14 de mayo de 2023

Sociología (II). Non debería pasar, pero, crealo ou non, esta campaña publicitaria é real [#MeToo]

 
“Al hablar de los logros de las mujeres en la sociedad contemporánea, 
las sociólogas feministas «advierten del peligro de pasar por alto… 
que tales éxitos [son] el resultado de la acción feminista. Es fácil de olvidar»“
Lengermann y Niebrugge




¿Han sido marginadas las mujeres fundadoras de la sociología? Evidentemente, se trata de una pregunta retórica, dado que lo han sido, como del resto —con contadas excepciones— de disciplinas de las ciencias sociales y naturales. Me atrevo a decir que, lamentablemente, no debería haber ninguna duda al respecto, aunque con estos vientos extraños que soplan últimamente en la política parlamentaria, es más que probable que me equivoque.

Pero, aunque pertinente, quizás el término marginación no nos ofrece la profundidad necesaria para entender qué pasó realmente. Para ello deberemos acudir a Lengermann y Niebrugge, que nos hablan de una acción mucho más negativa, radical y significativa, pues lo que se ha hecho con las mujeres fundadoras de la sociología es una supresión o eliminación consciente. Estos términos muestran unos matices clave que, pienso, los hacen mucho más indicados que la marginación. Más si tenemos en cuenta que las razones de esta eliminación son —casi— tan tristes como la propia supresión; hablaremos de ello más adelante.

A pesar de que contraponen supresión a invisibilidad —aunque restringida a las quince mujeres citadas en su estudio: dado que el término invisibilidad podría ser aplicado entonces al resto de mujeres sociólogas— creo que su razonamiento podría ser válido también en oposición a la marginación:

La afirmación de que se ha suprimido a un grupo de la historia es diferente de la afirmación de que se ha invisibilizado a un grupo. La invisibilidad sugiere no ser visto, es decir, que nunca se ha reconocido la presencia como significativa […]. Ser suprimido de los textos sugiere que la presencia ha sido percibida alguna vez por la comunidad y luego ha sido borrada de sus registros. (Lengermann y Niebrugge, 2019, p. 21-22)

Pero vayamos al núcleo del asunto, ¿cuál es la razón de esta supresión?, ¿por qué fueron marginadas las mujeres en el momento de echar la vista atrás y revisar la historia de la sociología? Solo le pido al lector un poco más de paciencia. El objetivo de la sociología estaba claro en su momento fundacional, y era además coincidente para hombres y mujeres:

Estas mujeres sabían que formaban parte de un movimiento mayor que buscaba crear una ciencia de la sociedad y tenían su propio parecer sobre lo que debía ser esa ciencia: un proyecto de crítica social en el que la investigación y la teoría se centraran, como necesidad moral, en la descripción, análisis y corrección de la desigualdad social. (Lengermann y Niebrugge, 2019, p. 31)

¿Dónde estaba entonces la diferencia? Ahora sí, se trataba, simple y llanamente de que, para ellas, la desigualdad debía ser buscada en otros lugares, y además pretendían hacerlo de un modo diferente, tanto desde un punto de vista práctico como teórico:

Estas mujeres variaron en los términos específicos de la desigualdad en los que se centraron —género, clase, raza, etnicidad, edad o la combinación de ellas—, en el equilibrio relativo entre investigación y teoría, y en la elección de la estrategia de investigación y el método teórico. (Lengermann y Niebrugge, 2019, p. 31)

Los padres fundadores de la sociología habían definido, o estaban definiendo ya, cómo debían ser sus pares y el modo en que debían abordarse los problemas sociológicos, a saber, desde la seguridad de la academia y la disciplina científica, dejando al margen, sin demasiada vergüenza, los temas más polémicos que podían ponerlos en una situación embarazosa frente a sus fuentes de financiación:” Adams aconsejó a sus colegas científicos sociales que «evitaran temas controvertidos y se convirtieran en técnicos expertos al servicio de los legisladores o las comisiones regulatorias»” (Lengermann y Niebrugge, 2019, p. 43).  

Este hecho dejaba fuera, de facto, la aportación de una visión, tan diferente como relevante que, se consideró, no disponía de la autoridad suficiente:

En el periodo comprendido entre 1890 y 1947, las élites académicas de la sociología llegaron a consensuar que el rol apropiado del sociólogo era el del intelectual comprometido con el rigor científico, la neutralidad valorativa y la abstracción formal. Este consenso deslegitimó el trabajo de las mujeres fundadoras y el de muchos hombres que practicaban este posicionamiento alternativo de una sociología crítica y activista de defensa. (Lengermann y Niebrugge, 2019, p. 39-40)

Tal como nos dicen nuestros autores de referencia, nunca les fue concedida la autoridad necesaria para hacer valer sus puntos de vista en un mundo en el que el poder estaba ligado implícita y explícitamente al hombre. Esa autoridad no iba a ser entregada fácilmente a quienes eran consideradas —y aquí tenemos otro de los puntos clave— de una categoría social y académica inferior:

Los colegas masculinos de las mujeres fundadoras las veían, a pesar de su fuerte presencia individual, a través del velo del privilegio masculino como «menos que el ser», «el ser que no era necesario tomar en serio» —como ellas , a las que les falta autoridad—. (Lengermann y Niebrugge, 2019, p. 36)

Analizando ya desde un punto de vista general esta retrospectiva, uno no puede dejar de preguntarse, y no ya solo desde una perspectiva sociológica, como le hubiera ido a nuestra sociedad global si las mujeres hubieran estado más presentes en su creación. Si, tal como nos dicen, se hubieran dedicado más esfuerzos a aliviar el daño humano que, de forma inherente, produce nuestra convivencia en sociedad, y si el conocimiento humano no hubiera sido un fin en sí mismo cuando la sociología daba sus primeros pasos, sino un medio para dar voz y ofrecer amparo a los desheredados.


 



BIBLIOGRAFÍA

Estradé, A. (2019). El pensament sociològic (I). Els fundadors. UOC.

Estradé, A. (2016). La curiositat i el sorgiment de la sociologia [vídeo en línia]. UOC.

Giddens, A. (1984). Diferenciación social y división del trabajo. Labour.

Hamilton, P. (1992). The Englightenment and the Birth of Social Science. Polity Press.

Lengermann, P. y Niebrugge, G. (2019). Presentes en la creación. Mujeres en la historia de la sociología y de la teoría social. CIS.