543992022-12-03T14:02:00.000+01:002023-04-29T14:07:57.838+02:00Controversias científico-técnicas en la wikipedia. Energía nuclear<p style="text-align: left;"><b style="text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;"> </span></b></p><p style="text-align: left;"><b><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">Versiones analizadas:</span></b></p>
<p class="MsoListParagraphCxSpFirst" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-align: left; text-indent: -18pt;"><!--[if !supportLists]--><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">-<span style="font-family: "Times New Roman"; font-feature-settings: normal; font-kerning: auto; font-optical-sizing: auto; font-stretch: normal; font-variant-alternates: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-variation-settings: normal; line-height: normal;">
</span></span><!--[endif]--><b><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">Wikipedia:
</span></b><a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Energ%C3%ADa_nuclear"><b><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">https://es.wikipedia.org/wiki/Energ%C3%ADa_nuclear</span></b></a><b><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;"> <o:p></o:p></span></b></p>
<p class="MsoListParagraphCxSpLast" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-align: left; text-indent: -18pt;"><!--[if !supportLists]--><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">-<span style="font-family: "Times New Roman"; font-feature-settings: normal; font-kerning: auto; font-optical-sizing: auto; font-stretch: normal; font-variant-alternates: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-variation-settings: normal; line-height: normal;">
</span></span><!--[endif]--><b><span lang="CA" style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">Vikipèdia</span></b><b><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">: </span></b><a href="https://ca.wikipedia.org/wiki/Energia_nuclear#Seguretat_nuclear"><b><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">https://ca.wikipedia.org/wiki/Energia_nuclear#Seguretat_nuclear</span></b></a><b><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;"><o:p></o:p></span></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-align: left;"><b><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;"> </span></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 6pt; text-align: left;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">Comenzaré
el análisis de la versión española de la Wikipedia según el modelo SCOTT
analizando los principales grupos sociales relevantes (GSR) que intervienen en
la controversia. En un primer grupo podríamos incluir a los propietarios de las
centrales nucleares; en el caso de España sería un grupo muy pequeño, ya que
sólo existen 3 empresas propietarias<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/19.%20Ciencia%20i%20tecnologia%20a%20la%20societat%20contempor%C3%A0nia/4rt%20assaig/Lorenz_Cubero_CTS_PAC4.docx#_ftn1" name="_ftnref1" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[1]</span></span><!--[endif]--></span></a> (Iberdrola, Endesa y
Naturgy) de las 5 centrales nucleares (7 reactores) que existen en todo el
territorio nacional. Las 3 compañías cotizan desde hace años en el IBEX 35. Un
segundo y tercer GSR estaría compuesto, respectivamente, por quienes están a
favor y en contra del uso de la energía nuclear. Me atrevería a añadir un
cuarto GSR, compuesto por colectivos en contra de la energía nuclear
específicamente localizados en zonas próximas a las centrales nucleares, y un
quinto que estaría conformado por el estado que debe regular su uso.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 6pt; text-align: left;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">El
GSR 1 entiende la energía nuclear como un modo de ganar dinero. El GSR 2, a
grandes rasgos, entiende la energía nuclear como un sistema de generar energía
barata, limpia y segura. El GSR 3 asignaría a la energía nuclear valores
contrarios: cara, contaminante y peligrosa. El GSR 4 compartiría el significado
que de la energía nuclear tiene el GSR 3, con el añadido de un mayor activismo
en su contra por razones obvias de proximidad al peligro que entienden suponen
las centrales nucleares. El GSR 5 debería entender la energía nuclear como un
problema a resolver en función de las opiniones de los GSRR 2, 3 y
(especialmente) 4, además de conjugarlo con opiniones técnicamente objetivas
para evaluar la relación riesgo/beneficio. La realidad es, a mi entender, que
el GSR 1 ejerce también una grandísima presión sobre el 5, entre otras maneras,
a través del GSR 2, y es que tal como nos indica el profesor Aibar<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/19.%20Ciencia%20i%20tecnologia%20a%20la%20societat%20contempor%C3%A0nia/4rt%20assaig/Lorenz_Cubero_CTS_PAC4.docx#_ftn2" name="_ftnref2" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[2]</span></span><!--[endif]--></span></a>:” <i>en la mayoría de controversias públicas es posible encontrar
científicos en los distintos lados de la contienda</i>”, por lo que se hace
evidente quien dispone de más capacidad de encontrar científicos para su causa.
<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 6pt; text-align: left;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">Es
manifiesto que la controversia sobre la energía nuclear dista mucho de ser
clausurada y que su estabilización es complicada, al tratarse de una solución
binaria: energía nuclear sí o no. Sólo Alemania parece estar cerca de esa
clausura – tienen prevista la desconexión de este tipo de energía para el año
2022 – aunque seguirá abierto el debate sobre cómo gestionar los residuos
nucleares.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 6pt; text-align: left;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">Siguiendo
la teoría del actor-red, podríamos definir algunos actantes como el uranio, el
operador de panel en la central nuclear, la radioactividad, el ecologista, las
grandes torres de refrigeración, el hijo del vecino del pueblo de al lado de la
central, el guardia de seguridad, los medios de comunicación, el sueldo del CEO
de Iberdrola, el control de acceso a la central nuclear, el cáncer, … <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 6pt; text-align: left;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">Las
traducciones de Latour juegan un papel clave en esta controversia, veámoslo con
un ejemplo desde el punto de vista de los que están a favor de la energía
nuclear: bienestar humano = comodidades = uso aparatos eléctricos = energía
barata = energía nuclear.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 6pt; text-align: left;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">Una
central nuclear es, en sí misma, una caja negra. Cómo pasamos del uranio
extraído de una mina en Husab (Namibia), a calentar la leche en el microondas
de nuestra cocina, es un misterio sobre el que resulta imposible, para el común
de los mortales, hacerse una idea. Buena prueba de ello son las dos versiones
analizadas de la Wikipedia, que se dedican principalmente a explicar de manera
bastante simple – parece ser – los mecanismos técnicos y científicos que entran
en juego. Sin mucho éxito, hay que decirlo, en mi caso, aunque sí con una falsa
sensación – y eso es lo más peligroso – de haber entendido algo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 6pt; text-align: left;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">Sólo
la versión española contiene un punto específico sobre las controversias
alrededor de la energía nuclear, aunque supone únicamente unas 400 palabras
sobre las 16.000 que componen el artículo, es decir, dedica a la discrepancia
alrededor del 2,5% del mismo. Además, la versión española solicita – curiosamente
sólo para la enumeración de las desventajas – referencias que aparezcan en una
publicación acreditada, hecho que he tratado de remediar muy humildemente como
explicaré a continuación. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 6pt; text-align: left;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">La
versión catalana no incluye ninguna mención a la controversia ni contiene
ninguna conexión con el artículo independiente que sí hace referencia a la
misma<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/19.%20Ciencia%20i%20tecnologia%20a%20la%20societat%20contempor%C3%A0nia/4rt%20assaig/Lorenz_Cubero_CTS_PAC4.docx#_ftn3" name="_ftnref3" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[3]</span></span><!--[endif]--></span></a>, aunque es importante
mencionar que en este artículo sí se incluyen numerosas referencias
bibliográficas acreditadas en la enumeración de las desventajas. Lo mismo que
en la versión española de las controversias sobre la energía nuclear<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/19.%20Ciencia%20i%20tecnologia%20a%20la%20societat%20contempor%C3%A0nia/4rt%20assaig/Lorenz_Cubero_CTS_PAC4.docx#_ftn4" name="_ftnref4" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[4]</span></span><!--[endif]--></span></a>, mucho más completa que la
catalana y con conexión directa en el artículo principal sobre energía nuclear.
Ambos artículos ofrecen una perspectiva completamente determinista de la
controversia en cuestión, es por eso que me he permitido realizar una pequeña
contribución en las desventajas de la versión española Wikipedia que permita
aportar una pequeña visión constructivista. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 6pt; text-align: left;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">El
artículo analizado tiene una gran variedad de fuentes y multitud de referencias
bibliográficas, la inmensa mayoría de ellos orientados, aparentemente, a
simplificar un tema que, en mi opinión, difícilmente puede ser sintetizado, como
ya he mencionado anteriormente, y a tratar la energía nuclear como algo neutro.
Fórmulas matemáticas de imposible comprensión, eminentes genios científicos con
nombres que a todos nos suenan que ofrecen, en conjunto, la apariencia de
tenerlo todo bajo control, pero que dejan un espacio muy reducido –
prácticamente inexistente, diría yo – para el debate y el pensamiento crítico
acerca de una tecnología para la que nadie nos preguntó y de la que parece (o
no) que dependemos de manera irremediable.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 6pt; text-align: left;"><br /></p>
<div><!--[if !supportFootnotes]--><br clear="all" />
<hr size="1" style="text-align: left;" width="33%" />
<!--[endif]-->
<div id="ftn1">
<p class="MsoFootnoteText"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/19.%20Ciencia%20i%20tecnologia%20a%20la%20societat%20contempor%C3%A0nia/4rt%20assaig/Lorenz_Cubero_CTS_PAC4.docx#_ftnref1" name="_ftn1" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 107%;">[1]</span></span><!--[endif]--></span></a> <a href="https://www.foronuclear.org/descubre-la-energia-nuclear/energia-nuclear-en-espana/">https://www.foronuclear.org/descubre-la-energia-nuclear/energia-nuclear-en-espana/</a>
[Consultado el 19/05/21]<o:p></o:p></p>
</div>
<div id="ftn2">
<p class="MsoFootnoteText"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/19.%20Ciencia%20i%20tecnologia%20a%20la%20societat%20contempor%C3%A0nia/4rt%20assaig/Lorenz_Cubero_CTS_PAC4.docx#_ftnref2" name="_ftn2" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 107%;">[2]</span></span><!--[endif]--></span></a> Eduard Aibar,
<i>Cultura tecnológica: estudios sobre
ciencia, tecnología y sociedad</i> (Barcelona: ICE Universitat de Barcelona,
2002), p. 112.<o:p></o:p></p>
</div>
<div id="ftn3">
<p class="MsoFootnoteText"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/19.%20Ciencia%20i%20tecnologia%20a%20la%20societat%20contempor%C3%A0nia/4rt%20assaig/Lorenz_Cubero_CTS_PAC4.docx#_ftnref3" name="_ftn3" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 107%;">[3]</span></span><!--[endif]--></span></a> <a href="https://ca.wikipedia.org/wiki/Controv%C3%A8rsia_sobre_l%27energia_nuclear">https://ca.wikipedia.org/wiki/Controv%C3%A8rsia_sobre_l%27energia_nuclear</a>
[Consultado el 23/05/2021]<o:p></o:p></p>
</div>
<div id="ftn4">
<p class="MsoFootnoteText"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/19.%20Ciencia%20i%20tecnologia%20a%20la%20societat%20contempor%C3%A0nia/4rt%20assaig/Lorenz_Cubero_CTS_PAC4.docx#_ftnref4" name="_ftn4" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 107%;">[4]</span></span><!--[endif]--></span></a> <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Controversia_sobre_la_energ%C3%ADa_nuclear">https://es.wikipedia.org/wiki/Controversia_sobre_la_energ%C3%ADa_nuclear</a>
[Consultado el 23/05/2021]<o:p></o:p></p>
</div>
</div>Mario Lorenzhttp://www.blogger.com/profile/02901763308817242377noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5683398022820004471.post-75933235836401490052022-11-12T14:03:00.001+01:002023-04-29T14:07:33.098+02:00Helena de Troya o cómo ser mujer en el mundo clásico <blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><p><i><span style="text-align: right;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;">“¿Qué quiere decir “Helena”? No quiere decir nada. </span></span><span style="text-align: right;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;">Helena está en Esparta, Helena en Menfis, Helena en Troya, Helena en Rodas… </span></span><span style="text-align: right;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;">Hay muchas Helenas, no una sola; </span></span><span style="text-align: right;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;">hay tantas que, al final, ya no hay ninguna.”</span></span></i></p></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><p><span style="font-family: Arial, sans-serif; text-align: right;"><i>Maurizio Bettini y Carlo Brillante. El mito de Helena.</i></span></p></blockquote></blockquote><p> </p><p style="text-align: left;"><b style="text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">¿Quién escribe la historia?</span></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;">Entre el
espectral jurado que, más que escuchar el testimonio de las desdichas sufridas
por Helena, parecen simplemente asistir impávidos a una historia cuyas
tristezas no les son del todo extrañas, y desde el limbo al que ha sido
condenada por su propia leyenda, Carmen Machi nos cuenta, para su descargo, no
sólo su versión de la historia, sino una historia universal por todos conocida.
Es la crónica que nos habla de los motivos que llevan a los hombres a la
guerra, porque nunca ha sido su afán de poder y riqueza lo que los ha lanzado
al caos y la destrucción, por lo menos no desde el punto de vista de quien ha
escrito la historia. Pero también, por encima de todo, es el relato de su vida
o los relatos más bien</span><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC1/PAC1_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftn1" name="_ftnref1" style="font-family: Arial, sans-serif;" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[1]</span></span></span></a><span style="font-family: Arial, sans-serif;">:</span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><i><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">[…] según la época de que se
trate: esposa fiel, adúltera; inocente, o chivo expiatorio y por lo tanto
culpable; símbolo sexual, quintaesencia de la feminidad; meretriz, vampira, o
mejor, vampiresa. Ella puede ser todo esto y no perdurar en ninguno de estos
prototipos</span></i><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">”. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">Helena,
cansada ya de ser juzgada por la historia, no pide más que, de ganar el juicio,
le sea concedido el olvido. Porque nunca fueron suficientes los peregrinos y
mundanos motivos que han causado los mayores horrores, era necesaria Helena,
porque era necesaria la guerra<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC1/PAC1_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftn2" name="_ftnref2" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[2]</span></span><!--[endif]--></span></a>:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><i><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">La antigua democracia es por
tanto el régimen en el que se cuentan todos los que tienen la ciudadanía, en
tanto que tienen acceso a la asamblea donde se toman las decisiones. El
problema es: ¿quién tiene la ciudadanía en la ciudad antigua? […] relativamente
pocos: los varones adultos, en tanto que hijos de padre y madre atenienses,
libres de nacimiento. […] En una palabra, la visión de la ciudadanía se
condensa en la edad clásica en la identidad ciudadano-guerrero. Es ciudadano,
es decir, forma parte de la comunidad de pleno derecho, a través de la
participación en las asambleas decisorias, quien está en condiciones de
ejercitar la principal función de los varones adultos libres: la guerra. <o:p></o:p></span></i></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">Para
justificar muerte y desolación, dolor y desgracia, se hacía ya entonces necesario
un motivo superior; una causa más allá de los hombres era – es y será – siempre
imprescindible para disfrazar el mal ante los que han muerto, mueren o morirán;
bien lo sabían Agamenón y Menelao. Pero debía ser un mal que no ensuciara en
demasía las manos de los dioses, a riesgo de conducirlos al olvido, sino que
les permitiera continuar en su olimpo inaccesible para seguir siendo capaces de
entretenerse juzgando nuestras acciones. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">Me
permito sugerir al espectador que se decida a acudir al tremendo espectáculo
que nos ofrece Carmen Machi, a quien ya en este mismo momento le recomiendo
encarecidamente hacerlo, que permanezca atento en todo momento a la más insignificante
de sus frases y al más leve de sus gestos, porque es posible que le revelen más
verdad sobre la situación de la mujer en nuestro mundo contemporáneo que en el
mundo clásico, que también, y mucho. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">Y que
mejor manera, debieron pensar algunos clásicos, de iniciar el camino de las más
famosas justificaciones que con el mito de Helena, a fin de cuentas, el mito siempre
fue una manera útil para los griegos de<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC1/PAC1_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftn3" name="_ftnref3" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[3]</span></span><!--[endif]--></span></a>:” <i>[…] entender sus vidas y justificar las divisiones y asimetrías
sociales, entre ellas las que diferenciaba a las mujeres de los hombres</i>” y
sigue siéndolo para nosotros. Como muy bien nos explica Maurice Bowra<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC1/PAC1_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftn4" name="_ftnref4" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[4]</span></span><!--[endif]--></span></a>: <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><i><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">Todos los pueblos que no han
alcanzado aún el estadio en el que la ideas pueden expresarse de modo abstracto
y en los que el pensamiento científico es aún muy reducido, tienen en común una
manera mítica de pensar. […] Eran particularmente útiles para dar formas vivas
a temas en los que los términos abstractos eran inadecuados. <o:p></o:p></span></i></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">En el
caso de Helena, difícil expresarlo mejor que la Catedrática de Filología Latina
de la Universidad Complutense de Madrid<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC1/PAC1_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftn5" name="_ftnref5" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[5]</span></span><!--[endif]--></span></a>: <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><i><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">Si ha habido un personaje de
la mitología clásica ensalzado y vilipendiado a través de los tiempos, podemos
decir que ese es Helena, Helena de Troya. Desde ser considerada casi una diosa,
paradigma de belleza, o instrumento de los designios divinos, hasta tenerla
como prototipo de adúltera, de mujer objeto o como la Mata Hari de la
antigüedad, Helena ha pasado por todo.<o:p></o:p></span></i></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">Y que
mejor chivo expiatorio que una mujer, al fin y al cabo, ya se había hecho parte
del trabajo, ¿o es que no fue Pandora, la primera mujer, ofrecida a los hombres
como venganza por engañar al gran dios Zeus?<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC1/PAC1_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftn6" name="_ftnref6" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[6]</span></span><!--[endif]--></span></a>:” <i>Enfurecido de nuevo, el padre de los dioses impuso al titán uno de los
terribles castigos eternos de la mitología griega y, a los hombres, otra
condena permanente, la creación de la primera mujer</i>”. Es decir, como
también nos dice Picazo<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC1/PAC1_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftn7" name="_ftnref7" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[7]</span></span><!--[endif]--></span></a>:” <i>La primera mujer del mito griego no fue creada como compañera del
hombre, como en el caso de Eva, sino como su castigo</i>”.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">Utilizada
desde su niñez como herramienta política reproductora, raptada y violada por
Teseo cuando era una niña de tan solo nueve años; casada, y violada una vez más
por Menelao cuando contaba con tan solo catorce, bebe ambrosía para olvidar la
rabia de todas las injusticias que ha sufrido. Bebe, bebe y bebe, pero no
consigue huir de su castigo, ni tan solo olvidar para descansar. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">Rehén
de una belleza que le ha sido concedida por su padre para que juegue su papel
entre los hombres, es entendida por Helena como su castigo. Siempre en manos de
otros, nunca dueña de su propio destino, la profesora Saquero se pregunta<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC1/PAC1_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftn8" name="_ftnref8" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[8]</span></span><!--[endif]--></span></a>:”<i> ¿fue en algún momento dueña de su destino? Ella ha resistido a todo y
a todos hasta nuestro tiempo</i>”, tal como Helena se pregunta la razón por la
que Aquiles le dio esperanzas al prometerle que podría elegir marido, ¿qué
necesidad había?, no era esa su elección como tampoco lo era de ninguna otra
mujer en Grecia<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC1/PAC1_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftn9" name="_ftnref9" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[9]</span></span><!--[endif]--></span></a>:”
<i>La inteligencia femenina carece de la
autoridad masculina y, por tanto, se justifica la necesidad de mantenerla de
por vida bajo el control de un guardián</i>”.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">Pero Helena,
encarnada en la extraordinaria Carmen Machi, se rebela contra el papel que le
ha asignado el destino; empoderada, desafía a su padre y con ello al papel que
la sociedad ha estipulado para ella, poniendo de este modo en peligro la
institución que es la base de la misma, la familia<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC1/PAC1_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftn10" name="_ftnref10" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[10]</span></span><!--[endif]--></span></a>:” <i>La naturaleza irracional de las mujeres y esa tendencia a someterse a
sus pasiones plantean el posible peligro del adulterio, es decir, de la
intrusión de un hijo ilegítimo, que podría alterar la sucesión correcta de la
familia</i>”.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">Y es
la decisión de irse con Paris la que marca el inicio y el fin del desafío. La única
decisión que tomará por sí sola en su vida y por la que va a ser juzgada
durante siglos por defensores y detractores, pero sin posibilidad de que ella
misma pueda exponer sus argumentos; hasta ahora. La ilusión de su amor por
Paris la hace sentirse libre por primera vez en la vida y durante su viaje a
Troya vive su momento más dulce. Pero al llegar a la ciudad que quedará ligada
a su nombre para siempre vuelve a la realidad de su tiempo; Paris ha
conquistado por fin el anhelado corazón de su pueblo al arrebatar a los griegos
su tesoro más preciado, deshonrando la base misma de su sistema de organización<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC1/PAC1_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftn11" name="_ftnref11" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[11]</span></span><!--[endif]--></span></a>:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><i><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">Lo moderno de la aproximación
a los griegos consiste (…) en intentar acercarse a ellos, para interpretar su
legado cultural por referencia a la sociedad en la que vivían, y no por
referencia a la nuestra. Los numerosos estudios realizados ya en esa dirección
permiten constatar unos resultados muy positivos en la relectura de unos
clásicos que no por menos idealizados resultan menos atractivos e interesantes
para nosotros. […] Y no hacemos, con ello, en realidad, sino dejarnos llevar de
la mano de Aristóteles, cuando nos presenta la polis y el oikos como las dos
formas principales de comunidad humana. […] Lo que ya no se discute es que el
oikos constituía la pieza básica del tejido social de la Grecia arcaica. <o:p></o:p></span></i></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">Aquí
tenemos una de las razones principales para la elección del mito de Helena como
causante de la Guerra de Troya, uno de los motivos principales de su
efectividad y perdurabilidad: el ataque directo, a través del rapto de Helena,
a la estructura misma del sistema social griego. Poca afrenta más grande podía
haber para un griego, y no hablo en este caso de Menelao, que la destrucción de
su oikos<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC1/PAC1_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftn12" name="_ftnref12" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[12]</span></span><!--[endif]--></span></a>:
<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><i><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">La unidad básica del pueblo
griego es el oikos, una palabra que engloba la casa, la hacienda y el
patrimonio, y también núcleo habitacional y familiar, en paralelo con la idea
de genos o estirpe familiar</span></i><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">”. Tal como Marina Picazo nos dice<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC1/PAC1_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftn13" name="_ftnref13" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[13]</span></span><!--[endif]--></span></a>:” <i>Matrimonio y adulterio implicaban directamente a las mujeres y a su
papel social central, el de reproductoras de ciudadanos legítimos</i>.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">Esa
era la supuesta tarea de Helena en toda esta historia, la de reproductora que
permitiera la continuación de la estirpe griega, ese era el papel al que
renuncia con el abandono de Menelao, y lo que iba a condenarla al juicio eterno<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC1/PAC1_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftn14" name="_ftnref14" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[14]</span></span><!--[endif]--></span></a>:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><i><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">Cuando un hombre se casaba, su
mujer se convertía en miembro de su casa, pero el matrimonio no implicaba la
fundación de un oikos, sino su continuidad con el futuro nacimiento de un
heredero. Un hombre podía tener un oikos sin esposa, pero un oikos sin un
cabeza de familia estaba vacío, aunque lo ocupase su viuda embarazada. Desde el
punto de vista griego, el oikos era un hombre y sus propiedades, no un marido,
esposa e hijos.<o:p></o:p></span></i></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">Pero
en los veinte años que pasarán hasta la definitiva caída de Troya, tiempo habrá
de que esa fugaz felicidad sentida por Helena, traída por una efímera victoria
sobre los poderosos griegos, se torne en odio y rencor. Ni el mismo Paris se
sentirá capaz ya de defenderla una vez Aquiles mate a Troilo, su hermano más
querido, dejando a su esposa a merced de las masas y culpándola, también,
finalmente, de haber traído la desgracia a Troya. Queda ya entonces Helena,
definitivamente sola e indefensa, frente al juicio de griegos, troyanos y el de
la misma historia. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">Pero,
¿sobre quién descargará el pueblo troyano tanto rencor por los años de guerra?,
¿sobre Paris, el causante de la afrenta? En ningún caso, todo lo bueno que su
pueblo veía en Paris sigue igual de impoluto, no en cambio el papel de Helena,
cuya belleza ya no parece compensar el sufrimiento al que se los está
sometiendo. Como ella misma nos cuenta, lo que en Paris era valor, ahora es
debilidad para Helena, su hazaña frente a los griegos es ahora una traición, el
amor evocado por Helena se ha tornado en vicio y la honra recuperada para los
troyanos es ahora deshonra en la guerra, como la gloria del vencedor,
representada en la raptada belleza espartana, es ahora vergüenza frente a la
culpable de todos sus males. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">Cuando
Paris huye cobardemente de su enfrentamiento con Menelao, Helena queda
definitivamente sola en Troya y, harta de ser utilizada como coartada para la
barbarie, pide ser entregada a Menelao; sin su amor, ¿qué sentido tiene ya
permanecer allí? Aun siendo plenamente consciente de que supondría para ella
una muerte segura, la prefiere al tormento de estar separada de su enamorado. Pero
Paris vuelva al campo de batalla y, en un último gesto heroico, es herido de
muerte, pero no lo ha hecho por su amada, lo que zanja definitivamente la
trágica historia de amor.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">En un
último arrebato de cordura, completamente ebria ya de ambrosía y de loco amor
por Paris, Helena pide a su impertérrito jurado que su nombre deje de
utilizarse como coartada del odio, la destrucción y el ansia de poder de los
hombres para, sin esperar el veredicto – porque no lo necesita – dirigirse al alba
y descansar. Quizás lo más doloroso para ella siempre fue el no haber tenido la
ocasión de ser escuchada. Es por eso que, probablemente, lo menos importante
del juicio a una zorra sea el veredicto final para el que, quien se sienta
libre de culpa, se atreva a condenarla.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;"> </span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">Mario
Lorenz<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;"> <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;"> </span></p>
<span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 107%;"><br clear="all" style="mso-special-character: line-break; page-break-before: always;" />
</span>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 107%;"> </span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><b><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">BIBLIOGRAFÍA.<o:p></o:p></span></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><b><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;"> </span></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">Bowra, Maurice. <i>La
Atenas de Pericles</i>. Madrid: Alianza Editorial, 2015.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">Canfora, Luciano. <i>El
hombre griego</i>. Madrid: Alianza Editorial, 1993.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">Hernández, David y Raquel López. <i>Civilización griega.</i> Madrid: Alianza Editorial, 2014.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">Picazo, Marina. <i>Alguien
se acordará de nosotras: mujeres en la ciudad griega antigua</i>. Barcelona: Ed.
Bellaterra, 2008.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">Saquero, Pilar. "Helena de Troya: una heroína
controvertida ". Asparkia: Investigació feminista, Nº 25 (2014): 113-126.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;"> </span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;"> </span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">Foto
de portada: </span><a href="https://www.heraldo.es/noticias/ocio-y-cultura/2020/08/18/obra-de-teatro-juicio-a-una-zorra-carmen-machi-serie-hbo-1391412.html"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">https://www.heraldo.es/noticias/ocio-y-cultura/2020/08/18/obra-de-teatro-juicio-a-una-zorra-carmen-machi-serie-hbo-1391412.html</span></a><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;"> <b><o:p></o:p></b></span></p>
<div><!--[if !supportFootnotes]--><br clear="all" />
<hr size="1" style="text-align: left;" width="33%" />
<!--[endif]-->
<div id="ftn1">
<p class="MsoFootnoteText"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC1/PAC1_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftnref1" name="_ftn1" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 107%;">[1]</span></span><!--[endif]--></span></a> Pilar
Saquero, “Helena de Troya: una heroína controvertida”, Asparkia: <span lang="CA">Investigació</span> feminista, Nº 25 (2014): 124.<o:p></o:p></p>
</div>
<div id="ftn2">
<p class="MsoFootnoteText"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC1/PAC1_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftnref2" name="_ftn2" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 107%;">[2]</span></span><!--[endif]--></span></a> Luciano
Canfora, <i>El hombre griego</i> (Madrid:
Alianza Editorial, 1993), 145-146.<o:p></o:p></p>
</div>
<div id="ftn3">
<p class="MsoFootnoteText"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC1/PAC1_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftnref3" name="_ftn3" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 107%;">[3]</span></span><!--[endif]--></span></a> Marina
Picazo, <i>Pandora, el inicio de la
misoginia occidental</i> (Bellaterra: Ed. Bellaterra, 2008), 32.<o:p></o:p></p>
</div>
<div id="ftn4">
<p class="MsoFootnoteText" style="margin-left: 70.8pt; text-indent: -70.8pt;"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC1/PAC1_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftnref4" name="_ftn4" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 107%;">[4]</span></span><!--[endif]--></span></a>
Maurice Bowra, <i>La Atenas de Pericles</i> (Madrid:
Alianza Editorial, 2015), 178.<o:p></o:p></p>
</div>
<div id="ftn5">
<p class="MsoFootnoteText"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC1/PAC1_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftnref5" name="_ftn5" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 107%;">[5]</span></span><!--[endif]--></span></a> Saquero,
Helena de Troya…, 114.<o:p></o:p></p>
</div>
<div id="ftn6">
<p class="MsoFootnoteText"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC1/PAC1_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftnref6" name="_ftn6" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 107%;">[6]</span></span><!--[endif]--></span></a> Picazo,
Pandora…, 34.<o:p></o:p></p>
</div>
<div id="ftn7">
<p class="MsoFootnoteText"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC1/PAC1_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftnref7" name="_ftn7" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 107%;">[7]</span></span><!--[endif]--></span></a> Picazo,
Pandora…, 35.<o:p></o:p></p>
</div>
<div id="ftn8">
<p class="MsoFootnoteText"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC1/PAC1_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftnref8" name="_ftn8" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 107%;">[8]</span></span><!--[endif]--></span></a> Saquero,
Helena de Troya…, 123.<o:p></o:p></p>
</div>
<div id="ftn9">
<p class="MsoFootnoteText"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC1/PAC1_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftnref9" name="_ftn9" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 107%;">[9]</span></span><!--[endif]--></span></a> Picazo,
Pandora…, 36.<o:p></o:p></p>
</div>
<div id="ftn10">
<p class="MsoFootnoteText"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC1/PAC1_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftnref10" name="_ftn10" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 107%;">[10]</span></span><!--[endif]--></span></a> Picazo,
Pandora…, 38.<o:p></o:p></p>
</div>
<div id="ftn11">
<p class="MsoFootnoteText"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC1/PAC1_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftnref11" name="_ftn11" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 107%;">[11]</span></span><!--[endif]--></span></a> David
Hernández y Raquel López, <i>Civilización
griega</i> (Madrid: Alianza Editorial, 2014), 65-66.<o:p></o:p></p>
</div>
<div id="ftn12">
<p class="MsoFootnoteText"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC1/PAC1_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftnref12" name="_ftn12" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 107%;">[12]</span></span><!--[endif]--></span></a> Ibíd., 42.<o:p></o:p></p>
</div>
<div id="ftn13">
<p class="MsoFootnoteText"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC1/PAC1_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftnref13" name="_ftn13" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 107%;">[13]</span></span><!--[endif]--></span></a> Marina Picazo,
<i>Alguien se acordará de nosotras: mujeres
en la ciudad griega antigua</i> (Barcelona: Ed. Bellaterra, 2008), 54.<o:p></o:p></p>
</div>
<div id="ftn14">
<p class="MsoFootnoteText"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC1/PAC1_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftnref14" name="_ftn14" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 107%;">[14]</span></span><!--[endif]--></span></a> Ibíd.,
51.<o:p></o:p></p>
</div>
</div>Mario Lorenzhttp://www.blogger.com/profile/02901763308817242377noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5683398022820004471.post-66455183054041601082022-09-17T13:51:00.004+02:002023-04-29T13:57:44.139+02:00El género y la política de los artefactos <p> </p><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><p style="text-align: left;"><i><span style="text-align: right;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;">“El impacto más importante de la escritura en la historia humana </span></span><span style="text-align: right;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;">es precisamente el cambio gradual de la manera en que los humanos piensan y
ven el mundo. </span></span><span style="text-align: right;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;">La asociación libre y el pensamiento holístico </span></span><span style="text-align: right;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;">han dado paso a la compartimentalización y la burocracia.” </span></span></i></p></blockquote></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><p style="text-align: left;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; text-align: right;"><i>Yuval N. Harari, Sapiens. De animales a dioses.</i></span></p></blockquote></blockquote></blockquote>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: right;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"> </span><span style="font-family: Arial, sans-serif; text-align: center;"> </span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; text-align: justify;">Es posible que uno de los
argumentos más potentes en contra del clásico determinismo que ha venido
rigiendo el camino de la percepción que de la tecnología ha tenido desde
siempre la sociedad, sea la eventualidad de que los artefactos, productos de
esa tecnología, o la misma tecnología, tengan política; veamos cómo. Si tenemos
en cuenta una de las principales acepciones que podemos atribuir a la política,
a saber, las relaciones de poder que se establecen entre individuos, deberemos
empezar por preguntarnos el papel de esos dispositivos en esas relaciones de
poder entre individuos o quizás, desde una perspectiva constructivista, que
desarrollaré a lo largo del ensayo, diluir esas diferencias entre objeto y
sujeto.</span><span style="font-family: Arial, sans-serif; text-align: justify;"> </span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 107%;">Tal como nos indica el
profesor </span><span lang="CA" style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 107%;">Eduard</span><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 107%;"> Aibar
a propósito del determinismo tecnológico, se trata, en resumen, de<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/19.%20Ciencia%20i%20tecnologia%20a%20la%20societat%20contempor%C3%A0nia/2on%20assaig/Lorenz_Cubero_CTS_PAC2.docx#_ftn1" name="_ftnref1" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[1]</span></span><!--[endif]--></span></a>:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><i><span lang="CA" style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 107%;">la idea
que la tecnologia constitueix l'agent causal més important en els canvis
socials al llarg de la història; la tesi, en resum, de què el canvi tecnològic
determina el canvi social o, dit d'una altra manera, que la tecnologia és,
senzillament, el motor de la història.<o:p></o:p></span></i></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 107%;">La duda radica – y significa
para mí un escollo importante en esta mi primera aproximación al
constructivismo más radical según el modelo SCOT, que viene a cuestionar esa
idea de la tecnología como el principal motor de la historia – en el alcance de
la influencia de la sociedad en esa modulación del poder de la tecnología a lo
largo de nuestra historia:<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/19.%20Ciencia%20i%20tecnologia%20a%20la%20societat%20contempor%C3%A0nia/2on%20assaig/Lorenz_Cubero_CTS_PAC2.docx#_ftn2" name="_ftnref2" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[2]</span></span><!--[endif]--></span></a><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><i><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 107%;">El problema se establece cuando se intenta
precisar la extensión de la influencia de lo social en lo científico. Es decir,
si no hay nada más que la mera construcción social -relativismo- o si queda
algún papel a la evidencia científica.<o:p></o:p></span></i></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 107%;">Es ahí donde juega su papel en
este texto el profesor Langdon, que no va a solventar mi dilema de forma
directa, pero si ayudar provocativamente con la atribución (o no) de poderes
políticos, hasta ahora solo atribuibles al sujeto, a esos objetos que, según afirma
el constructivismo, podrían no ser tan influyentes, o al menos no tanto como
habíamos podido pensar hasta ahora, y de esta forma dejar de ser nosotros, como
sociedad, simples sujetos pasivos que bailan al son que marca la tecnología. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;">Qué mejor forma de romper esa
barrera que atribuyendo a los dispositivos capacidades que, intuitivamente,
solo creeríamos propias de la sociedad que pretenden cambiar. Es de esta forma
como se evidencia la </span><i style="font-family: Arial, sans-serif;">bidireccionalidad</i><span style="font-family: Arial, sans-serif;">
y la </span><i style="font-family: Arial, sans-serif;">simetría</i><span style="font-family: Arial, sans-serif;"> entre tecnología y sociedad
tan propia del modelo SCOT; tan fácil de asumir la primera, como
contraintuitiva es – en mi opinión – la segunda.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 107%;">Langdon nos presenta dos
estudios de caso, en la línea de la profunda vocación empírica del modelo SCOT
y ANT – del que más adelante hablaré – para argumentar a favor de su tesis;
pero ya que hemos definido anteriormente lo que se entenderá como “política”, es
conveniente también centrar un poco más el término “tecnología” que, según él
mismo, se referirá a<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/19.%20Ciencia%20i%20tecnologia%20a%20la%20societat%20contempor%C3%A0nia/2on%20assaig/Lorenz_Cubero_CTS_PAC2.docx#_ftn3" name="_ftnref3" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[3]</span></span><!--[endif]--></span></a>:” <i>piezas o sistemas más o menos grandes de hardware de cierto tipo
especial</i>”. El primero de esos estudios de caso nos hablará de cuando esa
tecnología es utilizada para<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/19.%20Ciencia%20i%20tecnologia%20a%20la%20societat%20contempor%C3%A0nia/2on%20assaig/Lorenz_Cubero_CTS_PAC2.docx#_ftn4" name="_ftnref4" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[4]</span></span><!--[endif]--></span></a> <i>alcanzar un determinado fin dentro de una comunidad</i>. El segundo nos
descubrirá las implicaciones políticas – no evidentes – que tienen la adopción
de un cierto tipo de tecnología. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 107%;">En el primer caso, Langdon nos
presenta a Robert Moses, urbanista de gran influencia en Estados Unidos durante
la segunda mitad del s. XX, quien se encargó de diseñar, entre otros muchos
grandes proyectos, los puentes sobre las avenidas de Long Island, en la ciudad
de Nueva York. Cualquiera podría pensar, sin profundizar demasiado, que su
reducida altura podía ser debida a algún complejo y técnicamente
super-razonable motivo de eficiencia, que es lo que uno suele pensar de la
tecnología y lo que le confiere su pretendida neutralidad. Sin embargo, a poco
que uno profundice en estudios constructivistas como el de Langdon, descubrirá
que los motivos para utilizar esa tecnología pueden ser más prosaicos, y que
muchas veces, también, pueden ser utilizados para modificar esas relaciones de
poder entre individuos de las que hablábamos al principio, es decir, para hacer
política. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 107%;">Para un determinado grupo
social relevante (GSR), en este caso las clases más desfavorecidas, el diseño
significaba la imposibilidad de desplazarse a los fantásticos parques y playas
de Long Island, ya que impedía la llegada de autobuses, que con sus doce pies
de altura no podían superar los 9 pies de esos pasos elevados. El otro GSR, con
suficiente capacidad adquisitiva para desplazarse en su propio vehículo, no
debía tener ningún problema. La <i>flexibilidad
interpretativa</i> acerca del diseño utilizado establece un claro sesgo de
clase. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 107%;">Siguiendo el modelo SCOT, cuyo
nacimiento es posterior a los hechos perpetrados por el Sr. Moses, podríamos
concluir que la controversia entre los dos GSR – dicho desde una perspectiva
marxista – no llevaron a la <i>clausura</i>
y <i>estabilización</i> de la tecnología
utilizada, obviamente por la imposibilidad de modificar el “artefacto” sin
incurrir en grandes costes. Y es que Moses pertenecía a otro <i>marco tecnológico</i>, el que incluye a los
que no necesitan desplazarse en transporte público ni les gusta ver pobres en
sus ricos barrios. Moses utiliza este diseño para dividir a la sociedad, tal
como podrían hacerlo, por ejemplo, dos partidos políticos. En este tipo de
casos es donde los estudios CTS pueden ofrecer una valiosa ayuda,
proporcionando una mejor perspectiva sobre el uso no-inmediato que conllevará
una determinada tecnología.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 107%;">En su segundo caso de estudio,
más potente y mucho menos evidente que el anterior según mi opinión, Langdon
nos muestra las implicaciones sociales que conllevan la elección de ciertas
tecnologías y que le llevan a evidenciar el carácter <i>inherentemente político</i> de las mismas<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/19.%20Ciencia%20i%20tecnologia%20a%20la%20societat%20contempor%C3%A0nia/2on%20assaig/Lorenz_Cubero_CTS_PAC2.docx#_ftn5" name="_ftnref5" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[5]</span></span><!--[endif]--></span></a>:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><i><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 107%;">[…] la adopción de un determinado sistema
técnico requiere de hecho la creación y mantenimiento de un conjunto particular
de condiciones sociales como ambiente de funcionamiento de dicho sistema. Esta
posición es la que sostiene un autor contemporáneo que mantiene que: "si
aceptamos la construcción de centrales nucleares, también aceptamos la
existencia de una élite de técnicos, científicos, industriales y militares. Sin
este tipo de gente, no podríamos tener energía nuclear" (Mander, 1978)<o:p></o:p></span></i></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 107%;">La pregunta que cabe hacerse
es, según Langdon, si aceptamos la energía nuclear por unas determinadas
cualidades técnicas o se nos ofrece a la sociedad como medio para llegar a un
determinado sistema de organización. ¿Qué elegirá un gobernante como tecnología
para ofrecer a sus ciudadanos, una que le permita un mayor control u otra le
permita una mayor independencia de él como podrían ser las renovables? Langdon
no ofrece la respuesta, pero plantea claramente, para nuestra consciencia, el
fin político del camino al que lleva una elección u otra.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 107%;">Siguiendo la tesis de Langdon,
podemos entonces asignar capacidades políticas a la tecnología, la pregunta que
me viene a la cabeza es, ¿podríamos llevar el reto un paso más allá todavía en
el desmontaje de las categorías? La investigadora visitante de la Universidad
de California, Verónica Sanz, cree que sí y desde una perspectiva de género
afirma que: <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><i><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 107%;">El feminismo constructivista afirma que el
género no sólo se “asocia” a las tecnologías una vez estas construidas, sino
que es incorporado a la propia materialidad de los artefactos […]. Los procesos
de generización se incorporan al nivel “material” de estas […]. Si las
relaciones de género están “incorporadas” a los aparatos, estos van a
contribuir, a su vez, a construir y a reforzar esas relaciones. <o:p></o:p></span></i></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 107%;">En realidad, no creo que se
trate de una aproximación muy diferente a la de Langdon. La Dra. Sanz no hace
sino analizar unos estudios de caso en los que tratará de evidenciar unas
relaciones de poder, también asimétricas, ya no entre individuos, sino entre géneros,
con el mismo fin de eliminar la ya mencionada dualidad objeto-sujeto, tan
propia de la teoría constructivista del actor-red (ANT). Aunque con un
importante apunte sólo esbozado anteriormente y verbalizado aquí por Sanz<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/19.%20Ciencia%20i%20tecnologia%20a%20la%20societat%20contempor%C3%A0nia/2on%20assaig/Lorenz_Cubero_CTS_PAC2.docx#_ftn6" name="_ftnref6" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[6]</span></span><!--[endif]--></span></a>:” […] <i>la teoría clásica de ANT no desarrolla el hecho de que existe una gran
diferencia estructural de poder entre los distintos actores de las redes</i>”,
afirmación que también podría aplicarse al sesgo de clase evidenciado por Langdon.
Parece como si la teoría constructivista estuviera más dispuesta a reconocer la
simetría, en cuanto a influencia mutua de tecnología y sociedad, que entre los
GSR que la componen.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 107%;">Como Langdon, Sanz nos
presenta una serie de estudios de caso que siguen mostrando la importancia de
estudiar la tecnología cuando se está creando<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/19.%20Ciencia%20i%20tecnologia%20a%20la%20societat%20contempor%C3%A0nia/2on%20assaig/Lorenz_Cubero_CTS_PAC2.docx#_ftn7" name="_ftnref7" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[7]</span></span><!--[endif]--></span></a>:” <i>los procesos de ‘generización’ comienzan ya en las fases de diseño e
innovación</i>”. Nos habla en primer
lugar del peculiar diseño de ciertas máquinas de afeitar eléctricas para
mujeres estudiado por Ellen van Oost (2003), cuyo aspecto tecnológico no parece
ser del gusto femenino; es por eso que, según Sanz, presentan una mecánica
diferente que impide abrirlas para manipular su interior. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 107%;">La conclusión de es que este
artefacto muestra las ideas preconcebidas de los diseñadores, a saber<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/19.%20Ciencia%20i%20tecnologia%20a%20la%20societat%20contempor%C3%A0nia/2on%20assaig/Lorenz_Cubero_CTS_PAC2.docx#_ftn8" name="_ftnref8" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[8]</span></span><!--[endif]--></span></a>:” <i>mujeres tecnófobas y tecnológicamente incompetentes</i>”. En mi
opinión, la conclusión del estudio dice más de las ideas preconcebidas de van
Oost acerca de las mujeres que de los diseñadores de la máquina de afeitar
eléctrica femenina. Es, creo, un buen ejemplo de lo que la misma Sanz concluye
como peligro<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/19.%20Ciencia%20i%20tecnologia%20a%20la%20societat%20contempor%C3%A0nia/2on%20assaig/Lorenz_Cubero_CTS_PAC2.docx#_ftn9" name="_ftnref9" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[9]</span></span><!--[endif]--></span></a>:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><i><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 107%;">Una perspectiva feminista constructivista
se compromete explícitamente a no perpetuar los esencialismos de género, riesgo
que se corre a menudo (aunque sea inconscientemente) cuando realizamos
cualquier investigación con perspectiva de género. <o:p></o:p></span></i></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 107%;">¿No es, en definitiva, el
actante <b>hombre – máquina (masculina)</b>
equivalente al actante <b>mujer – máquina
(femenina)</b>? ¿Por qué debe establecerse la misma relación interna?, es
decir, ¿por qué no puede la mujer establecer una relación diferente con su
máquina que pueda ser tenida en cuenta por los diseñadores? <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;">En el segundo y tercer caso,
nos muestra el mismo proceso de </span><i style="font-family: Arial, sans-serif;">generización</i><span style="font-family: Arial, sans-serif;">
aplicado al diseño de los procesadores de texto y softwares de recepción de
llamadas en sendos estudios realizados por Janette Hofmann (1999) y Mass - Rommes
(2007), en el que se repite el mismo esquema anterior. Un software aparentemente
creado para simples y torpes secretarias o recepcionistas a las que se les
pedía poco más que escribir a máquina o descolgar el teléfono.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 107%;">Me cuesta creer, sin ninguna
intención de contradecir un estudio del que no se dan más detalles, que los
programadores se empecinaran de esa manera en obstaculizar el trabajo de sus
propios clientes incluso a costa de reducir su productividad, y no pueda ser
achacado simplemente a un error de diseño en unos años en los que ningún
software era sencillo de utilizar para nadie. Diversas preguntas no dejan de
rondar mi cabeza: ¿quién puede descartar que el mismo software no hubiera
tenido el mismo resultado si hubiera sido utilizado por secretarios y tele
operadores?, ¿hubieran preguntado los diseñadores cómo preferían que se
desarrollara el software si los empleados hubieran sido hombres?, ¿cómo es
tenido en cuenta este hecho en los estudios de caso mencionados?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 107%;">El cuarto caso presentado es
el de Anne-Jorunn Berg (1999), aun sin exhibir de salida el sesgo de género,
sigue en la misma línea que los anteriores. No puedo evitar preguntarme el
resultado del mismo análisis si los diseñadores hubieran tenido en cuenta las
tareas asignadas a priori, por la propia autora del estudio, a las mujeres, es
decir, una casa diseñada, de salida, para que la cocina pueda ser fácilmente
limpiada. Siguiendo el concepto de traducción propuesto por Callon y Latour, me
atrevo en este punto a proponer una muy simple traducción: casa inteligente = tecnología
= bienestar de la familia = casa confortable para el hombre = casa confortable
para la mujer = casa confortable para los hijos = felicidad. Podríamos decir
que, de alguna manera, la caja negra de las “casas sólo para hombres” se ha
abierto y, por primera vez, deben tenerse en cuenta también otros patrones de
uso y principalmente el femenino.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 107%;">El quinto y último caso de
Rommes (2002) vuelve a insistir en lo mismo, el estudio sobre la Ciudad Digital
de Ámsterdam me parece redundante y no puedo esquivar la impresión de que, una
vez más, en cuanto a los estudios de caso se refiere, parece primar más la cantidad
de los mismos que su calidad. Y no me refiero aquí, por supuesto, a la calidad
del estudio en sí, sino a los ejemplos seleccionados.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 107%;">Habiendo desgranado ya mi
posición a lo largo del ensayo y admitiendo de salida mi opinión de que los
artefactos tienen tanta política como género, he de confesar que se trata para
mí de un razonamiento más bien intuitivo, aunque potenciado después de haberme
introducido en las teorías constructivistas, sobretodo, y he de resaltarlo
vehementemente, en el caso de la asignación de género. <i>A priori</i>, me parecen mucho más consistentes – aunque, una vez más,
he de decir que me gustaría profundizar mucho más en ambos casos – los estudios
de Langdon que los presentados por Sanz. Y, dado el enorme peso que tienen los
estudios de caso en el constructivismo social, no puedo sino remarcar que no
consigo desprenderme de la sensación de que esa tan mencionada simetría entre
ciencia, tecnología y sociedad es algo más pretendida que real, más teórica que
práctica, y que necesito analizar más estudios de caso y más potentes, o contrarrestarla
con una mayor profundización por mi parte, para rendir mi moderado determinismo
innato.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 107%;"> </span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><br /></p>
<p class="MsoNormal"><b><span lang="CA" style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 107%;"> </span></b></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><b><span lang="CA" style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 107%;">BIBLIOGRAFÍA.</span></b><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 107%;"><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span lang="CA" style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;"> </span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span lang="CA" style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">Aibar, Eduard. La visió constructivista de la innovació
tecnològica. Una introducció al model SCOT. Barcelona: UOC, 2021.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span lang="CA" style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">Domènech, Miquel y Francisco Javier </span><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">Tirado</span><span lang="CA" style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;"> Serrano. Teoria de l'actor-xarxa: Una aproximació
simètrica a les relacions entre ciència, tecnologia i societat. Barcelona: UOC,
2021.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">Sanz,
Verónica. «Género en el 'contenido' de la tecnología: ejemplos en el diseño de
software». Revista iberoamericana de ciencia, tecnología y sociedad, Vol.
11(31) (2016): 93-118.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">Winner,
Langdon. </span><span lang="EN-US" style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">«Do Artifacts Have
Politics?». D. MacKenzie et al. (eds.), The Social Shaping of Technology, Open
University Press (1985). </span><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">[Versión castellana de Mario Francisco Villa]<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">Zubieta,
Ana Fernández. El constructivismo social en la ciencia y la tecnología: las
consecuencias no previstas de la ambivalencia epistemológica. Arbor 185.738
(2009): 689-703.<o:p></o:p></span></p>
<div><!--[if !supportFootnotes]--><br clear="all" />
<hr size="1" style="text-align: left;" width="33%" />
<!--[endif]-->
<div id="ftn1">
<p class="MsoFootnoteText"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/19.%20Ciencia%20i%20tecnologia%20a%20la%20societat%20contempor%C3%A0nia/2on%20assaig/Lorenz_Cubero_CTS_PAC2.docx#_ftnref1" name="_ftn1" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 107%;">[1]</span></span><!--[endif]--></span></a> E.
Aibar, <span lang="CA">La visió constructivista de
la innovació tecnològica. Una introducció al model SCOT</span><span lang="CA"> </span>(Barcelona:
UOC, 2021), 7.<o:p></o:p></p>
</div>
<div id="ftn2">
<p class="MsoFootnoteText"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/19.%20Ciencia%20i%20tecnologia%20a%20la%20societat%20contempor%C3%A0nia/2on%20assaig/Lorenz_Cubero_CTS_PAC2.docx#_ftnref2" name="_ftn2" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 107%;">[2]</span></span><!--[endif]--></span></a> A. Zubieta,
El constructivismo social en la ciencia y la tecnología: las consecuencias no
previstas de la ambivalencia epistemológica (Arbor, 2009), 7.<o:p></o:p></p>
</div>
<div id="ftn3">
<p class="MsoFootnoteText"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/19.%20Ciencia%20i%20tecnologia%20a%20la%20societat%20contempor%C3%A0nia/2on%20assaig/Lorenz_Cubero_CTS_PAC2.docx#_ftnref3" name="_ftn3" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 107%;">[3]</span></span><!--[endif]--></span></a> <span lang="EN-US">Langdon Winner, Do Artifacts
Have Politics? (Philadelphia: Open University Press, 1985), 3.</span>
[Versión castellana de Mario Francisco Villa].<o:p></o:p></p>
</div>
<div id="ftn4">
<p class="MsoFootnoteText"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/19.%20Ciencia%20i%20tecnologia%20a%20la%20societat%20contempor%C3%A0nia/2on%20assaig/Lorenz_Cubero_CTS_PAC2.docx#_ftnref4" name="_ftn4" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 107%;">[4]</span></span><!--[endif]--></span></a> Ibíd.<o:p></o:p></p>
</div>
<div id="ftn5">
<p class="MsoFootnoteText"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/19.%20Ciencia%20i%20tecnologia%20a%20la%20societat%20contempor%C3%A0nia/2on%20assaig/Lorenz_Cubero_CTS_PAC2.docx#_ftnref5" name="_ftn5" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 107%;">[5]</span></span><!--[endif]--></span></a> Ibíd.,
7.<o:p></o:p></p>
</div>
<div id="ftn6">
<p class="MsoFootnoteText"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/19.%20Ciencia%20i%20tecnologia%20a%20la%20societat%20contempor%C3%A0nia/2on%20assaig/Lorenz_Cubero_CTS_PAC2.docx#_ftnref6" name="_ftn6" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 107%;">[6]</span></span><!--[endif]--></span></a> Verónica
Sanz, «Género en el 'contenido' de la tecnología: ejemplos en el diseño de
software». Revista iberoamericana de ciencia, tecnología y sociedad, Vol.
11(31) (2016): 97.<o:p></o:p></p>
</div>
<div id="ftn7">
<p class="MsoFootnoteText"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/19.%20Ciencia%20i%20tecnologia%20a%20la%20societat%20contempor%C3%A0nia/2on%20assaig/Lorenz_Cubero_CTS_PAC2.docx#_ftnref7" name="_ftn7" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 107%;">[7]</span></span><!--[endif]--></span></a> Ibíd.,
100.<o:p></o:p></p>
</div>
<div id="ftn8">
<p class="MsoFootnoteText"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/19.%20Ciencia%20i%20tecnologia%20a%20la%20societat%20contempor%C3%A0nia/2on%20assaig/Lorenz_Cubero_CTS_PAC2.docx#_ftnref8" name="_ftn8" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 107%;">[8]</span></span><!--[endif]--></span></a> Ibíd.,
104.<o:p></o:p></p>
</div>
<div id="ftn9">
<p class="MsoFootnoteText"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/19.%20Ciencia%20i%20tecnologia%20a%20la%20societat%20contempor%C3%A0nia/2on%20assaig/Lorenz_Cubero_CTS_PAC2.docx#_ftnref9" name="_ftn9" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 107%;">[9]</span></span><!--[endif]--></span></a> Ibíd.,
113.<o:p></o:p></p>
</div>
</div>Mario Lorenzhttp://www.blogger.com/profile/02901763308817242377noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5683398022820004471.post-58114314994363330772022-07-10T22:07:00.001+02:002022-07-11T11:44:33.647+02:00¿Hacia la oscuridad?<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjVzKhX7v6RwEBgXFEFn-OoTWxt0BhqQ0_mUZsv1P6M_iwNDWmc0MHVd5x13kYd3K7h_RsbViqBISsCUKLZo2bzALVR6VqCiKLeqlIAaoS2jYmgSSIx6Fw-mE50C-5XzLLcWD7Moja1NfGp08TbA2Ib3fhFMwdwVvXcOIFFqrrHMpxVMc4rnK5ya_a5kg/s1280/abyss-g6671fc3b0_1280.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="720" data-original-width="1280" height="225" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjVzKhX7v6RwEBgXFEFn-OoTWxt0BhqQ0_mUZsv1P6M_iwNDWmc0MHVd5x13kYd3K7h_RsbViqBISsCUKLZo2bzALVR6VqCiKLeqlIAaoS2jYmgSSIx6Fw-mE50C-5XzLLcWD7Moja1NfGp08TbA2Ib3fhFMwdwVvXcOIFFqrrHMpxVMc4rnK5ya_a5kg/w400-h225/abyss-g6671fc3b0_1280.png" width="400" /></a></div><br /><p></p><p><br /></p><p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: arial; line-height: 107%;">Solo se me ocurre una respuesta para el final
de un viaje que se iniciaba, a principios del s. XVII, con la esperanza de
conseguir el fin de todo sufrimiento humano o, cuanto menos, con la fe de
disponer de las herramientas para lograr hacerlo, y acaba con una Gran Guerra,
aun <i>sin saber que tendríamos que numerarlas</i>. Un
viaje que acaba con no menos de 16 millones de muertes solo puede calificarse,
en mi opinión, de final oscuro.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: arial; line-height: 107%;">Con un liberalismo agotado que no ha logrado cumplir
su promesa de igualdad, el mundo se enfrenta a un tipo de guerra desconocido
hasta entonces. Fruto en parte de un enorme positivismo y una inercia generada
en las décadas anteriores, que había creado unas poderosas fuerzas de cohesión
interna, en sustitución de las que sostenían al antiguo régimen. Hablo de una
de las mayores creaciones del s. XIX, el nacionalismo, que incluso logró
superar, de largo, el incipiente socialismo que tantos logros había conseguido en
la segunda mitad del siglo para la clase trabajadora, pero que fracasó a la
hora de evitar que sus miembros fueran directos –e incluso felices en un principio–
a la carnicería que iba a ser la Primera Guerra Mundial.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: arial; line-height: 107%;">En una época en la que la ciencia y la
tecnología abarcaba y se expandía por todos los campos, incluso los artistas
tuvieron que reaccionar al hecho de que su camino debía ser algo más que la imitación
de la naturaleza, dado que existían ya mejores formas de hacerlo. Debían
experimentarse nuevas vías, como las de Monet y Kirchner, a través del
impresionismo primero y como reacción a este con el expresionismo. Se trataba
de que el factor humano continuara teniendo valor, de que el interés de
procesar la realidad continuara vigente y pudiera ser transmitido a los que
carecemos de ese sentido adicional o de esa capacidad.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: arial; line-height: 107%;">Para la mujer se iniciaba un nuevo camino que
empezaba a reflejarse también en el interés de las actividades culturales. El
trayecto que iniciaba la mujer de clase alta occidental, principalmente en Gran
Bretaña, Francia y Alemania, tardaría todavía muchas décadas en expandirse al
resto de clases sociales y países, continuando su expansión todavía en la
actualidad. Pero es, sin duda, uno de los hechos más importantes sucedidos en
el s. XIX, a mi entender, tan relevante y característico del s. XIX como el
liberalismo, el socialismo o el nacionalismo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: arial; line-height: 107%;">La llegada de Lenin al poder y el cambio de régimen
que, a partir de la Revolución de Octubre de 1917, quedaría en manos de los
bolcheviques, se convertiría, por primera vez en un contrapeso al liberalismo
europeo predominante hasta entonces. La deplorable situación de las clases
sociales en situación más desesperada sería utilizada, una vez más, como coartada
para conseguir el poder. Y aunque son innegables también las mejoras sociales
que se lograrían, como se consiguieron en Europa occidental, se acabaría
demostrando, una vez más, la imperfección y las carencias de cualquier sistema
político que haya sido implantado desde el principio de los tiempos.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-spacerun: yes;"> </span></span></p><div style="mso-element: footnote-list;"><div id="ftn1" style="mso-element: footnote;">
</div>
</div>Mario Lorenzhttp://www.blogger.com/profile/02901763308817242377noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5683398022820004471.post-11097531035389930732022-06-04T18:01:00.001+02:002022-06-04T18:02:05.932+02:00¿CÓMO NACIÓ EL MUNDO CONTEMPORÁNEO?<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-size: medium;"><br /></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span face="Verdana, sans-serif" style="line-height: 150%;"><span style="font-size: medium;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span face="Verdana, sans-serif" style="line-height: 150%;"><span>Si fuera posible establecer una fecha para el nacimiento del mundo contemporáneo más allá de los necesarios cánones académicos… espere, estimado lector…, puedo hacerlo mejor… Si consideramos la Revolución francesa como fecha del parto, podría sernos también útil para una mejor comprensión, conocer cuándo se fecundó el óvulo, cual fue ese preciso segundo en el cual el espermatozoide, después de haber atravesado el cuello del útero y subir por la trompa de Falopio, se encontró con el ovocito. Es conveniente por tanto hacer un pequeño salto temporal adicional antes de empezar a divagar sobre la manera en que nació nuestro mundo contemporáneo.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span face="Verdana, sans-serif" style="line-height: 150%;"><span>En nuestro caso, y si se me permite la libertad de
seguir con el mismo ejemplo, la gestación va a durar algo más de lo habitual, exactamente
el tiempo que va desde la publicación de <i>De revolutionibus orbium coelestium</i>
por parte de Copérnico (1543), hasta la toma de la Bastilla, el 14 de julio de
1789. Muchos hombres ilustres van a desfilar en ese periodo, algunos incluso de
mayor relevancia, pero si algún positivista me obligara, bajo amenaza de muerte
o tortura, a establecer la fecha de la chispa inicial, sería indudablemente
esta.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span><span face="Verdana, sans-serif" style="line-height: 150%;">Dos factores de importancia infinita me llevan a esta
conclusión de la mano de </span><span face="Verdana, sans-serif" style="line-height: 150%;">Rietbergen<span style="mso-bidi-font-weight: bold;">, el primero, por el atrevimiento que
implicaba poner en duda el libro del que había emanado hasta entonces todo el
conocimiento:<o:p></o:p></span></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 35.4pt;"><span><span face="Verdana, sans-serif" lang="EN-US" style="line-height: 150%;">The
text bears witness to great intellectual courage because it went against everything
that the sixteenth-century Church and State saw as the established order of man
and God, of earth and heaven. Thus, it laid the foundation for the modern,
western world-view. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span></span><span face="Verdana, sans-serif" style="line-height: 150%;">(</span><span face="Verdana, sans-serif" style="line-height: 150%;">Rietbergen, 2006, p. 315)<span style="mso-bidi-font-weight: bold;"> <o:p></o:p></span></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span face="Verdana, sans-serif" style="line-height: 150%;"><span>En segundo lugar, porque expresa y remarca la
importancia de la utilización de las matemáticas como nuevo lenguaje para
entender la naturaleza. Lenguaje que iba a ser imprescindible para cualquiera
que quisiera buscar respuestas fuera de la Biblia.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span face="Verdana, sans-serif" style="line-height: 150%;"><span>Pero, obviamente, no estábamos –ni lo estamos
todavía– preparados para que todo sea desentrañado a través de las matemáticas;
para eso tuvimos la suerte de contar, entre otros, con Bacon, y sus primeros
pasos en el desarrollo método científico, Descartes y su duda metódica o Locke,
que nos enseño que no salimos del vientre de nuestra madre con ideas innatas y
que estas son adquiridas a lo largo de nuestra vida en base a nuestra
experiencia.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span><span face="Verdana, sans-serif" style="line-height: 150%;">Subido a los hombros de estos gigantes, Newton pudo
ir todavía un paso más allá, siendo capaz de predecir –si se me permite– en
base al cálculo matemático, la posición de un cuerpo en un determinado momento
dadas unas condiciones iniciales conocidas. Hasta ese preciso instante, siempre
había sido Dios el que ejercía esa fuerza en todo momento y a su voluntad. Ahora
que el movimiento se veía sometido a unas leyes ajenas a su dictamen, se había
producido una ruptura de consecuencias impredecibles:” Newton confirmed what
many had already suspected, or feared: God does not continuously interfere in
man's life” (</span><span face="Verdana, sans-serif" style="line-height: 150%;">Rietbergen, 2006, p. 324)<span style="mso-bidi-font-weight: bold;">. Se estaba creando el caldo de cultivo que
iba a permitir a la gente observar con un nuevo espíritu crítico la realidad
que le rodeaba, y lo que es más importante, iba a empezar a ponerla en duda:<o:p></o:p></span></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 35.4pt;"><span><span face="Verdana, sans-serif" lang="EN-US" style="line-height: 150%;">Increasingly,
people now argued that man should free himself of the paralysis of the past, of
the authoritarian, unreasoned imposition of tradition used as an argument for
the ideas and structures that, specifically, Church and State had created to
hold their power over society and, even, man's soul. </span><span face="Verdana, sans-serif" style="line-height: 150%;">(Rietbergen, 2006, p. 325)<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span face="Verdana, sans-serif" style="line-height: 150%;"><span>Sólidas
y otrora indestructibles estructuras íntimamente ligadas a ese Dios iban a
verse sacudidas desde sus mismísimos cimientos hasta la más alta de sus torres,
otras simplemente iban a desaparecer. No se trataba entonces –Descartes daría
fe de ello– como no se debería tratar ahora, de borrar de un plumazo lo que la
fe había significado hasta ese momento a lo largo de siglos y siglos de
historia para millones y millones de personas. Debemos ir ahora un poco más
allá de la utilización maniquea que los poderosos han hecho de ella a través de
los siglos. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span face="Verdana, sans-serif" style="line-height: 150%;"><span>No
resulta fácil para un ateo como el que escribe reconocer, por ejemplo, que quizás
sin esa inquebrantable fe, los puritanos del Mayflower que llegaron a lo que
después se convertiría en los Estados Unidos de América, en 1620, no hubieran
podido resistir las numerosas penurias que padecieron, para que siglo y medio
después pudiera firmarse uno de los documentos históricos más influyentes de la
historia, la Declaración de Independencia (1776) que, como no podía ser de otra
manera, y al contrario de la Revolución francesa, no reniega en absoluto de su vínculo
con Dios. Resulta cuanto menos desconcertante que fuera precisamente por esos
nuevos aires humanistas que empezaban a soplar en la Inglaterra del siglo XVII por
lo que se decidieron a buscar otro lugar, lejos de Europa, en el que poder
practicar su ortodoxia puritana. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span face="Verdana, sans-serif" style="line-height: 150%;"><span>El
caso es que un hueco tan profundo debía ser llenado. Se introdujeron muchas
cosas en la oquedad: grandes declaraciones, como la anteriormente mencionada –que
trataban de devolver al hombre su papel en el mundo, un papel que debía ser
digno de las grandes ideas que ya hemos apuntado en este ensayo–, grandes
personajes como Napoleón y toda una serie de grandes promesas basadas en una
razón que debía llevarnos a la ruptura de todas las cadenas que nos habían
mantenido presos hasta entonces en demasiados sentidos. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span face="Verdana, sans-serif" style="line-height: 150%;"><span>Pero
el mundo contemporáneo nació, en cierta manera, huérfano, ¿podía sustituirse al
fin esa legitimidad que Dios había otorgado hasta entonces a nuestros gobernantes
y de la que parecía que no podíamos dejar de depender? Había que crear una idea
superior, algo que rebasase la propia idea del gobernante, que lo abarcara y lo
meciese como había hecho Dios hasta entonces, iba a aparecer por fin una de las
creaciones más decisivas del mundo contemporáneo y de las más difíciles de definir,
la nación. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span><span face="Verdana, sans-serif" style="line-height: 150%;">Su importancia radica en el hecho de que, tal como
nos dicen </span><span face="Verdana, sans-serif" style="line-height: 150%;">Villares y Bahamonde: <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 35.4pt;"><span face="Verdana, sans-serif" style="line-height: 150%;"><span>La sustitución de las monarquías absolutas y de los
grandes imperios, así como la agrupación en una unidad superior de pequeñas
repúblicas y principados, ha sido realizada a través del estado-nación, que se
ha convertido de este modo en la fórmula predominante de organización política
del mundo contemporáneo. (Villares y Bahamonde, 2012, p. 75)<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span face="Verdana, sans-serif" style="line-height: 150%;"><span>Es
esa sustitución la que finalmente se realiza en este inicio de nuestro mundo
contemporáneo y es en el eje del estado-nación en el que vamos a movernos a
partir de entonces. Muchos de los conflictos activos en nuestros días tienen su
origen en el esquema geopolítico que está comenzando a fraguarse ahora. Resulta
imprescindible para cualquier intento de comprensión, remontarnos hasta las
fechas en las que se está gestando nuestro futuro, un futuro que nos traerá terribles
acontecimientos.<span style="mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p></o:p></span></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face="Verdana, sans-serif" style="line-height: 150%;"><o:p><span> </span></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face="Verdana, sans-serif" style="line-height: 150%;"><span style="mso-spacerun: yes;"><span>________________________________________________________________________</span></span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span><span face="Verdana, sans-serif" style="line-height: 150%;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-spacerun: yes;"> </span></span><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span face="Verdana, sans-serif" style="line-height: 150%;"><br clear="all" style="break-before: page; mso-special-character: line-break; page-break-before: always;" />
<o:p></o:p></span></b></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span face="Verdana, sans-serif" lang="CA" style="line-height: 150%;">BIBLIOGRAFÍA</span></b><span face="Verdana, sans-serif" lang="EN-US" style="line-height: 150%;"><o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face="Verdana, sans-serif" lang="EN-US" style="line-height: 150%;"><o:p><span> </span></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face="Verdana, sans-serif" lang="EN-US" style="line-height: 150%;"><span>Wong, B. (2018). <i>Ch. 2 -
19th Century Industrialization</i>. The Belknap Press of Harvard University
Press.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face="Verdana, sans-serif" style="line-height: 150%;"><span>Crow, T. (1989). <i>Pintura y Sociedad en el París
del Siglo XVIII</i>. Nerea.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face="Verdana, sans-serif" style="line-height: 150%;"><span>De la Villa, R. (2003). <i>El origen de la Crítica
de Arte y los Salones</i>. Serbal.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face="Verdana, sans-serif" style="line-height: 150%;"><span>Harvey, D. (2008). <i>París, capital de la
modernidad (Vol. 53)</i>. Ediciones Akal.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face="Verdana, sans-serif" style="line-height: 150%;"><span>Honour, H. (2007). <i>El Romanticismo</i>. Alianza.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face="Verdana, sans-serif" style="line-height: 150%;"><span>Nochlin, L. (1991). <i>El Realismo</i>. Alianza.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face="Verdana, sans-serif" lang="EN-US" style="line-height: 150%;"><span>Ponting, C. (2001). <i>World
history: a new perspective</i>. Pimlico.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face="Verdana, sans-serif" lang="EN-US" style="line-height: 150%;"><span>Rietbergen, P. (2006). <i>A
cultural History</i>. Routledge.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face="Verdana, sans-serif" style="line-height: 150%;"><span>Villares, R., & Bahamonde, Á. (2012). <i>El
mundo contemporáneo: del siglo XIX al XXI</i>. Taurus.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face="Verdana, sans-serif" style="line-height: 150%;"><span>Žižek, S. (2011). <i>Primero como tragedia, después
como farsa (Vol. 10)</i>. Ediciones Akal.</span><span style="font-size: 10pt;"><o:p></o:p></span></span></p>Mario Lorenzhttp://www.blogger.com/profile/02901763308817242377noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5683398022820004471.post-49765693561821591092022-05-29T23:30:00.014+02:002022-06-04T17:40:13.676+02:00Los humildes (Cosette)<p style="text-align: left;"></p><p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: left;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgIOpfUusUx5o5yFQBufVr4-ZebqAx7OGMwHuhC9hcJxG8E-a0GsmRQFdIAQXouKEpo53Z1O1qRRIZLP_qM5Hg36kTuUstN0yK9YARdLWUT_yRdP233GSh6UuM591eZg8eghWpmhj1lQjLx4uZw9hBnPvOcaWsgM5tBcenbAi7FAearYfMJ73J7SorY2A/s298/cosette.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="298" data-original-width="188" height="298" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgIOpfUusUx5o5yFQBufVr4-ZebqAx7OGMwHuhC9hcJxG8E-a0GsmRQFdIAQXouKEpo53Z1O1qRRIZLP_qM5Hg36kTuUstN0yK9YARdLWUT_yRdP233GSh6UuM591eZg8eghWpmhj1lQjLx4uZw9hBnPvOcaWsgM5tBcenbAi7FAearYfMJ73J7SorY2A/s1600/cosette.png" width="188" /></a></div><span face="Verdana, sans-serif" style="font-size: 10pt;"><p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: left;"><span face="Verdana, sans-serif" style="font-size: 10pt;"><br /></span></p></span><p></p><p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: left;"><span face=""Verdana",sans-serif" lang="ES" style="mso-bidi-font-family: Arial;"><span style="font-size: medium;">Y, ¿qué hay de nosotros los humildes?, ¿alguien ha contado nuestra historia? Mucho más allá de los grandes nombres, los grandes pensamientos y los magníficos descubrimientos que nos está brindando la ciencia y la filosofía, mucho más allá de la fe que teníamos en que por fin había llegado el momento de dejar de sufrir, nos preguntamos si sirvió de algo el sacrificio de que han supuesto todas estas revoluciones y las que vinieron después. ¿O simplemente cambiamos unos tiranos por otros? La promesa de libertad, igualdad y fraternidad, ¿dónde ha quedado? Es cierto que en este pleno siglo XXI se han consolidado muchos de los derechos por los que luchábamos allá por 1832, pero parece también que occidente se ha convertido en una isla con barreras insalvables para quien no ha tenido la suerte de nacer dentro de ellas.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: left;"><span face=""Verdana",sans-serif" lang="ES" style="font-size: medium; mso-bidi-font-family: Arial;">No deja de ser necesaria y curiosa la visión romántica que ahora se
tiene, por ejemplo, de la Revolución de 1789; eso lo acepto sin ambages, las
personas necesitan alimentar su mente también con mitos y grandes hazañas, pero
mi padre, Jean Valjean, que contaba 20 años cuando el pueblo –liderado por
quien no era el pueblo– tomó la Bastilla en París, siempre recuerda el hambre que
él y su familia pasaba. Si no le creéis a él, quizás confiéis más en el
prestigioso historiador Clive Ponting:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><span style="font-size: medium;"><span face=""Verdana",sans-serif" style="mso-ansi-language: EN-US; mso-bidi-font-family: Arial;">During the eighteenth-century
grain prices rose faster than wages and about 40 per cent of the population (as
many as 70 per cent in some regions) were living in conditions of long-term
malnutrition because they ate less than 1,800 calories a day and most of that
came from poor-quality grains. Conditions were as bad as during the great boom
in European population around 1300. Not until after 1825 did the average amount
of food eaten per person in France reach the levels found in India in the late
twentieth century. </span><span face=""Verdana",sans-serif" lang="ES" style="mso-bidi-font-family: Arial;">(Ponting, 2001, p. 642)<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: left;"><span face=""Verdana",sans-serif" lang="ES" style="font-size: medium; mso-bidi-font-family: Arial;">Como decía, es necesario conocer las grandes ideas de los grandes
hombres, las que nos llevaron a derrocar al Antiguo Régimen –cuando no sabíamos
que sería necesario todavía un segundo intento– pero también, tanto o más, los
sufrimientos más íntimos que llevaron a provocar los enormes cambios que
vendrían o las privaciones provocadas por el alto precio del pan. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: left;"><span face=""Verdana",sans-serif" lang="ES" style="font-size: medium; mso-bidi-font-family: Arial;">Nos arrancaron de nuestras lejanas provincias con la promesa del fin del
trabajo duro de sol a sol, y con el anuncio del fin de la incertidumbre que
provocaba el caprichoso paso de las estaciones en nuestras cosechas. Venid a
Paris dijeron, olvidad que sabéis cultivar vuestro propio sustento y tendréis
estabilidad a cambio de vuestro trabajo. Lo que no advirtieron es que querían,
no una parte de nuestro tiempo, lo querían todo, el nuestro y el de nuestros
pequeños hijos.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: left;"><span face=""Verdana",sans-serif" lang="ES" style="font-size: medium; mso-bidi-font-family: Arial;">Tengo la absoluta seguridad de que ni tan solo nos consideraban
personas, éramos simples prolongaciones de las nuevas máquinas que los
ingenieros mejoraban día tras día para poder prescindir de nosotros, ¿qué
comeremos?, ¿de qué viviremos cuándo nos hayan sustituido a todos
definitivamente? Nadie ve ya a los dueños de las fábricas, para los que somos
poco menos que delincuentes, cuyo único delito es la pobreza a la que nos han
condenado.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: left;"><span face=""Verdana",sans-serif" lang="ES" style="font-size: medium; mso-bidi-font-family: Arial;">Se empieza ahora a oír hablar de socialismo, y es que no puede haber
libertad sin igualdad, y algo o alguien debe poner freno a esta codicia humana
que parece no tener límites. Entiendo que esas grandes ideas de progreso y
crecimiento no pueden ser contenidas, ya que forman parte de la naturaleza
humana, pero debemos también hacer valer nuestro derecho a una vida digna. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><o:p></o:p></span></p><p></p><p class="MsoNormal" style="background-color: white; color: #333333; font-family: Arial, Tahoma, Helvetica, FreeSans, sans-serif; line-height: normal;"><span style="font-size: medium;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="background-color: white; color: #333333; font-family: Arial, Tahoma, Helvetica, FreeSans, sans-serif; line-height: normal;"><span face="Verdana, sans-serif" lang="ES" style="font-size: medium;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="background-color: white; color: #333333; font-family: Arial, Tahoma, Helvetica, FreeSans, sans-serif; line-height: normal;"><span face="Verdana, sans-serif" lang="ES" style="font-size: medium;">___________________________________________________________________</span></p><p class="MsoNormal" style="background-color: white; color: #333333; font-family: Arial, Tahoma, Helvetica, FreeSans, sans-serif; line-height: normal;"><span face="Verdana, sans-serif" lang="ES" style="font-size: medium;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="background-color: white; color: #333333; font-family: Arial, Tahoma, Helvetica, FreeSans, sans-serif; line-height: normal;"><span face="Verdana, sans-serif" lang="ES" style="font-size: medium;"></span></p><p class="MsoNormal" style="background-color: white; color: #333333; font-family: Arial, Tahoma, Helvetica, FreeSans, sans-serif; text-align: justify;"><b><span face="Verdana, sans-serif" lang="CA" style="font-size: medium; line-height: 14.2667px;"><br /></span></b></p><p class="MsoNormal" style="background-color: white; color: #333333; font-family: Arial, Tahoma, Helvetica, FreeSans, sans-serif; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><b><span face="Verdana, sans-serif" lang="CA" style="line-height: 14.2667px;">BIBLIOGRAFÍA</span></b><span face="Verdana, sans-serif" style="line-height: 14.2667px;"><o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="background-color: white; color: #333333; font-family: Arial, Tahoma, Helvetica, FreeSans, sans-serif; line-height: normal; text-align: justify;"><span face="Verdana, sans-serif" style="font-size: medium;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="background-color: white; color: #333333; font-family: Arial, Tahoma, Helvetica, FreeSans, sans-serif; line-height: normal; text-align: justify;"><span face="Verdana, sans-serif" style="font-size: medium;">Wong, B. (2018). <i>Ch. 2 - 19th Century Industrialization</i>. The Belknap Press of Harvard University Press.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="background-color: white; color: #333333; font-family: Arial, Tahoma, Helvetica, FreeSans, sans-serif; line-height: normal; text-align: justify;"><span face="Verdana, sans-serif" lang="ES" style="font-size: medium;">Crow, T. (1989). <i>Pintura y Sociedad en el París del Siglo XVIII</i>. Nerea.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="background-color: white; color: #333333; font-family: Arial, Tahoma, Helvetica, FreeSans, sans-serif; line-height: normal; text-align: justify;"><span face="Verdana, sans-serif" lang="ES" style="font-size: medium;">De la Villa, R. (2003). <i>El origen de la Crítica de Arte y los Salones</i>. Serbal.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="background-color: white; color: #333333; font-family: Arial, Tahoma, Helvetica, FreeSans, sans-serif; line-height: normal; text-align: justify;"><span face="Verdana, sans-serif" lang="ES" style="font-size: medium;">Harvey, D. (2008). <i>París, capital de la modernidad (Vol. 53)</i>. Ediciones Akal.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="background-color: white; color: #333333; font-family: Arial, Tahoma, Helvetica, FreeSans, sans-serif; line-height: normal; text-align: justify;"><span face="Verdana, sans-serif" lang="ES" style="font-size: medium;">Honour, H. (2007). <i>El Romanticismo</i>. Alianza.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="background-color: white; color: #333333; font-family: Arial, Tahoma, Helvetica, FreeSans, sans-serif; line-height: normal; text-align: justify;"><span face="Verdana, sans-serif" lang="ES" style="font-size: medium;">Nochlin, L. (1991). <i>El Realismo</i>. Alianza.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="background-color: white; color: #333333; font-family: Arial, Tahoma, Helvetica, FreeSans, sans-serif; line-height: normal; text-align: justify;"><span face="Verdana, sans-serif" style="font-size: medium;">Ponting, C. (2001). <i>World history: a new perspective</i>. Pimlico.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="background-color: white; color: #333333; font-family: Arial, Tahoma, Helvetica, FreeSans, sans-serif; line-height: normal; text-align: justify;"><span face="Verdana, sans-serif" style="font-size: medium;">Rietbergen, P. (2006). <i>A cultural History</i>. Routledge.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="background-color: white; color: #333333; font-family: Arial, Tahoma, Helvetica, FreeSans, sans-serif; line-height: normal; text-align: justify;"><span face="Verdana, sans-serif" lang="ES" style="font-size: medium;">Villares, R., & Bahamonde, Á. (2012). <i>El mundo contemporáneo: del siglo XIX al XXI</i>. Taurus.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="background-color: white; color: #333333; font-family: Arial, Tahoma, Helvetica, FreeSans, sans-serif; line-height: normal; text-align: justify;"><span face="Verdana, sans-serif" lang="ES" style="font-size: medium;">Žižek, S. (2011). <i>Primero como tragedia, después como farsa (Vol. 10)</i>. Ediciones Akal.<o:p></o:p></span></p><div><span face="Verdana, sans-serif" lang="ES" style="font-size: 10pt;"><br /></span></div>Mario Lorenzhttp://www.blogger.com/profile/02901763308817242377noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5683398022820004471.post-69911892036162690422022-05-04T01:30:00.003+02:002022-06-04T17:39:54.711+02:00La esperanza (1750 - 1850)<p style="text-align: left;"><span face="Verdana, sans-serif" style="font-size: medium; text-align: justify;">Ha sido un año duro, un año muy duro, pero también ilusionante a la par
que esperanzador. Encontrándome como estoy a finales de 1848, parece más que conveniente
echar la vista atrás y hacer balance, intentando encontrar en el pasado los
ecos que han desembocado en los hechos trascendentales que se han vivido y
preguntarnos, como lo hará dentro de poco más de siglo y medio el catedrático
de Antropología y Geografía de la Universidad de Nueva York, aunque lo hagamos en
sentido inverso: “¿hasta qué punto y de qué maneras se encontraban prefiguradas
las transformaciones alcanzadas a partir de 1848 en el pensamiento y en las
prácticas de los años anteriores?” (Harvey, 2008, p. 25). O, dicho de otro
modo, ¿hasta qué punto puede reconstruir el pasado un nominalista moderado –al
modo de G. Duby– como yo para poder transmitirlo?</span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: left;"><span face=""Verdana",sans-serif" lang="ES" style="font-size: medium; mso-bidi-font-family: Arial;">No negaré la ventaja de disponer a mi voluntad de la máquina del tiempo
que me ha traído hasta aquí, pero tampoco el inconveniente de una concepción
del mundo que no he podido dejar en el siglo XXI y de la que he de intentar, en
la medida de lo posible, separarme. Por un lado, puedo aprovecharme –a riesgo
de marear al lector con tanto salto temporal– del que me parece uno de los mejores
análisis de los hechos concretos acaecidos en este 1848 que, como el de Harvey,
ha de tardar todavía unos pocos años en realizarse y que desarrollará Marx
parafraseando a Hegel:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><span face=""Verdana",sans-serif" lang="ES" style="font-size: medium; mso-bidi-font-family: Arial;">Marx comenzó el Dieciocho brumario de Luis
Bonaparte con una corrección de la idea de Hegel de que la historia
necesariamente se repite a sí misma: «Hegel observa en alguna parte que todos
los grandes acontecimientos y personajes de la historia mundial se producen,
por así decirlo, dos veces. Se le olvidó añadir: la primera vez como tragedia,
la segunda como farsa». (Žižek, 2011, Introducción) <span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: left;"><span face=""Verdana",sans-serif" lang="ES" style="font-size: medium; mso-bidi-font-family: Arial;">Y es que, con la reciente llegada a la presidencia de la Segunda
República francesa de Carlos Luis Napoleón, uno no puede dejar de reconocer ciertas
similitudes con el papel que tuvo su tío en la salvación de la Revolución de
1789 –de la que hablaremos en su momento– tema para otro ensayo sería lo que
pasó finalmente con la Primera República. Semejanzas que, en cualquier caso y,
como anunciará Marx, deberían ser entendidas como una mera farsa. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: left;"><span style="font-size: medium;"><span face=""Verdana",sans-serif" lang="ES" style="mso-bidi-font-family: Arial;">Pero empecemos ya a tratar de comprender como hemos llegado a la mitad
de este alucinante siglo XIX. Villares y Bahamonde (2012) nos hablan del
elemento central que, a partir de mediados del siglo XVIII, va a trastocarlo
todo; hablamos de la novedosa posibilidad de aplicar el conocimiento científico
al proceso productivo que iba a desarrollarse con la Revolución Industrial. Dos
pensadores ingleses, John Locke e Isaac Newton habían puesto las bases del
movimiento ilustrado que ahora nacía, y que iba a poner la razón y las ciencias
naturales en el centro de la existencia humana. </span><span face="Verdana, sans-serif">Más allá de lo que iba a suponer la aplicación del conocimiento
científico, contenía además tácitamente, otras consecuencias tanto o más
importantes. Y es que la ruptura con el modelo aristotélico, vigente hasta
entonces, suponía la aceptación implícita de que ya no era necesaria la
intervención constante de un Dios vigilante para el mantenimiento del orden cuyo
poder había sido sustituido por novedosas leyes del movimiento basadas en un
nuevo lenguaje universal, las matemáticas.</span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: left;"><span face=""Verdana",sans-serif" lang="ES" style="font-size: medium; mso-bidi-font-family: Arial;">El hueco que empezaba a aparecer en el lugar que había pertenecido al Dios
de cualquier confesión a lo largo de milenios, iba a generar un vacío que
todavía no ha sido llenado completamente. Desde entonces, con épocas de mayor y
menor optimismo acerca del progreso científico, se podría decir que muchos de
los acontecimientos más relevantes para la humanidad, han tenido esta ausencia como
una de sus causas más relevantes. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: left;"><span face=""Verdana",sans-serif" lang="ES" style="font-size: medium; mso-bidi-font-family: Arial;">De este modo, la legitimación de la aristocracia y del orden social establecido
hasta entonces, cuyo poder estaba íntimamente ligado a ese Dios, iba a verse en
entredicho por la afirmación de Locke, ya a finales del siglo XVII, de la
existencia de ciertos derechos del hombre obtenidos de forma natural el mismo
día de su nacimiento, inherentes a su existencia e inalienables. Las
implicaciones de tal reconocimiento, al cabo de tantos siglos, van a modificar
tan profundamente nuestra existencia, y a tantos niveles, que tan solo me va a
ser posible esbozar una ínfima parte en este ensayo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: left;"><span style="font-size: medium;"><span face=""Verdana",sans-serif" lang="ES" style="mso-bidi-font-family: Arial;">En cualquier caso, necesitamos acudir nuevamente a Villares y Bahamonde
(2012) para dar fe de la magnitud de los cambios que iban a iniciarse a partir
de 1750, y es que iba a ser, en palabras de Hobsbawm o Landes, "transformación
más fundamental experimentada por la vida humana" desde la época neolítica. </span><span face="Verdana, sans-serif">Esta transformación contiene dos elementos principales a tener en cuenta
que, aunque estrechamente ligados –y conviene no olvidarlo en ningún momento– es
adecuado separar para tratar de reducir su complejidad. Por un lado, tenemos las
transformaciones políticas –con la Revolución americana (1776) y la francesa
(1789) como máxima expresión– y por el otro la Revolución Industrial, como eje
de la metamorfosis económica que iba a producirse, primero en Inglaterra, para
después expandirse a nivel global.</span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: left;"><span face=""Verdana",sans-serif" lang="ES" style="font-size: medium; mso-bidi-font-family: Arial;">Con la Declaración de Independencia de los Estados Unidos quedaban ya para
la historia, negro sobre blanco, las bases a una de las corrientes ideológicas
que iba a dominar el siglo siguiente, el liberalismo político, y cuyos
fundamentos habían sido ya establecidos por John Locke a finales del siglo
XVII. La guerra debía ser todavía ganada a los ingleses, pero la declaración de
intenciones era totalmente radical. La Revolución francesa, en cambio, no
pretendía fundar una nueva sociedad partiendo de cero con los conocimientos
recién adquiridos; para poder hacerlo antes debía ser derrocado el Antiguo
Régimen. La ola revolucionaria acabaría sacudiendo a toda Europa, marcando el
inicio de la Edad Contemporánea. Una clase burguesa que reclamaba un nuevo
marco que le permitiera desarrollar todo el nuevo potencial económico,
combinado con el empobrecimiento de las clases más populares, parecen las
causas más probables de la Revolución francesa según el historiador Ernest
Labrousse. Serán esa clase burguesa, junto con las clases populares –ahora
proletariado–, las que van a desempeñar los papeles principales a partir de
entonces.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: left;"><span face=""Verdana",sans-serif" lang="ES" style="font-size: medium; mso-bidi-font-family: Arial;">Pero había otra transformación en ciernes, iniciada un poco antes, hacia
mediados del siglo XVIII. Los cambios no iban a ser todavía dramáticos en el plazo
que debe llevarnos al año 1848 –donde nos encontramos, recuerde– pero la mecha
estaba ya prendiendo. Tal como nos anuncia Ponting (2001), y más allá de los
cambios tecnológicos tantas veces mencionados –entre ellos la famosa máquina de
vapor de rotación continua de Watt– va a producirse una transformación radical
en la cantidad de energía disponible:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><span style="font-size: medium;"><span face=""Verdana",sans-serif" style="mso-ansi-language: EN-US; mso-bidi-font-family: Arial;">For thousands of years it
was vast amounts of human toil and effort, with its cost in terms of early
death, injury and suffering, that were the foundation of every society. The
power of the rulers and the elite was demonstrated by their ability to mobilize
this effort for their own ends whether in monumental constructions or working
on their agricultural estates. </span><span face=""Verdana",sans-serif" lang="ES" style="mso-bidi-font-family: Arial;">(Ponting, 2001, p.
645) <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: left;"><span face=""Verdana",sans-serif" lang="ES" style="font-size: medium; mso-bidi-font-family: Arial;">Las habilidades necesarias para el control social iban a ser muy
diferentes a partir de entonces, así como la velocidad a la que iban a sucederse
los cambios. El proceso iba a iniciarse en una zona del mundo muy concreta,
Gran Bretaña, para después extenderse a lo largo de la Europa continental. Las
razones de esta particularidad geográfica iban a ir mucho más allá de visiones
románticas como la de Max Weber, que aludían a la ética protestante y el
trabajo duro, según nos apunta Ponting (2001). En realidad, fueron motivos más
circunstanciales y menos idealistas, como el aprovechamiento de ciertas
materias primas a bajo coste fruto del trabajo de esclavos.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: left;"><span style="font-size: medium;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: left;"><span face=""Verdana",sans-serif" lang="ES" style="font-size: medium; mso-bidi-font-family: Arial;">____________________________________________________________________</span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: left;"><span face=""Verdana",sans-serif" lang="ES" style="font-size: medium; mso-bidi-font-family: Arial;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: left;"><span face=""Verdana",sans-serif" lang="ES" style="font-size: medium; mso-bidi-font-family: Arial;"></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span face=""Verdana",sans-serif" lang="CA" style="font-size: medium; line-height: 107%; mso-ansi-language: CA; mso-bidi-font-family: Arial;"><br /></span></b></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span face=""Verdana",sans-serif" lang="CA" style="line-height: 107%; mso-ansi-language: CA; mso-bidi-font-family: Arial;">BIBLIOGRAFÍA</span></b><span face=""Verdana",sans-serif" style="line-height: 107%; mso-ansi-language: EN-US; mso-bidi-font-family: Arial;"><o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify;"><span face=""Verdana",sans-serif" style="font-size: medium; mso-ansi-language: EN-US; mso-bidi-font-family: Arial;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify;"><span face=""Verdana",sans-serif" style="font-size: medium; mso-ansi-language: EN-US; mso-bidi-font-family: Arial;">Wong, B. (2018). <i>Ch. 2 - 19th Century
Industrialization</i>. The Belknap Press of Harvard University Press.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify;"><span face=""Verdana",sans-serif" lang="ES" style="font-size: medium; mso-bidi-font-family: Arial;">Crow, T. (1989). <i>Pintura y Sociedad en el París del Siglo XVIII</i>.
Nerea.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify;"><span face=""Verdana",sans-serif" lang="ES" style="font-size: medium; mso-bidi-font-family: Arial;">De la Villa, R. (2003). <i>El origen de la Crítica de Arte y los Salones</i>.
Serbal.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify;"><span face=""Verdana",sans-serif" lang="ES" style="font-size: medium; mso-bidi-font-family: Arial;">Harvey, D. (2008). <i>París, capital de la modernidad (Vol. 53)</i>.
Ediciones Akal.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify;"><span face=""Verdana",sans-serif" lang="ES" style="font-size: medium; mso-bidi-font-family: Arial;">Honour, H. (2007). <i>El Romanticismo</i>. Alianza.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify;"><span face=""Verdana",sans-serif" lang="ES" style="font-size: medium; mso-bidi-font-family: Arial;">Nochlin, L. (1991). <i>El Realismo</i>. Alianza.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify;"><span face=""Verdana",sans-serif" style="font-size: medium; mso-ansi-language: EN-US; mso-bidi-font-family: Arial;">Ponting, C. (2001). <i>World history: a new
perspective</i>. Pimlico.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify;"><span face=""Verdana",sans-serif" style="font-size: medium; mso-ansi-language: EN-US; mso-bidi-font-family: Arial;">Rietbergen, P. (2006). <i>A cultural History</i>.
Routledge.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify;"><span face=""Verdana",sans-serif" lang="ES" style="font-size: medium; mso-bidi-font-family: Arial;">Villares, R., & Bahamonde, Á. (2012). <i>El mundo contemporáneo: del
siglo XIX al XXI</i>. Taurus.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify;"><span face=""Verdana",sans-serif" lang="ES" style="font-size: medium; mso-bidi-font-family: Arial;">Žižek, S. (2011). <i>Primero como tragedia, después como farsa (Vol. 10)</i>.
Ediciones Akal.<o:p></o:p></span></p><br /><p></p>Mario Lorenzhttp://www.blogger.com/profile/02901763308817242377noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5683398022820004471.post-77358210500329711962022-03-25T22:32:00.000+01:002022-03-25T22:32:00.932+01:00La Transición Española. Cambio u olvido.<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgQta1nlLo9sYX7z-o_-80ySyWt_2z6AFq2gSOMop1Nl-TN0bHlQS1PCXkCqJ_9xd-3Z8iFoETBO8vq33tqkwvLU-r_lwc6KES6_y1Co9cXE2DPLVm1IXHV9W9xS2W8xoMqYhuZaUC4Gg2Fz6QkUqsOyV8EdqRX2tvcsaYx6KyPC6D4R_Z6z1i3ozz4VA/s621/Imagen2.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="487" data-original-width="621" height="502" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgQta1nlLo9sYX7z-o_-80ySyWt_2z6AFq2gSOMop1Nl-TN0bHlQS1PCXkCqJ_9xd-3Z8iFoETBO8vq33tqkwvLU-r_lwc6KES6_y1Co9cXE2DPLVm1IXHV9W9xS2W8xoMqYhuZaUC4Gg2Fz6QkUqsOyV8EdqRX2tvcsaYx6KyPC6D4R_Z6z1i3ozz4VA/w640-h502/Imagen2.png" width="640" /></a></div><br /><p></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Con el
referéndum para la ratificación de la Constitución española, en diciembre de
1978, se pretendía dar por zanjadas varias décadas de gobierno totalitario.
Fruto del recuerdo todavía fresco del dolor sufrido a lo largo de tantos años
de represión, se instauró sobre él una especie de velo que pretendía la
metamorfosis de una estructura totalitaria en democrática. De alguna manera,
colectivamente, se decidió correr ese velo, con la consecuente desproporción en
el esfuerzo que debía realizarse entre vencedores y vencidos en el año 1939. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">No es
el objetivo de este alumno realizar una revisión, ni realizar una crítica a los
responsables que llevaron a cabo la transición, sino más bien hacer hincapié en
el esfuerzo que se realizó –y se está realizando– para construir ese discurso y
en cómo, ya en nuestros días, muy lejos ya del dolor vivido en carne propia, se
puede establecer una nueva visión de lo que supuso la Transición que permita
recuperar la memoria del sufrimiento provocado.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Tal
como nos dice Gérard Namer, a propósito de Halbwachs:” <i style="mso-bidi-font-style: normal;">[…] la memoria colectiva propiamente dicha es, en sentido estricto, la
memoria de un grupo o de una sociedad y, en sentido amplio, la memoria de la
sociedad nacional que implica todas las sociedades particulares</i>” (Namer,
1998, p. 43). Solo que ahora podemos notar, gracias a Pierre Nora, como esa
memoria creada socialmente fluye y cambia con el transcurso del tiempo, el
punto que lo que antes nos parecía una verdad inalienable se nos puede aparecer
ahora como una mentira; sí, hasta ese punto puede ser cambiante. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">La
Transición podría ser uno de esos <i style="mso-bidi-font-style: normal;">lieux
de mémorie</i> de los que nos hablaba Nora en su obra homónima; me atrevo a
ponerlo en sus propias palabras como <i style="mso-bidi-font-style: normal;">punto
de cristalización de nuestra herencia nacional</i> (Nora, 1998, p. 17). Pero
solo si somos capaces de hacerlo bajo la luz de las diferentes herramientas que
las ciencias sociales ponen a nuestra disposición. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Si
queremos convertir la Transición en un lugar de la memoria para todos deberemos
ser capaces de construir algo que vaya más allá de lo que se consiguió, que
reconozca la complejidad y pluralidad de quien concedió el olvido debido a
miedos ahora ya desaparecidos. O dicho de otro moro, que la Transición no puede
solo sostenerse sobre las espaldas de los perdedores. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Es
importante entender este cambio, ese ascenso y declive del concepto de
Transición, porque entre un extremo y otro encontraremos un lugar en el que
poder reconocernos mutuamente nuestra heterogeneidad, así como nuestro errores
y aciertos. En palabras de Nora, referidas por supuesto a Francia, pero
aplicables a mi entender a España:” <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Consiste,
ante todo, y aunque lo repitamos -pero es el punto central-, en el rechazo a
insertar lo simbólico en un dominio particular, para definir a Francia como una
realidad en sí misma y por completo simbólica, es decir, en rehusar toda
posible definición que la redujera a un repertorio de realidades concretas</i>”
(Nora, 1998, p. 25). <span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">El
profesor Manuel Álvaro nos advierte del final de un relato académico puesto al servicio
de la construcción del relato oficial:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 35.4pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">La
historiografía académica, desde sus controversias teóricas y metodológicas, ha
venido refutando estos relatos imaginarios e ideológicos sobre el pasado,
dejando aparte aquella que tradicionalmente se ha ocupado de poner su erudición
al servicio de la construcción de un relato oficial sobre la nación. (Álvaro,
2020, p. 25).<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">No
estamos hablando ni de nuestros periplos por los Países Bajos hace más de tres
siglos ni de armadas supuestamente invencibles, todavía podemos ir mucho más
allá de la historiografía y aprovechar los testimonios vivos que deberíamos
conservar como tesoros, tal como nos dice la profesora Yanet: <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 35.4pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">de
esta manera se invita al historiador a investigar no solo por lo que pasó, sino
por lo que los actores sociales recuerdan y por la manera como ellos han fijado
esos recuerdos; asimismo por las intencionalidades que se desligan del recuerdo
y del olvido. (Yanet, 2014, p. 59)<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Estamos
a tiempo, la memoria de la transición puede ser recuperada si atendemos y
escuchamos a los que sufrieron desde el final de la Guerra Civil y nos
reconocemos a nosotros mismos, a todos, como vencidos por una ideología
totalitaria que es conveniente no olvidar.<br clear="all" style="mso-special-character: line-break; page-break-before: always;" />
<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><b>__________________________________________________________________________</b></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="CA" style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: CA;">Acuña
Rodríguez, O. Y. (2014). El pasado: historia o memoria. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Historia y memoria</i>, (9), 57-87. </span><a href="https://www.redalyc.org/pdf/3251/325132510003.pdf"><span lang="CA" style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: CA;">https://www.redalyc.org/pdf/3251/325132510003.pdf</span></a><span lang="CA" style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: CA;"><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="CA" style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: CA;">Álvaro
Dueñas, M. (2020). "La construcción de relatos sobre el pasado. Apología
para la historia". <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Historia y
memoria</i>, (21), 21-70.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span></span><a href="https://doi.org/10.19053/20275137.n21.2020.9886"><span lang="CA" style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: CA;">https://doi.org/10.19053/20275137.n21.2020.9886</span></a><span lang="CA" style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: CA;"><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="CA" style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: CA;">Namer,
G. (1998). <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Antifascismo y «La memoria de
los músicos» de Halbwachs</i> (1938). Ayer, (32), 35-56.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="CA" style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: CA;">Nora,
P. (1998). <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La aventura de Les lieux de
mémoire</i>. Ayer, (32), 17-34.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="CA" style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: CA;">Solanilla,
L. (2021) <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El caràcter social i
patrimonial de la memòria</i>. Barcelona: UOC.<o:p></o:p></span></p>Mario Lorenzhttp://www.blogger.com/profile/02901763308817242377noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5683398022820004471.post-5100839914770224172022-01-23T14:12:00.000+01:002023-04-29T14:16:58.561+02:00El Satiricón de Fellini<p style="text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial; text-align: justify;"><br /></span></p><p style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><span face="Arial, sans-serif" style="text-align: justify;">A la hora de valorar el
Satiricón de Fellini (1969), y solo como punto de partida, me gustaría avanzar
al lector que debería haber un término medio entre la fabulosa crítica realizada
por Roger Ebert para el Chicago Sun Times</span><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC2/PAC2_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftn1" name="_ftnref1" style="text-align: justify;" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[1]</span></span></span></a><span face="Arial, sans-serif" style="text-align: justify;">:</span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><i><span face="Arial, sans-serif" lang="EN-US" style="font-family: arial;">Federico Fellini
describes his "Fellini Satyricon" as a science-fiction film, but one
in which we journey to the past rather than to the future. Directors are
notoriously unreliable as sources of opinions about their own movies, but in
this case, I think Fellini is dead right.<o:p></o:p></span></i></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><i><span face="Arial, sans-serif" lang="EN-US" style="font-family: arial;">His film is a
fantastical journey to a pre-Christian Rome that resembles no civilization that
ever was, in heaven or on Earth. And it is a masterpiece. Some will say it is a
bloody, depraved, disgusting film; indeed, people by the dozens were escaping
from the sneak preview I attended. But "Fellini Satyricon" is a
masterpiece all the same, and films that dare everything cannot please
everybody.<o:p></o:p></span></i></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><span face="Arial, sans-serif" lang="EN-US">Y la de Dave Kehr para el Chicago Reader</span><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC2/PAC2_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftn2" name="_ftnref2" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Arial, sans-serif"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[2]</span></span><!--[endif]--></span></span></a><span face="Arial, sans-serif" lang="EN-US">, que la califica de:” <i>A shallow,
hypocritical film, without a glimmer of genuine creativity</i>”. </span><span face="Arial, sans-serif">Y es en ese espacio
intermedio en el que me situaría a la hora de valorar esta película. Para
alguien como yo, amamantado con la romántica visión de Roma mejor representada
por el Gladiator de Ridley Scott (2000), cuesta desprenderse del positivismo hollywoodiense
del que nos habla el profesor Salvador Ventura y ver más allá de los hechos que
describe – verdaderos o falsos – para adentrarse en la vida misma de los que la
vivieron y dar con otro tipo de cine<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC2/PAC2_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftn3" name="_ftnref3" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[3]</span></span><!--[endif]--></span></a>:<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><i><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial;">Estas películas no intentan, a diferencia de
los documentales y las películas de ficción, reproducir el pasado, sino que, al
contrario. muestran aspectos que se consideran esenciales de los hechos y
juegan con ellos. suscitando preguntas sobre las certidumbres que sostienen
nuestros estudios e interactuando creativamente con los datos. En definitiva,
una película histórica es una innovación en imágenes de la Historia.<o:p></o:p></span></i></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial;">Y eso a pesar de que la
obra de Ridley Scott no anda tan alejada en cuanto a la representación del
poder de los juegos en la sociedad romana<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC2/PAC2_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftn4" name="_ftnref4" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[4]</span></span><!--[endif]--></span></a>:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><i><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial;">¿Qué tenía éxito de taquilla en Roma? Los
héroes populares que triunfan sobre la adversidad gracias a su propia destreza.
La emoción de ver matar a seres humanos para tu propia diversión. Por encima de
todo, fue la experiencia sensorial total de los juegos lo que conquistó el
favor del público.<o:p></o:p></span></i></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial;">Emoción que tiene su
más limitado reflejo, en la película del magnífico director italiano, en la
escena del teatro, cuando es seccionada, sin aparente importancia, y para
regocijo del público, la mano de uno de los actores.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial;">En cualquier caso, y
alejándonos de esta mirada un poco más fantástica, convendría más aproximarse a
esta obra de Fellini, por la que fue nominado al Oscar en el año 1970, con la
predisposición a sumergirse en un decadente mundo <i>onírico</i> de sensaciones donde lo que se cuenta no es tan importante
frente a cómo se cuenta. Y es que el intenso trabajo de documentación llevado a
cabo por Fellini fue puesto al servicio de la rotura de algunos mitos<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC2/PAC2_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftn5" name="_ftnref5" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[5]</span></span><!--[endif]--></span></a>: <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><i><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial;">Todo ello lo llevó a cabo con la intención de
un mayor conocimiento sobre la época que iba a tratar, pero, lejos de lo que
pudiera sospecharse en principio, no quería reproducir según un criterio
arqueológico y estético los modelos antiguos, sino que más bien pretendía
evitar a tocia costa esa visión formal de perfección que hasta el momento se
tenía del mundo clásico.<o:p></o:p></span></i></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial;">Pero situémonos primero
en el contexto histórico del Satiricón, ¿cuál es exactamente el mundo en el que
nos introduce Fellini? Aunque en una fase tardía, nos lo explica el profesor Lane<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC2/PAC2_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftn6" name="_ftnref6" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[6]</span></span><!--[endif]--></span></a>:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><i><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial;">El «mundo clásico» es el mundo de los antiguos
griegos y romanos, unas cuarenta generaciones anteriores a la nuestra, pero
capaz aún de suponer un reto al compartir con nosotros una misma humanidad.<o:p></o:p></span></i></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial;">Y es el mismo profesor
Lane el que nos advierte de los peligros de dejarnos caer en el romanticismo de
películas como las mencionadas anteriormente: Gladiator, pero cuyos ejemplos no
faltaran a poco que uno sea medianamente cinéfilo, a saber: Ben-Hur, Cleopatra,
Julio César, Quo Vadis, …<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC2/PAC2_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftn7" name="_ftnref7" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[7]</span></span><!--[endif]--></span></a>:” <i>Los que idealizan el pasado suelen no entenderlo: al querer
restaurarlo, lo mata con su cariño</i>”. Parece ser esa, en última instancia,
la intención de Fellini, evitar que matemos el pasado a fuerza de embellecerlo
exageradamente.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><span face="Arial, sans-serif">No se sorprenda el osado
espectador que se atreva a introducirse en el Satiricón ante la falta aparente
de argumento o hilo conductor, ni espere disfrutar de una película al uso, la
intención principal de Fellini no era entretener</span><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC2/PAC2_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftn8" name="_ftnref8" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[8]</span></span></span></a><span face="Arial, sans-serif">:</span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><i><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial;">Con este material podría Fellini haber
elaborado una obra cerrada, pero prefirió, en consonancia precisamente con sus
características y como medio a través del cual subrayar el carácter
fragmentario e incompleto de nuestra información, acentuarlo aún más, de forma
que toda la película es una especie de sucesión de pequeños tableaux, sin más
conexión, a veces, que la presencia de alguno o algunos de los protagonistas.<o:p></o:p></span></i></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial;">Desde una visión
nominalista de la historia, Fellini no pretende reconstruir un mundo del que ya
sólo quedan sus nombres, ni lamentarse por la información perdida a lo largo de
los siglos. Utiliza lo que tiene para presentarnos su propia interpretación de
una época que quizás hayamos idealizado en demasía, olvidando que también
fueron mujeres y hombres corrientes quienes la conformaron y no solo poderosos
emperadores o ilustres senadores con elevados ideales acerca de la democracia.
Mujeres y hombres que disfrutaron, pero sobre todo padecieron, graves
sufrimientos y privaciones, en mayor contraste, si cabe, frente a los niveles
de lujo y opulencia de la élite. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial;">Es ante la visión de
los frescos en la última escena de la película en los que, maltratados por el
tiempo, aparecen los personajes principales de la historia, cuando aparece
nítidamente la intención de Fellini, que nos acaba situando en el presente. Ya
no son unas simples caras desconocidas como las que podríamos visitar
actualmente en Pompeya, ahora conocemos su historia, sus alegrías y sus miedos,
lo que sufrieron y disfrutaron. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial;">Ya no son extraños
anónimos que vivieron en la idealizada cuna de la democracia. Fellini nos
presenta, en definitiva, una opción, su propia alternativa basada, como hemos
mencionado anteriormente, en un cuidadoso y esmerado estudio de la época. Es
esta interpretación <i>novelesca</i> del
mundo clásico, al estilo del grandísimo historiador George Duby<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC2/PAC2_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftn9" name="_ftnref9" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[9]</span></span><!--[endif]--></span></a>, el verdadero valor de la
obra de Fellini:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><i><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial;">Es, por decirlo así, lo que separa al discurso
del historiador, o histórico, del discurso novelesco; efectivamente, creo que
un libro de historia, que la historia, es un género literario, un género que se
integra en la “literatura de evasión”, al menos en gran medida; que sacia un
deseo de evadirse de uno mismo, de lo cotidiano, de lo que te encierra; de esto
estoy seguro.<o:p></o:p></span></i></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><i><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial;">Pero la diferencia entre el novelista y el
historiador es que éste está obligado a tener en cuenta cierto número de cosas
que se le imponen; que está determinado por una necesidad de “veracidad”, por
así decirlo, más que, quizá, de “realidad”. En todo caso esto no tiene nada que
ver con la materialidad de estas huellas: la huella de un sueño no es menos
“real” que la de una pisada, o el surco de una carreta en la tierra. Creo que
lo imaginario tiene tanto de realidad como lo material; es necesario que
estemos de acuerdo sobre esto. El historiador no puede borrar todas estas
huellas conscientemente, no puede borrar ninguna. Y está obligado a insinuar su
invención, su parte de imaginación y de creación, en el interior de un
archipiélago.<o:p></o:p></span></i></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial;">La huella de la que
habla Duby son esos frescos crepusculares que Fellini ha intentado convertir en
su sueño, sí, pero un sueño plausible y, aunque quizás desmesurado en algunos
momentos, como debe suceder en cualquier novela que se precie, crea una
conexión que nos lleva más allá del tiempo y nos ayuda a entender quienes
fueron esos personajes – ahora personas familiares – que tantas veces vemos en
representaciones antiguas.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial;">Pero tras esta cariñosa,
y quizás demasiado extensa, advertencia introduzcámonos un poco más en el
Satiricón de Fellini. Se trata de una adaptación libre de la obra de Petronio
con guion de Bernardino Zapponi, Fellini nos narra las peripecias de Encolpio y
Ascilto, dos estudiantes en la Roma del s. I d.C., cuya única preocupación
parece ser disfrutar al máximo, sin demasiadas exigencias morales, del corto
periodo de tiempo que les han concedido los dioses para vivir en la tierra. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial;">Estrenada en 1969, nos
presenta, a través de escenas aparentemente inconexas – y no tan aparentemente
– la decadencia de un imperio cuya élite se ha abandonado a todos y cada uno de
los placeres mundanos, deleites de los que, en el momento de máximo esplendor
de su mundo, habían tratado de huir. El resto del pueblo, siempre despreciado,
parece vivir bajo la esperanza de llegar a convertirse en un entretenimiento
para ellos, que les permita alejarse de su penosa existencia. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial;">Nos lo explica Toner y
lo desarrollaremos un poco más a través de una de las escenas más importantes
de la película, la que nos muestra el banquete de Trimalción al que asiste
Encolpio<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC2/PAC2_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftn10" name="_ftnref10" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[10]</span></span><!--[endif]--></span></a>:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><i><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial;">Lo que ayudaba a sobrellevar esta enorme
desigualdad en el reparto de la riqueza era la expectativa social de que los
ricos y poderosos compartieran parte de su buena fortuna con los ciudadanos de
a pie. Ya fuese ofreciendo pan subsidiado, pagando espectáculos en los teatros
o fomentando la cacería de animales y el combate entre gladiadores en la arena,
organizando banquetes públicos o construyendo grandes baños en la ciudad, las
viejas élites políticas ofrecían a muchos ciudadanos pobres, especialmente en
la Roma del Imperio, medios para disfrutar de los placeres de una buena vida.<o:p></o:p></span></i></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial;">Tal como sucede en este
banquete, uno entre los que frecuentemente ofrece a sus invitados al más puro
estilo del emperador Nerón, y tal como nos explica el profesor Jerry Toner<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC2/PAC2_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftn11" name="_ftnref11" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[11]</span></span><!--[endif]--></span></a>:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><i><span face="Arial, sans-serif">No obstante, el crecimiento del Imperio, la
riqueza y los centros urbanos como Roma contribuyó de forma decidida a
incrementar la variedad de experiencias sensoriales al alcance de, al menos,
una parte de la no élite. Asimismo, alteró de manera radical la conducta de la
élite. En lugar de la contención y sobriedad tradicionales, hubo ricos que,
estando en posición de gastar sumas enormes de dinero, optaron por dedicarse al
lujo, parte del cual llegó al pueblo. Eso creaba problemas graves para la
élite, pues se consideraba que el lujo estimulaba sensaciones que tenían un
impacto moral directo y degradante</span></i><span face="Arial, sans-serif">. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial;">Reflejo de lo que el
mismo Toner llama <i>confusión sensorial durante
la República tardía y el Alto Imperio</i>,<i>
</i>con su apogeo en la época en la que se sitúa el Satiricón de Petronio y la adaptación
de Fellini<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC2/PAC2_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftn12" name="_ftnref12" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[12]</span></span><!--[endif]--></span></a>:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><i><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial;">Los romanos estaban aprendiendo a usar sus
sentidos de una forma más amplia, pero las tensiones que esta reorganización
sensorial creó se expresaron a través de lo que se percibía como una enfermedad
del cuerpo social. A ojos de los escritores moralistas de la élite, el cuerpo
del varón romano, cuya legendaria reciedumbre le había permitido forjar un
imperio, estaba reblandeciéndose como consecuencia de tanta sensualidad.<o:p></o:p></span></i></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial;">Era esa diferente
percepción sensorial lo que marcaba la diferencia entre la élite y el pueblo
llano, no hay más que observar el contraste entre el lugar donde viven Encolpio
y Ascilto, arrasado por un terremoto al principio de la película, y la clásica
villa romana que visitan tras el suicidio de los patricios, que parecen haberse
dado cuenta de que los gloriosos tiempos de Roma están tocado a su fin. Una vez
más, Toner nos da la clave de cómo gestionaban esas percepciones las clases
altas<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC2/PAC2_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftn13" name="_ftnref13" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[13]</span></span><!--[endif]--></span></a>: <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><i><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial;">La élite usaba los sentidos como un medio de
distinción social. El establecimiento de un cordón sanitario alrededor de la
alta cultura que excluía a la mayoría de la población apelando a un gusto
basado en la riqueza y, por ende, dejaba fuera a la no élite, el «Otro». El
gusto de la élite se estableció a través de medios como el uso de pinturas
lujosas para decorar sus habitaciones o la costosa educación que se requería
para poder leer y apreciar la literatura. Ser un conocedor era lo que contaba,
pues permitía convertir una serie de elecciones arbitrarias en la cultura dominante
y legítima. El gusto se convirtió en un medio de distinción social, y se usó
como prueba de la superioridad cultural de la élite. Con todo, la no élite
podía ser bastante exigente acerca de las cosas que le importaban. Eran
consumidores activos y críticos de los juegos y los espectáculos. Los actores
que estaban por debajo de los estándares exigidos podían pasar un mal rato.
Pero la élite siempre intentó ir más allá de lo sensual. De forma continua se
definieron a partir del rechazo de lo bajo, lo sucio, lo ruidoso y lo
maloliente. En muchos sentidos, era el acto de exclusión lo que constituía su
identidad.<o:p></o:p></span></i></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial;">Había también
diferencias más sutiles entre la élite y el pueblo, en este caso sólo reconocibles,
al menos para el que escribe, si se visiona el Satiricón de Fellini en versión
original subtitulada al inglés. Estoy refiriéndome al lenguaje, y es que en V.O.
los subtítulos establecen claramente cuando se está utilizando el latín vulgar,
lo que permite darse cuenta más fácilmente de este importante detalle del que
toma buena cuenta Fellini y del que también nos habla Toner<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC2/PAC2_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftn14" name="_ftnref14" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[14]</span></span><!--[endif]--></span></a>:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><i><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial;">Siempre habría una gran área gris entre el
latín más refinado y el habla cotidiano de la gente. Pero, en general, el latín
elevado estaba vedado a la no élite; algo que le tenía sin cuidado, pues este
era irrelevante para sus preocupaciones diarias. La cuestión no era solo de
acento, sino también de tono. La no élite tenía que ser muy cautelosa al tratar
directamente con los poderosos. Su discurso, vacilante, dubitativo, indirecto,
expresaba su subordinación. Usaba la adulación para intentar convencer a sus
superiores sociales de que le proporcionaran lo que quería. <o:p></o:p></span></i></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial;">La ostentación del
lujo, que había sido vista desde siempre como un signo de debilidad y
corrupción, era utilizado ahora para controlar a la no élite, ofreciéndoles
unas migajas a cambio de la estabilidad social<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC2/PAC2_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftn15" name="_ftnref15" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[15]</span></span><!--[endif]--></span></a>:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><i><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial;">El lujo privado, que no ayuda a nadie y sirve
solo para degradar al individuo, se condenaba con severidad. El programa de
Augusto, en cambio, creaba un mundo sensorial que actuaba sobre el espectador
para producir un beneficio social. […] Representaba la creación de una forma de
gobierno más difusa y penetrante, una que utilizaba experiencias sensoriales
intensificadas para fines políticos.<o:p></o:p></span></i></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial;">Aunque no faltaba
ocasión para recordar lo poco que valía una vida y quien retenía claramente el
poder, una vez más, en el banquete de Trimalción, cuando él mismo, acusado de
plagio por el poeta ebrio de vino, lo sentencia a morir abrasado en el horno
sin posibilidad de juicio ni defensa. Ninguno de los asistentes al festín
parece sorprenderse lo más mínimo<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC2/PAC2_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftn16" name="_ftnref16" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[16]</span></span><!--[endif]--></span></a>:” <i>Es importante reconocer que la autoridad de la élite fue siempre una
cuestión de mutuo acuerdo, cooptación e intimidación en igual medida que de
fuerza</i>”, pero más remarcable es, quizás, el hecho de que sean los de su
misma clase social los que cumplan con las órdenes del amo incluso con gusto y
dedicación. ¿Qué hubiéramos pensado de Trimalción si su mausoleo hubiera
llegado hasta nuestros días?, ¿qué imagen hubiéramos tenido de él, de su vida y
sus obras, dos milenios después, leyendo el epitafio que habían preparado?
Suerte que tenemos a Fellini para explicarnos la verdad o, cuanto menos, una
verdad diferente a la que nos habían explicado la mayoría de los libros de
historia y prácticamente todas las películas hasta la fecha.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial;">Y qué decir del papel
de Fortunata, su esposa, humillada y maltratada en público sin ningún tipo de
pudor, fiel reflejo del papel de la mujer en la sociedad romana y cuya labor no
era diferente entre la plebe. Lo refleja perfectamente Juan Crisóstomo tal como
nos recuerda el profesor Knapp<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC2/PAC2_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftn17" name="_ftnref17" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[17]</span></span><!--[endif]--></span></a>: <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><i><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial;">El papel fundamental de la mujer es ocuparse de
sus hijos, de su marido y de su hogar. La actividad humana se divide en dos
esferas; una perteneciente a la vida fuera del hogar y otra dentro de él; lo
que podríamos denominar esfera «pública» y «privada». Dios asignó un papel a
cada sexo; las mujeres han de encargarse de la casa y los hombres de los
asuntos públicos, de los negocios y de las actividades legales y militares, es
decir, de la vida fuera del hogar.<o:p></o:p></span></i></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><span face="Arial, sans-serif">Y que él mismo concluye</span><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC2/PAC2_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftn18" name="_ftnref18" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[18]</span></span></span></a><span face="Arial, sans-serif">:” </span><i>Siguiendo este ideal, el mundo grecorromano introdujo la afirmación de
la inferioridad física y mental de la mujer en todos los intersticios posibles
de la vida […] La mujer era un medio para un fin, y probablemente ella se veía
de este modo</i><span face="Arial, sans-serif">”.</span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial;">He aquí un pasaje del
Satiricón de Petronio en referencia al papel de la mujer de Trimalción como
muestra, también, del concienzudo ejercicio de documentación que llevo a cabo
Fellini para la realización de su obra<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC2/PAC2_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftn19" name="_ftnref19" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[19]</span></span><!--[endif]--></span></a>:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><i><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial;">Entonces por primera vez (pero no última), los
buenos tiempos pasaron a ser tiempos convulsos. Pues cuando un muchacho guapo
entró a formar parte del servicio, Trimalción lo agarró y empezó a besarlo
largamente. Así que Fortunata (la esposa de Trimalción), con el fin de
reivindicar sus derechos ante la ley, empezó a insultar a Trimalción,
llamándole sucio y desgraciado y acusándole de no poder controlar sus impulsos
lujuriosos. El insulto final que le lanzó fue «¡perro!». Trimalción se sintió
ofendido por los insultos y arrojó una taza a la cara de Fortunata. Ella gritó
como si hubiera perdido un ojo, tapándose la cara con manos temblorosas.
Escintila también se alarmó. Estrechó a su aterrorizada amiga contra su pecho
para protegerla. <o:p></o:p></span></i></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial;">Diríase que se trata de
un extracto del propio guion de la película.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial;">Muy representativo es,
también, el paseo de Encolpio y Gitón de vuelta a casa. Como la escena del
sacrificio, en la que Fellini nos muestra el importante papel de la magia en la
cultura clásica como medio de comunicación con los dioses o para la adivinación
del incierto futuro, hecho que confirma, por supuesto, Toner<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC2/PAC2_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftn20" name="_ftnref20" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[20]</span></span><!--[endif]--></span></a>:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><i><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial;">Mediante la combinación de lo exótico, lo
estrambótico y lo mundano de formas inesperadas, la magia creaba una
experiencia sensorial sobrecogedora. Un rito de iniciación (para qué no está claro)
creaba una confusión sensorial total: «Sobre dos ladrillos puestos de lado,
levantar una hoguera con leña de olivo» y cuando salga el sol «cortar la cabeza
de un gallo blanco y sin mácula», que ha de haberse traído «bajo el brazo
izquierdo». Una vez decapitado el gallo, «sujetarlo sin ayuda. Arrojar la
cabeza en el río y beber la sangre, vertiéndola en la mano derecha, y arrojar
el resto del cuerpo en el altar encendido; luego saltar al río y sumergirse con
la ropa que se lleva puesta, salir del agua caminando hacia atrás y, después,
cambiarse de ropa, alejarse sin mirar hacia atrás. Seguidamente, coger bilis de
búho y frotarse un poco sobre los ojos con la pluma de un ibis», y entonces «la
iniciación habrá terminado». <o:p></o:p></span></i></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><span face="Arial, sans-serif">Rodeados de suciedad, en
ese mismo paseo, se percibe el hedor a suciedad e inmundicia que ninguno de los
dos parece advertir y que en ningún caso lograríamos conocer en ningún museo</span><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC2/PAC2_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftn21" name="_ftnref21" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[21]</span></span></span></a><span face="Arial, sans-serif">:</span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><i><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial;">Tratemos de imaginar un mundo clásico
diferente. ¿Qué nos encontraríamos mientras paseamos por una ciudad de la
época? De entrada, los sentidos captan una experiencia totalmente distinta. El
hedor de la basura y los excrementos humanos nos golpea sin piedad. Porque los
impresionantes progresos romanos en alcantarillado se circunscriben a las principales
zonas públicas de la ciudad. Bien alejada de ellos, la gente evacúa en
cualquier parte.<o:p></o:p></span></i></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial;">Los esclavos son otro
punto clave de la obra de Fellini y, por supuesto, de la sociedad clásica.
Desde el esclavo amenazado de muerte por Trimalción por no haber cocinado a su
gusto, hasta los liberados por los patricios, están presentes a lo largo de
toda la película y muestran uno de los aspectos más importantes en los que se
basaba la economía romana. Más allá de la película, donde podemos observar su
vida como a través de una ventana, nos lo define Toner<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC2/PAC2_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftn22" name="_ftnref22" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[22]</span></span><!--[endif]--></span></a>:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><i><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial;">Dos de las sociedades esclavistas más notorias
de la historia fueron la ateniense y la romana imperial, que iba capturando
esclavos por todo el territorio conquistado. Estos esclavos trabajaban la
tierra y las minas y conformaban el servicio doméstico. En lo que entonces se
llamaba Italia, representaban alrededor del veinte por ciento de la población,
y en Roma estaban por todas partes, suponiendo alrededor de un tercio de la
población. Llama la atención que los lugareños apenas se fijaran en ellos. […]
La esclavitud era normal, se trataba de una institución fundamental que nadie
cuestionaba. No había en aquel entonces movimientos abolicionistas, o no nos
han llegado menciones de su mera posibilidad. Tener un esclavo era tan normal
como tener hoy en día una nevera. Si visitáramos una ciudad antigua, nuestra
mirada toparía a menudo con ellos: los veríamos correr al mercado para comprar
comida o cargar al amo hasta el foro, pues los esclavos eran los caballos de la
Antigüedad. Y la brutalidad que a veces se empleaba con ellos puede resultarnos
chocante.<o:p></o:p></span></i></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial;">No debemos extraer de
esto que el modo habitual de trato con los esclavos fuera cruel, prueba de ello
es la anteriormente mencionada liberación de los esclavos por los patricios y
la tristeza con la que se despiden de sus antiguos amos, nos vuelve a dar
prueba de ello Toner<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC2/PAC2_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftn23" name="_ftnref23" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[23]</span></span><!--[endif]--></span></a>:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: left;"><i><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial;">A la mayoría de la gente, como a Augusto,
aquella crueldad tan delirante le chocaba. Cuando se trataba de conseguir que
trabajasen duro, los amos entendían cuán contraproducente era amedrentar a los
esclavos. En su lugar, para alentarlos a trabajar productiva y voluntariamente,
empleaban una variedad de incentivos que iban desde la bonificación hasta la
promesa de una libertad futura. Los esclavos también eran caros, costaban el
equivalente a la manutención de dos años de una familia de cuatro miembros:
eran un activo cuyo valor disminuía con el maltrato del mismo modo en que
disminuía su rendimiento.<o:p></o:p></span></i></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial;">Es, en definitiva, el
Satiricón de Fellini, un giro rotundo a la realidad del día a día, un grito
para que no olvidemos los verdaderos romanos, los romanos corrientes. Una
alerta para no olvidar que la mayoría de información que nos ha llegado no es
tan representativa como pensamos de ese mundo antiguo idealizado y que, como
nos dice Toner<a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC2/PAC2_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftn24" name="_ftnref24" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[24]</span></span><!--[endif]--></span></a>:”
<i>[…] la alta cultura era una pequeña isla
en la Antigüedad. La mayoría era analfabeta y tenía poco o ningún acceso a los
ilustres textos que para nosotros representan el epítome de lo clásico</i>.”<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><b><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial; line-height: 107%;"> </span></b></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial; line-height: 107%;"><b><br clear="all" style="break-before: page; mso-special-character: line-break; page-break-before: always;" />
<o:p></o:p></b></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><b><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial; line-height: 150%;">BIBLIOGRAFÍA.<o:p></o:p></span></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><span face="Arial, sans-serif">Duby, Georges.
</span><i>Diálogo sobre la Historia. Conversaciones
con Guy Lardreau</i><span face="Arial, sans-serif">. Madrid: Alianza, 1988, pp. 37-53.</span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial; line-height: 150%;">Knapp,
Robert C. <i>Los olvidados de Roma.
Prostitutas, forajidos, esclavos, gladiadores y gente corriente</i>. Barcelona:
Ariel, 2011, pp. 67-114.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial; line-height: 150%;">Lane
Fox, R. <i>El mundo clásico: la epopeya de
Grecia y Roma</i>. Barcelona: Crítica, 2007, pp. 13-21.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial; line-height: 150%;">Salvador
Ventura, Francisco José. <i>El mundo clásico
en El Satiricón de Fellini</i>. Murcia: Universidad de Murcia, Servicio de
Publicaciones, 1999, pp. 447-453.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial; line-height: 150%;">Toner,
Jerry. <i>Mundo antiguo</i>. Madrid: Turner,
2017, pp. 9-31.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-family: arial; line-height: 150%;">Toner,
Jerry. <i>Sesenta millones de romanos. La
cultura del pueblo en la Antigua Roma</i>. Barcelona: Crítica, 2020, pp. 179-232.<o:p></o:p></span></p>
<div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></div><span style="font-family: arial;"><!--[if !supportFootnotes]-->
</span><hr size="1" style="text-align: left;" width="33%" />
<span style="font-family: arial;"><!--[endif]-->
</span><div id="ftn1">
<p class="MsoFootnoteText" style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC2/PAC2_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftnref1" name="_ftn1" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[1]</span></span><!--[endif]--></span></a> <a href="https://www.rogerebert.com/reviews/fellini-satyricon-1970">https://www.rogerebert.com/reviews/fellini-satyricon-1970</a>
[Acceso el 10 de abril de 2021].<o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn2">
<p class="MsoFootnoteText" style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC2/PAC2_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftnref2" name="_ftn2" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[2]</span></span><!--[endif]--></span></a> <a href="https://www.chicagoreader.com/chicago/fellini-satyricon/Film?oid=1067763">https://www.chicagoreader.com/chicago/fellini-satyricon/Film?oid=1067763</a>
[Acceso el 20 abril de 2021].<o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn3">
<p class="MsoFootnoteText" style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC2/PAC2_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftnref3" name="_ftn3" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[3]</span></span><!--[endif]--></span></a>
Francisco José Salvador Ventura, <i>El mundo
clásico en El Satiricón de Fellini</i> (Murcia: Universidad de Murcia, Servicio
de Publicaciones, 1999), 447.<o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn4">
<p class="MsoFootnoteText" style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC2/PAC2_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftnref4" name="_ftn4" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[4]</span></span><!--[endif]--></span></a> Jerry
Toner, <i>Sesenta millones de romanos. La
cultura del pueblo en la Antigua Roma</i> (Barcelona: Crítica, 2020), 179.<o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn5">
<p class="MsoFootnoteText" style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC2/PAC2_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftnref5" name="_ftn5" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[5]</span></span><!--[endif]--></span></a> Francisco
José Salvador Ventura, El mundo clásico en El Satiricón de Fellini (Murcia:
Universidad de Murcia, Servicio de Publicaciones, 1999), 448.<o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn6">
<p class="MsoFootnoteText" style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC2/PAC2_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftnref6" name="_ftn6" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[6]</span></span><!--[endif]--></span></a> Robin Lane,
<i>El mundo clásico: la epopeya de Grecia y
Roma</i> (Barcelona: Crítica, 2007), p. 13.<o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn7">
<p class="MsoFootnoteText" style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC2/PAC2_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftnref7" name="_ftn7" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[7]</span></span><!--[endif]--></span></a> Ibíd.,
16.<o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn8">
<p class="MsoFootnoteText" style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC2/PAC2_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftnref8" name="_ftn8" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[8]</span></span><!--[endif]--></span></a> Francisco
José Salvador Ventura, El mundo clásico en El Satiricón de Fellini (Murcia:
Universidad de Murcia, Servicio de Publicaciones, 1999), 449-450.<o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn9">
<p class="MsoFootnoteText" style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC2/PAC2_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftnref9" name="_ftn9" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[9]</span></span><!--[endif]--></span></a> Georges
Duby, <i>Diálogo sobre la Historia.
Conversaciones con Guy Lardreau</i> (Madrid: Alianza, 1988), 39.<o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn10">
<p class="MsoFootnoteText" style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC2/PAC2_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftnref10" name="_ftn10" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[10]</span></span><!--[endif]--></span></a> Jerry
Toner, <i>Mundo antiguo</i> (Madrid: Turner,
2017), 15.<o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn11">
<p class="MsoFootnoteText" style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC2/PAC2_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftnref11" name="_ftn11" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[11]</span></span><!--[endif]--></span></a> Jerry
Toner, <i>Sesenta millones de romanos. La
cultura del pueblo en la Antigua Roma</i> (Barcelona: Crítica, 2020), 207.<o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn12">
<p class="MsoFootnoteText" style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC2/PAC2_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftnref12" name="_ftn12" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[12]</span></span><!--[endif]--></span></a> Ibíd.,
208-209.<o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn13">
<p class="MsoFootnoteText" style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC2/PAC2_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftnref13" name="_ftn13" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[13]</span></span><!--[endif]--></span></a> Ibíd.,
190.<o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn14">
<p class="MsoFootnoteText" style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC2/PAC2_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftnref14" name="_ftn14" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[14]</span></span><!--[endif]--></span></a> Ibíd.,
202.<o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn15">
<p class="MsoFootnoteText" style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC2/PAC2_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftnref15" name="_ftn15" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[15]</span></span><!--[endif]--></span></a> Ibíd.,
215-216.<o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn16">
<p class="MsoFootnoteText" style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC2/PAC2_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftnref16" name="_ftn16" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[16]</span></span><!--[endif]--></span></a> Ibíd.,
225.<o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn17">
<p class="MsoFootnoteText" style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC2/PAC2_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftnref17" name="_ftn17" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[17]</span></span><!--[endif]--></span></a> Robert Knapp,
<i>Los olvidados de Roma. Prostitutas,
forajidos, esclavos, gladiadores y gente corriente</i>. (Barcelona: Ariel, 2011),
67.<o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn18">
<p class="MsoFootnoteText" style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC2/PAC2_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftnref18" name="_ftn18" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[18]</span></span><!--[endif]--></span></a> Ibíd.,
68-69.<o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn19">
<p class="MsoFootnoteText" style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC2/PAC2_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftnref19" name="_ftn19" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[19]</span></span><!--[endif]--></span></a> Ibíd.,
92.<o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn20">
<p class="MsoFootnoteText" style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC2/PAC2_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftnref20" name="_ftn20" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[20]</span></span><!--[endif]--></span></a> Jerry
Toner, Sesenta millones de romanos. La cultura del pueblo en la Antigua Roma
(Barcelona: Crítica, 2020), 206.<o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn21">
<p class="MsoFootnoteText" style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC2/PAC2_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftnref21" name="_ftn21" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[21]</span></span><!--[endif]--></span></a> Jerry
Toner, <i>Mundo antiguo</i> (Madrid: Turner,
2017), 9.<o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn22">
<p class="MsoFootnoteText" style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC2/PAC2_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftnref22" name="_ftn22" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[22]</span></span><!--[endif]--></span></a> Ibíd.,
19.<o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn23">
<p class="MsoFootnoteText" style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC2/PAC2_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftnref23" name="_ftn23" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[23]</span></span><!--[endif]--></span></a> Ibíd.,
21-22.<o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn24">
<p class="MsoFootnoteText" style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><a href="file:///G:/Mi%20unidad/A_UOC/20.%20El%20m%C3%B3n%20cl%C3%A0ssic/PAC2/PAC2_MC_Mario_Lorenz.docx#_ftnref24" name="_ftn24" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[24]</span></span><!--[endif]--></span></a> Ibíd.,
30.</span><o:p></o:p></p>
</div>
</div>Mario Lorenzhttp://www.blogger.com/profile/02901763308817242377noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5683398022820004471.post-90643463198097760632021-12-28T12:54:00.000+01:002021-12-28T12:54:05.996+01:00El conocimiento como hecho social y su papel en la construcción de la realidad social.<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEg5rd0fuWKjZI1LthuNLmFAkqI5-NLCRZMYnIXQXwDL5-L8I3UqAwxW6ANg84dPeaWMYou8IWbHFeAJAx4tBLiD7fwTgJ4bztnUyb8ibHlYNlYvh3dL_--3lgfMZBpnqm8ouB9TA-g8LW5gTk4NW_PhnOxqIB4bErBo4KIOn9Pn3wrlt-ZF6VxeGDl-cw=s1920" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1101" data-original-width="1920" height="368" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEg5rd0fuWKjZI1LthuNLmFAkqI5-NLCRZMYnIXQXwDL5-L8I3UqAwxW6ANg84dPeaWMYou8IWbHFeAJAx4tBLiD7fwTgJ4bztnUyb8ibHlYNlYvh3dL_--3lgfMZBpnqm8ouB9TA-g8LW5gTk4NW_PhnOxqIB4bErBo4KIOn9Pn3wrlt-ZF6VxeGDl-cw=w640-h368" width="640" /></a></div><span style="font-family: "Arial Narrow", sans-serif; font-size: 12pt;"><p><span style="font-family: "Arial Narrow", sans-serif; font-size: 12pt;"><br /></span></p>El conocimiento, como producción
imperfecta de mentes imperfectas que viven en sociedad, ha estado siempre
condicionado por toda clase de factores históricos, políticos y económicos,
quedando muchas veces como una mera herramienta al servicio de los poderosos y
en otras al servicio de las mentes más privilegiadas para la producción de las
más hermosas obras. La sociología del conocimiento pretende establecer su
papel, el del conocimiento, más allá de los condicionantes comentados, en la
construcción social de la realidad. Ya no importa tanto si ese conocimiento es
verdadero o no, le resulta más interesante profundizar en cómo se crea o que
repercusiones tiene en la sociedad, y dentro de la misma, en los distintos
ámbitos que la componen, por ejemplo, el mundo laboral, el mundo familiar o el religioso.</span><p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: "Arial Narrow",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;">Qué mecanismos producen el conocimiento
en cada uno de estos ámbitos o cómo se relacionan unos con otros son puntos más
interesantes para la sociología del conocimiento, en definitiva, cual es la
relación entre sociedad y conocimiento. Como comentaba antes, no se entra a
valorar el hecho de que una persona religiosa pueda creer en los ángeles o en
la resurrección del hijo de un Dios, eso no tiene por qué incapacitarlo, por
ejemplo, para conseguir el Nobel de Física; en este momento, debe valernos con
que ese conocimiento sea una realidad incuestionable para quien así lo cree y
ser conscientes de que se trata de un hecho fundamental para la construcción de
la realidad social.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: "Arial Narrow",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;">¿Cómo afrontamos esto? ¿Desde una visión
objetiva, subjetiva o intersubjetiva? Personalmente creo que no hay opción,
como veremos en el breve esquema histórico que sigue, cada uno de los autores
lo afronta desde el único punto de vista posible, el suyo propio, caminando en
la medida de lo posible, hacia la objetividad, que es un “objetivo” muy loable,
pero difícilmente alcanzable, aunque, en cualquier caso, deber ser siempre a lo
que se debe tender. La tercera vía, la intersubjetividad, más en boga hoy en
día, me parece una manera de justificar esa subjetividad inherente al hombre,
de dejarla plasmada para nuestra tranquilidad, pero que, según mi entender, no
aporta ningún valor añadido. No puedo evitar que no me transmita más que cierta
inseguridad en el razonamiento que pretenda plantearse en una especie de
cubrirse las espaldas.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: "Arial Narrow",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;">Hagamos ahora un breve ejercicio
histórico y remontémonos a los inicios de las ciencias sociales para ver cómo
ha evolucionado el papel que el conocimiento ha tenido en la construcción de la
realidad. Podríamos empezar con <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Maquiavelo</b>,
que ya en el siglo XVI, en pleno renacimiento italiano, lo pone al servicio del
poder; el conocimiento no es más que un medio a utilizar sin escrúpulos para
llegar al gobierno y, una vez allí, poder mantenerse a toda costa, sin
producirse ningún tipo de planteamiento moral. Con <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Rousseau</b>, en el siglo XVIII, parece que el conocimiento va a pasar
a ser una herramienta al servicio del bien, que sirva para desenmascarar el
engaño que pretende hacer que deseemos lo que se nos está imponiendo desde las
esferas del poder.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: "Arial Narrow",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;">Con <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Marx</b>,
y partiendo de su concepción del trabajo como principal actividad humana, llegamos
a la conclusión de que la capacidad de conocimiento que tenemos de nosotros
mismos y sobre el mundo que nos rodea está manipulada, nos viene además
impuesta por los intereses económicos de una minoría privilegiada que utiliza
precisamente ese trabajo, constituido en imprescindible para pertenecer a la
“buena” sociedad, para de este modo chantajearnos y conseguir una paz social
muy conveniente económicamente para ellos. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial Narrow", sans-serif; font-size: 12pt;">A pesar de no estar completamente de
acuerdo con esa concepción marxista del trabajo, si lo estoy con su concepto de
</span><b style="font-family: "Arial Narrow", sans-serif; font-size: 12pt;">ideología</b><span style="font-family: "Arial Narrow", sans-serif; font-size: 12pt;">. El control, a través de
la colocación de barreras que no nos permitan alcanzar ese conocimiento, se
realiza a través de ella, y me parece muy vigente; cierto es que quizás los
métodos han cambiado, antes se trataba más bien de reducir y limitar el acceso
a la información, hoy más bien se nos satura de ella y se definen mejor los
“targets” de manera que cada uno reciba la información que espera para su plena
satisfacción, en tal cantidad que le sea imposible gestionarla de forma
adecuada, haciéndonos vivir en un estado de posverdad constante, ¿a cuántos podemos
nombrar, por ejemplo, que se hayan negado a ver TVE1, TV3, la Sexta o
13TV?¿Cómo van a contrastar esas personas sus propias opiniones? El mensaje que
permite la reflexión, la crítica y, en definitiva, el conocimiento, es muchas
veces el contrario.</span></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span lang="ES" style="font-family: "Arial Narrow",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;">Friedrich
Nietzsche</span></b><span lang="ES" style="font-family: "Arial Narrow",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;">, el otro maestro de la sospecha, no se
preocupa ya por determinar la veracidad del conocimiento, como en la sociología
del conocimiento moderna, ya no es el factor de mayor relevancia, en contraposición
a las Ciencias Naturales y su pretensión de homogeneizar y simplificar el mundo
que nos rodea y a nosotros mismos, un mundo en constante cambio que nos asusta
y cuya comprensión no está a nuestro alcance. Podemos alcanzar el conocimiento,
pero debe haber una mutación, un cambio radical que nos permita desligarnos de
tantos siglos de engaño y vencer el miedo al abismo. El conocimiento ya no es
una herramienta para comprender el mundo, sólo para interpretarlo, entendiendo
esa interpretación como un mero juego de distracción o entretenimiento para la
mayoría de nosotros. Para otros pocos, una restringida élite, el conocimiento
se constituye en el medio para realizar la ordenación y simplificación del
mundo en la manera más ventajosa para sus intereses. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: "Arial Narrow",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;">Con Marx y Nietzsche dejamos atrás el
siglo XIX y nos adentramos ya en lo que, ahora sí, podemos llamar la sociología
del conocimiento, término acuñado por <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Max
Scheler</b>. Muy influido por el <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">historicismo</b>
alemán, que concibe toda realidad como el producto de un devenir histórico. El
historicismo nos indica que no es posible alcanzar el conocimiento de nosotros
mismos o de la realidad que nos rodea si no es aceptando que forma parte de un
proceso histórico continúo. Me atrevería a resumirlo diciendo que arrastramos
una carga demasiado pesada como para pretender alcanzar el conocimiento sin
tenerla en cuenta y es el conocimiento de esa carga, la Historia, lo que va a
permitirnos conocer nuestra realidad actual. Scheler pretenderá huir del
relativismo al que conduce el historicismo, que juzga todos los hechos en
función del momento histórico en el que tienen lugar, desde una visión émica. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span lang="ES" style="font-family: "Arial Narrow",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;">Karl
Manheim </span></b><span lang="ES" style="font-family: "Arial Narrow",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;">(1893-1947), el primer gran sociólogo
del conocimiento, contrapone su propia visión de la ideología a la de Marx.
Para Manheim cualquier visión del mundo es pura ideología y, por tanto, ésta
forma parte de la condición humana, al contrario de Marx, que la ve como una
fuerza opresora que desaparecerá cuando se revele quien la sufre. De alguna
manera, y desde la visión humanizada de la ideología que presenta Manheim,
parece que queda normalizada, en la medida que, ahora, cada persona puede tener
una propia. En este punto podría decirse que habrá unas ideologías mejores que
otras, pero claro, esta valoración no es el objetivo de la sociología del
conocimiento. Por supuesto, Manheim también intentará huir del relativismo al
que parece conducir la producción de tantas ideologías. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial Narrow", sans-serif; font-size: 12pt;">Sabemos ahora alguna cosa más sobre como
la sociología del conocimiento lo ha relacionado con la sociedad a través del
poder, pero, ¿qué hay de esa relación en nuestra vida cotidiana? Esa es la
principal novedad que nos aporta </span><b style="font-family: "Arial Narrow", sans-serif; font-size: 12pt;">Alfred
Schütz </b><span style="font-family: "Arial Narrow", sans-serif; font-size: 12pt;">(1899-1959), que define esa vida cotidiana como el mundo real; una
vez más el punto relevante no es si ese mundo cotidiano es real, lo importante
es que funciona como si lo fuera. Incluso en un mundo globalizado como el
nuestro, en el que pudiera parecer que los efectos externos pudieran repercutir
de forma más considerable en nuestro mundo cotidiano, me parece la teoría de
Schütz muy vigente, aunque quizás, podría también definirse como </span><b style="font-family: "Arial Narrow", sans-serif; font-size: 12pt;">burbuja cotidiana</b><span style="font-family: "Arial Narrow", sans-serif; font-size: 12pt;">, en la que esos
efectos externos difícilmente provocan cambios considerables.</span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: "Arial Narrow",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;">Como herederos directos de Schütz,
llegamos a <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Berger</b> y <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Luckmann</b>, que nos explicarán cómo es
posible que nosotros, como sociedad, seamos capaces de establecer un marco de
convivencia, o lo que es lo mismo, una realidad objetiva para poder compartir.
También acerca de la importantísima relevancia que tiene el lenguaje en la
construcción de esa realidad objetiva aceptada en alas de la paz social. No son
tanto los condicionantes genéticos o fisiológicos los que nos incitan a vivir
en sociedad como las rutinas a las que tendemos como humanos. Son esas rutinas
las que forman las bases para estabilizar un mundo cambiante y las convierten
en realidades sociales aceptadas de forma general. El objetivo es, una vez más,
estabilizar un mundo en continuo movimiento, realidad (o no) de la que el
hombre parece intentar huir constantemente, le lleve a donde le lleve. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: "Arial Narrow",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;">Viendo la evolución de la sociología del
conocimiento, con la enorme complejidad de sus planteamientos, puedo hacerme
una idea de la inmensidad que pretende abarcar y de las enormes dificultades
que debe superar, sus cimientos no son como los de las matemáticas o la física,
su edificio no es, por tanto, de una estructura tan fuerte. Pero lo que da más
vértigo es el pensar, desde el convencimiento, que son precisamente estas
ciencias sociales, entre ellas, la sociología del conocimiento, la que debería
permitirnos avanzar por el que debería ser el único camino de la humanidad, el
de la búsqueda de la felicidad, sin utilizar los pretendidos atajos por los que
nos están llevando las aparentemente inquebrantables ciencias naturales. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: "Arial Narrow",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;">Como Kant, y en referencia a la
dicotomía entre ciencias naturales y sociales, prefiero el saber al
conocimiento, también la comprensión a la explicación, aunque quizás,
deberíamos esforzarnos en encontrar la perfecta proporción entre estos cuatro
conceptos, de momento, los segundos de cada analogía ganan por goleada. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: "Arial Narrow",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;">Como punto final a este texto me
gustaría incluir un demoledor aforismo de Nietzsche incluido en uno de los
módulos: “<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Nada de lo que ha dado color a
la existencia tiene todavía su Historia. ¿Existe una Historia del amor, de la
lujuria, de la envidia, de la consciencia, de la piedad, de la crueldad?</i>”
No se pueden definir mejor las aparentemente inabarcables dificultades a las
que se enfrenta la sociología del conocimiento.<o:p></o:p></span></p>Mario Lorenzhttp://www.blogger.com/profile/02901763308817242377noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5683398022820004471.post-87904315580635435552021-10-28T18:11:00.003+02:002021-10-28T18:11:58.664+02:00Epistemología de la Historia (breves notas para un mejor ensayo).<p> </p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES" style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhe7Ma0EPbq5PcIlO2OFv0P5pLkyTdU65A9o4kIi1FoGUW7em9EK7imRRPP20yOic-Idmn-qwNsoIEcsawgJTLSVFaBPKO0oAgu8hrTHyLaZ4wG6os8HfAXMDm_uoOIqHUlF_UJmoD-hRFM/s603/epistemologia.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="133" data-original-width="603" height="142" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhe7Ma0EPbq5PcIlO2OFv0P5pLkyTdU65A9o4kIi1FoGUW7em9EK7imRRPP20yOic-Idmn-qwNsoIEcsawgJTLSVFaBPKO0oAgu8hrTHyLaZ4wG6os8HfAXMDm_uoOIqHUlF_UJmoD-hRFM/w640-h142/epistemologia.png" width="640" /></a></div><br />Recuerdo mi primera
asignatura de historia. Empezaba, como no podía ser de otra manera,
presentándonos a una gran desconocida, la epistemología de la historia, de
nombre extraño y más extraño significado para la gran mayoría de historiadores
positivistas, con o sin título, que rondan por los grandes medios de
comunicación. Se iniciaba, a modo de perfecta y clara declaración de
intenciones, con una frase del grandísimo García Márquez que decía así: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La vida no es la que uno vivió, sino la que
uno recuerda y cómo la recuerda para contarla</i>. <o:p></o:p><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES" style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Y es que no puede
negarse que, en los complejos tiempos que corren, resulta difícil no sucumbir a
la tentación de creerse que el pasado es una irremediable cadena de hechos
matemáticamente calculados, transmitido a través de unos mecanismos científicos
irrefutables para que YO, lo único importante, esté en el preciso lugar en el
que me encuentro, si se me permite la ironía. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES" style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Basándonos
exclusivamente en la historiografía corremos el riesgo no solo de olvidar a
quienes no pudieron participar de ella, sino también de obviar como ha calado
en nosotros o, en definitiva, cómo ha sido utilizada para que cale de una
manera u otra.<o:p></o:p></span></p>Mario Lorenzhttp://www.blogger.com/profile/02901763308817242377noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5683398022820004471.post-68242463747333008842021-06-01T14:55:00.000+02:002021-06-01T14:55:38.735+02:00La ballena y el reactor de Langdon Winner.<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEihBNkpSHujEqJ2VicTwBks_5ogyZdbuT1V-nq5oVk2aZtYyhIXW4TQMBCYgcQvoR-8foKq3HdBiE43obK7WoIMJrPnvvb2Hjrk_984KiIeZtCTlqf1u0_ySx7bVKcr533IxmZeTVQydKdl/s772/2021-05-10+22_07_57-La+ballena+y+el+reactor-2a-ed-langdon-winner-2008.pdf+-+Adobe+Acrobat+Reader+DC.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="772" data-original-width="548" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEihBNkpSHujEqJ2VicTwBks_5ogyZdbuT1V-nq5oVk2aZtYyhIXW4TQMBCYgcQvoR-8foKq3HdBiE43obK7WoIMJrPnvvb2Hjrk_984KiIeZtCTlqf1u0_ySx7bVKcr533IxmZeTVQydKdl/s320/2021-05-10+22_07_57-La+ballena+y+el+reactor-2a-ed-langdon-winner-2008.pdf+-+Adobe+Acrobat+Reader+DC.png" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><p></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 6.0pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">Pudiera
parecer irreverente, y me disculpo de antemano por ello, después de apenas
habernos introducido en las incómodas, a la vez que apasionantes ideas del
constructivismo, comenzar esta reseña aludiendo al gran humorista, actor y
guionista manchego José Mota, pero es que uno empieza ya a ser consciente de
que no va a poder resistirse a emprender esta breve crítica con la frase que ha
estado rondando su cabeza a lo largo de toda la lectura, y es que: <i>si hay que ir se va, pero ir pa' na' es
tontería</i>. ¿Se trata de una simple disfunción cognitiva?, ¿es una simple falta
de comprensión lectora o puede tener algún tipo de relación con la obra de
Langdon? Intentaré desarrollarlo más adelante. Y, en cualquier caso – advierto por
adelantado – no ha de ser una excusa que despiste al incauto lector de esta
reseña, de introducirse en las finísimas e influyentes reflexiones del catedrático
de Humanidades y Ciencias Sociales en el Departamento de Estudios de Ciencia y
Tecnología del <i>Rensselaer Polytechnic
Institute</i> (Troy, NY, USA)<a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/20.%20Ciencia%20tecnologia%20i%20societat/PAC3/Lorenz_Cubero_CTS_PAC3_Ressenya.docx#_ftn1" name="_ftnref1" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[1]</span></span><!--[endif]--></span></a>: “</span><i><span lang="EN-US" style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">founded
in 1824, is America’s first technological research university. […] Rensselaer
Polytechnic Institute has long been a leader in educating men and women in
vanguard technological and scientific fields. […] The Institute is has an
established record of success in the transfer of technology from the laboratory
to the marketplace, fulfilling its founding mission of applying science ‘to the
common purposes of life.’ We usher along new discoveries and inventions that
benefit humankind, protect the environment, and strengthen economic
development, shaping the very way we live in the 21st century”. </span></i><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;"><o:p></o:p></span></p><div class="separator" style="clear: both;">
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 6.0pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">¿Se
puede ser crítico con la tecnología sin ser calificado por ello como poco menos
que neoludita? El profesor Langdon asegura que sí, pero se pregunta además si podemos
pararnos siquiera un segundo, ya no a reflexionar sobre hacia dónde vamos sino,
simplemente, si nos dirigimos a un futuro mejor. Quizás hayamos llegado a
convencernos de que, el del progreso, es un camino inevitable – como diría
Thanos – y es que, de algún extraño modo, parece que siempre es más cómodo
dejarse llevar por la idea de que algo nos arrastra, más si como es el caso, lo
que nos empuja se presenta, por ejemplo, como una espléndida y maravillosa
energía “barata” y “segura”. Barata y segura en más sentidos de los que nunca
hasta ahora habíamos imaginado. Tal como Langdon afirma, nos hemos convertido
en simples <i>sonámbulos tecnológicos</i> en
manos de aventajados y más despiertos individuos – me atrevo aquí a presentar
libremente su más provocativa teoría – que ya dieron buena cuenta de ciertas
propiedades políticas muy poco evidentes de ciertos artefactos tecnológicos que,
intuitivamente, solo aplicaríamos a las personas.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 6.0pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">Partiendo
de la no menos provocativa tesis de Mumford sobre las tecnologías autoritarias
y democráticas, Langdon se pregunta además si, independientemente del sistema
de organización elegido o impuesto, puede prescindirse de esa autoridad, más si
nos dirigimos de manera aparentemente irremediable hacia la adopción y
mantenimiento de ciertas tecnologías – como la energía nuclear y la bomba
atómica – que llevan implícitos, insisto, de manera muy poco manifiesta,
modelos de gobierno autoritarios en un contexto global, además, de recursos
evidentemente finitos. Dicho esto, aunque cueste reconocer que un concepto tan
simple como la limitación de esos recursos sea tan relativamente nuevo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 6.0pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">La
pregunta es, sin duda: ¿podemos establecer límites al cambio tecnológico? Es
más, ¿podemos antes decidir qué tipo de sociedad queremos y no aceptar acríticamente
cualquier cambio tecnológico como inexorable? O, dicho de otro modo, si hay que
adoptar una nueva y fantástica tecnología que va a cambiarnos la vida – otra
vez – a mejor, para luego ir (ya no tan) sorpresivamente, a peor, pues se hace,
pero hacerlo pa’ na’ – sin reflexionar antes – pues es tontería. Si podemos
realizar esta reflexión a priori, Langdon nos invita a realiza una completa
inversión en el razonamiento y preguntarnos qué clase de tecnología es
compatible con el mundo al que queremos aspirar.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 6.0pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">A
través del concepto de tecnología apropiada, Langdon nos pone frente a un
espejo y se pregunta si esa sonrisa llena de orgullo que se nos esboza en la
cara, cuando oímos hablar de la conquista Marte, no debería tornarse en mueca
de dolor al pensar en los recursos que estamos malgastando teniendo en cuenta,
por ejemplo, que cada día mueren por desnutrición casi 8.000 niños<a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/20.%20Ciencia%20tecnologia%20i%20societat/PAC3/Lorenz_Cubero_CTS_PAC3_Ressenya.docx#_ftn2" name="_ftnref2" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[2]</span></span><!--[endif]--></span></a>. Este libro es, en
definitiva, una invitación a reflexionar sobre dónde estamos invirtiendo
nuestras capacidades y esfuerzos, una llamada de atención sobre el hecho de
que, quizás, estemos caminando en la dirección incorrecta para con nuestros
coetáneos e hipotecando el futuro de las próximas generaciones.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 6.0pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">La
solución debería ser, sin duda, recuperar los valores, que es lo que uno
correría el riesgo de acabar pensando de manera aparentemente lógica; pero sólo
– según Langdon y el menos común de los sentidos – si conseguimos evitar que el
hablar de valores se convierta en otro eufemismo que nos impida debatir sobre
problemas como la justicia social o el abuso de poder. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 6.0pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;">En
definitiva, Langdon nos plantea, desde un punto de vista accesible y ameno,
muchas preguntas, además de ofrecernos algunas valiosísimas respuestas y
dejarnos una puerta abierta a otro enfoque sobre la relación entre sociedad y
tecnología. Huyendo de un lenguaje académico tantas veces críptico, nuestro investigador
hace accesible para el más común de los lectores una nueva visión de la
tecnología que, a fuerza de tornarla tan evidente, sorprende por no haberla
descubierto antes. Pero no confunda el lector la apariencia de lo evidente con
la dificultad en alcanzarla, pues son muchas las distracciones y las fuerzas en
acción. Le invito, estimado amigo, a que se acerque a Langdon con la mente
abierta, descubrirá que una ballena y un reactor nuclear pueden establecer una
relación tan íntima que permita descubrir otros vínculos mucho más complejos. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 6.0pt;"><br /></p><div>
<hr align="left" size="1" width="33%" />
<!--[endif]-->
<div id="ftn1">
<p class="MsoFootnoteText"><span style="font-size: x-small;"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/20.%20Ciencia%20tecnologia%20i%20societat/PAC3/Lorenz_Cubero_CTS_PAC3_Ressenya.docx#_ftnref1" name="_ftn1" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 107%;">[1]</span></span><!--[endif]--></span></a> <a href="https://eng.rpi.edu/about">Enlace</a>. [Consulta: 8 de mayo de 2021]<o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn2">
<p class="MsoFootnoteText"><span style="font-size: x-small;"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/20.%20Ciencia%20tecnologia%20i%20societat/PAC3/Lorenz_Cubero_CTS_PAC3_Ressenya.docx#_ftnref2" name="_ftn2" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 107%;">[2]</span></span><!--[endif]--></span></a> <a href="https://www.unicef.es/noticia/dia-mundial-de-la-alimentacion-28-millones-de-ninos-mueren-al-ano-por-causas-relacionadas#:~:text=D%C3%ADa%20Mundial%20de%20la%20Alimentaci%C3%B3n,mueren%20al%20a%C3%B1o%20por%20desnutrici%C3%B3n">Enlace</a>.
[Consulta: 10 de mayo de 2021]</span><o:p></o:p></p>
</div>
</div></div><p><br /></p>Mario Lorenzhttp://www.blogger.com/profile/02901763308817242377noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5683398022820004471.post-26580700040129538662021-05-19T23:04:00.002+02:002021-05-19T23:04:33.960+02:00El Manifiesto del Partido Comunista o, ¿qué es verdaderamente el comunismo?<div class="separator" style="clear: both; text-align: left;"><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg0bH70Zm9q0a1fe_10FwFJsTh6J_-0sWWibRTz6tEBfuZQh3z7-mB0cfwVsU8hxF8_CGfG94mqwgND8PQ1j6VGS2k6jm-W-GSCMPzSzQzPem6HrnjdLBHOb8D7bJsmHyUaGPHotStT0ZjQ/s1280/manifiesto.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="720" data-original-width="1280" height="225" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg0bH70Zm9q0a1fe_10FwFJsTh6J_-0sWWibRTz6tEBfuZQh3z7-mB0cfwVsU8hxF8_CGfG94mqwgND8PQ1j6VGS2k6jm-W-GSCMPzSzQzPem6HrnjdLBHOb8D7bJsmHyUaGPHotStT0ZjQ/w400-h225/manifiesto.jpg" width="400" /></a></div><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt;"><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-size: 12pt;">Quizás no me atrevería a decir
que el Manifiesto Comunista sea el documento revolucionario más importante y de
ideas históricas más seguras que nunca se haya escrito, tal como afirma M.P.
Alberti</span><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/9.%20HISTORIA%20III/PAC2_HIII_Mario_Lorenz.docx#_ftn1" name="_ftnref1" style="font-size: 12pt;" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;">[1]</span></span></span></a><span style="font-size: 12pt;"> en la edición utilizada
para la realización de este ensayo. No me cabe duda en cambio de que se trata de
uno de los documentos políticos más influyentes de la historia. Encargado por
la Liga de los Comunistas a Karl Marx y Friedrich Engels, fue publicado en
Londres el 21 de febrero de 1848, año que supuso el fin de la Restauración.</span></p></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">El siglo XIX se había
iniciado, tras la derrota de Napoleón en 1815, con la creación de un nuevo mapa
de Europa<a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/9.%20HISTORIA%20III/PAC2_HIII_Mario_Lorenz.docx#_ftn2" name="_ftnref2" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;">[2]</span></span><!--[endif]--></span></a> y la restauración del
Absolutismo, que pretendía frenar las revoluciones burguesas con alianzas entre
países, permitiendo a los nuevos gobiernos intervenir fuera de sus fronteras
para atajarlas de forma más eficaz. Aun así, el espíritu de la Revolución
Francesa seguía latente y extendiéndose en el periodo que va hasta 1830. El <b>liberalismo</b> era el programa de esa
clase burguesa revolucionaria que defendía los derechos individuales, a saber,
sufragio universal, libertad de prensa, de culto y religión así como la
separación de poderes; el pueblo y la burguesía iban de la mano. La revolución era,
en este punto, de una burguesía que lideraba al pueblo frente a la aristocracia
y lo utilizaba como ariete para derrocarla. La burguesía consiguió implantar
entonces un liberalismo moderado en Francia tras la Revolución de julio de 1830,
pero los cambios prometidos al pueblo no llegaron, y los nuevos vientos
liberales empezaron a extenderse al
resto de Europa. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Nos encontramos ya en el año
1848, el año del fin de la Restauración, la burguesía liberal pretende asestar
el golpe definitivo a la aristocracia, pero esta vez el pueblo ya no confía en
ella, éste ha empezado a organizarse para poder actuar de forma autónoma. Esta
vez ya no va a tratarse de una nueva revolución política, sino de una <b>revolución social</b> encabezada por un
proletariado en condiciones cada vez más precarias que ha empezado a tomar
conciencia de sí mismo y se rige ya por ideales democráticos. El liderazgo
corresponde esta vez a las clases medias urbanas que van a empezar a
enfrentarse a la alta burguesía que pretenderá ocupar el hueco dejado por la
aristocracia tras el asalto al Palacio de las Tullerías<a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/9.%20HISTORIA%20III/PAC2_HIII_Mario_Lorenz.docx#_ftn3" name="_ftnref3" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;">[3]</span></span><!--[endif]--></span></a> y la proclamación de la
República. El consenso entre la alta burguesía y las clases populares se ha
roto, la nueva alianza que ostentará el poder está compuesta por esa burguesía
y los restos de la vieja aristocracia. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">El pueblo está solo, y con el
desarrollo del trabajo industrial toma conciencia de que se ha convertido en un
simple peón, un proletario, que ya no controla ni los medios de producción ni
el propio proceso productivo, en definitiva, se da cuenta de que su vida está absolutamente
en manos de una clase social en la que antaño confió, pero que simplemente lo
ha utilizado para completar un cambio de régimen largamente buscado y que por
fin ha conseguido llevar a cabo. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Es en este contexto, en el que
la Liga de los Comunistas<a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/9.%20HISTORIA%20III/PAC2_HIII_Mario_Lorenz.docx#_ftn4" name="_ftnref4" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;">[4]</span></span><!--[endif]--></span></a> encargó a Marx y a Engels
la preparación de un programa para el Partido, que pudiera utilizarse como base
teórica de su pensamiento, pero también como manual práctico que pudiera guiar
sus acciones a nivel global.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt;">Tal como el propio Engels nos
indica</span><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/9.%20HISTORIA%20III/PAC2_HIII_Mario_Lorenz.docx#_ftn5" name="_ftnref5" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt;" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;">[5]</span></span></span></a><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt;"> al poco tiempo de morir
Marx, la idea central del Manifiesto consiste en denunciar como, a lo largo de
la historia, las estructuras sociales creadas han estado siempre supeditadas a
los diferentes sistemas de producción implantados a conveniencia de la
burguesía. De este modo, es la producción económica, y no el bienestar general
de la mayoría, la que se constituye como base para la creación de todos los
sistemas políticos implantados desde la Edad Media</span><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/9.%20HISTORIA%20III/PAC2_HIII_Mario_Lorenz.docx#_ftn6" name="_ftnref6" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt;" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;">[6]</span></span></span></a><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt;">. Marx entiende que toda la
historia no ha sido sino una historia de lucha de clases: explotadas y
explotadoras. Es en esos momentos, además, cuando se toma plena conciencia de ello
al haberse llevado a cabo un cambio de régimen político fundamental, iniciado
en el fin del feudalismo, y que ha permitido a lo que entonces era una clase
social emergente, la burguesía, alcanzar por fin el poder e implantar su
sistema político predilecto, el Liberalismo. Las partes en conflicto están
perfectamente definidas en este momento histórico para Marx</span><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/9.%20HISTORIA%20III/PAC2_HIII_Mario_Lorenz.docx#_ftn7" name="_ftnref7" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt;" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;">[7]</span></span></span></a><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt;">: una alta burguesía en
búsqueda constante del beneficio económico y un proletariado que, fruto del
desarrollo industrial es entendido como una parte más del sistema productivo.
Esta simplificación de las partes en conflicto pretende reforzar y unir
internacionalmente al proletariado en una lucha que ya solo puede ser global.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Me ha sorprendido el hecho de
que, en su momento, Marx y Engels se plantearan llamarlo manifiesto socialista,
posibilidad que inmediatamente descartaron por lo que significaba ese término
ya entonces. El socialismo era un movimiento inequívocamente burgués, que
pretendía mejorar el sistema desde dentro, no tenía el carácter revolucionario
del comunismo ni bebía del desencanto de las numerosas promesas rotas de la
burguesía en cuanto mejora de las condiciones de vida del pueblo llano. El
comunismo, en cambio, había establecido su propia visión de la realidad y
marcado un camino para cambiarla. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Con la caída en desgracia del
comunismo que, fruto de la pretendida aplicación posterior de sus principios
teóricos en gobiernos déspotas y de su constante amenaza contra el poder
liberal establecido, fue siempre combatido por las clases dirigentes viejas y
emergentes, el socialismo antaño considerado utópico, tomó el relevo de la
lucha obrera, pero despojada ya de todo carácter revolucionario.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><b><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Pero,
¿de dónde vienen esas partes en conflicto?</span></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">No se puede negar el carácter
revolucionario de la burguesía, que ya en la Edad Media supo darse cuenta de
que la estructura feudal era un freno para las nuevas posibilidades de
producción que se abrían. Es a partir de ese momento cuando toman conciencia de
su capacidad para blandir el poderío económico adquirido y transformarlo en
político, que a su vez, permita establecer un gobierno que defienda, ante todo,
la creación de un entorno favorable para su crecimiento. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Cada etapa de esa evolución,
de ese camino que les llevó a conseguir finalmente el cambio de régimen en 1848,
no era sino la consecuencia de una mejora en los medios de producción<a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/9.%20HISTORIA%20III/PAC2_HIII_Mario_Lorenz.docx#_ftn8" name="_ftnref8" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;">[8]</span></span><!--[endif]--></span></a> o de comunicación<a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/9.%20HISTORIA%20III/PAC2_HIII_Mario_Lorenz.docx#_ftn9" name="_ftnref9" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;">[9]</span></span><!--[endif]--></span></a> y debía llevar asociado un
cambio en la forma de gobierno que permitiera el máximo desarrollo. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Este ciclo<a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/9.%20HISTORIA%20III/PAC2_HIII_Mario_Lorenz.docx#_ftn10" name="_ftnref10" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;">[10]</span></span><!--[endif]--></span></a> repetido una y otra vez,
y que siempre acaba en <b>crisis</b> debido
a la superproducción<a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/9.%20HISTORIA%20III/PAC2_HIII_Mario_Lorenz.docx#_ftn11" name="_ftnref11" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;">[11]</span></span><!--[endif]--></span></a>, es una y otra vez
superada por la burguesía destruyendo parte de la fuerza productiva<a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/9.%20HISTORIA%20III/PAC2_HIII_Mario_Lorenz.docx#_ftn12" name="_ftnref12" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;">[12]</span></span><!--[endif]--></span></a>, buscando nuevos mercados
o explotando todavía más los ya existentes, es decir, la crisis solo puede ser
superada en base al razonamiento propio de la burguesía: creciendo todavía más,
lleva a poder superarla finalmente, pero solo a costa de estar preparando la
siguiente crisis.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">¿Y el proletariado? Su lucha
se inicia con el nacimiento de la burguesía, desde el principio se va
incrementando poco a poco su número y aumenta su cohesión, pero no son más que una
herramienta de la burguesía en su lucha contra la aristocracia y otros
burgueses. El desarrollo económico y político de la burguesía, con el
consecuente aumento de la producción gracias a la industrialización, incrementa
el número de proletarios, pero precariza cada vez más su situación, lo que
provoca que se empiece a organizar de forma independiente y a tomar conciencia
de su fuerza, de su capacidad de influencia en unos procesos productivos que ya
no controla, que son completamente ajenos a él y en los que solo participa como
parte integrante e indistinta del mismo, como una parte más no diferenciada de
la máquina. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">El aumento de la comunicación,
que hasta ahora solo había beneficiado a la burguesía, es aprovechado para
poner en contacto y unir esas organizaciones independientes que antes solo
luchaban localmente, se está creando una conciencia de clase, que viene
dificultada, es verdad, por la competencia que se hacen esas propias
organizaciones, pero que van obteniendo mejoras en la situación de los obreros.
La lucha solo tiene sentido con un proletariado unido en una revolución
universal<a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/9.%20HISTORIA%20III/PAC2_HIII_Mario_Lorenz.docx#_ftn13" name="_ftnref13" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;">[13]</span></span><!--[endif]--></span></a>,
solo así puede actuarse contra una burguesía establecida universalmente, que
actúa a nivel global y que puede por tanto encontrar otros lugares para
producir, otros proletarios que explotar
u otros países desde los que importar esos mismos proletarios.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Una parte de la burguesía se
da cuenta de esa nueva conciencia de clase y se une a los proletarios como sus
ideólogos<a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/9.%20HISTORIA%20III/PAC2_HIII_Mario_Lorenz.docx#_ftn14" name="_ftnref14" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;">[14]</span></span><!--[endif]--></span></a>,
que van a dar cuerpo teórico y práctico a esas reivindicaciones. Éstos
establecen que la única clase verdaderamente revolucionaria es la proletaria:
la conciencia de clase va a desembocar en la lucha de clases. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><b><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">¿El
fin de la burguesía?<o:p></o:p></span></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">La burguesía debería ser capaz
de ofrecer al proletariado unas condiciones de vida mínimas, que le permitan su
desarrollo como persona más allá de su fuerza productiva. Pero es la propia inercia
de esa burguesía la que la lleva a buscar un incremento más y más grande de la
industrialización y por tanto la precarización del proletariado, en un círculo
vicioso, que no puede romperse si no es saliéndose de él, que es en definitiva,
la pretensión del manifiesto.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">No infiero de todo esto una
maldad intrínseca de toda la burguesía, solo del sistema; pondré un ejemplo.
Pongamos por caso un burgués de la época, tremendamente rico y con numerosas
fábricas en las que produce grandes cantidades de ollas para cocinar. Añadiré
que dispone además de muy buenos contactos en las más altas esferas el
gobierno. Pudiera tratarse del modelo ideal y concreto contra el que llama a la
lucha el Manifiesto. Pues bien, digamos que por simple bondad humana, el citado
burgués quiere mejorar las condiciones de vida de sus obreros, por lo que
accede a sus locas demandas<a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/9.%20HISTORIA%20III/PAC2_HIII_Mario_Lorenz.docx#_ftn15" name="_ftnref15" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;">[15]</span></span><!--[endif]--></span></a>, que en definitiva,
puedan permitir el desarrollo personal del proletariado más allá de su
capacidad de producción. ¿Qué le sucederá al bondadoso burgués? Que deberá
elevar el precio de sus productos en relación a otro burgués, digamos menos
bondadoso, y que por tanto no podrá vender su producción, teniendo que volver a
retirar derechos a sus trabajadores si quiere continuar siendo un rico burgués.
Este es, según entiendo, el sistema cerrado y cíclico contra el que luchan,
entre otros, Marx y Engels. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Es el rompimiento de este
círculo histórico, de un sistema político al servicio de la producción y no del
pueblo, lo que debe suponer el fin de la burguesía. Es, desde mi punto de
vista, una lucha contra la naturaleza humana, de abajo hacia arriba, pero al
fin contra esa misma burguesía que antaño era parte del pueblo que sufría
similares presiones de la aristocracia feudal. Una burguesía que prosperó y
olvidó sus orígenes, sus sufrimientos, sus carencias y sus deseos de una vida
digna. Es esa naturaleza humana, que siempre quiere más y que no tiene memoria,
contra la que pretende luchar el Manifiesto. Sin duda debe ser una lucha real,
humana, y por tanto ha de estar representada por alguien, porque no se puede
luchar contra un fantasma. Ese es para mí el papel de la burguesía, el de
encarnar la peor parte del alma humana, no porque sea diferente de la del
resto, sino porque teniendo la posibilidad material de crear un mundo mejor, no
lo hace.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt;">El capítulo del Manifiesto
Comunista que nos ocupa viene a resumir, de forma sencilla y entendible para la
clase obrera, como se ha llegado, en 1848, a una situación de explotación
salvaje del proletariado; una deshumanización que fruto del propio sistema
productivo ha llegado a una escala que ya no puede ser sostenida, nunca antes
en la historia de la humanidad tan pocos hicieron tanto daño a tantos</span><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/9.%20HISTORIA%20III/PAC2_HIII_Mario_Lorenz.docx#_ftn16" name="_ftnref16" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt;" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;">[16]</span></span></span></a><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt;"> (durante tanto tiempo).
La organización de la clase obrera debía estar cimentada en unos fuertes
principios ideológicos que fueran entendidos por toda ella. Principios que les
permitieran conseguir una unidad que los hiciera fuertes, una unidad que
traspasara fronteras tal como lo había hecho ya hace siglos la propia
burguesía.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Pero, ¿y el papel del estado?,
prácticamente no hacen mención a él. Obviamente Marx y Engels consideran que se
encuentra en manos de la burguesía. Tal como nos apunta Jacques Droz<a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/9.%20HISTORIA%20III/PAC2_HIII_Mario_Lorenz.docx#_ftn17" name="_ftnref17" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;">[17]</span></span><!--[endif]--></span></a>, al no ser considerada una
institución democrática, solo actuará en defensa del orden establecido por la
propia burguesía. La lucha contra la burguesía es, por tanto contra el estado,
al no poder establecerse una democracia burguesa que permita al proletariado
constituirse en clase, de manera no violenta, con el objetivo de que puedan
atenderse sus peticiones. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">La burguesía supo ver el
peligro que suponía el manifiesto ya en 1848, tal como Engels indica<a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/9.%20HISTORIA%20III/PAC2_HIII_Mario_Lorenz.docx#_ftn18" name="_ftnref18" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;">[18]</span></span><!--[endif]--></span></a>, <i>fue pronto relegado al olvido por la reacción que siguió a la derrota
de los obreros parisinos en junio de 1848 y proscrito “por ley” a consecuencia
de la condena de los comunistas de Colonia en noviembre de 1852</i>. Es lógico,
el carácter revolucionario, ya no solo a nivel teórico sino práctico, del
manifiesto suponía una amenaza muy real contra la burguesía, de hecho ponía las
bases para erradicarla.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">La inspiración que supuso para
posteriores regímenes políticos como el soviético, supuso la puntilla
definitiva para su demonización, lo que ha supuesto al fin, la verdadera
victoria de la burguesía, pero conviene darse cuenta de que el comunismo de
Marx y Engels fue para Stalin lo que Nietzsche fue para el nazismo, una
herramienta ideológica que utilizar para conseguir un fin muy alejado de lo que
pretendía su autor. Tal como nos dice Sperber<a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/9.%20HISTORIA%20III/PAC2_HIII_Mario_Lorenz.docx#_ftn19" name="_ftnref19" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;">[19]</span></span><!--[endif]--></span></a> en referencia a Marx,
pero que podría ampliarse sin duda a Engels, <i>no podemos echar sobre sus espaldas la responsabilidad por los
terribles regímenes que se establecieron en su nombre</i>. Sperber lo vuelve a
exponer, esta vez de forma más clara y directa, <i>es cierto que Marx defendía una revolución violenta y quizás incluso
terrorista, pero que guarda muchas más semejanzas con los actos de Robespierre<a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/9.%20HISTORIA%20III/PAC2_HIII_Mario_Lorenz.docx#_ftn20" name="_ftnref20" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><b><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;">[20]</span></b></span><!--[endif]--></span></a>
que con los de Stalin</i>.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Tal como muy acertadamente nos
dice Gombrich<a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/9.%20HISTORIA%20III/PAC2_HIII_Mario_Lorenz.docx#_ftn21" name="_ftnref21" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;">[21]</span></span><!--[endif]--></span></a>,
la lucha de clases debía desembocar en la eliminación de las clases, no en la
preeminencia de ninguna de ellas, y no es que la propiedad debiera cambiar de
manos, es que la propiedad, como causante de todos los males que han caído y
caen sobre el proletariado, debía eliminarse.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Y no puede hacerse porque lo
que vino después no fue comunismo, nada de lo que vino después debería
denominarse comunismo, por lo menos no en la acepción que le dan Marx y Engels
en el capítulo que nos ocupa, donde exponen una situación de completo desamparo
histórico de la clase obrera y un camino revolucionario para salir de ella. No
creo que pretendieran, con su Manifiesto, sentar las bases de otros sistemas
políticos en los que las clases gobernantes exigieran libertad para derrocar el
“demonio” del capitalismo. No creo que, en definitiva, pretendieran cambiar un
demonio por otro, solo la emancipación de la clase obrera.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Muchas revoluciones
precedieron a la que se produce en el contexto de la publicación del
Manifiesto, muchas pretensiones de cambio siguiendo un único interés. Todas
lideradas, según Marx y Engels por la misma clase social y con el mismo
objetivo, establecer un nuevo marco en el que la burguesía pueda desarrollar su
actividad: su producción. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Todas con las mismas promesas
de mejora para soliviantar la misma clase social y poder erradicar una
aristocracia que actuaba como rémora de ese progreso. Era hora de darse cuenta
ya que siempre se trataba de la misma lucha, la lucha por el dominio económico
enmascarada en una lucha por el poder político. La burguesía nunca estuvo
interesada en el poder formal, el que se ve representado en los respectivos
gobiernos, su consecución no podría ser tolerada por el proletariado. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Pienso que esa fue la
principal lección que extrajo la burguesía de la Revolución de 1848, que su
dominio del entramado político debe ser ejercido de forma sutil, nunca
directamente, que conviene de vez en cuando aflojar la cuerda, de manera que
esa cohesión social que crea la conciencia de clase como concepto
revolucionario y como respuesta a un enemigo formal, pueda ir diluyéndose. <o:p></o:p></span></p>
<div><!--[if !supportFootnotes]--><br clear="all" />
<hr align="left" size="1" width="33%" />
<!--[endif]-->
<div id="ftn1">
<p class="MsoFootnoteText"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/9.%20HISTORIA%20III/PAC2_HIII_Mario_Lorenz.docx#_ftnref1" name="_ftn1" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: "Calibri",sans-serif; font-size: 10.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-ascii-theme-font: minor-latin; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-bidi-theme-font: minor-bidi; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin; mso-hansi-theme-font: minor-latin;">[1]</span></span><!--[endif]--></span></a> Nota
preliminar del traductor en la edición elaleph.com del año 2000 del Manifiesto
Comunista. <o:p></o:p></p>
</div>
<div id="ftn2">
<p class="MsoFootnoteText"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/9.%20HISTORIA%20III/PAC2_HIII_Mario_Lorenz.docx#_ftnref2" name="_ftn2" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: "Calibri",sans-serif; font-size: 10.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-ascii-theme-font: minor-latin; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-bidi-theme-font: minor-bidi; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin; mso-hansi-theme-font: minor-latin;">[2]</span></span><!--[endif]--></span></a>
Resultado del Congreso de Viena que pretendía frenar el expansionismo francés.<o:p></o:p></p>
</div>
<div id="ftn3">
<p class="MsoFootnoteText"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/9.%20HISTORIA%20III/PAC2_HIII_Mario_Lorenz.docx#_ftnref3" name="_ftn3" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: "Calibri",sans-serif; font-size: 10.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-ascii-theme-font: minor-latin; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-bidi-theme-font: minor-bidi; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin; mso-hansi-theme-font: minor-latin;">[3]</span></span><!--[endif]--></span></a> 24 de
febrero de 1848, Luis Felipe I de Francia es obligado a abdicar y se inicia la
2ª República Francesa.<o:p></o:p></p>
</div>
<div id="ftn4">
<p class="MsoFootnoteText"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/9.%20HISTORIA%20III/PAC2_HIII_Mario_Lorenz.docx#_ftnref4" name="_ftn4" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: "Calibri",sans-serif; font-size: 10.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-ascii-theme-font: minor-latin; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-bidi-theme-font: minor-bidi; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin; mso-hansi-theme-font: minor-latin;">[4]</span></span><!--[endif]--></span></a>
Organización revolucionaria obrera nacida en Londres en junio de 1847.<o:p></o:p></p>
</div>
<div id="ftn5">
<p class="MsoFootnoteText"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/9.%20HISTORIA%20III/PAC2_HIII_Mario_Lorenz.docx#_ftnref5" name="_ftn5" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: "Calibri",sans-serif; font-size: 10.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-ascii-theme-font: minor-latin; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-bidi-theme-font: minor-bidi; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin; mso-hansi-theme-font: minor-latin;">[5]</span></span><!--[endif]--></span></a> 1883,
Prefacio II en la edición elaleph.com del año 2000 de Manifiesto Comunista.<o:p></o:p></p>
</div>
<div id="ftn6">
<p class="MsoFootnoteText"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/9.%20HISTORIA%20III/PAC2_HIII_Mario_Lorenz.docx#_ftnref6" name="_ftn6" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: "Calibri",sans-serif; font-size: 10.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-ascii-theme-font: minor-latin; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-bidi-theme-font: minor-bidi; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin; mso-hansi-theme-font: minor-latin;">[6]</span></span><!--[endif]--></span></a> La Edad
Media supuso la desaparición de la propiedad común del suelo.<o:p></o:p></p>
</div>
<div id="ftn7">
<p class="MsoFootnoteText"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/9.%20HISTORIA%20III/PAC2_HIII_Mario_Lorenz.docx#_ftnref7" name="_ftn7" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: "Calibri",sans-serif; font-size: 10.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-ascii-theme-font: minor-latin; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-bidi-theme-font: minor-bidi; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin; mso-hansi-theme-font: minor-latin;">[7]</span></span><!--[endif]--></span></a> El
propio Engels atribuye esta idea central del Manifiesto a Marx.<o:p></o:p></p>
</div>
<div id="ftn8">
<p class="MsoFootnoteText"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/9.%20HISTORIA%20III/PAC2_HIII_Mario_Lorenz.docx#_ftnref8" name="_ftn8" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: "Calibri",sans-serif; font-size: 10.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-ascii-theme-font: minor-latin; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-bidi-theme-font: minor-bidi; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin; mso-hansi-theme-font: minor-latin;">[8]</span></span><!--[endif]--></span></a> Por
ejemplo, la invención de la máquina de vapor.<o:p></o:p></p>
</div>
<div id="ftn9">
<p class="MsoFootnoteText"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/9.%20HISTORIA%20III/PAC2_HIII_Mario_Lorenz.docx#_ftnref9" name="_ftn9" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: "Calibri",sans-serif; font-size: 10.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-ascii-theme-font: minor-latin; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-bidi-theme-font: minor-bidi; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin; mso-hansi-theme-font: minor-latin;">[9]</span></span><!--[endif]--></span></a> Por
ejemplo, el descubrimiento de América.<o:p></o:p></p>
</div>
<div id="ftn10">
<p class="MsoFootnoteText"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/9.%20HISTORIA%20III/PAC2_HIII_Mario_Lorenz.docx#_ftnref10" name="_ftn10" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: "Calibri",sans-serif; font-size: 10.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-ascii-theme-font: minor-latin; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-bidi-theme-font: minor-bidi; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin; mso-hansi-theme-font: minor-latin;">[10]</span></span><!--[endif]--></span></a> Mejora
en la producción → evolución / revolución → superproducción → crisis<o:p></o:p></p>
</div>
<div id="ftn11">
<p class="MsoFootnoteText"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/9.%20HISTORIA%20III/PAC2_HIII_Mario_Lorenz.docx#_ftnref11" name="_ftn11" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: "Calibri",sans-serif; font-size: 10.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-ascii-theme-font: minor-latin; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-bidi-theme-font: minor-bidi; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin; mso-hansi-theme-font: minor-latin;">[11]</span></span><!--[endif]--></span></a> <i>“Demasiada civilización, demasiados medios
de subsistencia, demasiada industria, demasiado comercio”</i> Citado del
Manifiesto Comunista, p.36.<o:p></o:p></p>
</div>
<div id="ftn12">
<p class="MsoFootnoteText"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/9.%20HISTORIA%20III/PAC2_HIII_Mario_Lorenz.docx#_ftnref12" name="_ftn12" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: "Calibri",sans-serif; font-size: 10.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-ascii-theme-font: minor-latin; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-bidi-theme-font: minor-bidi; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin; mso-hansi-theme-font: minor-latin;">[12]</span></span><!--[endif]--></span></a>
Guerras, hambre.<o:p></o:p></p>
</div>
<div id="ftn13">
<p class="MsoFootnoteText"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/9.%20HISTORIA%20III/PAC2_HIII_Mario_Lorenz.docx#_ftnref13" name="_ftn13" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: "Calibri",sans-serif; font-size: 10.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-ascii-theme-font: minor-latin; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-bidi-theme-font: minor-bidi; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin; mso-hansi-theme-font: minor-latin;">[13]</span></span><!--[endif]--></span></a> DROZ,
Jacques. Historia del socialismo (1992:11).<o:p></o:p></p>
</div>
<div id="ftn14">
<p class="MsoFootnoteText"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/9.%20HISTORIA%20III/PAC2_HIII_Mario_Lorenz.docx#_ftnref14" name="_ftn14" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: "Calibri",sans-serif; font-size: 10.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-ascii-theme-font: minor-latin; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-bidi-theme-font: minor-bidi; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin; mso-hansi-theme-font: minor-latin;">[14]</span></span><!--[endif]--></span></a> Diríase
que Marx y Engels pretenden justificar aquí, en parte, su propio origen
burgués, muy alejado de las condiciones sociales de los proletarios en
situación más precaria.<o:p></o:p></p>
</div>
<div id="ftn15">
<p class="MsoFootnoteText"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/9.%20HISTORIA%20III/PAC2_HIII_Mario_Lorenz.docx#_ftnref15" name="_ftn15" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: "Calibri",sans-serif; font-size: 10.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-ascii-theme-font: minor-latin; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-bidi-theme-font: minor-bidi; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin; mso-hansi-theme-font: minor-latin;">[15]</span></span><!--[endif]--></span></a> Horario
laboral de razonable, festivos, sueldos dignos<o:p></o:p></p>
</div>
<div id="ftn16">
<p class="MsoFootnoteText"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/9.%20HISTORIA%20III/PAC2_HIII_Mario_Lorenz.docx#_ftnref16" name="_ftn16" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: "Calibri",sans-serif; font-size: 10.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-ascii-theme-font: minor-latin; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-bidi-theme-font: minor-bidi; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin; mso-hansi-theme-font: minor-latin;">[16]</span></span><!--[endif]--></span></a>
Parafraseando de forma libre a Winston L. S. Churchill acerca de su famosa
frase referente a los pilotos de la RAF
tras la Batalla de Inglaterra (1940) de la Segunda Guerra Mundial: “Nunca
tantos debieron tanto a tan pocos”<o:p></o:p></p>
</div>
<div id="ftn17">
<p class="MsoFootnoteText"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/9.%20HISTORIA%20III/PAC2_HIII_Mario_Lorenz.docx#_ftnref17" name="_ftn17" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: "Calibri",sans-serif; font-size: 10.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-ascii-theme-font: minor-latin; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-bidi-theme-font: minor-bidi; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin; mso-hansi-theme-font: minor-latin;">[17]</span></span><!--[endif]--></span></a> DROZ,
Jacques. Historia del socialismo (1992:11).<o:p></o:p></p>
</div>
<div id="ftn18">
<p class="MsoFootnoteText"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/9.%20HISTORIA%20III/PAC2_HIII_Mario_Lorenz.docx#_ftnref18" name="_ftn18" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: "Calibri",sans-serif; font-size: 10.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-ascii-theme-font: minor-latin; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-bidi-theme-font: minor-bidi; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin; mso-hansi-theme-font: minor-latin;">[18]</span></span><!--[endif]--></span></a>
Prefacio III. Engels, 1890<o:p></o:p></p>
</div>
<div id="ftn19">
<p class="MsoFootnoteText"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/9.%20HISTORIA%20III/PAC2_HIII_Mario_Lorenz.docx#_ftnref19" name="_ftn19" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: "Calibri",sans-serif; font-size: 10.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-ascii-theme-font: minor-latin; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-bidi-theme-font: minor-bidi; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin; mso-hansi-theme-font: minor-latin;">[19]</span></span><!--[endif]--></span></a> Karl
Marx, no tan fiero. Artículo de EL MUNDO, edición digital. VIVAS, Ángel (2013).
<a href="http://www.elmundo.es/cultura/2013/12/10/52a7401261fd3dd8698b4584.html">http://www.elmundo.es/cultura/2013/12/10/52a7401261fd3dd8698b4584.html</a>
<o:p></o:p></p>
</div>
<div id="ftn20">
<p class="MsoFootnoteText"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/9.%20HISTORIA%20III/PAC2_HIII_Mario_Lorenz.docx#_ftnref20" name="_ftn20" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: "Calibri",sans-serif; font-size: 10.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-ascii-theme-font: minor-latin; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-bidi-theme-font: minor-bidi; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin; mso-hansi-theme-font: minor-latin;">[20]</span></span><!--[endif]--></span></a>
Robespierre fue uno de los líderes de la Revolución Francesa de 1789. Miembro
del Comité de Salvación Pública que gobernó Francia durante el periodo
revolucionario conocido como el Terror, que se caracterizó por la brutal
represión por parte de los revolucionarios mediante el uso del terrorismo de
Estado para reprimir las actividades contrarrevolucionarias.<o:p></o:p></p>
</div>
<div id="ftn21">
<p class="MsoFootnoteText"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/9.%20HISTORIA%20III/PAC2_HIII_Mario_Lorenz.docx#_ftnref21" name="_ftn21" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: "Calibri",sans-serif; font-size: 10.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-ascii-theme-font: minor-latin; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-bidi-theme-font: minor-bidi; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin; mso-hansi-theme-font: minor-latin;">[21]</span></span><!--[endif]--></span></a>
Gombrich, Ernst (2014:287)<o:p></o:p></p>
</div>
</div></div><div style="mso-element: footnote-list;"><div id="ftn21" style="mso-element: footnote;">
</div>
</div>Mario Lorenzhttp://www.blogger.com/profile/02901763308817242377noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5683398022820004471.post-17886325540732113652021-04-25T13:11:00.001+02:002021-04-25T13:11:47.495+02:00La ciencia y la tecnología desde una perspectiva interdisciplinaria.<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgBFTDTVgJZ0wLDdSrYmHBF6LmKzUArVd2iIOfcrCDf2b-kxDEBfAAZxiBhUqQt7b4femMJt2lfpraw4LKMLeKF9fTmBeFnkJIoEi2DnLa6OdvX_6lnj9NfP5ZhKSZUC1GCO038wiYVHA8T/s1920/hombrecruz.jpg" imageanchor="1" style="font-family: arial; margin-left: 1em; margin-right: 1em; text-align: center;"><img border="0" data-original-height="1282" data-original-width="1920" height="268" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgBFTDTVgJZ0wLDdSrYmHBF6LmKzUArVd2iIOfcrCDf2b-kxDEBfAAZxiBhUqQt7b4femMJt2lfpraw4LKMLeKF9fTmBeFnkJIoEi2DnLa6OdvX_6lnj9NfP5ZhKSZUC1GCO038wiYVHA8T/w400-h268/hombrecruz.jpg" width="400" /></a></div><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: right;"><br /></p><span style="font-family: arial;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: left;">[<a href="https://drive.google.com/file/d/1NvRrmtV37lGqeSznXB_Bw6FncaPP-yNE/view?usp=sharing" target="_blank">Texto de Wolpert</a>.]</div></span><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; mso-line-height-alt: 1.5pt;"><span style="font-family: arial;">No deja de resultar curioso que el
Profesor Lewis Wolpert defienda la completa separación entre ciencia y
tecnología en el marco del Nobel <i>Symposium</i><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/20.%20Ciencia%20tecnologia%20i%20societat/PAC1/Lorenz_Cubero_CTS_PAC1_para%20Blog.docx#_ftn1" name="_ftnref1" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[1]</span></span></span></a>. Resulta llamativo por dos
razones principales, las cuales son consecuencia una de la otra; y es que
conviene recordar que en los Premios Nobel son galardonadas aquellas personas o
instituciones que, con investigaciones, descubrimientos o con sus notables
contribuciones, han colaborado – <i><span lang="EN-US">for the greatest benefit to humankind</span></i><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/20.%20Ciencia%20tecnologia%20i%20societat/PAC1/Lorenz_Cubero_CTS_PAC1_para%20Blog.docx#_ftn2" name="_ftnref2" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><span lang="EN-US"><span class="MsoFootnoteReference"><span lang="EN-US" style="line-height: 107%;">[2]</span></span></span></span></a><i><span lang="EN-US"> – </span></i>en algunos de los campos más destacados de las
ciencias duras, como son la Física o la Química, poniéndolas además en el mismo
nivel de contribuciones que podríamos llamar menos cuantificables, como la
Literatura, y el que quizás sea el fin último: la Paz mundial.</span></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; mso-line-height-alt: 1.5pt;"><span style="font-family: arial;">Y es que, según parece, el famoso químico,
ingeniero y escritor sueco, fundador de los Premios Nobel, tenía más clara que
el profesor Wolpert su responsabilidad en las investigaciones que lo llevaron a
la invención de la dinamita. No parecería, por tanto – en mi humilde opinión –
y sin pretender valorar todavía la cuestión desde un punto de vista
sociológico, el marco más adecuado para lavarse las manos, cual Poncio Pilato, acerca
de las responsabilidades de los científicos en cuanto a las aplicaciones de sus
investigaciones o lo que él denomina tecnología.</span></p><p class="MsoNormal"><span style="font-family: arial;">Obviando por ejemplo a Julio Verne o
Asimov, Wolpert parte de la idea de que el conocimiento científico es considerado,
desde siempre, peligroso, lo que contribuye a que veamos a los científicos <i>como varones de mediana edad, emocionalmente
deteriorados y peligrosos</i>; no puedo evitar preguntarme de dónde vendrá esa
idea tan diferente a la que tengo yo de los investigadores actuales. Como bien
dice el profesor <i>la ciencia nos dice cómo
es el mundo</i>, que es justo lo que hacen las ideologías, pero pretender que
el cómo es la única pregunta posible o, cuanto menos, la más importante, no
deja de tener ciertas connotaciones cientificistas. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal"><span style="font-family: arial;">La diferencia de la ideología con la
ciencia social o, tal como nos indica Bohannan, con cualquier otra ciencia – en
un enfoque muy en la línea de la sociología del conocimiento científico (SCC) –
radica en el hecho de que<a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/20.%20Ciencia%20tecnologia%20i%20societat/PAC1/Lorenz_Cubero_CTS_PAC1_para%20Blog.docx#_ftn3" name="_ftnref3" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[3]</span></span><!--[endif]--></span></a>:” <i>sus proposiciones no son presentadas como teorías para para ser
criticadas, probadas y mejoradas sino como premisas para ser aceptadas con fe
[…] La moralidad de la ciencia, como la moralidad de la religión, debe ser
mantenida bajo constante y atenta vigilancia</i>”. Creer ciegamente en la
ciencia puede ser tan pernicioso como hacerlo en la religión, con el peligro
añadido de creer – sí, creer – que se hace desde una atalaya inexpugnable donde
las debilidades del hombre no pueden alcanzarlo.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal"><span style="font-family: arial;">Parece por tanto Wolpert en la línea de
la imagen tradicional de la ciencia que, situada en esa atalaya mencionada
anteriormente, es completamente ajena al mundo en el que se desarrolla hasta el
punto de<a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/20.%20Ciencia%20tecnologia%20i%20societat/PAC1/Lorenz_Cubero_CTS_PAC1_para%20Blog.docx#_ftn4" name="_ftnref4" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[4]</span></span><!--[endif]--></span></a>:” <i>considerar éticamente inaceptable o poco práctico censurar cualquier
aspecto relacionado con el intento de comprender la naturaleza de nuestro mundo</i>”.
Concepción que ya en los años sesenta fue puesta en duda por los sociólogos de
la Escuela de Edimburgo que, a través del <i>Strong
Programme</i>, pretendían ir más allá de lo que había ido hasta entonces la
sociología de la ciencia y establecer por fin el estrecho vínculo existente entre
ciencia y sociedad a través de la SCC, es decir, abrir la <i>caja negra de la ciencia</i> y abordar el estudio de la ciencia desde
la ciencia, pero esta vez sin los complejos que hasta entonces habían tenido
los estudios que interrelacionaban el todo formado por la ciencia, la
tecnología y la sociedad. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal"><span style="font-family: arial;">Es a partir de los años ochenta, en
muchos casos como consecuencia directa del <i>Strong
Programme</i>, cuando se empieza a abordar esta nueva perspectiva desde las
diversas disciplinas sociales: filósofos, historiadores y, por supuesto,
sociólogos, empiezan a preguntarse el porqué de la forma final de los
dispositivos que disfrutamos gracias a las investigaciones científicas. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal"><span style="font-family: arial;">El papel que Wolpert le asigna a la
tecnología es meramente gregario. Su relación con la ciencia es poco menos que
circunstancial. Pudiera decirse que invita a lanzar la piedra sin preocuparse
de a quien pueda alcanzar o el daño que pueda causarle; esa responsabilidad
debe quedar muy lejos de las preocupaciones de un científico, cuyo objetivo
debe estar centrado irremediablemente en descifrar a toda costa el mundo que le
rodea<a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/20.%20Ciencia%20tecnologia%20i%20societat/PAC1/Lorenz_Cubero_CTS_PAC1_para%20Blog.docx#_ftn5" name="_ftnref5" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[5]</span></span><!--[endif]--></span></a>: “<i>La ciencia produce ideas acerca de cómo funciona el mundo, mientras que
las ideas en el campo de la tecnología dan lugar a objetos utilizables</i>”,
eludiendo cualquier responsabilidad al respecto:” <i>[…] la verdadera naturaleza de la ciencia reside en que no es posible
predecir qué es lo que va a ser descubierto y cómo podrían aplicarse esos
descubrimientos</i>”. Su único compromiso deberá ser advertirnos de los
peligros en tanto que sean capaces de predecirlos cuando no adquieran vida
propia, la decisión deberá quedar en manos de los representantes políticos de
la sociedad que representan, con lo que demuestra una enorme confianza en
nuestro sistema de organización.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal"><span style="font-family: arial;">La SCC pretende ayudarnos a encontrar el
término medio entre esta visión aséptica que nos ofrece Wolpert de la ciencia y
el punto en el que se cree que su descontrol y completa desvinculación de la
sociedad es la causa de todos los males que asolan el mundo. Podría decirse,
por ejemplo, que la investigación requerida para el desarrollo de una vacuna –
que en este caso sería el dispositivo o artefacto técnico – debería representar
el bien máximo para una sociedad, a no ser que los intereses socio-económicos
intervengan para limitar la distribución a través de las patentes. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal"><span style="font-family: arial;">La relación entre ciencia, tecnología y
sociedad es, como nos muestra la SCC, mucho más estrecha de lo que nos indica
el profesor Wolpert. Ya a finales de los sesenta se intuía esa relación y el
impacto que las dos primeras tenían sobre la tercera. Es en ese momento cuando
se inician los primeros movimientos sociales que exigen un control público que
pueda evaluar el impacto causado por la ciencia y la tecnología. En el ámbito
educativo ya se pretendía reforzar las ciencias sociales para que permitan a la
sociedad la obtención de una visión más crítica, y es en ese momento también
cuando se empieza a ver a la ciencia y la tecnología como un motor de
desarrollo económico que puede ser utilizado políticamente. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal"><span style="font-family: arial;">Todo esto crea el entorno necesario para
darse cuenta de la importancia de profundizar en el estudio de esas relaciones
y de la necesidad de afrontarlo, dada su complejidad, utilizando todas las
disciplinas de las ciencias sociales y, además, algunas de las ya empleadas por
las ciencias duras.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal"><span style="font-family: arial;">Nos dice Wolpert<a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/20.%20Ciencia%20tecnologia%20i%20societat/PAC1/Lorenz_Cubero_CTS_PAC1_para%20Blog.docx#_ftn6" name="_ftnref6" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[6]</span></span><!--[endif]--></span></a>, en relación a quienes
pretenden establecer y clarificar esas íntimas relaciones entre ciencia,
tecnología y sociedad – <i>bioeticistas</i>
y <i>biomoralistas</i> – que pertenecen a
una <i>industria en expansión</i> y con <i>interés personal en hallar dificultades</i>.
Quizás sea este un buen momento para recordar, esperando que no se me acuse de
ventajismo, que la industria farmacéutica factura alrededor de 1,32 billones de
euros, que es casi el doble del presupuesto anual de EEUU en defensa y que la
mitad de esa producción está controlada por sólo quince multinacionales<a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/20.%20Ciencia%20tecnologia%20i%20societat/PAC1/Lorenz_Cubero_CTS_PAC1_para%20Blog.docx#_ftn7" name="_ftnref7" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[7]</span></span><!--[endif]--></span></a>. Ejemplos no faltarían, en
todo caso, para identificar y cuantificar las verdaderas industrias. Más
peligroso me parece, si cabe, el ejemplo utilizado para apoyar la amenaza de
prohibición que, según él, se cierne sobre su liberalismo <i>investigacional</i>, si se me permite llamarlo así, a propósito de la
relación entre raza e inteligencia.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal"><span style="font-family: arial;">No dudo de las buenas intenciones del
profesor Wolpert, tampoco creo que esté eludiendo, en ningún caso, la
responsabilidad y el compromiso de la comunidad científica con un mundo mejor,
es solo que yo no tengo la confianza que él demuestra en las instituciones que
gobiernan nuestra sociedad ni en la prensa que las capitaliza.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0.0001pt; text-align: right;">
</p><div><!--[if !supportFootnotes]--><span style="font-family: arial;"><br clear="all" />
</span><hr align="left" size="1" width="33%" />
<!--[endif]-->
<div id="ftn1">
<p class="MsoFootnoteText"><span style="font-family: arial;"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/20.%20Ciencia%20tecnologia%20i%20societat/PAC1/Lorenz_Cubero_CTS_PAC1_para%20Blog.docx#_ftnref1" name="_ftn1" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[1]</span></span><!--[endif]--></span></a> “<span lang="EN-US">Virtual Museums and Public
Understanding of Science and Culture”</span>, que se celebró entre el 26 y<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoFootnoteText"><span style="font-family: arial;">el 29 de mayo de 2002 en Estocolmo (Suecia).<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoFootnoteText"><span style="font-family: arial;">El Nobel Symposia ha sido administrado por la
Fundación Nobel hasta el año 2019.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoFootnoteText"><span style="font-family: arial;">Nobel Symposia. NobelPrize.org. Nobel Media AB 2021.
Wed. 17 Mar 2021. <https://www.nobelprize.org/about/nobel-symposia/> <o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn2">
<p class="MsoFootnoteText"><span style="font-family: arial;"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/20.%20Ciencia%20tecnologia%20i%20societat/PAC1/Lorenz_Cubero_CTS_PAC1_para%20Blog.docx#_ftnref2" name="_ftn2" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[2]</span></span><!--[endif]--></span></a> Alfred
Nobel.<o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn3">
<p class="MsoFootnoteText"><span style="font-family: arial;"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/20.%20Ciencia%20tecnologia%20i%20societat/PAC1/Lorenz_Cubero_CTS_PAC1_para%20Blog.docx#_ftnref3" name="_ftn3" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[3]</span></span><!--[endif]--></span></a> Bohannan,
Paul (2010). "Para raros, nosotros. Introducción a la antropología
cultural". Madrid: Akal. p. 250.<o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn4">
<p class="MsoFootnoteText"><span style="font-family: arial;"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/20.%20Ciencia%20tecnologia%20i%20societat/PAC1/Lorenz_Cubero_CTS_PAC1_para%20Blog.docx#_ftnref4" name="_ftn4" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[4]</span></span><!--[endif]--></span></a> Wolpert,
L. (2008). ¿Es peligrosa la ciencia? Ars Medica, 1, p. 134.<o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn5">
<p class="MsoFootnoteText"><span style="font-family: arial;"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/20.%20Ciencia%20tecnologia%20i%20societat/PAC1/Lorenz_Cubero_CTS_PAC1_para%20Blog.docx#_ftnref5" name="_ftn5" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[5]</span></span><!--[endif]--></span></a> Wolpert,
L. p. 129.<o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn6">
<p class="MsoFootnoteText"><span style="font-family: arial;"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/20.%20Ciencia%20tecnologia%20i%20societat/PAC1/Lorenz_Cubero_CTS_PAC1_para%20Blog.docx#_ftnref6" name="_ftn6" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[6]</span></span><!--[endif]--></span></a> Wolpert,
L. p. 133.<o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn7">
<p class="MsoFootnoteText"><span style="font-family: arial;"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/20.%20Ciencia%20tecnologia%20i%20societat/PAC1/Lorenz_Cubero_CTS_PAC1_para%20Blog.docx#_ftnref7" name="_ftn7" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[7]</span></span><!--[endif]--></span></a> <a href="https://www.publico.es/economia/industria-farmaceutica-negocio-billon-dolares-engorda-gracias-coronavirus.html">https://www.publico.es/economia/industria-farmaceutica-negocio-billon-dolares-engorda-gracias-coronavirus.html</a></span>
<o:p></o:p></p>
</div>
</div><div style="text-align: left;"><div id="ftn7">
</div>
</div><div style="text-align: left;"><div id="ftn7" style="mso-element: footnote;">
</div>
</div>Mario Lorenzhttp://www.blogger.com/profile/02901763308817242377noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5683398022820004471.post-59903196261489979212021-03-18T21:22:00.000+01:002021-03-18T21:22:39.512+01:00La Gran Divergencia<div class="WordSection1">
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="line-height: 150%;"><span style="font-family: arial;"></span></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: arial;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh3XzLhT5G8ASEgoS92xI7dtFlOCOxQYrKYWAXzxJV_YEqiE_1iAz06OyqfL1_3YDo-3Mo1CDT4acFBsevJMpXHc_pjHVfx0n_504FVAqcMrliXICjvcxo6bi-ueNym6BvaZfSUa940wqzH/" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="323" data-original-width="385" height="336" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh3XzLhT5G8ASEgoS92xI7dtFlOCOxQYrKYWAXzxJV_YEqiE_1iAz06OyqfL1_3YDo-3Mo1CDT4acFBsevJMpXHc_pjHVfx0n_504FVAqcMrliXICjvcxo6bi-ueNym6BvaZfSUa940wqzH/w400-h336/image.png" width="400" /></a></span></div><span style="font-family: arial;"><br /><br /></span><p></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: arial;">Resulta un tanto paradójico
que, tal como el historiador británico A.G. Hopkins consideraba, la
globalización y el estudio de sus “</span><i style="font-family: arial;">orígenes,
naturaleza y consecuencias</i><span style="font-family: arial;">”</span><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/16.%20Historia%20politica%20i%20social/PAC%202/PAC2_HPS_Mario_Lorenz.docx#_ftn1" name="_ftnref1" style="font-family: arial;" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><i><span class="MsoFootnoteReference"><b><span style="line-height: 107%;">[1]</span></b></span></i></span></a><span style="font-family: arial;">
no hubiera sido aun correctamente atendido, desde la generalización de su uso
allá por los años 90, por la rama de las humanidades que parecería más lógico
se encargara: la Historia, cuanto menos en lo que a sus orígenes se refiere:</span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 35.4pt;"><span style="font-family: arial;"><span lang="EN-US" style="line-height: 150%;">A large and illuminating literature on the economics,
politics, and sociology of the phenomenon now lies readily at hand. With a few
exceptions, however, historians have still to participate in the discussion or
even to recognize the subject. </span><span style="line-height: 150%;">(A.G. Hopkins, “</span><span lang="EN-US" style="line-height: 150%;">Globalization in World History</span><span style="line-height: 150%;">”.
Pimlico, 2002)<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="line-height: 150%;"><span style="font-family: arial;">Y esa es precisamente la
invitación de Hopkins, introducir la globalización en la agenda de los
historiadores desligándola, además, de la convicción general de que fue un
proceso en el que sólo estuvo implicado occidente. El debate acerca de cuándo
se inició la globalización sigue abierto, sin embargo, es una discusión en la
que sorprendentemente, hasta ahora, no se había implicado a los historiadores. Hopkins
propone una categorización en las 4 formas que, según él, ha tomado la
globalización a lo largo de la historia: globalización arcaica,
protoglobalización, globalización moderna y postcolonial. Se trata para él de
abrir el debate, de iniciar la vía que debe llevar al estudio sistemático de la
globalización con todas las herramientas actualmente disponibles para los
historiadores.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: arial;"><span style="line-height: 150%;">La primera de las categorías,
la <b>globalización arcaica</b>, abarca el periodo más extenso:” […] </span><i><span lang="EN-US" style="line-height: 150%;">refers
to a form that was present before industrialization and the nation state made
their appearance</span></i><span style="line-height: 150%;">”</span><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/16.%20Historia%20politica%20i%20social/PAC%202/PAC2_HPS_Mario_Lorenz.docx#_ftn2" name="_ftnref2" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><span lang="EN-US" style="line-height: 150%;"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span lang="EN-US" style="line-height: 107%;">[2]</span></span><!--[endif]--></span></span></a><span style="line-height: 150%;">. Esta
era estuvo caracterizada, tal como Hopkins apunta, por la combinación entre el,
todavía débil, poder del estado y unos sistemas de creencias religiosas que
permitían el movimiento de ideas, y con ellas:” </span><i><span lang="EN-US" style="line-height: 150%;">people and goods, across regions
and continents</span></i><span style="line-height: 150%;">”<a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/16.%20Historia%20politica%20i%20social/PAC%202/PAC2_HPS_Mario_Lorenz.docx#_ftn3" name="_ftnref3" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[3]</span></span><!--[endif]--></span></a>. En este largo periodo ya
se anunciaba la importancia que iban a tener las ciudades, así como la
especialización del trabajo y, tal como nos indica Hopkins, su prevalencia en
el debate actual sobre la globalización.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="line-height: 150%;"><span style="font-family: arial;">Parece claro que el término
global en este periodo debe ser considerado desde un punto de vista relativo y no
debería entenderse en la acepción actual y su capacidad de interconexión, ya
sea de personas como de mercancías; pero creo que es conveniente pararse un segundo
para valorar esa relatividad y encuadrarla con la concepción que del mundo se
tenía en esa época. Y es que, posiblemente, el salto mental que se debió realizar
para metabolizar mentalmente, por ejemplo, la amplitud geográfica de las nuevas
rutas comerciales que se estaban creando, pueda ser, cuanto menos, comparable
al que nos ha supuesto la irrupción del concepto de globalización de los años
90, sino mayor. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="line-height: 150%;"><span style="font-family: arial;">Hopkins establece el siguiente
periodo, la <b>protoglobalización</b>,
aproximadamente entre el año 1600 y 1800, estableciendo un ámbito geográfico
mucho más amplio del que cabría esperar desde una visión eurocentrista, este
proceso tiene lugar tanto en Europa como
en Asia así como en partes de África:<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 35.4pt;"><span style="font-family: arial;"><span lang="EN-US" style="line-height: 150%;">[…] the “rise of the West” was complemented by
developments in other parts of the world. The fact that these have yet to
receive appropriate recognition points enticingly to prospects for future
comparative work in the field of global history. (A.G. Hopkins, “Globalization
in World History”. Pimlico, 2002)</span><span lang="EN-US" style="line-height: 150%;"><o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="line-height: 150%;"><span style="font-family: arial;">Productos como el azúcar, que
los portugueses llevaron a Brasil, el tabaco de la América precolombina, el té
de las Indias Orientales, el café de los árabes o el opio chino crearon un
mercado que trascendía los respectivos ámbitos culturales, creando un flujo,
más o menos constante, que seguía el eje este-oeste, y que podía ya entenderse
en el término más amplio de la palabra global.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="line-height: 150%;"><span style="font-family: arial;">La aparición del estado-nación
y la difusión de la industrialización marcan el inicio de la tercera categoría,
la <b>globalización moderna</b>, alrededor
de 1800. Pero algo ha cambiado respecto a las dos etapas anteriores: <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 35.4pt;"><span style="font-family: arial;"><span lang="EN-US" style="line-height: 150%;">As Tony Ballantyne demonstrates the cosmopolitanism
that was such a marked feature of archaic and proto-globalization was
corralled, domesticated, and harnessed to new national interests. (A.G.
Hopkins, “Globalization in World History”. Pimlico, 2002)</span><span lang="EN-US" style="line-height: 150%;"><o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: arial;"><span style="line-height: 150%;">Aparece por tanto, en esta
etapa, el marco en el que va a desarrollarse, a mi entender, nuestra
globalización contemporánea. Un marco en el que llegaremos a ver a algunas de
esas naciones estado pujando en aeropuertos por mercancías sanitarias compradas
por otros países<a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/16.%20Historia%20politica%20i%20social/PAC%202/PAC2_HPS_Mario_Lorenz.docx#_ftn4" name="_ftnref4" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[4]</span></span><!--[endif]--></span></a>,
velando exclusivamente por el interés de sus propias fronteras y mostrando, más
descarnadamente si cabe, el mayor reto al que se enfrenta una globalización en
la que ya no existen ciudadanos sino consumidores, tal como Hopkins nos
explica: “</span><i><span lang="EN-US" style="line-height: 150%;">Free trade is challenged by fair trade</span></i><span style="line-height: 150%;">”<a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/16.%20Historia%20politica%20i%20social/PAC%202/PAC2_HPS_Mario_Lorenz.docx#_ftn5" name="_ftnref5" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[5]</span></span><!--[endif]--></span></a>.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: arial;">Y llegamos, según la
clasificación de Hopkins, a nuestra etapa contemporánea que denomina <b>postcolonial</b>. Ésta se iniciaría
alrededor de 1950 con la creación de las modernas estructuras supranacionales
que intentarán encauzar, de forma efectiva y por la vía diplomática, los
conflictos surgidos de esas relaciones internacionales cada vez más sencillas a
nivel logístico, con un transporte cada vez más rápido y económico tanto de
mercancías como de personas, y técnico, gracias a las nuevas formas de
comunicación, que van a permitir el traslado de la información a un ritmo
desconocido hasta entonces. Según Hopkins, con la creación de estas nuevas
estructuras supranacionales – valga de ejemplo la ONU – se rompe el marco del
estado nación como vehículo de globalización.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="line-height: 150%;"><span style="font-family: arial;">En mi opinión, la creación de
estas nuevas instituciones, vendría más bien a reforzar el marco en el que las
naciones más poderosas podrían revestir de legitimidad el poder conseguido tras
la Segunda Guerra Mundial – tras haber fracasado en el intento de creación de
la Sociedad de Naciones al finalizar la Gran Guerra – ¿cómo podría entenderse
sino, que en la mayor organización a nivel mundial, las mayores potencias<a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/16.%20Historia%20politica%20i%20social/PAC%202/PAC2_HPS_Mario_Lorenz.docx#_ftn6" name="_ftnref6" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[6]</span></span><!--[endif]--></span></a> se reservaran el derecho a
veto? Permítaseme aludir una vez más, y no como ejemplo más flagrante (solo más
reciente), al caso mencionado anteriormente, tristemente brindado por la crisis
del covid-19.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: arial;"><span style="line-height: 150%;">El mismo Hopkins, a propósito
del liderazgo de los Estados Unidos, reconoce que el debate está abierto</span><span lang="EN-US" style="line-height: 150%;">:” <i>This theme
connects directly with the lively debate in the current social science
literature on whether globalization strengthens or weakens the nation state</i>”<a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/16.%20Historia%20politica%20i%20social/PAC%202/PAC2_HPS_Mario_Lorenz.docx#_ftn7" name="_ftnref7" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span lang="EN-US" style="line-height: 107%;">[7]</span></span><!--[endif]--></span></a>. </span><span style="line-height: 150%;">Mi
posición en este debate sería de reserva en cuanto al estado nación como
concepto todavía por definir de forma clara e inequívoca, pero claramente a
favor del beneficio que, para los estados-nación más fuertes, ha supuesto la
globalización.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: arial;"><span style="line-height: 150%;">A propósito de la definición del
resbaladizo concepto de estado nación y de su pretendida fuerza y composición monolítica, conviene atender al
profesor Philip White, historiador estadounidense que nos advierte:” </span><i><span lang="EN-US" style="line-height: 150%;">Clearly
those who believe globalization will eliminate the “nation state” have yet to
define what it is that will be eliminated or what will replace it</span></i><span lang="EN-US" style="line-height: 150%;">”</span><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/16.%20Historia%20politica%20i%20social/PAC%202/PAC2_HPS_Mario_Lorenz.docx#_ftn8" name="_ftnref8" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 150%;"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[8]</span></span><!--[endif]--></span></span></a><span style="line-height: 150%;">. Y es
que, volviendo a mi absurdo ejemplo anterior, caeríamos en un error al pensar
que un gobierno que roba material sanitario representa a todos los ciudadanos
de ese país. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: arial;"><span style="line-height: 150%;">Por supuesto, White va mucho
más allá, y nos habla de los diferentes grupos étnicos que componen esa nación,
pero lo hace además de la heterogeneidad étnica subyacente en esos países, que la
globalización está potenciando. White es, en definitiva, defensor de la idea
del debilitamiento del estado nación gracias a la globalización:” </span><i><span lang="EN-US" style="line-height: 150%;">My
conclusion will be that, if we are fortunate, globalization will indeed
relegate the ‘nation estate,’ as originally conceived, to the dustbin of
history.</span></i><span style="line-height: 150%;">”<a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/16.%20Historia%20politica%20i%20social/PAC%202/PAC2_HPS_Mario_Lorenz.docx#_ftn9" name="_ftnref9" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[9]</span></span><!--[endif]--></span></a>, entendiendo el estado
nación como un grupo étnico único o, cuanto menos, en el que solo se defienden
los intereses del grupo predominante. Continuando con el hilo de mi opinión, me
permitiría añadir que ese debilitamiento solo será de aplicación en los
estados-nación más débiles, a saber, la gran mayoría. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="line-height: 150%;"><span style="font-family: arial;">Pero volvamos a la
clasificación de las diferentes etapas por las que, desde un punto de vista
histórico, ha transcurrido la globalización. Y es que ya anunciábamos que la
propuesta de división de Hopkins era más bien una invitación a su revisión por
parte de la comunidad académica. El historiador Robbie Robertson reduce a tres
las etapas, según él, la verdadera globalización se iniciaría aproximadamente
en el año 1500, fecha a partir de la cual podría considerarse completo el
comercio a través de todos los continentes. Aquí encontramos la principal
diferencia con Hopkins, que consistiría principalmente en no considerar como
globalización verdadera épocas anteriores al año 1500 pero, si bien es cierto
que nunca constituyeron procesos verdaderamente globales según nuestra visión
actual, me inclino más por la clasificación de Hopkins, dado que considero
tiene más en cuenta la visión que de su universo tenían nuestros antepasados.
Globalización arcaica sí, pero globalización al fin y al cabo; quizás desde el
preciso momento en que el hombre salió de áfrica.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="line-height: 150%;"><span style="font-family: arial;">Siguiendo con las etapas
establecidas esta vez por Robertson, llegaríamos a la segunda, que se iniciaría
con la industrialización aproximadamente en el año 1800, fecha en la que se
iniciaría la Gran Divergencia, para llevarnos hasta el inicio, en el año 1945,
de la tercera etapa, en la que nos encontramos y que coincidiría también con la
clasificación establecida por Hopkins.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="line-height: 150%;"><span style="font-family: arial;">Centrémonos un poco más en la
Gran Divergencia, ese momento clave en el que Europa parece despegarse del
resto del mundo iniciando el liderazgo económico occidental que ha llegado
hasta nuestros días. Veámoslo en el siguiente gráfico (en términos de PIB per
cápita):<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: arial;"><span style="line-height: 150%;"></span></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgUFwfG_o_PPnUnpOxqXXf3KjENazvcHatNBTz5fJ3i33NfDTtJ0CEsvvel0jZzDlnqG20umKr-gW-0MdV0e-Qfvbaq_czQ1_Ypajm8tljpXfFfT_IY-pfRMjgzVCx00sBK5LxzQRzA82Z7/" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><span style="font-family: arial;"><img alt="" data-original-height="268" data-original-width="337" height="318" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgUFwfG_o_PPnUnpOxqXXf3KjENazvcHatNBTz5fJ3i33NfDTtJ0CEsvvel0jZzDlnqG20umKr-gW-0MdV0e-Qfvbaq_czQ1_Ypajm8tljpXfFfT_IY-pfRMjgzVCx00sBK5LxzQRzA82Z7/w400-h318/image.png" width="400" /></span></a></div><p></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="line-height: 150%;"><span style="font-family: arial;">¿Cómo se explica este salto?
El geógrafo estadounidense J. Diamond lo hace desde un punto de vista, cómo no,
geográfico. Su visión determinista sitúa la Gran Divergencia en Europa por
casualidad, como producto de, entre otros, unos accidentes geográficos
relativamente salvables, un clima benigno y la inmunidad microbiana conseguida
tras siglos de convivencia con animales domésticos y ganadería. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: arial;"><span style="line-height: 150%;">Desde otra visión, el
historiador británico Niall Ferguson, le otorga al desarrollo de nuestras
instituciones el papel principal, indicando además el camino para alcanzar el
mismo nivel de desarrollo a través de las </span><i><span lang="EN-US" style="line-height: 150%;">six killer apps of prosperity</span></i><span style="line-height: 150%;">. La
mirada de Ferguson tiene el inconveniente de que infravalora la complejidad y
funcionalidad de algunas de las instituciones que se desarrollaron fuera de
nuestro continente, por lo que podría tacharse de excesivamente eurocentrista.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="line-height: 150%;"><span style="font-family: arial;">Conviene por eso escuchar con
atención lo que nos dice Kenneth Pomeranz, profesor de Historia de la
Universidad de Chicago, que nos presenta un punto de vista diferente, poniendo
en valor el desarrollo industrial de otras áreas geográficas, como el Delta del
Yangzi, en China, además de restringir la Gran Divergencia a determinadas zonas
geográficas europeas y no asimilarlas a todo el continente por igual<a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/16.%20Historia%20politica%20i%20social/PAC%202/PAC2_HPS_Mario_Lorenz.docx#_ftn10" name="_ftnref10" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[10]</span></span><!--[endif]--></span></a>. Sin diferencias
demográficas o económicas relevantes entre las zonas industriales comparadas
por Pomeranz y en referencia a la visión que se tenía hasta ese momento, nos
expone el verdadero hecho diferencial, el acceso a los recursos del Nuevo
Mundo:<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 35.4pt;"><span style="font-family: arial;"><span lang="EN-US" style="line-height: 150%;">[…] such stories often “internalize” the extraordinary
ecological bounty that Europeans gained from the New World. […] This ignores
the exceptional scale of the New World windfall, the exceptionally coercive
aspects of colonization and the organization of production there […] what
happened in the New World was very different from anything in either Europe or
Asia. (K. Pomeranz, “The Great Divergence”. Princeton University Press, 2000)</span><span lang="EN-US" style="line-height: 150%;"><o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="line-height: 150%;"><span style="font-family: arial;">Parece que poniendo en valor
las dos partes del estudio de la Gran Divergencia, y no solo la europea, afloran
otro tipo de factores obviados hasta el momento, despiste que, por la evidencia
flagrante de su peso, solo podrían ser explicado, una vez más, por una excesiva
aproximación eurocentrista. Pomeranz establece como factor decisivo, además de
los inmensos recursos llegados de ultramar, el fácil – y <i>afortunado</i> – acceso a los recursos energéticos, esenciales para la
Revolución Industrial, incluso por encima de la supuesta mayor capacidad
creativa de los europeos<a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/16.%20Historia%20politica%20i%20social/PAC%202/PAC2_HPS_Mario_Lorenz.docx#_ftn11" name="_ftnref11" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[11]</span></span><!--[endif]--></span></a>. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: arial;">Pomeranz parece establecer el
marco en el que podemos empezar a dudar acerca de que la globalización
signifique occidentalización. Así parece haber sido desde el inicio de esta
última (?) etapa de la globalización en la que estamos inmersos, pero la
emergencia tecnológica y económica de países como China, parece querer
determinar un cambio en el equilibrio mundial:</span></p></div>
<div class="WordSection2"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiZ4p9ONwJztimJVnqaWwACn0hSwMC4TOZ7DXR1mtDNqxFHEj5nAooaNGSOkmGJIzb9IZ7R1ULbVXRa322jMi3V63lZzdK7Ke34vbSofEH6ZPkC_9461iZt5auufS14SdLXnYgzEmg3wgEi/" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><span style="font-family: arial;"><img alt="" data-original-height="242" data-original-width="338" height="286" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiZ4p9ONwJztimJVnqaWwACn0hSwMC4TOZ7DXR1mtDNqxFHEj5nAooaNGSOkmGJIzb9IZ7R1ULbVXRa322jMi3V63lZzdK7Ke34vbSofEH6ZPkC_9461iZt5auufS14SdLXnYgzEmg3wgEi/w400-h286/image.png" width="400" /></span></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiEE3jqZ9jIyBCvfLXaUmH308-3YwyU3KOjkSF68YL-4FvRHAtO8uSi-ufJ3qgUCzIEmGO-irD_3yZcYtH2nnoTOT_33KT3nNe_o7AdLAlWZAheRJPlrvwxz6Wg2CRzXlMC_2JxywORm1TW/" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><span style="font-family: arial;"><img alt="" data-original-height="242" data-original-width="338" height="286" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiEE3jqZ9jIyBCvfLXaUmH308-3YwyU3KOjkSF68YL-4FvRHAtO8uSi-ufJ3qgUCzIEmGO-irD_3yZcYtH2nnoTOT_33KT3nNe_o7AdLAlWZAheRJPlrvwxz6Wg2CRzXlMC_2JxywORm1TW/w400-h286/image.png" width="400" /></span></a></div></div><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: arial;">Quizás, solo quizás, hayamos
también sobreestimado los parámetros a través de los cuales hemos medido hasta
ahora la Gran Divergencia, de forma relativamente sencilla en términos de PIB,
o a través de los diferentes parámetros que evalúan el bienestar, todos sin
duda totalmente fiables y válidos, pero ¿qué hay de los parámetros que valoran
la felicidad?, ¿podemos afirmar, sin lugar a equivocarnos, que hemos alcanzado
también, en algún momento, un nivel de felicidad superior al del resto de países de los que divergimos?,
¿podemos utilizar los mismos parámetros para evaluar la felicidad en el este
que en el oeste?</span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="line-height: 150%;"><span style="font-family: arial;">¿No podría considerarse
también una visión excesivamente eurocentrista el hecho de que predomine en la
evaluación la preponderancia tecnológica y económica occidental? Y por último,
¿es posible que estemos asistiendo, con la emergencia de China, a una nueva
etapa en la globalización mundial? Desde la caída del muro de Berlín, no ha
existido ningún contrapeso al modelo de crecimiento capitalista occidental, por
lo que es posible que estemos asistiendo a un cambio en las influencias que la
globalización, entendida al estilo occidental, nos ha traído, o cuanto menos,
algún tipo de alternativa; veremos.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></p><div>
<hr align="left" size="1" width="33%" />
<!--[endif]-->
<div id="ftn1">
<p class="MsoFootnoteText"><span style="font-family: arial;"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/16.%20Historia%20politica%20i%20social/PAC%202/PAC2_HPS_Mario_Lorenz.docx#_ftnref1" name="_ftn1" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[1]</span></span><!--[endif]--></span></a><span lang="EN-US"> Hopkins, <i>Globalization in World History</i>, 2.<o:p></o:p></span></span></p>
</div>
<div id="ftn2">
<p class="MsoFootnoteText"><span style="font-family: arial;"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/16.%20Historia%20politica%20i%20social/PAC%202/PAC2_HPS_Mario_Lorenz.docx#_ftnref2" name="_ftn2" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[2]</span></span><!--[endif]--></span></a> Ibíd.,
4.<o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn3">
<p class="MsoFootnoteText"><span style="font-family: arial;"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/16.%20Historia%20politica%20i%20social/PAC%202/PAC2_HPS_Mario_Lorenz.docx#_ftnref3" name="_ftn3" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[3]</span></span><!--[endif]--></span></a> Ibíd.,
5.<o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn4">
<p class="MsoFootnoteText"><span style="font-family: arial;"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/16.%20Historia%20politica%20i%20social/PAC%202/PAC2_HPS_Mario_Lorenz.docx#_ftnref4" name="_ftn4" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[4]</span></span><!--[endif]--></span></a> “Subastas
a pie de pista para quedarse con un avión y confiscaciones: la guerra entre
países por las mascarillas”, eldiario.es, 02/04/20, https://www.eldiario.es/internacional/Sobornos-proveedores-homologacion-confiscacion-destinado_0_1012449582.html<o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn5">
<p class="MsoFootnoteText"><span style="font-family: arial;"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/16.%20Historia%20politica%20i%20social/PAC%202/PAC2_HPS_Mario_Lorenz.docx#_ftnref5" name="_ftn5" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[5]</span></span><!--[endif]--></span></a><span lang="EN-US"> Hopkins, Globalization in World
History, 1.<o:p></o:p></span></span></p>
</div>
<div id="ftn6">
<p class="MsoFootnoteText"><span style="font-family: arial;"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/16.%20Historia%20politica%20i%20social/PAC%202/PAC2_HPS_Mario_Lorenz.docx#_ftnref6" name="_ftn6" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[6]</span></span><!--[endif]--></span></a> China, Francia, Rusia, Reino Unido y Estados
Unidos.<o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn7">
<p class="MsoFootnoteText"><span style="font-family: arial;"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/16.%20Historia%20politica%20i%20social/PAC%202/PAC2_HPS_Mario_Lorenz.docx#_ftnref7" name="_ftn7" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[7]</span></span><!--[endif]--></span></a> <span lang="EN-US">Hopkins, Globalization in
World History, 10.<o:p></o:p></span></span></p>
</div>
<div id="ftn8">
<p class="MsoFootnoteText"><span style="font-family: arial;"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/16.%20Historia%20politica%20i%20social/PAC%202/PAC2_HPS_Mario_Lorenz.docx#_ftnref8" name="_ftn8" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[8]</span></span><!--[endif]--></span></a> <span lang="EN-US">White, Global History, 258.</span><o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn9">
<p class="MsoFootnoteText"><span style="font-family: arial;"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/16.%20Historia%20politica%20i%20social/PAC%202/PAC2_HPS_Mario_Lorenz.docx#_ftnref9" name="_ftn9" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[9]</span></span><!--[endif]--></span></a> Ibíd.,
259.<o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn10">
<p class="MsoFootnoteText"><span style="font-family: arial;"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/16.%20Historia%20politica%20i%20social/PAC%202/PAC2_HPS_Mario_Lorenz.docx#_ftnref10" name="_ftn10" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[10]</span></span><!--[endif]--></span></a><span lang="EN-US"> “European industrialization was
still quite limited outside of Britain until at least 1860. Thus, positing a <i>European miracle</i> based on features
common to Western Europe is risky, all the more so since much of what was
widely shared across Western Europe was at least equally present elsewhere in
Eurasia”. Pomeranz, The Great Divergence, 16.<o:p></o:p></span></span></p>
</div>
</div><p><span style="font-family: arial;"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/16.%20Historia%20politica%20i%20social/PAC%202/PAC2_HPS_Mario_Lorenz.docx#_ftnref11" name="_ftn11" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><span class="MsoFootnoteReference"><span style="line-height: 107%;">[11]</span></span></span></a><span lang="EN-US"> “Technological inventiveness was
necessary for the Industrial Revolution, but it was not sufficient or uniquely
European”. The Great Divergence, 17.</span> </span></p>Mario Lorenzhttp://www.blogger.com/profile/02901763308817242377noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5683398022820004471.post-19572822336232532842021-02-23T23:15:00.004+01:002021-02-25T17:12:46.755+01:00El mundo actual (III): ¿hacia dónde vamos?<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhcJsBIy2RqV9TXgqDE96AtMIkLtTxPzjpHOsjYNclePFhcTAVXllZ0mFc35fhaZ70VXe89bzNpMqxdCejzJ9-VKYtpBa7hWIdAyb5nDeOdJdw1JqLk2R0zRP7yaN9lyitidD3K0ssv1PDQ/s1920/arrows-1834859_1920.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1280" data-original-width="1920" height="266" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhcJsBIy2RqV9TXgqDE96AtMIkLtTxPzjpHOsjYNclePFhcTAVXllZ0mFc35fhaZ70VXe89bzNpMqxdCejzJ9-VKYtpBa7hWIdAyb5nDeOdJdw1JqLk2R0zRP7yaN9lyitidD3K0ssv1PDQ/w400-h266/arrows-1834859_1920.jpg" width="400" /></a></div><p><br /></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;"><span style="line-height: 150%;">Resulta complicado, para un pesimista nato como el que escribe, resistirse a iniciar este breve ensayo siquiera mencionando – y espantando de paso cualquier mal augurio – una de las peores conclusiones posibles a la cuestión de hacia dónde va el mundo. Así que, habrá que admitir – para mejor olvidar rápidamente – la verosimilitud de la posibilidad de una guerra entre EEUU y China; idea no del todo descabellada por poco que echemos la vista atrás. Graham Allison<a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/19.%20El%20mon%20actual/PAC3/PAC3_MA_Mario_Lorenz.docx#_ftn1" name="_ftnref1" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 17.12px;">[1]</span></span></span></a>, exdirector del Centro Belfer sobre ciencias y asuntos internacionales en la Universidad de Harvard, utiliza la parábola de “<i>la Trampa de Tucídides</i>”, aplicada al escenario geopolítico actual, para explicar tal posibilidad<a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/19.%20El%20mon%20actual/PAC3/PAC3_MA_Mario_Lorenz.docx#_ftn2" name="_ftnref2" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 17.12px;">[2]</span></span></span></a>:” <i>Según Allison, el poder establecido quiere defender el statu quo como Esparta reaccionó frente a la emergencia de Atenas como una potencia nueva. El poder dominante y el emergente son impulsados por ambiciones comunes: desear ser una gran nación; considerar a la otra parte como el obstáculo principal para realizar su sueño o visión […]</i>”. Sobra decir quien es Esparta y Atenas en esta historia. Y efectivamente, queda justificada una postura, cuanto menos, no demasiado optimista<a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/19.%20El%20mon%20actual/PAC3/PAC3_MA_Mario_Lorenz.docx#_ftn3" name="_ftnref3" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 17.12px;">[3]</span></span></span></a>:” <i>Desde la metáfora del historiador griego, el politólogo estadounidense analiza la trayectoria histórica en la cual, 12 de los 16 conflictos que derivaban de la rivalidad entre la nueva potencia y la dominante en los últimos 500 años, resultaban en guerras</i>”.</span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;"><span style="line-height: 150%;">En
cualquier caso, el escenario que plantea Allison no deja de arrastrar ciertas reminiscencias
del marco binario desarrollado a lo largo de la Guerra Fría que, aunque sin
llegar al enfrentamiento directo, concluyó con un claro vencedor. Y con ese
triunfo llegó la errónea presunción de que sólo existía una alternativa para la
gobernanza mundial: un único modelo político, llamado liberalismo, y un solo
sistema económico, el capitalismo. Según Hurrell, el orden mundial establecido
por los EEUU a lo largo del s. XX se cimentaba sobre tres pilares básicos<a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/19.%20El%20mon%20actual/PAC3/PAC3_MA_Mario_Lorenz.docx#_ftn4" name="_ftnref4" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[4]</span></span><!--[endif]--></span></a>: un poder incomparable
desde varios puntos de vista (militar, económico, moral, …), el control de
diversas instituciones internacionales creadas tras la Segunda Guerra Mundial
(ONU, FMI, …) y su capacidad para conformar alianzas tanto hacia el este como al
oeste.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;"><span style="line-height: 150%;">Pero,
aunque China podría representar el paradigma del auge de esa nueva potencia que
iba a configurarse como contrapeso a los EEUU<a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/19.%20El%20mon%20actual/PAC3/PAC3_MA_Mario_Lorenz.docx#_ftn5" name="_ftnref5" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[5]</span></span><!--[endif]--></span></a>:” </span><i><span lang="EN-US" style="line-height: 150%;">It is not only China's
dynamism that is so captivating. It is its scale. Never in human history have
so many people had their life chances changed so dramatically and so quickly.
The renowned development economist Jeffrey Sachs claims that China is the most
successful development story in world history</span></i><span style="line-height: 150%;">”, podríamos concluir que un análisis
desarrollado desde ese punto de vista binario estaría lejos de representar la
realidad actual, y es que<a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/19.%20El%20mon%20actual/PAC3/PAC3_MA_Mario_Lorenz.docx#_ftn6" name="_ftnref6" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[6]</span></span><!--[endif]--></span></a>:” </span><i><span lang="EN-US" style="line-height: 150%;">For some time, China's
economic success put the almost as important modernization of India into the
shade</span></i><span style="line-height: 150%;">”. Con una
reorientación de su economía hacia el sector servicios – fruto de profundas
reformas producto de la liberalización – iniciada a principios de los años
noventa, India se ha convertido en una potencia mundial en cuanto a prestación
de servicios de las Tecnologías de la Información<a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/19.%20El%20mon%20actual/PAC3/PAC3_MA_Mario_Lorenz.docx#_ftn7" name="_ftnref7" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[7]</span></span><!--[endif]--></span></a>:” <i>El sector de servicios es la parte más dinámica de la economía india.
Contribuye a más de la mitad del PIB (49,1%), y emplea a 31,8% de la fuerza
laboral. El rápido crecimiento de la industria del software estimula las
exportaciones de servicios y moderniza la economía india: el país ha
aprovechado su amplia población educada angloparlante para convertirse en un
gran exportador de trabajadores en servicios TI, subcontratación de servicios
de negocios y programación</i>”.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;"><span style="line-height: 150%;">Pero no sólo
China e India se presentan como paradigmas del éxito de los países emergentes,
podríamos añadir también estados como Rusia, Brasil y Sudamérica – para
completar los países BRICS – o Japón, Corea del Sur y Taiwán, por citar algunos
ejemplos más. Aunque pueden establecerse diversos motivos que explican el enorme
desarrollo económico de estos países tales como los mencionados por Bisley, a
saber, <i>la adopción de los sistemas de libre
mercado, así como la adopción del principio de meritocracia y el estado de
derecho (Mahbubani 2008: 51-99)</i>, existe un catalizador principal que, por
encima de todos, lo ha permitido, se trata de la globalización<a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/19.%20El%20mon%20actual/PAC3/PAC3_MA_Mario_Lorenz.docx#_ftn8" name="_ftnref8" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[8]</span></span><!--[endif]--></span></a>:” </span><i><span lang="EN-US" style="line-height: 150%;">As Phil Cerny's chapter
in this volume explains, the linkages between states and societies facilitated
by the growth in networks of trade, investment and communication have provided
many with economic, political and cultural opportunities that had hitherto not
been available. Without the ability to tap into global markets, whether for
capital, finished goods, raw inputs or commodity sales, the dramatic changes in
economic fortunes in Shanghai, Caracas and Mumbai would have been unimaginable</span></i><span style="line-height: 150%;">”. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;"><span style="line-height: 150%;">La
conclusión no parece ser simplemente un declive en el poder de influencia de
los EEUU en la gobernanza mundial, cuyo liderazgo parece ser todavía claro, más
bien podría decirse que se trata del nacimiento de un nuevo orden en el que
algunos países asiáticos parecen poder ofrecer una alternativa. Quién sabe si
eso nos llevará a la configuración de una nueva manera de gestionar las
relaciones internacionales, y es que parece que, por primera vez en las últimas
décadas parece existir una alternativa a la depredadora economía capitalista
que ha venido marcando el camino para beneficio de unos pocos. Tal y cómo Mahbubani
nos explica<a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/19.%20El%20mon%20actual/PAC3/PAC3_MA_Mario_Lorenz.docx#_ftn9" name="_ftnref9" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[9]</span></span><!--[endif]--></span></a>:”
</span><i><span lang="EN-US" style="line-height: 150%;">any lingering
Western assumption that the developed Western countries will naturally do a
better job in managing global challenges than any of their Asian counterparts
will have to be rethought. An objective assessment would show that Asians are
proving to be capable of delivering a more stable world order (2008: 234)</span></i><span style="line-height: 150%;">”, quien parece
invitarnos, a los occidentales, a adoptar una posición de humildad frente a los
enormes retos ya planteados y cuya gestión va a marcar el camino que ha de
seguir nuestra civilización. Problemas como el cambio climático o la
erradicación de la pobreza son desafíos a los que nuestra cultura occidental no ha
sabido, hasta ahora, dar una respuesta clara a nivel global. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;"><span style="line-height: 150%;">Esperemos
que esta aceptación implícita de demasiados sistemas de gobierno autocráticos
en el complejo nuevo orden mundial no lleve a una reducción del esfuerzo por
conseguir, por fin, que se cumplan todos y cada uno de los DDHH en todos y cada
uno de los países que componen el mundo. No puedo dejar de lamentarme tampoco por
el hecho de que el triunfo aplastante del modelo capitalista, aceptado incluso
por los países emergentes que le disputan la hegemonía a los EEUU, no haya sido
precedido por la victoria del modelo político liberal que lo apadrinaba, cuanto
menos, justo tras la finalización de la Segunda Guerra Mundial, cuando el
recuerdo de los horrores cometidos estaba todavía fresco en la memoria y se
creía posible un mundo más justo y seguro para todos. El sincero entusiasmo por
el cercano anuncio de la erradicación de la pobreza en China<a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/19.%20El%20mon%20actual/PAC3/PAC3_MA_Mario_Lorenz.docx#_ftn10" name="_ftnref10" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[10]</span></span><!--[endif]--></span></a> no debería hacernos
olvidar que se trata de una dictadura, aunque no deja de ser paradójico que la
promesa primigenia del capitalismo sea cumplida por un país autodenominado
comunista. La condición del primero era disponer de vía libre para actuar sin
ataduras, su sistema antagónico todo lo contrario. El primero lo consiguió, el
segundo nunca lo sabremos. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;"><span style="line-height: 150%;">Parece
claro entonces que nos dirigimos a un cambio en el eje del poder sobre el cual
ha girado el mundo en el último siglo, tal como Bisley nos dice<a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/19.%20El%20mon%20actual/PAC3/PAC3_MA_Mario_Lorenz.docx#_ftn11" name="_ftnref11" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[11]</span></span><!--[endif]--></span></a>:” </span><i><span lang="EN-US" style="line-height: 150%;">Alongside the United
States, India, China, Russia and Japan will comprise the five most important
power-centers in world politics. The geographic concentration of these powers'
interests in Asia mean that world politics in the coming years is going to
become Asian-centric</span></i><span style="line-height: 150%;">”. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;"><span style="line-height: 150%;">Los
atentados sufridos por los EEUU en 2001 supusieron un giro radical en su
política exterior hacia un mayor intervencionismo unilateral que, junto con la
crisis económica de 2007, iniciada en el mismo corazón del capitalismo, no ha
venido sino a acelerar la aparición de una alternativa. Parece atisbarse una
mayor preocupación por una más justa distribución de la riqueza a nivel interno
y mundial, sin obtener correspondencia en algunos casos, lamentablemente, con
el mantenimiento de las libertades individuales básicas. Parece cumplirse, una
vez más, alguna especie de ley natural que impide convergir en un mismo tiempo
y lugar una justa distribución de la riqueza que permita una vida digna y un
gobierno democrático que consienta el cumplimiento de los DDHH. Quizás la única
esperanza que nos quede, viendo hacia donde nos dirigimos, es que, en algún
momento, lo segundo sea consecuencia de lo primero, aunque ya conocemos también
lo peligrosos que pueden ser este tipo de sueños.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;"><span style="line-height: 150%;">Conviene,
no obstante, rebajar el nivel de optimismo. Lo que parecía una nueva
configuración del orden mundial, basado en la posibilidad de influencia en la
gobernanza mundial de varios países ha venido desinflándose en los últimos años
y, con la excepción de China, parece que, en su mayoría han vuelto a adoptar un
papel secundario<a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/19.%20El%20mon%20actual/PAC3/PAC3_MA_Mario_Lorenz.docx#_ftn12" name="_ftnref12" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[12]</span></span><!--[endif]--></span></a>.
La incapacidad de algunos países emergentes, como Brasil o Sudáfrica, para
ofrecer a sus ciudadanos unas condiciones de vida conforme al papel protagonista
que esperaban adoptar en el escenario internacional, debilita enormemente la
alternativa que habían presentado y parece invitar a ordenar primero el propio
jardín.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;"><span style="line-height: 150%;">Otro de los
factores que parece haber puesto freno a una mayor influencia de muchos de los
países emergentes es la posibilidad de su acceso a las armas nucleares<a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/19.%20El%20mon%20actual/PAC3/PAC3_MA_Mario_Lorenz.docx#_ftn13" name="_ftnref13" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[13]</span></span><!--[endif]--></span></a>:” </span><span lang="EN-US" style="line-height: 150%;"><i>The renewed importance of nuclear weapons is apparent; they are central
to the structure of regional security complexes, and in the construction of
great power hierarchies and the distribution of seats at the top tables</i></span><span style="line-height: 150%;">”. Pudiera parecer
un contrasentido que uno de los mayores peligros a los que se enfrenta el mundo
– cuya supuesta amenaza supuso la intervención unilateral de los EEUU en Irak,
que por su carácter desestabilizador parecía anunciar el declive de su papel principal
en el orden mundial – vuelva a configurarse en una herramienta geopolítica tan
poderosa; más si cabe teniendo en cuenta que en ninguno de esos horribles
atentados perpetrados por al-Qaeda fue utilizada ninguna arma de destrucción
masiva.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;"><span style="line-height: 150%;">Actualmente,
se piensa que sólo nueve países disponen de armas nucleares: EEUU, Rusia, Reino
Unido, Francia y China – todos miembros permanentes del Consejo de Seguridad de
la ONU – además de India, Paquistán, Corea del Norte e Israel. Pero el temor de
las potencias nucleares no parece ser tanto que otros países se unan al club
nuclear, que también, como que lo hagan otro tipo de elementos<a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/19.%20El%20mon%20actual/PAC3/PAC3_MA_Mario_Lorenz.docx#_ftn14" name="_ftnref14" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[14]</span></span><!--[endif]--></span></a>:” </span><i><span lang="EN-US" style="line-height: 150%;">Globalization has
heightened concern that a non-state actor such as a terrorist organization or
criminal group might try to acquire a nuclear weapon or radiological material—the
kind that could be used in a so-called 'dirty bomb'(Allison 2005)</span></i><span style="line-height: 150%;">”. Pero, habiendo
quedado tan terriblemente claro que no es necesario para un grupo terrorista
disponer de armas de destrucción masiva para causar innombrable dolor y que,
muy al contrario, lo que debería causar pavor es su horrible simplicidad, ¿a
qué se debe esta renovada centralidad de las armas de destrucción masiva en el
escenario mundial?, o quizás, ¿dejó alguna vez de ser importante?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;"><span style="line-height: 150%;">El giro
fue, sin duda, tremendo<a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/19.%20El%20mon%20actual/PAC3/PAC3_MA_Mario_Lorenz.docx#_ftn15" name="_ftnref15" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[15]</span></span><!--[endif]--></span></a>:” </span><i><span lang="EN-US" style="line-height: 150%;">Seized by the urgency of
the terrorist challenge and exasperated by the perceived inadequacy of existing
collective security institutions, the Bush Administration embraced a strongly
unilateralist foreign policy agenda after 9/11, proclaiming the need for
pre-emptive strikes and ‘regime change’ as necessary expedients to prevent the
uncontrolled spread of WMD to both ‘rogue’ states and terrorists</span></i><span style="line-height: 150%;">”. Presentaba al
terrorismo como la mayor amenaza a la que se enfrentaban los EEUU en particular
y el mundo en general. La posibilidad de que estos grupos terroristas
obtuvieran acceso a las armas de destrucción masiva era simplemente la excusa
necesaria para emprender la nueva guerra.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;"><span style="line-height: 150%;">Tras el
nacimiento de al Qaeda, y con la aparición de Estado Islámico en el año 2014 se
producía una evolución en los objetivos de los radicales islámicos, además de
continuar llevando el terror a los mismos centros neuronales de occidente<a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/19.%20El%20mon%20actual/PAC3/PAC3_MA_Mario_Lorenz.docx#_ftn16" name="_ftnref16" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[16]</span></span><!--[endif]--></span></a>:” </span><i><span lang="EN-US" style="line-height: 150%;">For al-Qaeda, the goal of
establishing a caliphate encompassing the global ummah was a distant
aspiration, which would be realized only following the defeat of the
'Zionist-Crusader' alliance and the collapse of its associated puppet regimes
in Muslim-majority countries. Conversely, establishing a stem-land for the
caliphate has been a far more immediate priority for IS's followers</span></i><span style="line-height: 150%;">”. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;"><span style="line-height: 150%;">El orden mundial
que había mantenido estable Oriente Medio desde el final de la Primera Guerra
Mundial, en base al apoyo explícito o implícito, a sus respectivos socios
autocráticos locales, de las principales potencias de cada momento – Francia,
Reino Unido en primer lugar y posteriormente EEUU y la URSS – aun a costa de
las degradantes condiciones de vida de sus habitantes, había llegado a su fin. Ya
más recientemente, la Primavera Árabe de 2010 parecía la última oportunidad
para las grandes potencias, de arreglar el desaguisado<a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/19.%20El%20mon%20actual/PAC3/PAC3_MA_Mario_Lorenz.docx#_ftn17" name="_ftnref17" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[17]</span></span><!--[endif]--></span></a>:” </span><i><span lang="EN-US" style="line-height: 150%;">Despite early hopes that
the 'Arab Spring' would marginalize the jihadists, however, the swift failure
of reform efforts ultimately provided a new window of opportunity for extremism
in the Middle East and beyond</span></i><span style="line-height: 150%;">”. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;"><span style="line-height: 150%;">Lamentablemente,
los intereses de EEUU estaban centrados en otro sitio<a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/19.%20El%20mon%20actual/PAC3/PAC3_MA_Mario_Lorenz.docx#_ftn18" name="_ftnref18" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[18]</span></span><!--[endif]--></span></a>:” </span><i><span lang="EN-US" style="line-height: 150%;">With the advent of the
Arab Spring, and in the context also of the United States' ongoing rebalance to
the Asia-Pacific and away from other arenas, the delicate stability of the
post-Ottoman order is now disintegrating</span></i><span style="line-height: 150%;">”. En definitiva, con la invasión de Irak de
2003, EEUU había iniciado el último capítulo de una serie histórica de
catastróficas intervenciones occidentales en Oriente Medio que iba a impedir
que sus propios ciudadanos decidieran por si mismos el camino que debía
llevarles a alcanzar la autonomía después de tantas décadas de intervencionismo
extranjero. Bien al contrario,
organizaciones terroristas como Estado Islámico se han encontrado, en el actual
mundo globalizado, el terreno abonado para causarnos el mayor daño en nuestras
propias ciudades, no solo con los más horrendos atentados, sino provocando la
huida de refugiados que, huyendo de la guerra, llegan a nuestras costas
alimentando, además, el discurso de la extrema derecha, que no hace sino
retroalimentar las causas que han provocado esa migración. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;"><span style="line-height: 150%;">Lo que se
iniciaba con una confesión no puede sino acabar con otra, y es que más que entrever
hacia dónde va el nuevo orden mundial, si lo entendemos como una sucesión
lineal de la historia, lo que veo es un círculo vicioso del que nos va a ser
muy complicado salir.<o:p></o:p></span></p>
<div><!--[if !supportFootnotes]--><br clear="all" />
<hr align="left" size="1" width="33%" />
<!--[endif]-->
<div id="ftn1">
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/19.%20El%20mon%20actual/PAC3/PAC3_MA_Mario_Lorenz.docx#_ftnref1" name="_ftn1" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[1]</span></span><!--[endif]--></span></a> G. Allison
fue además exsecretario adjunto de Defensa de Estados Unidos para políticas y
planificación y autor del libro <i><span lang="EN-US">Destined for War: Can America and China Escape
Thucydides's Trap</span></i><span lang="EN-US">?</span><span lang="EN-US"> </span><o:p></o:p></p>
</div>
<div id="ftn2">
<p class="MsoFootnoteText"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/19.%20El%20mon%20actual/PAC3/PAC3_MA_Mario_Lorenz.docx#_ftnref2" name="_ftn2" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[2]</span></span><!--[endif]--></span></a> Jenny
SHIN. Destinado a la guerra. Observatorio de Análisis de los Sistemas
Internacionales (OASIS), 2020, p. 253.<o:p></o:p></p>
</div>
<div id="ftn3">
<p class="MsoFootnoteText"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/19.%20El%20mon%20actual/PAC3/PAC3_MA_Mario_Lorenz.docx#_ftnref3" name="_ftn3" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[3]</span></span><!--[endif]--></span></a> Jenny
SHIN: op. cit., p. 251.<o:p></o:p></p>
</div>
<div id="ftn4">
<p class="MsoFootnoteText"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/19.%20El%20mon%20actual/PAC3/PAC3_MA_Mario_Lorenz.docx#_ftnref4" name="_ftn4" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[4]</span></span><!--[endif]--></span></a> Andrew HURRELL.
"<span lang="EN-US">Rising powers and the
emerging global order". En: John Baylis (Ed.). The globalization of World
Politics. Oxford University Press, New York, 2020, p. 85.</span><o:p></o:p></p>
</div>
<div id="ftn5">
<p class="MsoFootnoteText"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/19.%20El%20mon%20actual/PAC3/PAC3_MA_Mario_Lorenz.docx#_ftnref5" name="_ftn5" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[5]</span></span><!--[endif]--></span></a> Nick BISLEY:
"<span lang="EN-US">Global Power Shift: The
Decline of the West and the Rise of the Rest?". En: Mark Beeson and Nick
Bisley (Eds.). Issues in 21st Century World Politics, Basingstoke, Palgrave
Macmillan, 2017, p. 69.</span><o:p></o:p></p>
</div>
<div id="ftn6">
<p class="MsoFootnoteText"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/19.%20El%20mon%20actual/PAC3/PAC3_MA_Mario_Lorenz.docx#_ftnref6" name="_ftn6" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[6]</span></span><!--[endif]--></span></a> Nick
BISLEY: op. Cit., p. 69.<o:p></o:p></p>
</div>
<div id="ftn7">
<p class="MsoFootnoteText"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/19.%20El%20mon%20actual/PAC3/PAC3_MA_Mario_Lorenz.docx#_ftnref7" name="_ftn7" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[7]</span></span><!--[endif]--></span></a> <a href="https://santandertrade.com/es/portal/analizar-mercados/india/politica-y-economia">https://santandertrade.com/es/portal/analizar-mercados/india/politica-y-economia</a>
[consultado por última vez el 16-12-2020]<o:p></o:p></p>
</div>
<div id="ftn8">
<p class="MsoFootnoteText"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/19.%20El%20mon%20actual/PAC3/PAC3_MA_Mario_Lorenz.docx#_ftnref8" name="_ftn8" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[8]</span></span><!--[endif]--></span></a> Nick
BISLEY: op. Cit., p. 70.<o:p></o:p></p>
</div>
<div id="ftn9">
<p class="MsoFootnoteText"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/19.%20El%20mon%20actual/PAC3/PAC3_MA_Mario_Lorenz.docx#_ftnref9" name="_ftn9" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[9]</span></span><!--[endif]--></span></a> Nick
BISLEY: op. Cit., p. 73.<o:p></o:p></p>
</div>
<div id="ftn10">
<p class="MsoFootnoteText"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/19.%20El%20mon%20actual/PAC3/PAC3_MA_Mario_Lorenz.docx#_ftnref10" name="_ftn10" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[10]</span></span><!--[endif]--></span></a> <a href="https://www.lavanguardia.com/internacional/20201121/49563622495/el-paradigma-roto.html">https://www.lavanguardia.com/internacional/20201121/49563622495/el-paradigma-roto.html</a>
[consultado por última vez el 17-12-2020]<o:p></o:p></p>
</div>
<div id="ftn11">
<p class="MsoFootnoteText"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/19.%20El%20mon%20actual/PAC3/PAC3_MA_Mario_Lorenz.docx#_ftnref11" name="_ftn11" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[11]</span></span><!--[endif]--></span></a> Nick
BISLEY: op. Cit., p. 78.<o:p></o:p></p>
</div>
<div id="ftn12">
<p class="MsoFootnoteText"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/19.%20El%20mon%20actual/PAC3/PAC3_MA_Mario_Lorenz.docx#_ftnref12" name="_ftn12" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[12]</span></span><!--[endif]--></span></a> Andrew
HURRELL: op. Cit., p. 95.<o:p></o:p></p>
</div>
<div id="ftn13">
<p class="MsoFootnoteText"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/19.%20El%20mon%20actual/PAC3/PAC3_MA_Mario_Lorenz.docx#_ftnref13" name="_ftn13" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[13]</span></span><!--[endif]--></span></a> Andrew
HURRELL: op. Cit., p. 95.<o:p></o:p></p>
</div>
<div id="ftn14">
<p class="MsoFootnoteText"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/19.%20El%20mon%20actual/PAC3/PAC3_MA_Mario_Lorenz.docx#_ftnref14" name="_ftn14" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[14]</span></span><!--[endif]--></span></a> <span lang="EN-US">Sheena CHESTNUT. "Proliferations
of weapons of mass destruction". En: John Baylis (Ed.). The globalization
of World Politics. Oxford University Press, New York, 2020, p. 468.</span><o:p></o:p></p>
</div>
<div id="ftn15">
<p class="MsoFootnoteText"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/19.%20El%20mon%20actual/PAC3/PAC3_MA_Mario_Lorenz.docx#_ftnref15" name="_ftn15" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[15]</span></span><!--[endif]--></span></a> <span lang="EN-US">Andrew PHILLIPS. "Global
Terrorism". En: Mark Beeson and Nick Bisley (Eds.). Issues in 21st Century
World Politics. 3ª Ed. Basingstoke: Palgrave Macmillan, cop. 2017, p. 57.</span><o:p></o:p></p>
</div>
<div id="ftn16">
<p class="MsoFootnoteText"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/19.%20El%20mon%20actual/PAC3/PAC3_MA_Mario_Lorenz.docx#_ftnref16" name="_ftn16" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[16]</span></span><!--[endif]--></span></a> <span lang="EN-US">Andrew PHILLIPS</span>: op. Cit., p.
60.<o:p></o:p></p>
</div>
<div id="ftn17">
<p class="MsoFootnoteText"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/19.%20El%20mon%20actual/PAC3/PAC3_MA_Mario_Lorenz.docx#_ftnref17" name="_ftn17" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[17]</span></span><!--[endif]--></span></a> <span lang="EN-US">Andrew PHILLIPS</span>: op. Cit., p.
58.<o:p></o:p></p>
</div>
<div id="ftn18">
<p class="MsoFootnoteText"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/19.%20El%20mon%20actual/PAC3/PAC3_MA_Mario_Lorenz.docx#_ftnref18" name="_ftn18" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face="Calibri, sans-serif" style="line-height: 107%;">[18]</span></span><!--[endif]--></span></a> <span lang="EN-US">Andrew PHILLIPS</span>: op. Cit., p.
63.<o:p></o:p></p>
</div>
</div><div style="mso-element: footnote-list;"><div id="ftn18" style="mso-element: footnote;">
</div>
</div>Mario Lorenzhttp://www.blogger.com/profile/02901763308817242377noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5683398022820004471.post-27109431653319580012021-01-29T16:28:00.000+01:002021-01-29T16:28:26.836+01:00El mundo actual (II): instituciones para la gobernabilidad mundial.<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiJkmO56g6jITqDr9vBX_4AJ_kWSduDbdvolP_9Ubj_B7ha4eq_WlioUEKFXv70yLHzk_gfhw-4oPlMgpmk8RLifyx3QypiP8qLzaPSsHiTx5DNrl4BZs-u2vl_LP3X_LgOYZkFBKxFxjMZ/s1920/torowallstreet.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1386" data-original-width="1920" height="289" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiJkmO56g6jITqDr9vBX_4AJ_kWSduDbdvolP_9Ubj_B7ha4eq_WlioUEKFXv70yLHzk_gfhw-4oPlMgpmk8RLifyx3QypiP8qLzaPSsHiTx5DNrl4BZs-u2vl_LP3X_LgOYZkFBKxFxjMZ/w400-h289/torowallstreet.jpg" width="400" /></a></div><br /><p></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;"><span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-hansi-font-family: Calibri;"><span style="font-family: inherit;">Los giros
de la historia son a veces inesperados y, desde la perspectiva del tiempo,
siempre sorprendentes. Nadie podía imaginarse, el 19 de julio de 1870<a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/19.%20El%20mon%20actual/PAC2/PAC2_MA_Mario_Lorenz.docx#_ftn1" name="_ftnref1" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;">[1]</span></span><!--[endif]--></span></a>, año en el que Francia
declararía la guerra a Prusia – que acabaría permitiendo a Bismarck la
proclamación del II Reich, y el nacimiento de Alemania, tras conseguir la
victoria – que tan solo 81 años después, esos mismos dos países, acabarían
formando el germen de la actual Unión Europea junto con otros 4 estados
europeos: la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA). Habían de pasar
todavía muchas cosas en esos 81 años que no iban a invitar a la conclusión
final, entre ellas, dos agresiones más de Alemania contra la soberanía
francesa, hechos que no vendrían sino a confirmar, como ya apuntaba, que la
historia sigue caminos solo escrutables desde la confianza que da el
conocimiento de los hechos. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;"><span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-hansi-font-family: Calibri;"><span style="font-family: inherit;">La
declaración de Schuman, ministro francés de Asuntos exteriores, confirmada por
el tratado de París de 1951, marcaba un antes y un después en lo que serían la
relaciones entre los estados europeos al renunciar, por primera vez, a la
soberanía sobre un sector industrial esencial, además del reconocimiento implícito
que implicaba de un país que lo había invadido 3 veces en menos de un siglo. Se
iniciaba así un camino que debía estabilizar por fin Europa a través de la
federalización siguiendo el modelo norteamericano, y aunque era un primer paso
desde su punto de vista, no se conocía todavía el camino a seguir ni cómo
superar las diferentes reticencias. Una cosa era llegar a un acuerdo comercial
con ventajas para todas las partes, otra muy diferente poner fin a siglos y
siglos de intereses en conflicto a lo largo y ancho de la vieja Europa. En
cualquier caso, la puerta había quedado abierta. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;"><span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-hansi-font-family: Calibri;"><span style="font-family: inherit;">El
siguiente paso lógico era la creación de un mercado que no abarcara solo un
sector industrial y así fue como, a propuesta de los Países Bajos, se firmó en
Roma (1957) el tratado que daba nacimiento a la Comunidad Económica Europea
(CEE), cimentada sobre la idea liberal de que la eliminación de las
regulaciones fronterizas para las mercancías industriales iba a beneficiar a
todos los ciudadanos de los seis miembros fundacionales. Se trataba, todavía,
de crear un espacio interior de libre circulación de mercancías, pero ahora
también con una política común en cuanto a los aranceles impuestos al mercado
exterior a la CEE. La ambiciosa idea de crear unos Estados Federados de Europa
sigue sin ser abordada.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;"><span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-hansi-font-family: Calibri;"><span style="font-family: inherit;">La CEE
seguiría creciendo bajo esta idea, facilitar el libre comercio entre sus
estados miembros, lo que ofrecía un enorme atractivo para la expansión de las
diferentes economías. En el año 1973, Reino Unido, Dinamarca e Irlanda se unían
al proyecto del mercado común. La CEE se constituía en una organización de 9
miembros. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;"><span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-hansi-font-family: Calibri;"><span style="font-family: inherit;">Ya en los
ochenta, la mirada se fijó en el sur de Europa, con la entrada de Grecia
(1981), Portugal y España (1986), el principal carácter fundador de la CEE, el
libre mercado, se revestía también de la solidaridad implícita al incorporar al
grupo economías menos desarrolladas, que por contrapartida ofrecían nuevas
posibilidades de crecimiento para las grandes potencias europeas.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;"><span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-hansi-font-family: Calibri;"><span style="font-family: inherit;">Con la
nueva ampliación, eran 12 ya los miembros de la CEE que, además de seguir con
el proceso de construcción europea, iban a afrontar dos grandes retos a finales
de los años 80 y principios de los 90. Por un lado, la caída del muro de Berlín
y la posible reunificación de Alemania, por el otro, en la lógica heredada de
la Guerra Fría, el temor de París y Londres frente al enorme peso que había
adquirido la República Federal Alemana. Como solución a esos temores se propuso
la creación de un Banco Central Europeo y una moneda única que eliminara la
preeminencia del marco alemán como moneda de referencia, de este modo quedaba “diluido”,
en definitiva, el poder de influencia de Alemania. Tal como nos comentaba Wilfried
Guth<a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/19.%20El%20mon%20actual/PAC2/PAC2_MA_Mario_Lorenz.docx#_ftn2" name="_ftnref2" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;">[2]</span></span><!--[endif]--></span></a> en 1989:” <i>[…] la clave de un progreso efectivo en la
vía de la unión monetaria y de la creación de un verdadero sistema bancario
central europeo reside en la voluntad política de los gobiernos de los países
miembros de renunciar a la soberanía nacional en favor de una soberanía
compartida –y más eficaz – a nivel comunitario</i>.”<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; mso-add-space: auto;"><span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-hansi-font-family: Calibri;"><span style="font-family: inherit;">En este nuevo escenario de <i>soberanía
compartida</i>, libre de recelos, que quedaría finalmente establecido en el
Tratado de Maastricht en 1992, se enmarcaba la reunificación alemana en el
contexto de lo que a partir de entonces sería la Unión Europea. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%;"><span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-hansi-font-family: Calibri;"><span style="font-family: inherit;">Si bien, como hemos comentado, la Unión
Europea tiene como fin último la integración federal de los diferentes países
que la componen, para formar una unidad más fuerte que la suma de sus
integrantes, el papel de otra de las instituciones supranacionales más
importantes, la Organización de las Naciones Unidas (ONU), tendría como función
principal, al menos en sus orígenes, la creación de un foro mundial de representación
de cada una de esas soberanías. Su fin principal sería la creación de un punto
de encuentro en el que poder resolver los conflictos entre países antes de
recurrir a la violencia. Tal era ya el deseo del presidente norteamericano
Wilson cuando, al fin de la Gran Guerra, pretendió establecer las bases para
evitar que se repitiera, impulsando la Sociedad de Naciones. El hecho de que
finalmente EEUU no se adhiriera la hería de muerte ya antes de nacer. Tal como S.
Zweig la definía<a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/19.%20El%20mon%20actual/PAC2/PAC2_MA_Mario_Lorenz.docx#_ftn3" name="_ftnref3" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;">[3]</span></span><!--[endif]--></span></a>:”
<i>Una ocasión única, tal vez la más
decisiva de la Historia, se ha malgastado de una manera lamentable</i>”.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%;"><span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-hansi-font-family: Calibri;"><span style="font-family: inherit;">La ONU establecía el estado como unidad
primaria en el orden internacional, cuya soberanía debía siempre respetarse y,
al menos teóricamente, en condiciones de total igualdad. Pero, tal como Taylor
y Curtis<a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/19.%20El%20mon%20actual/PAC2/PAC2_MA_Mario_Lorenz.docx#_ftn4" name="_ftnref4" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;">[4]</span></span><!--[endif]--></span></a> postulan, esa capacidad de
intervención en los asuntos internos de sus miembros ha ido incrementándose
desde su fundación en 1945. Esa implicación en los asuntos internos conlleva el
reconocimiento de los factores actuales e históricos de desestabilización en el
mundo, y la asunción de que las condiciones políticas, económicas y sociales
internas tienen repercusiones a nivel global. Prueba del nuevo carácter moral
creciente adoptado por la ONU fue la insistencia con la que EEUU y Reino Unido
trataron de conseguir la autorización del Consejo de Seguridad de la ONU para
la invasión de Irak en 2003. En cualquier caso, tan cierto es que su
persistencia no tuvo éxito como que la negativa de la ONU no logró frenar el
ataque. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-hansi-font-family: Calibri;">A propósito del Consejo de Seguridad de
la ONU hay que decir que subsana uno de los errores cometidos en la formación
de la Sociedad de Naciones y mantiene formalmente la preeminencia de las
naciones vencedoras de la 2ª Guerra Mundial, con lo que quedaba garantizada,
desde el inicio, la viabilidad de la institución. Su composición matiza
claramente, siendo generosos, la aparente condición de igualdad de los 193
miembros actuales. Formado por un total de 15 estados, los 5 miembros permanentes
(EEUU, Reino Unido, Francia, Rusia y China), poseen el poder de vetar cualquier
resolución del propio Consejo<a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/19.%20El%20mon%20actual/PAC2/PAC2_MA_Mario_Lorenz.docx#_ftn5" name="_ftnref5" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;">[5]</span></span><!--[endif]--></span></a>:” </span><i><span lang="EN-US" style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: EN-US; mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-hansi-font-family: Calibri;">Indeed, this tension
between the recognition of power politics through the Security Council veto,
and the universal ideals underlying the United Nations, is a defining feature
of the organization</span></i><span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-hansi-font-family: Calibri;">”. Esos principios universales están mejor plasmados en la Asamblea
General, donde están representados todos los estados miembros, que participan,
esta vez sí, en condiciones de igualdad: un estado, un voto. Esta capacidad de
representación no está, en cambio, respaldada por poder alguno de decisión, ya
que la Asamblea General no tiene capacidad de emitir resoluciones, sólo
recomendaciones. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-hansi-font-family: Calibri;">Antes de presentar otras grandes
organizaciones a nivel mundial, con poderes formales menos evidentes, debería
hablar de unos actores principales que, gracias a la globalización, se han
introducido en el panorama internacional con enorme fuerza. A las clásicas
relaciones entre estados, que desde siempre habían liderado el diseño de la
realidad, se han unido otro tipo de organizaciones creadas en el mismo seno de
sus sociedades y que se interrelacionan unas con otras fuera del marco
estado-estado<a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/19.%20El%20mon%20actual/PAC2/PAC2_MA_Mario_Lorenz.docx#_ftn6" name="_ftnref6" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;">[6]</span></span><!--[endif]--></span></a>:”
</span><i><span lang="EN-US" style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: EN-US; mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-hansi-font-family: Calibri;">Greater clarity
is obtained by analyzing intergovernmental and inter-society relations, with no
presumption that one sector is more important than the other</span></i><span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-hansi-font-family: Calibri;">”. Según la
clasificación de Willets, esa mayor claridad se obtiene a partir del análisis
de las relaciones que se establecen entre los gobiernos y las organizaciones no
gubernamentales. Además de los aproximadamente 200 estados presentes
actualmente en el panorama internacional, deberemos también tener en cuenta a
las compañías multinacionales como Apple, Pzifer o Exxon, organizaciones con un
ámbito de actividad nacional (como la Asociación Nacional del Rifle en los
EEUU), organizaciones estatales supranacionales (como la OTAN) y lo que hoy
identificamos como las verdaderas organizaciones no gubernamentales, las ONG
(como la BRAC: Bangladesh Rural Advancement Committee). Todas estas
organizaciones tienen hoy en día un enorme poder para modular las acciones y
decisiones que toman los gobiernos. Reconocer su influencia es también admitir
que el modelo de relaciones internacionales es mucho más complejo de lo
aceptado hasta ahora, siendo el primer paso para poder alcanzar soluciones a
los conflictos que, necesariamente, serán también complejas. La importancia y
poder de influencia de estos nuevos actores y, por encima de todos, la de las compañías
multinacionales queda bien claro<a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/19.%20El%20mon%20actual/PAC2/PAC2_MA_Mario_Lorenz.docx#_ftn7" name="_ftnref7" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;">[7]</span></span><!--[endif]--></span></a>:” </span><i><span lang="EN-US" style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: EN-US; mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-hansi-font-family: Calibri;">In 2004, the 50 largest
transnational industrial companies, by sales, each had annual revenues greater
than the GNP of 133 members of the United Nations</span></i><span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-hansi-font-family: Calibri;">”. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%;"><span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-hansi-font-family: Calibri;"><span style="font-family: inherit;">Retrocedamos ahora un poco en el tiempo y
volvamos al final de la Segunda Guerra Mundial, un momento clave en el que era
necesario recuperar y reforzar el sistema capitalista frente al riesgo que
representaba para las élites el tener al, de nuevo, enemigo comunista en pleno
corazón de Europa. De los Acuerdos de Bretton Woods surgieron dos instituciones,
el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, que se iban a encargar de
establecer el nuevo orden económico mundial frente al modelo marxista
interpretado por la URSS. Su función principal debía ser la supervisión de los
mercados financieros, ofrecer liquidez, así como facilitar financiación a
países en problemas, con la promesa de que su gestión rendiría en beneficio de
todos los ciudadanos. En definitiva, los diferentes estados se supeditaban a
instituciones independientes con el fin de evitar la recesión de los años 20 y
30. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%;"><span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-hansi-font-family: Calibri;"><span style="font-family: inherit;">Todo fue relativamente bien hasta la
primera crisis del petróleo en los años 70, a la que siguió la crisis de la
libra esterlina en 1976. Algo iba a cambiar, el rescate del Reino Unido por
parte del FMI venía subordinado a la realización de ajustes sociales, privatizaciones
y a la aceptación de mayores tasas de desempleo, la clase obrera era derrotada<a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/19.%20El%20mon%20actual/PAC2/PAC2_MA_Mario_Lorenz.docx#_ftn8" name="_ftnref8" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;">[8]</span></span><!--[endif]--></span></a>:” <i>La etiqueta «neoliberalismo» resulta apropiada para lo que vendría a
continuación: el rechazo del corporativismo social de posguerra que había
sustentado el crecimiento occidental, así como el giro hacia el monetarismo y
la desreglamentación. […] El FMI devino así no solo un financiador, sino un
artífice a escala global de importantes cambios en las políticas internas</i>”.
El FMI había iniciado una época en la que el capital iba a poder circular por
todo su ámbito de influencia, cada vez más grande, sin ningún tipo de control
ético o moral. La duda sobre la promesa inicial de redistribución de la riqueza
crecía tanto como los beneficios de los graduados de Harvard empleados en Wall
Street<a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/19.%20El%20mon%20actual/PAC2/PAC2_MA_Mario_Lorenz.docx#_ftn9" name="_ftnref9" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;">[9]</span></span><!--[endif]--></span></a>: “En<i> septiembre de 1982, el presidente mexicano saliente, José López
Portillo, denunciaba públicamente «la plaga financiera (...) que estaba
causando cada vez mayores estragos en todo el mundo»</i>”. <br clear="all" style="mso-special-character: line-break; page-break-before: always;" />
<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
</p><div><!--[if !supportFootnotes]--><span style="font-family: inherit;"><br clear="all" />
</span><hr align="left" size="1" width="33%" />
<!--[endif]-->
<div id="ftn1">
<p class="MsoFootnoteText"><span style="font-family: inherit;"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/19.%20El%20mon%20actual/PAC2/PAC2_MA_Mario_Lorenz.docx#_ftnref1" name="_ftn1" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-size: 10pt; line-height: 107%;">[1]</span></span><!--[endif]--></span></a> Kinder,
H., Hilgemann, W., & Hergt, M. (2007). Atlas histórico mundial (Vol. 11).
Ediciones Akal.<o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn2">
<p class="MsoFootnoteText"><span style="font-family: inherit;"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/19.%20El%20mon%20actual/PAC2/PAC2_MA_Mario_Lorenz.docx#_ftnref2" name="_ftn2" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-size: 10pt; line-height: 107%;">[2]</span></span><!--[endif]--></span></a> Guth, W.
(1989). La creación de un Banco Central Europeo (BCE). Política Exterior, 3(9),
55-57.<o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn3">
<p class="MsoFootnoteText"><span style="font-family: inherit;"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/19.%20El%20mon%20actual/PAC2/PAC2_MA_Mario_Lorenz.docx#_ftnref3" name="_ftn3" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-size: 10pt; line-height: 107%;">[3]</span></span><!--[endif]--></span></a> Zweig,
S. (1927). Momentos estelares de la humanidad. Wilson fracasa. El Acantilado,
2012, p. 263.<o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn4">
<p class="MsoFootnoteText"><span style="font-family: inherit;"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/19.%20El%20mon%20actual/PAC2/PAC2_MA_Mario_Lorenz.docx#_ftnref4" name="_ftn4" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-size: 10pt; line-height: 107%;">[4]</span></span><!--[endif]--></span></a> Devon
E.A. Curtis and Paul Taylor. "The United Nations". En: John Baylis
(et al). The globalization of World Politics. p. 312-328. Oxford: Oxford
University, cop. 2008<o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn5">
<p class="MsoFootnoteText"><span style="font-family: inherit;"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/19.%20El%20mon%20actual/PAC2/PAC2_MA_Mario_Lorenz.docx#_ftnref5" name="_ftn5" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-size: 10pt; line-height: 107%;">[5]</span></span><!--[endif]--></span></a> Devon
E.A. Curtis and Paul Taylor. "The United Nations". p. 312-328. <o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn6">
<p class="MsoFootnoteText"><span style="font-family: inherit;"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/19.%20El%20mon%20actual/PAC2/PAC2_MA_Mario_Lorenz.docx#_ftnref6" name="_ftn6" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-size: 10pt; line-height: 107%;">[6]</span></span><!--[endif]--></span></a> Peter
Willets. "<span lang="EN-US">Transnational
actors and international organizations in global politics</span>". En:
John Baylis (et al). The globalization of World Politics. p. 330-347. Oxford:
Oxford University, cop. 2008<o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn7">
<p class="MsoFootnoteText"><span style="font-family: inherit;"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/19.%20El%20mon%20actual/PAC2/PAC2_MA_Mario_Lorenz.docx#_ftnref7" name="_ftn7" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-size: 10pt; line-height: 107%;">[7]</span></span><!--[endif]--></span></a> Peter
Willets. "<span lang="EN-US">Transnational
actors and international organizations in global politics</span>". p.
330-347.<o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn8">
<p class="MsoFootnoteText"><span style="font-family: inherit;"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/19.%20El%20mon%20actual/PAC2/PAC2_MA_Mario_Lorenz.docx#_ftnref8" name="_ftn8" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-size: 10pt; line-height: 107%;">[8]</span></span><!--[endif]--></span></a> Mazower,
M. El auténtico Nuevo Orden Económico Internacional. Gobernar el mundo:
historia de una idea desde 1815 (p. 435-475). Valencia: Berlín Libros 2018.<o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn9">
<p class="MsoFootnoteText"><span style="font-family: inherit;"><a href="file:///E:/Escritorio/Escritorio%20OK/AA_Personal/AAA_UOC/19.%20El%20mon%20actual/PAC2/PAC2_MA_Mario_Lorenz.docx#_ftnref9" name="_ftn9" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-size: 10pt; line-height: 107%;">[9]</span></span><!--[endif]--></span></a> Peter
Willets.</span><o:p></o:p></p>
</div>
</div><div style="mso-element: footnote-list;"><div id="ftn9" style="mso-element: footnote;">
</div>
</div>Mario Lorenzhttp://www.blogger.com/profile/02901763308817242377noreply@blogger.com0